Carlos Iturgaiz, un candidato que regresa de los tiempos duros
El popular, que ya aspir¨® a ser lehendakari, simboliza el PP que hizo frente a ETA y el del discurso m¨¢s conservador
Hay nombres que, como un manojo de cerezas, arrastran a otros con solo nombrarlos. El de Carlos Iturgaiz conduce a una generaci¨®n de pol¨ªticos vascos, del PP y tambi¨¦n socialistas, que se las tuvieron que ver a pie firme contra el terrorismo de ETA, viviendo siempre escoltados, coincidiendo en funerales y plenos de condena, temiendo siempre que una llamada intempestiva ¡ªlas m¨¢s peligrosas eran a primera hora de la ma?ana y a ¨²ltima de la tarde¡ª les anunciara el ¨²ltimo atentado.
No hay m¨¢s que ver la fecha en que Carlos Iturgaiz (Santurtzi, Bizkaia, 54 a?os) se hizo con la presidencia del PP en el Pa¨ªs Vasco ¡ªoctubre de 1996¡ª para acordarse enseguida de Gregorio Ord¨®?ez, el concejal de San Sebasti¨¢n que fue asesinado un a?o antes mientras almorzaba junto a Mar¨ªa San Gil. Una ¨¦poca olvidada y casi imposible de imaginar por las nuevas generaciones en las que la amenaza terrorista y su estrategia criminal de ¡°socializaci¨®n del sufrimiento¡± borr¨® pr¨¢cticamente las diferencias entre los partidos no nacionalistas. Estaba en juego la vida, nada menos, y tambi¨¦n la necesidad de dejar testimonio en las instituciones y fuera de ellas de que, pese a las bombas, siempre habr¨ªa resistentes, una lucecita encendida en el lado no nacionalista de la vida.
Y, por eso, tanto las direcciones nacionales del PP y del PSOE, fueron conscientes de que en el Pa¨ªs Vasco jugaban un partido desigual. Ser concejal socialista o popular en Euskadi no era tan f¨¢cil como serlo del PNV. Ni para ellos ni para sus familias. A la hora de elaborar una lista electoral para un Ayuntamiento perdido de Gipuzkoa o de Bizkaia no se estaba en disposici¨®n de buscar curr¨ªculos brillantes o estrategas de la pol¨ªtica, o no solo, sino sobre todo h¨¦roes. Gente corriente que se jugara la vida mientras otros muchos cerraban las ventanas. Y de esa estirpe y de esa ¨¦poca surge ese manojo de nombres que arrastra ahora, tanto tiempo despu¨¦s, la elecci¨®n accidentada de Carlos Iturgaiz para las elecciones vascas. Muchos de ellos nombres j¨®venes, de mujeres y de hombres, populares y socialistas. Carlos Iturgaiz, Mar¨ªa San Gil, Miguel ?ngel Blanco, Eduardo Madina, Jos¨¦ Luis Caso, Manuel Zamarre?o, Maite Pagazaurtundua, Isa¨ªas Carrasco, Borja S¨¦mper... Unos pudieron contarlo y otros no. Y entre los que pudieron contarlo, unos siguieron m¨¢s o menos en la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica y otros, como Iturgaiz, fueron ocupando puestos cada vez m¨¢s alejados de los focos de la actualidad.
El ahora de nuevo candidato a lehendakari (ya lo fue en 1998), adem¨¢s, siempre se asoci¨® a los nombres de la etapa m¨¢s dura del PP, aquella en que con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en La Moncloa y Jaime Mayor Oreja en el Ministerio del Interior se opt¨® por organizar, junto al PSE de Nicol¨¢s Redondo Terreros un frente com¨²n que contrarrestara el Pacto de Estella suscrito por los partidos nacionalistas vascos. Aquel ¡°a por ellos¡± a la desesperada organizado desde Madrid no funcion¨®, y la ¨²nica alternativa fue seguir resistiendo.
Ahora, tantos a?os despu¨¦s, y tras perder su puesto de eurodiputado por falta de confianza de la misma direcci¨®n del PP que ahora lo nombra cabeza de lista en Euskadi, reaparece por sorpresa en escena Iturgaiz. Y lo hace de la mano de sus antiguos jefes. Porque a nadie se le escapa que, aunque la r¨²brica de su nombramiento sea de Pablo Casado, la letra es de Aznar, a quien Iturgaiz acompa?¨® en Bilbao el jueves durante la presentaci¨®n de un ¡°manual contra el nacionalismo¡±.
Si para Alfonso Alonso la ¨²nica posibilidad de ser alternativa en el Pa¨ªs Vasco era demostrar una cierta independencia de G¨¦nova, el Iturgaiz de ahora representa todo lo contrario. Un candidato teledirigido desde Madrid y rescatado del fondo del ba¨²l de los malos recuerdos.
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