?Por qu¨¦ Uber es machista pero no se da cuenta?
Sumida en el caos, la startup m¨¢s valiosa del mundo apenas presta atenci¨®n a las cr¨ªticas para mejorar su servicio
Uber es mi principal medio de transporte. Todo juega a su favor. En San Francisco el tr¨¢fico es un caos. A diferencia de la mayor¨ªa de las ciudades de Estados Unidos, no es una urbe pensada para los autom¨®viles, pero las distancias son grandes. Silicon Valley es un atasco perpetuo, donde el sistema de transporte p¨²blico, atomizado en m¨¢s de 80 municipios no es todo lo eficiente que deber¨ªa para una poblaci¨®n de m¨¢s de 10 millones de habitantes en la zona de la bah¨ªa. Ojo, el emblem¨¢tico y tur¨ªstico tranv¨ªa que atraviesa las lomas del centro cuesta siete d¨®lares. Salvo que se est¨¢ visitando la ciudad, no parece razonable pagar 14 d¨®lares al d¨ªa para un trayecto de apenas cuatro kil¨®metros. Empinados, eso s¨ª.
A esto se suma el problema del espacio de parquin, con la plaza de garaje a m¨¢s de 250 d¨®lares al mes. Si se a?aden seguros, mantenimiento y gasolina, es dif¨ªcil que cuadren las cuentas. ?C¨®mo argumentar que prefieres usar Uber al transporte p¨²blico? Sencillo. El bus cuesta 2,50 d¨®lares. Uber ofrece Pool, su servicio de viaje compartido por 2,99 d¨®lares a cualquier punto de la ciudad. Es cierto que hay que hacer algunas paradas adicionales, pero tambi¨¦n lo es que su algoritmo asigna rutas con gran afinidad y se ahorra tiempo con respecto a las alternativas p¨²blicas.
En el caso de querer ir en solitario o con tres amigos m¨¢s que vayan al mismo lugar, el precio se queda en 7,99 d¨®lares. Las cuentas, claramente, no cuadran. Uber subvenciona los servicios con dinero de sus inversores de capital riesgo. Prefieren crecer y mantener la actividad en buenas cifras a ser rentables. Contradicciones del mundo startup dif¨ªcil de encajar con la concepci¨®n tradicional de las empresas.
Durante las ¨²ltimas semanas el goteo de esc¨¢ndalos ha sido constante hasta llevarse por delante a su consejero delegado y fundador, Travis Kalanick. Los motivos son variados, desde aconsejar en qu¨¦ situaci¨®n se permite tener relaciones sexuales con compa?eras, a mirar para otro lado cuando se acosaba a empleadas, o no atender a peticiones de tener prendas adaptadas para chicas. Parece balad¨ª, pero es muy dif¨ªcil encontrar startups que cuentan con swag (el equivalente a los souvenirs de Benidorm de los 70, pero con logos estampados en camisetas) para chicas.
En todo el proceso de an¨¢lisis e investigaci¨®n, han mirado hacia dentro, pero no se ha tenido en cuenta al consumidor, especialmente, a las consumidoras.
Nunca he tenido contestaci¨®n alguna cuando, usando los cauces propios de la aplicaci¨®n, he comunicados estas situaciones para hacer que Uber sea mucho m¨¢s inclusivo y seguro para las mujeres.
En su af¨¢n por mejorar la deteriorada relaci¨®n con los conductores han introducido dos novedades que llegar¨¢n a todos los lugares donde opera de aqu¨ª a finales de julio. Por un lado, como ya hace su competidor local Lyft, se podr¨¢n dar propinas al conductor. Esto implica una p¨¦rdida de su esencia inicial, pues se daba un precio cerrado, sin sorpresas ni a?adidos. Y queda la duda de si ser m¨¢s o menos generosos puede afectar a la valoraci¨®n que haga el conductor sobre el pasajero. Algo que hasta ahora no estaba condicionado. De forma t¨¢cita, dar cinco estrellas era una forma de propina, de reconocimiento. El ¡®rating¡¯ puede parecer una mec¨¢nica m¨¢s de Silicon Valley para gamificar (usar mec¨¢nicas propias de los juegos para cambiar una conducta) un proceso, pero no lo es. Cuanto mejor sea la nota del conductor, m¨¢s servicios recibir¨¢ por parte de la aplicaci¨®n. En el caso del conductor, contar con menos de 4,3 de media los deja en la nevera hasta que hagan un curso de readaptaci¨®n -como con los puntos de la DGT, pero en versi¨®n capitalista-. Estar por debajo de 4,6 hace que las peticiones desciendan. Este valor de las estrellas explica el porqu¨¦ de la botella de agua, los chicles, caramelos o cargadores de m¨®vil.
Por otro lado, han comenzado a cobrar por la demora al llegar al coche. El tiempo de gracia que dejan para comenzar a cobrar, como si se pusiera el parqu¨ªmetro, es de dos minutos. A partir la cuenta sube.
De acuerdo, seguramente en las ciudades europeas en que operan, o en muchas de Estados Unidos, no pase nada por esperar en la acera de casa, de un restaurante o tras un evento social, pero s¨ª es una conducta de riesgo en muchos lugares de Am¨¦rica Latina. Baste con recordar que en Ciudad de M¨¦xico el metro tiene un vag¨®n solo para mujeres.
Uno de los grandes puntos diferenciadores de Uber es que se sabe de antemano el nombre del conductor y c¨®mo es gracias a la foto de perfil. El coche sale con modelo, matr¨ªcula y color. Se minimiza la posibilidad de confusi¨®n y se da un plus de confianza. Ahora bien, ?no se han parado a pensar en que muchas preferimos esperar en el interior y despu¨¦s salir cuando el coche ya est¨¢ en el lugar acordado? Penalizar a los dos minutos no parece una medida comprensiva.
Uber Pool, dec¨ªamos, es una gran alternativa al transporte p¨²blico, pero tiene una arista importante. Mi idilio termin¨® tras una experiencia nefasta.
En un viaje desde el aeropuerto a casa me toc¨® un pasajero que quer¨ªa algo m¨¢s que conversaci¨®n. Es f¨¢cil imaginar lo violento que puede resultar una situaci¨®n as¨ª en un coche en marcha con un desconocido. Tras varias evasivas ¨¦l se dirigi¨® al conductor: ¡°Mejor d¨¦jala primero a ella¡±. Momento de p¨¢nico: ¡°No quiero que este tipo sepa d¨®nde vivo¡±. No pod¨ªa bajarme en marcha, tampoco cambiar el destino, m¨¢s cuando iba con una maleta... El conductor contest¨® que ten¨ªa que hacer lo que dec¨ªa. Uff, alivio. Pero, ?y si hubiese pasado al rev¨¦s?
A la ma?ana siguiente les escrib¨ª un correo explicando la escena y proponiendo algunas mejoras. Como la inclusi¨®n de un bot¨®n de p¨¢nico para poder avisar de manera discreta de situaciones de peligro, o una f¨®rmula alternativa para hacer saber al conductor que necesitamos que nos deje en un lugar acordado. Ser¨ªa algo as¨ª como una contrase?a para que la aplicaci¨®n lleve a un sitio seguro que o bien sugiera Uber o bien se ha guardado previamente en el perfil personal. Otro a?adido podr¨ªa ser la necesidad de poner nota al compa?ero de viaje, de modo que, ya sea por falta de higiene (ejem, pasa), mala educaci¨®n o acoso, los incivilizados quedar¨ªan fuera de los viajes compartidos.
He tenido experiencias maravillosas en Uber. Desde dar con un conductor que era sordo y se comunicaba mediante signos y escritura, a otro que se prest¨® a arreglar mis finanzas personales y me envi¨® una f¨®rmula por email para conseguir retirarme antes de cumplir los 50, pasando por un exmilitar colombiano que cruz¨® la frontera con un coyote huyendo de los sicarios del narco. Sin olvidar a un amable entrenador de fitness filipino que se tom¨® como una gymkana dar con la casa de Robin Williams en Tibur¨®n la tarde en que se supo que de su suicidio.
Sin embargo, nunca he tenido contestaci¨®n alguna cuando, usando los cauces propios de la aplicaci¨®n, comunicado estas situaciones con buen ¨¢nimo para hacer que Uber sea mucho m¨¢s inclusivo y seguro para las mujeres. Los problemas de machismo no est¨¢n solo en su interior.
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