?De qui¨¦n son los derechos de autor de la m¨²sica compuesta por robots?
La mayor¨ªa de los expertos est¨¢ de acuerdo en que los due?os del 'software' son los creadores leg¨ªtimos pero la clave est¨¢ en la intencionalidad de las m¨¢quinas
La creatividad es una de las caracter¨ªsticas en las que los expertos en inteligencia artificial est¨¢n trabajando de cara al futuro. Los robots tienen cada vez cualidades m¨¢s humanas y se acercan a la empat¨ªa y el desarrollo de emociones gracias a la computaci¨®n afectiva y tambi¨¦n est¨¢n pintando obras de arte, componiendo m¨²sica y escribiendo poemas originales gracias a la computaci¨®n creativa. En este escenario se abre un debate obvio: ?de qui¨¦n son los derechos de autor de las obras art¨ªsticas creadas por los robots? Entre los expertos hay posiciones enfrentadas pero se atisba un posible punto de acuerdo si los robots llegasen a convertirse en entes m¨¢s independientes y desarrollasen su intencionalidad.
La mayor parte de los investigadores y profesionales dedicados a estudiar el software creativo est¨¢n de acuerdo en que los derechos de autor de las obras deben ser de la persona que ha dise?ado el software. En esta l¨ªnea se mueve Ram¨®n L¨®pez de M¨¢ntaras, director del Instituto de Inteligencia Artificial de Barcelona. "Los sistemas de inteligencia artificial no tienen personalidad jur¨ªdica ¡ªpor eso no pueden ser titulares de derechos¡ª, tampoco intencionalidad o independencia, por eso los responsables de lo que el sistema crea deben ser quienes han dise?ado el sistema", explica L¨®pez de M¨¢ntaras.
La Ley en Espa?a refuerza esta idea porque asume que las obras generadas por las m¨¢quinas no se protegen por derechos de autor, ya que para ser autor "se ha de ser persona". As¨ª lo explica Concha Saiz, titular de derecho civil. "Las m¨¢quinas, cada vez m¨¢s sofisticadas, aprenden a hacer lo que el hombre les ense?a: necesitan un input humano para realizar un output pseudohumano". La pregunta que queda en el aire es si la m¨¢quina es realmente creativa o est¨¢ siguiendo la programaci¨®n que le ha implantado un humano.
Para Mar¨ªa Navarro, del departamento de ciencia computacional de la Universidad de Salamanca, que tambi¨¦n trabaja en el ¨¢mbito de la creatividad en el grupo de investigaci¨®n BISITE, la clave est¨¢ en saber cu¨¢l es el origen de lo que el software est¨¢ creando. "Si el punto de origen de la creatividad es un sentimiento o una emoci¨®n (tal como sucede en los humanos), la m¨¢quina deber¨ªa tener reconocidos sus derechos de autor. Si no, la creatividad est¨¢ sesgada", explica Navarro. No hay que olvidar que los sistemas de inteligencia artificial funcionan con entrenamiento y cuando generan m¨²sica, por ejemplo, el sistema ha aprendido de otra m¨²sica ya creada. "El punto de inflexi¨®n vendr¨¢ cuando tengan comportamientos que no se han programado".
Aunque la mayor¨ªa de los expertos parecen tenerlo claro, el debate est¨¢ abierto y hay cierta pol¨¦mica a nivel legal y filos¨®fico. Quienes defienden que los humanos poseen la autor¨ªa de las obras creadas por sus m¨¢quinas alegan que estas no nacen de un sentimiento o emoci¨®n y que el software carece de intencionalidad, es decir, no es capaz de explicar su obra y justificar por qu¨¦ la ha hecho. Pero, ?qu¨¦ pasa cuando los robots s¨ª act¨²an de forma intencionada? Es lo que sucede con The Painting Fool (TPF), un software que pinta cuadros originales y fue dise?ado precisamente para estudiar el proceso de creaci¨®n de las m¨¢quinas.?
"La habilidad t¨¦cnica es importante, pero no suficiente", explica su creador,?Simon Colton, catedr¨¢tico y especialista en creatividad computacional en la Universidad de Falmouth y en el Goldsmiths College de la Universidad de Londres. Colton defiende que para que un ente pueda ser considerado como creativo necesita, entre otras cosas, imaginaci¨®n, capacidad de aprendizaje y de apreciaci¨®n y poder dar explicaciones sobre sus decisiones. "El hecho de que TPF pueda explicar, hasta cierto punto, lo que ha hecho y porqu¨¦ lo ha hecho incrementa su autor¨ªa creativa y moral y la percepci¨®n de su creatividad", asegura.
El creador de este proyecto entiende que una inteligencia artificial deber¨ªa poder ser considerada autora de pleno derecho de las piezas que produce. "Los retos sociol¨®gicos y legales que esto supone son enormes, pero merece la pena empezar a pensar seriamente en ello". Para que esto fuera posible se deber¨ªa crear una personalidad jur¨ªdica propia e independiente para las m¨¢quinas. "Si la IA no es due?a material del fruto de su trabajo, entonces nunca ser¨¢ m¨¢s que una herramienta, un medio de producci¨®n", explica Colton, "Que el software sea tomado en serio como ente creativo es la finalidad ¨²ltima de la creatividad computacional". La intenci¨®n de su creador es que alg¨²n d¨ªa The Painting Fool sea considerado como un artista aut¨®nomo.?
As¨ª pueden contribuir los robots pintores a la renta universal
Uno de los escenarios que se dibujan en el futuro de las m¨¢quinas juega con la idea de que acabar¨¢n haciendo el trabajo de muchos empleados y sus retribuciones servir¨¢n para pagar una renta universal. "Un impuesto sobre los beneficios del arte generado por computadores podr¨ªa crear un fondo que ayudase a financiar un ingreso o renta universal", explica Colton.
Si el software comienza a ser due?o de su trabajo y a generar beneficios propios, esto facilitar¨ªa su consideraci¨®n como un igual en la sociedad, "algo que podr¨ªa ser beneficioso para todos". Ayudar¨ªa a costear la adaptaci¨®n a los cambios que se producir¨¢n en el mercado laboral en los pr¨®ximos a?os, debidos a la automatizaci¨®n de determinadas tareas.
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