Los humanos ya cuidaban a sus discapacitados hace 200.000 a?os
Restos f¨®siles muestran que decenas de ellos vivieron hasta adultos con patolog¨ªas raras y extremas
En 1963, el arque¨®logo Paolo Graziosi descubr¨ªa en una gruta en la parte sur de los Apeninos (Italia) un enterramiento doble de hace unos 12.000 a?os donde parec¨ªa que el cuerpo m¨¢s grande abrazaba al m¨¢s peque?o. Ya entonces, los arque¨®logos vieron algo raro en aquellos restos que llamaron Romito 2. A?os mas tarde, se determin¨® que era un joven de unos veinte a?os que ten¨ªa una displasia acromesom¨¦lica. Graziosi hab¨ªa encontrado al primer enano de la prehistoria. La suya es una rar¨ªsima enfermedad que se da en menos de un caso por cada dos millones y una de las decenas de anomal¨ªas ¨®seas halladas en el registro f¨®sil. ?C¨®mo sobrevivi¨® tanto en un tiempo de cazadores? ?Hab¨ªa entonces m¨¢s deformidades esquel¨¦ticas que ahora?
"No. Esto solo refuerza el hecho verdaderamente excepcional de que hubiera un caso en el Paleol¨ªtico", dice en un correo el profesor de antropolog¨ªa de la Universidad Washington en San Luis (EE UU), Erik Trinkaus. Esta autoridad en la biolog¨ªa y evoluci¨®n de los neandertales ha recopilado las anomal¨ªas ¨®seas identificadas en los restos de hom¨ªninos del g¨¦nero Homo (sapiens, denisovanos, neandertales) hallados en el registro f¨®sil. En las deformidades del pasado buscaba la prevalencia de estas enfermedades en los humanos de entonces, pero tambi¨¦n pistas de su vida y c¨®mo eran tratados.
El trabajo, publicado en PNAS, ha revisado 77 patolog¨ªas detectadas en 66 espec¨ªmenes, la mayor¨ªa de hace 200.000 a?os en adelante, es decir, en la parte final del Pleistoceno. No todas las anomal¨ªas son tan extremas o raras como la de Romito 2. Pero hay otras formas de enanismo m¨¢s comunes, como la acondroplasia, y otros des¨®rdenes sist¨¦micos, como hipofosfatemia o hidrocefalia. Tambi¨¦n hay ejemplos de craneosinostosis, en los que las partes del cr¨¢neo de un reci¨¦n nacido se fusionan antes de tiempo o la espondilosis (que recuerda a la hernia discal) en la vertebra L5 de uno de los restos de Atapuerca.
En el registro f¨®sil se han identificado 77 anomal¨ªas esquel¨¦ticas en 66 restos del g¨¦nero 'Homo'
Puede que 77 alteraciones esquel¨¦ticas no parezcan muchas, pero dada la escasez de f¨®siles humanos, la cifra es extremadamente alta. Adem¨¢s, son afecciones que, casi por necesidad biol¨®gica, son poco habituales a¨²n entre los humanos de hoy. As¨ª que la probabilidad de encontrar un esp¨¦cimen con una de ellas en el registro f¨®sil deb¨ªa de ser cercana a cero. Alrededor de un tercio de las enfermedades aparecen como moderadamente comunes, con una anomal¨ªa esperada de entre el 1% y el 5% de los casos. La mayor¨ªa de las dem¨¢s son extremadamente raras tanto en el registro f¨®sil como en los humanos actuales, con un del 0,01 al 0,1%. Incluso hay casos para los que no hay referencias actuales.
Un ejemplo ilustra la excepcionalidad de la que habla Trinkaus: dos mand¨ªbulas halladas en el yacimiento de la Sima de las Palomas, en Murcia, tienen en uno de sus extremos un hueso extra, como una brida. Se trata de quijadas de neandertal y apenas se han encontrado 30 mand¨ªbulas de esta especie. Si esta ratio se extrapolara a los humanos, la incidencia rondar¨ªa el 7% de la poblaci¨®n. En realidad, en la literatura cl¨ªnica no se ha descrito ning¨²n caso que se parezca a los de las Palomas. "Simplemente son anormalidades desconocidas por lo que yo s¨¦ y lo que saben otros a los que hemos consultado", comenta Trinkaus. Igual era una deformidad que se perdi¨® con la extinci¨®n de los neandertales.
El cient¨ªfico estadounidense se pregunta entonces qu¨¦ explica tanta anomal¨ªa ¨®sea entre los f¨®siles. Puede que algunos grupos trataran de forma especial a los discapacitados y se les enterrara en mayor proporci¨®n que a los dem¨¢s. Entre los 105 enterramientos excavados en Europa y Asia occidental correspondientes al Paleol¨ªtico superior (desde hace unos 40.000 a?os hasta hace unos 10.000), solo en el 7% se ha encontrado restos con alguna malformaci¨®n que fuera visible a sus vecinos. Parece un porcentaje demasiado bajo para corresponderse con un trato especial en el rito funerario. Queda otra posibilidad: la elevada consanguineidad en unas poblaciones que eran muy reducidas.
"La cueva de Romito se encuentra en el sur de Italia y estaba bastante aislada del resto de Europa, por lo que la endogamia debi¨® ser m¨¢s com¨²n", cuenta David Frayer, profesor em¨¦rito de antropolog¨ªa biol¨®gica en la Universidad de Kansas (EE UU). Frayer, no relacionado con el estudio de Trinkaus, es uno de los que m¨¢s ha estudiado los restos de Romito 2 y su displasia acromesom¨¦lica. El mal de Romito 2 es un trastorno autos¨®mico recesivo de origen gen¨¦tico. As¨ª que, probablemente, los dos padres no afectados se lo transmitieron. "Creemos que el segundo individuo [el que abraza a Romito 2] era la madre del joven. Un an¨¢lisis de su ADN podr¨ªa sacarnos de dudas", comenta Frayer.
Para este antrop¨®logo la implicaci¨®n social m¨¢s importante de casos como el de Romito 2 es que el apareamiento entre parientes cercanos, como primos, era com¨²n al final del Paleol¨ªtico en zonas como el sur de Italia. Pero el emparejamiento con primos ha sido com¨²n en otros tiempos y lugares: "Despu¨¦s de todo, Darwin se cas¨® con su prima y varios de sus hijos murieron prematuramente, probablemente por la expresi¨®n de [genes] recesivos"¡¤.
La consanguineidad puede explicar una mayor incidencia de nacimientos con anomal¨ªas ¨®seas, pero no que la mayor¨ªa de los casos identificados llegaran a la edad adulta y ocho de ellos murieran ancianos. En una sociedad de neandertales cazadores recolectores, sujetos al eterno estr¨¦s ambiental, ?c¨®mo sobrevivi¨® Romito 2, con sus brazos extremadamente cortos, sus dedos muy gordos y anomal¨ªas en las vertebras hasta llegar a la veintena?
"Romito 2 muestra una sociedad en la que ofrecer asistencia a los que lo necesitaban era la norma"
"Debi¨® recibir cuidados especiales en su infancia para compensar el retraso en el desarrollo, se le prest¨® atenci¨®n extra durante la ni?ez para asegurarse de que no se quedara atr¨¢s y los an¨¢lisis muestran que recibi¨® la misma dieta rica en carne que los dem¨¢s, a pesar de no poder contribuir directamente a conseguirla; Su entierro muestra el mismo respeto ofrecido al resto de los enterrados en la gruta. En otras palabras, cuando fue necesario, el grupo hizo ajustes para compensar sus diferencias y sus necesidades, siendo aceptado dentro del grupo", razona la investigadora australiana Lorna Tilley, autora de varias obras sobre la arqueolog¨ªa de los cuidados y un m¨¦todo para descubrir el rastro de una asistencia social primitiva. "Su integraci¨®n sugiere una sociedad en la que todos los miembros eran valorados y, de hecho, Romito 2 estar¨ªa indicando a una sociedad en la que ofrecer asistencia a los que lo necesitaban era la norma", a?ade.
Para Trinkaus, hay suficientes pruebas de la existencia de alg¨²n tipo de soporte social m¨¢s all¨¢ de los cuidados de una madre en el Pleistoceno. En 2017, publicaba el caso de otro neandertal de hace unos 50.000 a?os con lesiones en un brazo y una pierna y, adem¨¢s sordo. "M¨¢s que la p¨¦rdida de su antebrazo o la cojera y otros problemas, su sordera lo habr¨ªa convertido en una presa f¨¢cil para los omnipresentes carn¨ªvoros de su entorno y dependiente de otros miembros de su grupo social", dec¨ªa entonces Trinkaus. Para ¨¦l, esa atenci¨®n a los discapacitados refuerza la idea de "la humanidad fundamental de estos humanos?demasiadas veces considerados arcaicos como son los neandertales".
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