?Y si a tu mascota no le gusta tu serie favorita de Netflix?
El an¨¢lisis del comportamiento de los animales a trav¨¦s de herramientas digitales puede ayudarnos a comprender c¨®mo interact¨²an con la tecnolog¨ªa y servir a aplicaciones en ¨¢reas como la salud
A Patricia Pons no le esperaba ninguna mascota en casa. Lleva un tiempo encadenando viajes y no hubiera tenido suficiente tiempo para dedicarle. Pero ahora que vive un momento m¨¢s relajado, se est¨¢ planteando adoptar dos gatos. ¡°Van a ser los animales m¨¢s robotizados del mundo¡±, asegura riendo.Para esta doctora en inform¨¢tica (Valencia, 1989) es habitual nombrar mascotas y tecnolog¨ªa en la misma frase: fue una de las primeras en apostar por la interacci¨®n entre animales y m¨¢quinas.
Cuando en 2014 se celebr¨® la primera conferencia internacional sobre este tema, ella empezaba su tesis, centrada en la interacci¨®n entre personas y ordenadores. Decidi¨® cambiar su enfoque para trabajar en un juego interactivo para animales que le ha valido el premio de investigaci¨®n de la Sociedad Cient¨ªfica Inform¨¢tica de Espa?a y la Fundaci¨®n BBVA.
Pons admite que existen muchos juegos para animales, pero se?ala que la mayor¨ªa no tiene en cuenta qu¨¦ tipo de interacci¨®n es mejor para ellos. ¡°Algunos gatos se van detr¨¢s de la pantalla si les pones un v¨ªdeo en el que sale otro animal y pueden estar m¨¢s atentos a la televisi¨®n dependiendo de la pel¨ªcula que estemos viendo¡±, indica. ¡°La percepci¨®n que tienen de su entorno es distinta a la nuestra. Todav¨ªa nos falta mucha informaci¨®n sobre c¨®mo comprenden la tecnolog¨ªa¡±.
Para definir el entorno de juego en el que iba a trabajar, Pons tuvo que explorar primero el mejor tipo de interacci¨®n para el animal. ¡°Del mismo modo que cuando realizamos estos estudios con personas, tenemos que crear un entorno que les resulte natural, donde no presuponemos c¨®mo van a comportarse, sino que les dejamos que lo entiendan y exploren lo que m¨¢s les llama la atenci¨®n¡±, apunta. ¡°A partir de ah¨ª, nos adaptamos a ellos¡±.
Para explicar el funcionamiento de estas mec¨¢nicas de juego, Pons recuerda la Kinect, un dispositivo para Xbox que detecta los movimientos de una persona mientras juega para que el juego pueda reaccionar en consecuencia. Para llevar a cabo su tarea, emplearon algo similar: un sensor de profundidad con c¨¢maras infrarrojas y una c¨¢mara de color que permite reconocer formas. ¡°Para personas, existen algoritmos que detectan el esqueleto y aplicaciones que permiten trabajar con todo tipo de gestos, pero con animales no existe nada parecido¡±, lamenta.
A pesar de estas limitaciones, el sensor permiti¨® reconocer la forma del cuerpo de un gato, la posici¨®n de su cabeza y otros detalles que daban pistas sobre d¨®nde centraba su atenci¨®n. Despu¨¦s grab¨® a varios gatos jugando con cuerdas, robots y todo tipo de juguetes para analizar sus movimientos y definir los algoritmos que podr¨ªan detectar su postura con m¨¢s precisi¨®n.
Luego, Pons defini¨® una serie de reglas sencillas para que la interacci¨®n entre el animal y el juguete fuera aut¨®noma: si la mascota se acercaba al robot, este se alejaba y si se distra¨ªa con otra cosa, el robot giraba sobre su eje para llamar su atenci¨®n. ¡°El siguiente paso ser¨ªa introducir una inteligencia artificial que aprenda qu¨¦ hace el animal, entienda qu¨¦ respuesta funciona mejor y el robot se mueva conforme a lo que este quiera¡±
Aunque haya centrado su tesis en din¨¢micas de juego, el ¨¢rea de acci¨®n de la tecnolog¨ªa aplicada al comportamiento animal tiene mucho m¨¢s recorrido. Un sistema de reconocimiento como el suyo podr¨ªa monitorizar animales en zool¨®gicos y alertar a los cuidadores si detecta patrones an¨®malos o s¨ªntomas de enfermedad. La interacci¨®n entre animales y m¨¢quinas podr¨ªa incluso servir para crear sistemas que reconozcan cuando un perro detecta una muestra positiva de c¨¢ncer seg¨²n la presi¨®n que ejerce con el hocico cuando la huele.
La comunidad en torno a este ¨¢mbito comenz¨® siendo muy reducida, pero crece paulatinamente. ¡°Empezamos conoci¨¦ndonos todos los que est¨¢bamos trabajando. Yo era la chica de los gatos, estaba la chica de los elefantes¡ Todos sab¨ªamos lo que estaba haciendo el resto¡±, recuerda. ¡°Ahora hay proyectos de todo tipo: para perros de asistencia m¨¦dica, para ayuda al entrenamiento canino, para perros gu¨ªa, de rescate¡¡±.
La doctora desvela que en los primeros encuentros participaban casi en exclusiva personas de formaci¨®n tecnol¨®gica, pero se alegra de que, con el tiempo, se hayan incorporado cada vez m¨¢s expertos en comportamiento animal. ¡°Necesitamos cooperar con estos perfiles para seguir avanzando¡±, explica. ¡°Como inform¨¢tica, puedo preparar el sistema, pero no s¨¦ a ciencia cierta qu¨¦ me comunica el animal. Si pretendo que un perro interact¨²e con una tableta y se pone a ladrar, puedo interpretar que le interesa el dispositivo, pero a lo mejor est¨¢ estresado¡±.
A pesar del crecimiento de esta ¨¢rea, su repercusi¨®n todav¨ªa es escasa. Pons admite que no tiene conocimiento de la existencia de ning¨²n proyecto europeo que fomente la interacci¨®n de los animales con la tecnolog¨ªa y lamenta que les cueste conseguir financiaci¨®n. ¡°Al ser una comunidad peque?a que no est¨¢ englobada en ning¨²n sitio, tambi¨¦n es dif¨ªcil publicar¡±, a?ade. ¡°Hay que motivar muy bien los trabajos y justificarlos mucho. Eso est¨¢ bien para que el fundamento sea s¨®lido, pero dificulta que este campo despegue¡±.
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