Las personas electr¨®nicas no son geniales
La creatividad nace de mentes ca¨®ticas que solo tenemos los humanos. ?Qu¨¦ pasar¨¢ si alg¨²n d¨ªa los robots nos alcanzan tambi¨¦n en eso?
Atemorizado por si los robots le quitan su empleo, por si se quedar¨¢ obsoleto, por si no podr¨¢ competir con la perfecci¨®n de las m¨¢quinas? No se preocupe, dice el neurocient¨ªfico alem¨¢n Henning Beck, nuestra ventaja es ser imperfectos. ¡°A muchos les gustar¨ªa que dentro de nuestra cabeza hubiese una m¨¢quina calculadora. Pero es el error y la imprecisi¨®n lo que nos hace superiores a los ordenadores¡±, escribe Beck en Errar es ¨²til (Ariel). En el futuro, como hoy, ¡°las grandes ideas no se concebir¨¢n de forma digital, sino anal¨®gica¡±.
Un ejemplo: la creatividad. ¡°Las ideas originales no se pueden fabricar en una cadena de producci¨®n. No se pueden planificar, decretar ni producir¡±, sostiene Beck. Es la naturaleza ca¨®tica de nuestra mente, que se despista, se equivoca y olvida, la que produce alguna genialidad (y un n¨²mero mayor de ideas prescindibles, por supuesto). Los ordenadores, es su apuesta, no ser¨¢n capaces de replicar la ¡°inteligente distracci¨®n¡± que es la verdadera fuerza oculta del cerebro.
?De verdad estamos seguros de que nunca un robot desarrollar¨¢ una inteligencia como la nuestra? La fil¨®sofa Adela Cortina cree que sin vivencias corporales no ser¨ªamos lo que somos; si acaso las m¨¢quinas ¡°har¨ªan como si sintieran, pero para sentir se necesita un cuerpo¡±. Pero, atenci¨®n, si alg¨²n d¨ªa se venciera ese obst¨¢culo, si los robots fueran seres pensantes y aut¨®nomos, Cortina lo ver¨ªa as¨ª: ¡°Tendr¨ªamos que aceptar que son personas y que, en consecuencia, es preciso reconocerles dignidad y exigirles responsabilidad¡±, escribi¨® en EL PA?S. Esas m¨¢quinas ser¨ªan ¡°ciudadanas del mundo pol¨ªtico, elegibles como representantes en sociedades democr¨¢ticas¡±. Uf.
Menudo debate. Una comisi¨®n del Parlamento Europeo lleg¨® a plantear en 2016 la figura de las ¡°personas electr¨®nicas¡±. La cosa qued¨® en nada despu¨¦s de que 200 cient¨ªficos expresaran su rechazo, en la sospecha de que era una estratagema de los fabricantes para no responder de lo que hagan sus criaturas. Desconcertado, recurro a un jurista. Mois¨¦s Barrio, que dirigi¨® el libro Derecho de los robots (Wolters Kluwer), cree que las m¨¢quinas tendr¨¢n delimitada su responsabilidad civil, para que respondan en medio de un jaleo de plataformas, fabricantes y sistemas. Y tendr¨¢n tambi¨¦n derechos y deberes contractuales. Pero ¡°jam¨¢s derechos fundamentales inherentes a la persona¡±.
Relaj¨¦monos: estamos lejos de las personas electr¨®nicas. Hay muchas cosas que las m¨¢quinas ya hacen mejor, como jugar al ajedrez. Por mero c¨¢lculo, sin asomo de la chispa de los genios. ?Veremos un Einstein, un Leonardo o una Marie Curie aut¨®matas? Su secreto estaba en unas mentes impredecibles y bulliciosas. Imperfectas, como la suya y la m¨ªa.
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