¡°A Rivera le acompa?¨® la soberbia hasta el final¡±
Xavier Pericay, cofundador de Ciudadanos, narra en un demoledor libro el desplome del partido
¡°Palomitas¡±, fue la consigna que sali¨® del c¨ªrculo de Albert Rivera a todos los miembros de la direcci¨®n de Ciudadanos tras las elecciones del 28 de abril. Esa expresi¨®n, ¡°en la jerga juvenil del partido, tan ic¨®nica¡±, quer¨ªa decir ¡°sentaditos todos frente a la pantalla a disfrutar de la pel¨ªcula¡±, que no era otra que aguardar a que Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias materializaran un acuerdo para gobernar, aunque al final no hubo tal pacto y en la repetici¨®n electoral Ciudadanos se desplom¨® seis meses despu¨¦s de 57 a 10 diputados. La an¨¦cdota la cuenta el cofundador del partido Xavier Pericay, en ?Vamos? Una temporada en pol¨ªtica (Editorial Sloper), un relato demoledor sobre la ca¨ªda del partido desde dentro que carga especialmente contra el ¡°ensimismamiento rayando en el endiosamiento¡± del exl¨ªder de Ciudadanos. ¡°Rivera ten¨ªa que haber pedido perd¨®n y reconocer que se equivoc¨®¡±, apunta Pericay en conversaci¨®n con EL PA?S.
Ciudadanos, sostiene el intelectual catal¨¢n, se hundi¨® en una paradoja. Era un partido ¡°que hab¨ªa nacido para contribuir al restablecimiento de la realidad como ant¨ªdoto a la ficci¨®n pol¨ªtica instalada en Catalu?a¡±, que sin embargo cay¨® en una ¡°enso?aci¨®n¡± al creer que pod¨ªa convertir a Albert Rivera en presidente del Gobierno. ¡°Esa ambici¨®n iba acompa?ada de una dosis nada despreciable de mesianismo. Ciudadanos estaba llamado a transformar Espa?a¡±, escribe. Rivera y su c¨ªrculo estaban convencidos en que ser¨ªa presidente y, a pesar de que los hechos fueron empe?¨¢ndose en negar esa realidad, no admitieron variar el rumbo. ¡°Cuanto m¨¢s nos contradec¨ªan los hechos, m¨¢s nos empecin¨¢bamos en ignorarlos¡±, afirma Pericay, que enumera la moci¨®n de censura ¡ª ¡°decir que nos cogi¨® con el paso cambiado es decir poco¡±¡ª, el advenimiento de Vox y las elecciones del 28 de abril y sobre todo el 26 de mayo, que terminaron de consolidar el liderazgo del PP sobre Ciudadanos.
A pesar de que la historia termin¨® en un ¡°desastre electoral¡±, el cofundador reprocha a Rivera no haber admitido nunca un error: ¡°La soberbia le acompa?¨® hasta el final¡±. ¡°Le honra haber dimitido, pero nunca sali¨® de su boca: lo siento, me he equivocado¡±, reflexionaba ayer por tel¨¦fono, confiado en que su libro, que se publica el pr¨®ximo lunes, sirva para ayudar al partido en la reflexi¨®n ante el congreso extraordinario que celebra en marzo.
El fil¨®logo experto en Josep Pla y ¨²nico del grupo fundador que se integr¨® en la ejecutiva cree que a Ciudadanos ¡°se le jodi¨® el Per¨²¡± por una suma de factores. En su opini¨®n, tiene gran responsabilidad un modelo de partido ¡°fuertemente jerarquizado, de una verticalidad que para s¨ª hubieran querido, pongamos por caso, los mism¨ªsimos sindicatos franquistas¡±. Un ¡°sanedr¨ªn¡± de solo cuatro personas ¡ªjunto Rivera, Jos¨¦ Manuel Villegas, secretario general, Fernando de P¨¢ramo, secretario de Comunicaci¨®n y Fran Herv¨ªas, de Organizaci¨®n¡ª mov¨ªa todos los hilos de la acci¨®n pol¨ªtica hasta tal punto que muchos dirigentes eran ajenos a cuestiones que les afectaban. Por ejemplo, a Carina Mej¨ªas, l¨ªder en el Ayuntamiento de Barcelona, no se le inform¨® del fichaje de Manuel Valls para liderar la lista. ¡°Le pregunt¨¦ que c¨®mo hab¨ªa ido la cosa y me respondi¨® que ella se acababa de enterar por la prensa¡±, cuenta Pericay.
El escritor barcelon¨¦s describe tambi¨¦n un partido afectado por un ¡°culto a la personalidad¡± de Rivera, ¡°cuya manifestaci¨®n m¨¢s palmaria tal vez sea la atribuci¨®n al l¨ªder de cuantas acciones virtuosas se han generado en el seno del partido¡±. ¡°La palabra de Dios era Dios¡±, sostiene, y eso se trasladaba a las reuniones de las ejecutivas en las que apenas hab¨ªa debate, porque el l¨ªder, afirma, tampoco lo admit¨ªa. ¡°Para alguien como Albert, solo val¨ªan las opiniones corroborativas. Y no digamos ya si encima eran encomi¨¢sticas. Cuando no eran ni lo uno ni lo otro (...) se arrinconaban sin miramiento alguno¡±.
La posible existencia de una corriente de opini¨®n preocupaba, sostiene el exdirigente, en la medida en la que pudiera propiciar la aparici¨®n de una figura que pudiera hacer sombra al presidente y convertirse en futuro rival. Rivera, cuenta Pericay, quiso fichar en 2015 a Cayetana ?lvarez de Toledo, hoy portavoz parlamentaria del PP, que entonces se hab¨ªa alejado del PP y acercado a Cs, pero la operaci¨®n no prosper¨®. Cuando algunos preguntaron internamente por qu¨¦ ?lvarez de Toledo no formaba parte ya de la familia, el secretario de Organizaci¨®n desvel¨®: ¡°Porque podr¨ªa convertirse en una amenaza para Albert¡±.
La sucesi¨®n de acontecimientos tampoco ayud¨® a Ciudadanos: adem¨¢s de la moci¨®n de censura, Pablo Casado, con atributos que nada ten¨ªan que envidiar a Rivera, fue elegido l¨ªder del PP; y apareci¨® Vox. La consigna en Cs fue no mencionarlos. ¡°Yo mismo fui rega?ado un d¨ªa por alguien del equipo de comunicaci¨®n de Madrid por haber expuesto en p¨²blico lo que nos separaba del partido de Santiago Abascal¡±, relata Pericay, para quien la foto de Col¨®n fue otro error: ¡°A Pedro S¨¢nchez le hab¨ªamos hecho la campa?a¡±.
Ahora, el intelectual, que se ha sumado a apoyar a la corriente cr¨ªtica que est¨¢ pidiendo un cambio de modelo organizativo, cree que Cs "ha entendido que tiene que volverse a situar en esta centralidad que abandon¨®¡±, reflexiona a un mes vista para la celebraci¨®n del congreso extraordinario del partido. Pero advierte del riesgo de mantener la misma estructura: ¡°A In¨¦s Arrimadas puede ocurrirle lo mismo que le pas¨® a Albert. Es un problema de contrapesos. Un partido que ten¨ªa que ser distinto de los dem¨¢s, resulta que lo es para mal".
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