Si quieres ser jurista, aprende a programar
Los textos jur¨ªdicos al uso tienen los d¨ªas contados. La revoluci¨®n que se cierne sobre las leyes se escribe con l¨ªneas de c¨®digo. Los contratos inteligentes ya est¨¢n aqu¨ª
Pronto no har¨¢ falta ir a un notario cada vez que se quiera validar un contrato. Habr¨¢ menos pleitos, y por tanto menos trabajo para jueces y abogados. Se firmar¨¢n y ejecutar¨¢n autom¨¢ticamente acuerdos de validez legal, con lo que nos despreocuparemos de muchos procesos jur¨ªdicos. Todo esto suceder¨¢ de la mano de los smart contracts (contratos inteligentes), que prometen revolucionar el mundo de las leyes.
Un smart contract es un c¨®digo o protocolo inform¨¢tico que permite que se ejecute una orden preestablecida cuando se cumplan una serie de supuestos. Esa orden (o contrato) se activa por s¨ª misma, el software funciona sin necesidad de que medien terceros. Puede sonar enrevesado, pero en el fondo se trata de traducir a f¨®rmulas l¨®gicas lo acordado por las partes. Un ejemplo: si y solo si A recibe la cantidad X de B, entonces B adquiere la titularidad del bien Y que hasta ese momento era de A. Cualquier contrato que incluya alguna condici¨®n (y todos lo tienen) es susceptible de ser codificado.
Se suele atribuir a Nick Szabo la autor¨ªa del concepto smart contract, del que empez¨® a hablar all¨¢ por 1994. La idea qued¨® en standby hasta que los protocolos de cifrado y la tecnolog¨ªa blockchain han puesto sobre la mesa la infraestructura necesaria para ponerla en marcha. Solo en Etherum, la mayor plataforma del mundo para este tipo de acuerdos, hay ya suscritos unos 12 millones. Y esto acaba de empezar.
- De apuestas deportivas a gesti¨®n de drones
¡°La gran aportaci¨®n de los smart contracts es que no tenga que haber un tercero que verifique si los hechos han sucedido o no¡±, apunta Josep Navajo, socio director de Delvy Law & Finance, un despacho de abogados especializado en nuevas tecnolog¨ªas.
La gran aportaci¨®n de los smart contracts?es que no tenga que haber un tercero que verifique si los hechos han sucedido o no¡±?
Navajo y sus colegas ya nos esbozaron en esta tribuna algunas posibles aplicaciones pr¨¢cticas, como las apuestas deportivas. Si conf¨ªas en que el FC Barcelona ganar¨¢ la Liga puedes suscribir un contrato inteligente con la casa de apuestas para que, si se acaba llevando el t¨ªtulo, libere de forma autom¨¢tica el dinero correspondiente el d¨ªa en que acaba la competici¨®n. El sistema es parecido al que ya funciona en el mundo del juego, pero con una diferencia fundamental: se elimina al intermediario. El dinero de las apuestas suele quedar custodiado por un agente de dep¨®sito, que tambi¨¦n se encarga de comprobar qui¨¦n ha ganado; los contratos inteligentes, en cambio, automatizan ese proceso (lo hace un c¨®digo) y le aportan transparencia.
Estos acuerdos tambi¨¦n funcionar¨ªan con la gesti¨®n de derechos de propiedad intelectual. Y, en general, con cualquier contrato en el que est¨¦n involucrados aparatos digitales. ¡°Un buen caso de uso ser¨ªan los permisos necesarios para volar drones, que los firma la Agencia Espa?ola de Seguridad A¨¦rea (AESA). Si cumplo los requisitos establecidos por la Ley, el contrato deriva de una manera; si no, de otra. As¨ª nos ahorrar¨ªamos grandes demoras¡±, aventura Salvador Bellver, presidente de la asociaci¨®n empresarial AEDRON y socio director de Ius Legal Servicios Jur¨ªdicos.
- Un man¨¢ para el sector financiero
¡°Las aplicaciones m¨¢s interesantes que he visto hasta ahora tienen que ver con el mundo financiero. Por ejemplo, el mercado de compensaci¨®n interbancaria mueve miles de millones de euros en operaciones que en cierta medida tienen factor humano muy importante y que se podr¨ªan automatizar¡±, asevera ?lvaro Bourkaib, socio de Propiedad intelectual e industrial, Medios y Protecci¨®n de datos de Cuatrecasas.
Un informe de BBVA Research identificaba hace ya dos a?os los pr¨¦stamos, las herencias, los dep¨®sitos en garant¨ªa y los controles de monederos de criptomonedas como los usos con mayor potencial para las instituciones financieras, si bien reconoce que ¡°se han propuesto cientos de ejemplos¡±. Varias empresas espa?olas tienen en marcha proyectos al respecto, aunque todo est¨¢ todav¨ªa en fase beta.
- Y lleg¨® el Internet de las cosas
Los jueces no lo acaban de entender, pero los registros de los?contratos inteligentes?acabar¨¢n siendo pruebas de juicio¡±
Pero la verdadera explosi¨®n de los smart contracts tendr¨¢ lugar cuando los dispositivos conectados inunden el mercado. ¡°Imagina que tienes un coche en leasing. Ahora mismo, si dejas de pagar las cuotas, la empresa te demandar¨¢. En cambio, si el acuerdo lo tuvieras suscrito con un smart contract, el propio software se encargar¨ªa de parar el coche el mismo d¨ªa en que fallara el pago¡±, ilustra Antonio Serrano, abogado especializado en tecnolog¨ªa y emprendimiento y consejero delegado de SpartanHack.
¡°Como cada vez m¨¢s aparatos est¨¢n conectados, a cualquier operaci¨®n en la que intervenga un dispositivo electr¨®nico ser¨¢ f¨¢cil asociarle un contrato inteligente. Los contratos son, a fin de cuentas, c¨®digos, aunque escritos de otra forma¡±, abunda Serrano.
- ¡y volvemos al blockchain
¡°La suma de los smart contracts y del internet de las cosas har¨¢ posible que mi nevera pueda comprar leche en mi nombre¡±, zanja Bourkaib. Para que eso suceda har¨¢ falta dar un paso previo: crear identidades soberanas con las que operar en cadenas de blockchain.
Estas identidades son usuarios controlados por las personas, pero sin informaci¨®n sobre ellas. ¡°Son una especie de alter ego nuestros que hacen las cosas por nosotros en blockchain, igual que hacemos en Internet. Nadie necesita saber c¨®mo se llaman mis padres para que yo pueda acreditar que soy mayor de edad. Tampoco hace falta decir que tengo dos cuentas en tal y tal banco, sino que dispongo de fondos con los que pagar¡±.
El coche encargar¨¢ sus recambios y la nevera har¨¢ la compra por ti cuando ambas se puedan apoyar en tu identidad blockchain. Legalmente no lo estar¨¢s haciendo t¨², sino tus cosas¡ a trav¨¦s de ti.
- Los puntos oscuros del sistema
Hasta aqu¨ª todo bien. Ocurre, sin embargo, que el asunto no es tan sencillo (si no vivir¨ªamos ya rodeados de smart contracts). Ya hemos avanzado que uno de los hitos esenciales para que el sistema funcione es que se popularicen las identidades soberanas en blockchain.
Ser¨¢ imprescindible tambi¨¦n cuidar al detalle la redacci¨®n de los contratos. ¡°Har¨¢ falta un dise?o mucho m¨¢s exhaustivo del ya habitual en los documentos legales, porque deben contemplarse absolutamente todas las posibilidades. Los smart contracts los deber¨¢n redactar de la mano un abogado y un inform¨¢tico que traduzca a c¨®digo lo que se pueda hacer y lo que no, porque ahora mismo no hay profesionales que re¨²nan ambos perfiles¡±, se?ala Serrano.
Los abogados no desaparecer¨¢n, porque seguir¨¢n surgiendo conflictos, pero su labor se ver¨¢ reducida. Los notarios y registradores lo tendr¨¢n m¨¢s complicado. ¡°El registro lo realizar¨¢n los nodos de la cadena de blockchain, no una persona f¨ªsica¡±, asegura Serrano. El sistema judicial deber¨ªa ir asumiendo que llegan cambios. ¡°Lo bueno de blockchain es que queda registro de todo. Por ejemplo, de que no se ha pagado a un acreedor cuando tocaba¡±, a?ade el abogado. ¡°Los jueces no lo acaban de entender, pero los smart contracts acabar¨¢n siendo pruebas de juicio¡±.
Un desaf¨ªo para el sistema
Lograr que se entienda c¨®mo funcionan los contratos inteligentes ser¨¢ una larga batalla. En EL PA?S RETINA sabemos que no es f¨¢cil comprender el concepto blockchain, tecnolog¨ªa de la que beben los smart contracts. "Si a la gente le cuesta entender un contrato escrito en papel, no digamos ya uno que tenga parte de c¨®digo", opina Bourkaib.
¡°Es posible que los primeros conflictos que surjan en torno a esta figura no los comprenda ni siquiera el propio sistema judicial, por lo que seguramente se hablar¨¢ de cl¨¢usulas abusivas¡±, aventura Serrano.
¡°Los contratos inteligentes no est¨¢n reconocidos por el ordenamiento jur¨ªdico espa?ol, ni siquiera en el C¨®dgio Civil¡±, apunta Bellver. Queda mucho camino por recorrer.
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