Biograf¨ªa desautorizada de Susan Sontag
Benjamin Moser accedi¨® a los archivos privados para investigar la vida de la escritora. Su visi¨®n cr¨ªtica de la intelectual mereci¨® el Pulitzer este a?o pero desat¨® la pol¨¦mica
Poco m¨¢s de medio siglo despu¨¦s de publicar en 1966 su primera colecci¨®n de ensayos, Contra la interpretaci¨®n, y de convertirse en la mujer intelectual estadounidense m¨¢s famosa y carism¨¢tica de su generaci¨®n, la figura de Susan Sontag (Nueva York, 1933-2004) volvi¨® al centro de la pol¨¦mica.
Ocurri¨® el oto?o pasado con la publicaci¨®n de Susan Sontag. Vida y obra, el libro en el que Benjamin Moser, tras siete a?os de investigaci¨®n y m¨¢s de 570 entrevistas, ofreci¨® su discutida interpretaci¨®n de aquella mujer de ic¨®nica melena negra y osado mech¨®n blanco que supo definir la sensibilidad moderna con una apabullante solvencia argumentativa y un rigor que nunca estuvo re?ido con la agilidad dial¨¦ctica. ¡°No es ning¨²n secreto que ella era una mujer dif¨ªcil y una figura que despertaba controversia, as¨ª que un libro sobre Sontag que no fuera controvertido de alguna manera, no lo veo¡±, apunta Moser por videoconferencia. Su obra se alz¨® esta primavera con el premio Pulitzer a la mejor biograf¨ªa de 2019 y llega a las librer¨ªas en espa?ol el pr¨®ximo 2 de septiembre en el sello Anagrama.
Efectivamente, a lo largo de su vida Sontag no esquiv¨® la pol¨¦mica ni tuvo miedo de alzar la voz, por ejemplo, en un legendario debate en los setenta ¡ªunos a?os en los que estuvo cerca del poeta, disidente y premio Nobel de Literatura ruso Joseph Brodsky¡ª y clamar que el comunismo era ¡°fascismo con rostro humano¡±. Tampoco dud¨® en viajar a Vietnam en plena guerra y comprometerse con la causa antib¨¦lica. Habl¨® de Israel y Palestina, defendiendo a los objetores que se resist¨ªan al servicio militar obligatorio; y muchos a?os despu¨¦s, casi al final de su vida, acudi¨® al Sarajevo sitiado para alertar a la comunidad internacional de lo que all¨ª estaba pasando, y llevar un montaje de teatral de Beckett.
Moser apunta que con su libro ha tratado de acercar a Sontag a una generaci¨®n que no sabe que hubo una guerra en Bosnia. ¡°Entre los de su generaci¨®n ella ten¨ªa grandes partidarios y detractores y todo eso lo han sacado conmigo¡±, explica. ¡°En cualquier caso, que hoy haya discusi¨®n en torno a un libro es algo de agradecer¡±. Sobre la cr¨ªtica que le dedic¨® en las p¨¢ginas de The New Yorker otra gran dama de la cultura neoyorquina, Janet Malcolm, que lleva a?os analizando el papel fagocitador y distorsionador de los bi¨®grafos, Moser contesta elegante: ¡°Lo cierto es que me interesa m¨¢s lo que escribi¨® Sontag, que eso en lo que lleva tanto tiempo insistiendo Janet Malcolm¡±.
Fascinante y magn¨¦tica en vida, lo cierto es que desde su muerte se ha ido llenando la balda de libros nuevos sobre la ensayista. Desde Siempre Susan (Errata Naturae), de Sigrid Nunez ¡ªque fue novia de su hijo David Rieff y convivi¨® con ellos unos a?os¡ª hasta el libro de Jonathan Cott Susan Sontag (Alpha Decay), publicado el a?o pasado y que re¨²ne las entrevistas de Rolling Stone; pasando por los diarios editados por Rieff Renacida. Diarios tempranos 1947-1964 y La conciencia uncida a la carne. Diarios de madurez 1964-1980.
¡°Los diarios permit¨ªan ver su vida ¨ªntima en un momento en el que las relaciones homosexuales eran delito. Me parec¨ªa muy interesante ver qu¨¦ ocurr¨ªa en su vida cuando escrib¨ªa y c¨®mo su torbellino emocional a veces coincidi¨® con su etapa m¨¢s prol¨ªfica como escritora¡±, se?ala Maureen Angelos, que adapt¨® esos textos a una versi¨®n teatral.
Voraz lectora y estudiante brillante, a los 16 ya estaba en las aulas universitarias, un primer a?o en Berkley, luego en la m¨ªtica Universidad de Chicago con las mentes m¨¢s deslumbrantes del momento, antes de pasar, y quedar decepcionada, por Harvard y Oxford. La escritora que consum¨ªa anfetaminas y speed para leer m¨¢s y escribir, rebosaba glamour con un c¨ªrculo de amigos que inclu¨ªa desde la viuda del presidente, Jackie Kennedy, hasta el fabuloso editor que apoy¨® con decisi¨®n su carrera, Roger Straus. El libro de Moser originalmente iba a salir en su sello Farrar, Straus and Giroux pero finalmente hubo un cambio de planes.
?Ha eclipsado el personaje p¨²blico la obra de Sontag? ¡°Cuando trabaj¨¦ en la adaptaci¨®n de los diarios habl¨¦ con mucha gente que me dec¨ªa cosas del tipo ¡®la conoc¨ª en el cine, en el museo o en tal restaurante chino¡¯. Para los neoyorquinos de su ¨¦poca era una presencia constante en el paisaje cultural de la ciudad y su caracter¨ªstico mech¨®n blanco era f¨¢cil de identificar en un patio de butacas de un teatro. Sin lugar a dudas era respetada y odiada y amada, y hoy ?la anular¨ªan o cancelar¨ªan casi a diario! No s¨¦ si su personaje p¨²blico era parte de su trabajo, y me pregunto si le gustaba ese papel o no. En cualquier caso ella segu¨ªa como cualquier neoyorquino con sus cosas, cargada de opiniones y dispuesta a expresarlas¡±, explica Angelos.
Figura capital de los c¨ªrculos culturales durante m¨¢s de tres d¨¦cadas, Sontag escribi¨® y diseccion¨® la imagen y la pose que nos separa de la realidad, y nos hace preferir la foto a la persona. Desmont¨® la met¨¢fora con la que simplificamos nuestra aproximaci¨®n a la realidad. Moser, como ¡°bi¨®grafo oficial¡± ha tenido acceso a todos los papeles de la escritora, aunque como r¨¢pidamente aclara, por si hubiera alguna duda, su libro no es ninguna biograf¨ªa oficial, no tuvo que ser aprobado o someterse a ning¨²n filtro. ?l ya hab¨ªa escrito, con excelente acogida cr¨ªtica en EE UU, la vida de la autora brasile?a Clarice Lispector cuando le lleg¨® esta oportunidad. Ahora interpreta los pasos de Sontag, hu¨¦rfana de padre desde la temprana infancia, y encuentra muchas claves psicol¨®gicas en su madre alcoh¨®lica. Ah¨ª reside, seg¨²n expone en el libro, el origen de muchas de las relaciones complicadas que marcaron su vida.
El bi¨®grafo se?ala cierta ambivalencia hacia el juda¨ªsmo, que identifica con el cambio de apellido (del Rosenblatt de su padre al Sontag de su padrastro), y a las distintas versiones que dio a diferentes amigos sobre si en su casa se guardaban las tradiciones hebreas. Tambi¨¦n apunta la falta de compromiso de Sontag con la segunda ola feminista que prendi¨® en Nueva York. Pero quiz¨¢, en lo que m¨¢s incide es en la no aceptaci¨®n p¨²blica de su homosexualidad.
Sontag, que se cas¨® con uno de sus profesores de la Universidad de Chicago a la semana de haberse conocido y fue madre con apenas 19 a?os, mantuvo una agitada vida sentimental con hombres (Warren Beatty y Joseph Brodsky, entre otros muchos) y mujeres (la dramaturga cubana Maria Irene Fornes y Annie Leibovitz), pero fue con ellas con quienes mantuvo relaciones m¨¢s duraderas e importantes. ¡°El feminismo no siempre estuvo de moda, hay que recordarlo¡±, apunta Moser. ¡°Y el asunto de los derechos de los homosexuales es especialmente importante para m¨ª. No se trata de juzgarla por haber nacido en 1933, pero s¨ª me parece importante que no hizo nada muy relevante para la causa. Y, sin embargo, simb¨®licamente s¨ª, porque ella era la lesbiana con m¨¢s proyecci¨®n p¨²blica e inspir¨® a toda una generaci¨®n de activistas y escritores como yo¡±.
?Tiene este libro algo de la llamada postura woke (alerta) que denosta a quienes no se comprometieron a fondo con las causas y juzga desde la ¨®ptica de hoy? ¡°Espero que no. La idea es mantenerla viva, y a m¨ª no me interesan los santos¡±, subraya Moser. ¡°El feminismo, la raza, la sexualidad, esas batallas no han terminado, pero parece m¨¢s f¨¢cil gritar en Twitter que entrar a fondo en ello¡±.
Para la escritora, cr¨ªtica teatral y catedr¨¢tica en la facultad de periodismo de la Universidad de Columbia, Alisa Solomon, la relevancia de Sontag hoy est¨¢ fuera de duda: ¡°Ante la proliferaci¨®n de im¨¢genes virales de violencia policial contra la poblaci¨®n negra resulta muy interesante volver sobre sus libros Sobre la fotograf¨ªa y Ante el dolor de los dem¨¢s. Esos v¨ªdeos hoy han impulsado las protestas de Black Lives Matter, pero han cosificado los cuerpos negros tambi¨¦n. La complejidad que Sontag aport¨® es muy valiosa, porque ella pod¨ªa contraponer ideas contradictorias y conectarlas, era el anti-Twitter en su constante b¨²squeda de contradicciones internas y matices externos. Y lo mismo podr¨ªa decirse de La enfermedad y sus met¨¢foras, un texto igualmente revelador en medio de una pandemia¡±. Se impone, pues, la vuelta de Sontag.
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