En el espejo de Fraga

La pol¨ªtica tiene extra?os rituales y Alberto N¨²?ez Feij¨®o se acogi¨® este lunes a uno de ellos. Nada m¨¢s anunciar que convocaba elecciones auton¨®micas para el pr¨®ximo 5 de abril, el presidente de la Xunta se empe?¨® en dar a entender que todav¨ªa no est¨¢ decidido si ser¨¢ ¨¦l mismo quien encabece la candidatura del PP. El l¨ªder gallego se remiti¨® a una liturgia que se oficiar¨¢ este martes y que no tiene el menor misterio: la Junta Directiva de su partido le colmar¨¢ de aplausos para proclamarle como indiscutible cartel electoral.

Ser¨¢ por aclamaci¨®n, sin una sola voz en contra, al m¨¢s puro estilo de los a?os de Manuel Fraga. Con el paso del tiempo, el fundador del PP ¡ªcon el que Feij¨®o marcaba al principio sus distancias tras sucederle al frente del partido en Galicia¡ª se ha convertido en el espejo del actual presidente de la Xunta. Como Fraga, su heredero ha logrado hacerse con casi todos los resortes del poder en la comunidad aut¨®noma frente a un ej¨¦rcito de peque?os adversarios divididos y debilitados. Hasta tal punto lo ha conseguido Feij¨®o que el pr¨®ximo 5 de abril intentar¨¢ igualar la marca del viejo patr¨®n y encadenar su cuarta mayor¨ªa absoluta consecutiva. Si ya en los a?os noventa la haza?a parec¨ªa descomunal, en esta ¨¦poca de fragmentaci¨®n imparable entrar¨ªa casi en el terreno de lo milagroso.

Desde la llegada de Fraga a Galicia en 1989, cada cita con las urnas auton¨®micas ha sido una versi¨®n del d¨ªa de la marmota. La partida se juega siempre con las mismas cartas, una apuesta a doble o nada para el PP: o alcanza la mayor¨ªa absoluta o se queda sin Gobierno. Esto ¨²ltimo solo sucedi¨® una vez en 30 a?os. Fue en 2005, cuando un Fraga ya muy envejecido y da?ado por la revuelta social tras el Prestige, fracas¨® en su quinto intento y dio paso a una ef¨ªmera coalici¨®n entre el PSOE y los nacionalistas del BNG. Cuatro a?os despu¨¦s, contra todo pron¨®stico, el debutante Feij¨®o restituy¨® el orden conservador.

Lo parad¨®jico es que hace tiempo que Galicia dej¨® de ser el impenetrable feudo derechista, esa Baviera espa?ola de la que presum¨ªa el fallecido patr¨®n. No hay m¨¢s que mirar los resultados de las dos ¨²ltimas elecciones generales: en las de abril, los socialistas consiguieron por primera vez ser la lista m¨¢s votada y en las de noviembre, aunque el PP recuper¨® el dominio por apenas un pu?ado de votos, las fuerzas de izquierda sumaron el 54% de los sufragios.

En tiempos de Fraga, la explicaci¨®n era que el PP no ten¨ªa rivales en su ¨¢mbito ideol¨®gico, mientras que la izquierda pagaba el precio de su divisi¨®n entre las formaciones estatales y nacionalistas. Ahora, la fragmentaci¨®n se ha generalizado y resulta tan profunda en la derecha como en la izquierda. Ah¨ª es donde Feij¨®o emerge como una feliz anomal¨ªa para su partido. Ni Ciudadanos ni Vox, con sus discursos espa?olistas, han sido capaces de abrir fisuras en la fortaleza de un PP que en Galicia nunca ha dejado de jugar la baza del regionalismo. Por eso Feij¨®o vuelve a ser el gran favorito para abril. Y por eso, m¨¢s que frenar a la izquierda, tal vez su principal reto sea mantener a raya a la extrema derecha.