Semyon Bychkov: ¡°La perfecci¨®n va adecu¨¢ndose a lo que buscas¡±
El confinamiento ha generado en el director de orquesta una adicci¨®n a Beethoven y se ha montado una gira por el norte de Espa?a
Solo dirige la m¨²sica que necesita. El confinamiento le ha producido adicci¨®n a Beethoven y se ha montado una gira por el norte de Espa?a con la Sinf¨®nica de Euskadi y la Tercera sinfon¨ªa (La Heroica). Comenz¨® el s¨¢bado en San Sebasti¨¢n y repite ma?ana en Santander. Su mezcla de sentido de la interpretaci¨®n y discurso humanista tiene encandilados a los m¨²sicos. Semyon Bychkov (San Petersburgo, 67 a?os) es uno de esos extra?os grandes directores que basan su carisma en el rigor y la exigencia con las mejores maneras: un ejemplo de sentido art¨ªstico y bondad radicales.
Pregunta. Beethoven parece perfecto para afrontar la covid-19. La pandemia ha ca¨ªdo en su centenario. ?Es el destino?
Respuesta. Es el esp¨ªritu que necesitamos. Esta ha sido una crisis que nos ha afectado moralmente. Su alma pertenece a nuestro tiempo, porque Beethoven sufri¨® m¨¢s de lo que cualquiera puede imaginar. Si leemos su testamento de Heiligenstadt entendemos esa actitud: cuanto mayor es el da?o, mayor debe ser el esfuerzo por superarlo.
P. ?Es un motivador desde el abismo?
R. Su genio es acorde al grado de sus sensaciones. Todo lo magnifica: el dolor, pero tambi¨¦n la felicidad o la superaci¨®n. Eso le ocurr¨ªa a Beethoven. Fue grandioso en todo; nada era normal ni predecible. Por eso su m¨²sica nos habla hoy m¨¢s claramente, porque estamos predispuestos a recibirla.
P. M¨¢s que algo grandioso, hoy a?oramos lo que antes consider¨¢bamos normal.
R. Es as¨ª¡ Absolutamente. La antigua normalidad es nuestro sue?o. Pas¨¦ el confinamiento en la casa que tenemos en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s. Para volver a dirigir he puesto como condici¨®n que sea un programa de Beethoven. Y veo que quien nos escucha, necesita lo mismo. Es un virus de otro car¨¢cter.
P. A?oramos la antigua normalidad, pero ?no nos encontr¨¢bamos ya confusos, derrotados, manipulados, ansiosos?
R. Tremendamente. Para aquel concierto que le digo me pidieron una especie de declaraci¨®n de principios y escrib¨ª esto: ¡°Debemos parar de alienar a la naturaleza y ser conscientes de que pertenecemos a ella. La exprimimos y nos olvidamos de darle las gracias¡±.
P. En ese esp¨ªritu, ?no entrar¨ªa mejor ese canto a la naturaleza que es La Pastoral?
R. Para m¨ª es la m¨¢s dif¨ªcil. No me atrev¨ª hasta que cumpl¨ª 40 a?os. Me daba miedo estropearla. Las otras hablan de temas m¨¢s abstractos, ¨¦sta es concreta. Por lo tanto, m¨¢s compleja.
P. ?Hay compositores de los que se puede prescindir?
R. No dirijo m¨²sica que no necesito para vivir. Puedo vivir sin Prok¨®fiev, aunque me gusta escucharlo.
P. Con Chaikovski tiene un proyecto espec¨ªfico. Dice que sabemos lo que los rusos nos pueden llegar a decir de ¨¦l, pero asusta que un ministro de Cultura del Kremlin no reconociera que fue homosexual: simplemente, dijo que no hab¨ªa encontrado a la mujer adecuada. ?No es para echarse a temblar?
R. ?Eso fue en 2014! Siglo XXI. Chaikovski es Dios para los rusos, como Verdi para los italianos. Y Dios debe ser perfecto. La historia que le construyeron algunos sostiene que ni fue homosexual ni se suicid¨®.
P. Hablando de dioses. Jesucristo tampoco encontr¨® a la mujer adecuada.
R. Igual no fue perfecto... La discusi¨®n es absurda. Adem¨¢s, no fueron leyendas instant¨¢neamente. Tuvieron que luchar duro e imponerse para convertirse en mitos.
P. Naci¨® en Rusia, se mud¨® pronto a Estados Unidos y tiene una casa en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s. ?C¨®mo le afecta la quietud del confinamiento?
R. Tengo mis ra¨ªces. Alguien me dijo una vez que ten¨ªa un nivel bajo de gravitaci¨®n.
P. ?Como un astronauta?
R. Tiene que ver con algo simple. Lo ¨²nico que me mantiene centrado y arraigado es el arte: no utilizarlo, sino servirlo. Me obsesiona. Me mantiene en forma y humilde.
P. ?Humilde? No lo creo de un director de orquesta, perd¨®neme.
R. ?Por qu¨¦ no? La humildad consiste en reconocer que esa grandeza de las obras y los compositores est¨¢n por encima. No tiene nada que ver con ser d¨¦bil. Es saber qui¨¦n eres respecto a una sinfon¨ªa de Beethoven o de Mahler y entregarte con todas tus fuerzas. Hay obras que no he querido afrontar por no sentirme preparado. Tuve grandes maestros que me metieron en la cabeza que cuantas m¨¢s habilidades y virtudes muestres mayor ser¨¢ el grado de exigencia.
P. ?Y la perfecci¨®n o el ideal?
R. La perfecci¨®n va adecu¨¢ndose a lo que buscas en cada momento. Luego se evapora. Al d¨ªa siguiente es otra. La inspiraci¨®n aparece en un momento concreto y se va.
P. Debe de ser agotador.
R. ?No! ?Es la felicidad absoluta!
P. ?Cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que la encontr¨®?
R. No lo recuerdo. La buscamos continuamente; aparece y la reconocemos. Nunca sabes. Conoces el sentimiento que produce cuando la hallas, pero no exactamente el momento. Es algo m¨ªstico y misterioso. O, si quieres, como un dolor de muelas. Sabes que lo has tenido, pero no recuerdas en qu¨¦ parte de la boca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.