La revuelta de los olvidados
Se sorprenden muchos de que territorios que nunca han alzado la voz como Le¨®n para protestar de repente hayan comenzado a hacerlo
Se sorprenden muchos espa?oles de que territorios que nunca han alzado la voz para protestar de repente hayan comenzado a hacerlo. Primero fue Teruel, capitaneando a todas esas provincias que se han dado en llamar la Espa?a vac¨ªa, y ahora es Le¨®n, una regi¨®n de antigua pujanza econ¨®mica que ha visto c¨®mo poco a poco se hund¨ªa en la despoblaci¨®n, lo que ha llevado a sus habitantes a salir a la calle a manifestarse. El pasado domingo, 80.000 de las 460.000 personas que la habitan a¨²n (160.000 menos de las que lo hac¨ªan tan s¨®lo cuatro d¨¦cadas atr¨¢s) recorrieron las calles de sus ciudades m¨¢s importantes reclamando atenci¨®n por parte del Gobierno central, ya que de la autonom¨ªa a la que pertenece no esperan gran cosa tras 37 a?os de marginaci¨®n y olvido. Y es que al tradicional centralismo madrile?o, en el caso de Le¨®n y de las restantes ocho provincias de la artificial y desmesurada (por sus dimensiones, pero tambi¨¦n por el bajo ratio de habitantes del territorio) Comunidad Aut¨®noma de Castilla y Le¨®n, se ha unido el de Valladolid, m¨¢s evidente y feroz si cabe que el de la capital de Espa?a.
La provincia de Le¨®n, como Asturias, al norte, fue durante el siglo XX una de las m¨¢s pujantes de Espa?a merced a un sector energ¨¦tico, el de la miner¨ªa del carb¨®n, que fue fundamental en el desarrollo del pa¨ªs. Pero los tiempos cambiaron, el carb¨®n se convirti¨® en enemigo del medio ambiente (que lo fuera de la salud de sus trabajadores a nadie le import¨®, entre tanto), la industria tradicional mut¨® en otra diferente, y tanto Asturias como Le¨®n (y el norte de Palencia, que tambi¨¦n era minero) vieron desmoronarse en muy pocos a?os su principal sustento econ¨®mico y con ¨¦l el de la poblaci¨®n que las habitaba. La ca¨ªda coincidi¨® con la transformaci¨®n de la agricultura y la ganader¨ªa de leche y, a falta de otros recursos alternativos de producci¨®n, en el caso de Le¨®n (a Asturias al menos le queda a¨²n cierta estructura industrial portuaria, adem¨¢s del turismo y la pesca), se produjo un desplome total del que tardar¨¢ en recuperarse, si es que alguna vez se recupera, mucho tiempo.
Convertida en una colonia de la que sacar todo tipo de energ¨ªas (el carb¨®n de sus minas, el agua de sus embalses, la electricidad de sus grandes presas), en cuanto ¨¦stas se han agotado o dejaron de interesar por la raz¨®n que fuera, las empresas que se lucraron con ellas durante d¨¦cadas huyeron sin preocuparse del futuro de su poblaci¨®n y los Gobiernos bastante tienen con atender a las exigencias de las comunidades m¨¢s habitadas y ricas, que es donde se ganan las elecciones. As¨ª pues, una tormenta perfecta se ha desatado sobre Le¨®n, que a nadie interesa ya por su irrelevancia pol¨ªtica y econ¨®mica, condenada a compartir el crepuscular destino de toda esa Espa?a vac¨ªa que contin¨²a vaci¨¢ndose a velocidad de v¨¦rtigo mientras los pol¨ªticos, de uno y otro signo, que afirman estar muy preocupados por ello, siguen hablando de Catalu?a y de Venezuela, como si la soluci¨®n de los problemas de Espa?a dependiera solamente de ellas dos.
Primero fue Teruel, ahora es Le¨®n, paralelamente son los agricultores de toda esa Espa?a rural que tambi¨¦n ha sido olvidada por todos, pronto ser¨¢n otros territorios y otras personas que ven c¨®mo sus destinos les conducen a la inexistencia¡ La Espa?a olvidada y abandonada comienza a dejar atr¨¢s su resignaci¨®n y a levantarse contra la marginaci¨®n que vive mientras otros territorios prosperan de d¨ªa en d¨ªa confundiendo su progreso con el de todo el pa¨ªs.
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