Una estafa de patas cortas
Las ¡°frases torturadas¡± revelan unas p¨¦simas pr¨¢cticas en la publicaci¨®n cient¨ªfica

Hay grados de timos. No es lo mismo el timo de la estampita, donde el timado merece haberlo sido, que bloquear la red de un hospital para pedir un rescate en todo lo alto de la pandemia, lo que se puede considerar un caso de pura maldad. Tambi¨¦n hay grados en la estafa cient¨ªfica, desde el fraude planeado con la precisi¨®n de un robo al Banco de Espa?a ¨Dcomo el que mont¨® el coreano Hwang con los primeros embriones humanos cl¨®nicos¨D hasta un retoque de Photoshop para eliminar esa molesta c¨¦lula de la derecha, como hizo Stalin con Trotsky con artes m¨¢s primitivas. El ¨²ltimo grito en estafas cient¨ªficas ocupa un lugar intermedio entre esos dos extremos morales. Consiste en colar por papers, o art¨ªculos cient¨ªficos revisados por pares, cosas que no lo son.
El cient¨ªfico de la computaci¨®n Guillaume Cabanac y dos colegas empezaron en abril pasado a percibir las mismas expresiones absurdas repetidas en varios papers de su especialidad acad¨¦mica. Por ejemplo, ¡°informaci¨®n colosal¡± donde deber¨ªa decir big data; ¡°consciencia falsificada¡± en vez de inteligencia artificial; o ¡°sobras de vitalidad¡± en lugar de energ¨ªa remanente. Las mismas frases est¨²pidas reaparec¨ªan en un paper y otro, como si los autores hubieran enloquecido de manera independiente y simult¨¢nea. Cabanac, de la Universidad de Toulouse, y sus colegas llaman a esas expresiones absurdas ¡°frases torturadas¡±, y les han conducido a un sistema novedoso de descubrimiento de estafas cient¨ªficas.
Las ¡°frases torturadas¡± tienen toda la pinta de ser producto de alg¨²n programa para disfrazar los plagios mediante una traducci¨®n autom¨¢tica de ida y vuelta. Donde el texto original dec¨ªa big data, el sistema lo traduce a otra lengua, y luego de vuelta al ingl¨¦s, con el resultado rid¨ªculo de ¡°informaci¨®n colosal¡±. Se parece un poco a ese juego en que uno le cuenta una historia al de al lado, que a su vez se la rebota al de al lado y as¨ª hasta dar la vuelta a la mesa, cuando la historia le llega al primero en un estado irreconocible. Esto despista a menudo a los sistemas de detecci¨®n de plagios que utilizan las editoriales, pero, como se ve, no a los escasos cient¨ªficos de carne que de verdad leen el paper.
Cabanac ha revisado los trabajos publicados (y recogidos en Dimensions, una base de datos de art¨ªculos citados por otros colegas) y ha descubierto nada menos que 860 papers en los que aparece al menos una de las frases torturadas. La mayor¨ªa pertenecen al campo de la computaci¨®n, y 31 de ellos se han publicado en la misma revista cient¨ªfica, Microprocessors and Microsystems. Solo por ello, esas investigaciones han quedado bajo sospecha y deber¨ªan retractarse. Los editores de la revista t¨¦cnica est¨¢n investigando el tema, pero me temo que no van a tener otra salida. Son un coladero de mala ciencia, y la publicaci¨®n est¨¢ gravemente tocada. Los autores de los art¨ªculos empezar¨¢n a desfilar despu¨¦s por la pasarela de la verg¨¹enza. Muchos son chinos. Y todo esto es seguramente la punta de un iceberg muy grande.
La ciencia no se puede permitir estas excrecencias. Es esencial detectarlas y extirparlas del sistema, y cada vez hay m¨¢s cient¨ªficos dedicados a ello. Dejo a la consideraci¨®n del lector la moraleja para otras ¨¢reas del conocimiento.
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