Dolencias de origen prehumano
La forma en que funciona la evoluci¨®n es muy distinta de la ingenier¨ªa humana
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Empecemos por una paradoja. La mayor¨ªa de los sistemas biol¨®gicos implicados en la enfermedad humana existen desde el origen de la vida en la Tierra, poco despu¨¦s de que el Sistema Solar se estabilizara. Eso no quiere decir que las primeras bacterias del planeta padecieran diabetes. Las dolencias de la humanidad que tienen una componente gen¨¦tica se deben a mutaciones ocurridas durante la evoluci¨®n humana. Pero los genes en s¨ª mismos y las m¨¢quinas complejas que ellos construyen suelen tener unos or¨ªgenes tan arcaicos como los pueda tener un sistema biol¨®gico. ?Qu¨¦ quiere decir esto?
La forma en que funciona la evoluci¨®n es muy distinta de la ingenier¨ªa humana. Muy poco debe quedar en un coche moderno del primer autom¨®vil construido en 1769 por Nicolas-Joseph Cugnot. El motor de Cugnot era de vapor, por poner un ejemplo tonto, y su aerodin¨¢mica nula. Una vez que la evoluci¨®n inventa un motor, sin embargo, no lo suelta ni bajo una lluvia de meteoritos. El metabolismo que inventaron las primeras bacterias sigue dentro de cada una de nuestras neuronas, y all¨ª siguen tambi¨¦n los genes que construyen esa maquinaria energ¨¦tica prodigiosa. Su importancia es tan central que la evoluci¨®n ha construido todo sobre ella, y por tanto es una pieza insustituible. Desde esta perspectiva se puede entender que las enfermedades se deban a menudo a mutaciones en estos sistemas. T¨®calos un poco y cualquier cosa puede empezar a fallar.
Tomemos unos ejemplos de los cient¨ªficos de la computaci¨®n Mary Lauren Benton, John Capra y sus colegas de la Universidad Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, para Nature Reviews Genetics. El origen de la vida est¨¢ estrechamente vinculado a la evoluci¨®n de la autorreplicaci¨®n, el sistema que permite a todos los seres vivos sacar copias de s¨ª mismos. Esto es el fundamento de la vida, pero tambi¨¦n de las enfermedades gen¨¦ticas, como parece obvio. En nuestra especie se conocen unas 5.000 enfermedades monogen¨¦ticas, o debidas a la mutaci¨®n de un solo gen, pero hay muchas otras con componentes gen¨¦ticas m¨¢s complejas, incluidos los tres grandes matarifes de nuestro tiempo, infarto, c¨¢ncer y neurodegeneraci¨®n.
La tambi¨¦n antiqu¨ªsima divisi¨®n asim¨¦trica, por la que una c¨¦lula madre genera otra c¨¦lula madre (que perpet¨²a el proceso) y una c¨¦lula predestinada a especializarse, es el fundamento del desarrollo de todos los organismos multicelulares, como el lector, pero el desequilibrio del sistema es la causa del envejecimiento. Cada vez m¨¢s c¨¦lulas en v¨ªa muerta y menos c¨¦lulas madre para regenerar los tejidos. Las enfermedades humanas asociadas al envejecimiento son incontables, pero hay que remontarse a la noche de los tiempos para entender su causa evolutiva ¨²ltima. El c¨¢ncer no existir¨ªa sin la multicelularidad que evolucion¨® hace 600 millones de a?os. Nosotros tampoco. Las enfermedades autoinmunes, la alergia y el asma ser¨ªan imposibles sin el sistema inmune que evolucion¨® a partir de un virus hace eones, pero entonces estar¨ªamos todos muertos por cualquier infecci¨®n. La lista es larga.
Benton y Capra defienden una idea emergente en la comunidad biom¨¦dica: que el entendimiento profundo de las enfermedades gen¨¦ticas y con componentes gen¨¦ticas requiere una investigaci¨®n seria de su evoluci¨®n. Y el entendimiento profundo es la v¨ªa m¨¢s segura para encontrar tratamientos que alivien el sufrimiento de la gente. Sin ciencia b¨¢sica no hay ciencia aplicada, pues no hay nada que aplicar. Ma?ana m¨¢s.
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