Un estudio cuestiona la hip¨®tesis de que la falta de serotonina provoca la depresi¨®n
Los psiquiatras recuerdan que los ensayos cl¨ªnicos muestran la efectividad de los antidepresivos y que son un complemento ¨²til a tratamientos como la psicoterapia
El Prozac, aprobado en 1987 en Estados Unidos, cambi¨® la forma de tratar la depresi¨®n. Su mecanismo de acci¨®n, incrementando los niveles de serotonina en el organismo, hizo plantear la hip¨®tesis de que la enfermedad mental se produc¨ªa por un desequilibrio qu¨ªmico. Para muchos expertos, esta interpretaci¨®n supuso una reducci¨®n del estigma que acompa?a a estas dolencias. Ya no eran una enfermedad del alma o un defecto del car¨¢cter, sino un desarreglo f¨ªsico, como la diabetes, que se pod¨ªa reparar con un medicamento. La farmac¨¦utica Lilly, que tambi¨¦n comercializ¨® la primera insulina, lleg¨® a ingresar con el Prozac 2.500 millones de euros al a?o a finales de los noventa.
Desde entonces, los f¨¢rmacos de la familia del Prozac, conocidos como inhibidores selectivos de la recaptaci¨®n de la serotonina, se han multiplicado y su uso no para de crecer. En Espa?a, en una tendencia que comparte con casi todo el mundo, el consumo de antidepresivos se increment¨® en un 6% entre 2020 y 2021, y en el Reino Unido, uno de cada seis han recibido una receta con ese tipo de medicamentos. Un estudio publicado en la revista The Lancet el a?o pasado conclu¨ªa que, durante la pandemia, los trastornos depresivos se hab¨ªan incrementado casi un 30% en todo el mundo. El mercado sigue creciendo.
La semana pasada, sin embargo, un trabajo publicado en la revista Molecular Psychiatry cuestionaba la hip¨®tesis de que la depresi¨®n est¨¦ relacionada con un d¨¦ficit de serotonina. Los autores, liderados por Joanna Moncrieff y Mark Horowitz, del University College London (Reino Unido), realizaron una amplia revisi¨®n de estudios en la que no encontraron una relaci¨®n entre unos bajos niveles de serotonina o una reducci¨®n en su actividad y la depresi¨®n. Tampoco vieron que las personas sanas tuviesen una mayor actividad de la serotonina que las enfermas e, incluso, comprobaron que reducir los niveles de serotonina con f¨¢rmacos no empeoraba el ¨¢nimo de los voluntarios que participaron en esos experimentos. Moncrieff y Horowitz concluyen que ¡°el enorme esfuerzo de investigaci¨®n basado en la hip¨®tesis de la serotonina no ha producido pruebas convincentes de la base bioqu¨ªmica de la depresi¨®n¡±.
Los resultados y la calidad del estudio han sido mayoritariamente aceptados por la comunidad cient¨ªfica, que desde hace ya m¨¢s de 20 a?os ha cuestionado la validez del desequilibrio de la serotonina como explicaci¨®n de una enfermedad tan compleja como la depresi¨®n. Sin embargo, s¨ª se cuestionan las opiniones expresadas por los autores en torno a sus resultados. Moncrieff y Horowitz, que en un art¨ªculo publicado en The Conversation recuerdan el uso de la hip¨®tesis serotonin¨¦rgica en las campa?as promocionales de los antidepresivos de la industria farmac¨¦utica, plantean que los principales efectos de los antidepresivos tienen que ver con el placebo o con un adormecimiento emocional de los pacientes. Si eso es as¨ª, afirman, ¡°no est¨¢ claro que hagan m¨¢s bien que mal¡±. Adem¨¢s, consideran que la hip¨®tesis bioqu¨ªmica, vista en su momento como una herramienta para reducir el estigma en torno a la enfermedad mental, hace que la gente no sea optimista sobre la posibilidad de aprender a regular sus estados de ¨¢nimo y recuperarse.
Mar¨ªa Portella, jefa del grupo de Salud Mental en el Instituto de Investigaci¨®n Biom¨¦dica del Hospital Sant Pau de Barcelona, cree que ¡°los resultados del estudio son correctos, pero la interpretaci¨®n es exagerada, porque en ese trabajo no se mira la eficacia de los antidepresivos serotonin¨¦rgicos. Ese tipo de antidepresivos mejoran el estado de ¨¢nimo y son una de las v¨ªas para el tratamiento de la depresi¨®n. Otra cosa es si se est¨¢ tratando a demasiadas personas con esos medicamentos¡±, contin¨²a. ¡°Pero concluir de esa falta de relaci¨®n entre los niveles de serotonina y la depresi¨®n, que [los inhibidores selectivos de la recaptaci¨®n de la serotonina] no funcionan, no es correcto¡±, a?ade. Y lo explica con un ejemplo: la hip¨®tesis de la serotonina ser¨ªa como si, al ver que el ¨¢cido acetilsalic¨ªlico tiene un efecto positivo sobre el dolor de cabeza, concluy¨¦semos que el dolor de cabeza es fruto de un d¨¦ficit de ese ¨¢cido. Eso ser¨ªa incorrecto, pero demostrarlo no nos deber¨ªa hacer pensar que las aspirinas no funcionan, ejemplifica. ¡°El hecho es que cuando haces ensayos cl¨ªnicos con antidepresivos, el 70% de las personas mejoran, que es una cifra comparable a la de otros medicamentos, para enfermedades como la diabetes o las cardiovasculares, que consideramos eficaces¡±, asegura.
En medicina se utilizan muchos f¨¢rmacos de los que se desconoce el mecanismo biol¨®gico que hace que funcionen, pero es posible comprobar que son m¨¢s efectivos que un placebo al ponerlos a prueba en ensayos cl¨ªnicos. V¨ªctor P¨¦rez, jefe de psiquiatr¨ªa del Hospital del Mar de Barcelona, afirma que en esos ensayos se ha observado que ¡°el efecto de los antidepresivos es contundente¡±. No obstante, incide en la complejidad de la enfermedad mental y de lo que llamamos depresi¨®n y, por tanto, de su tratamiento. ¡°No hay un solo tratamiento, y la psicoterapia puede ser tan eficaz como los antidepresivos para tratar la depresi¨®n, pero tambi¨¦n hay que tener en cuenta que requiere un tiempo y tiene un coste que la hace menos accesible que los f¨¢rmacos¡±, se?ala. ¡°En la vida, todos tenemos conflictos de inter¨¦s. Para un psiquiatra que prescribe antidepresivos y se gana la vida con ellos, dudar de su eficacia es una barbaridad. Los autores de este estudio son de un grupo de profesionales que defiende el tratamiento sin antidepresivos¡±, plantea P¨¦rez como explicaci¨®n de las interpretaciones de unos resultados que van m¨¢s all¨¢ de lo que refleja el art¨ªculo publicado en Molecular Psychiatry.
V¨ªctor Peralta, del Instituto de Investigaci¨®n Sanitaria de Navarra, considera que los investigadores hacen un planteamiento sesgado con su trabajo. ¡°Ellos excluyen de su estudio depresiones como la bipolar, que son precisamente las que m¨¢s carga biol¨®gica tienen, en las que se ve que hay un trastorno bioqu¨ªmico de base y las que mejor responden a los f¨¢rmacos antidepresivos que elevan la serotonina¡±, afirma. ¡°En cualquier caso¡±, prosigue Peralta, ¡°la realidad cl¨ªnica, la que vemos los que tratamos a pacientes, es muy ecl¨¦ctica. Los antidepresivos funcionan, pero la respuesta debe ir acompa?ada de un abordaje psicoterap¨¦utico. Y tambi¨¦n se estudian los antecedentes del problema y se trata de comprender el contexto en el que surge la depresi¨®n para dar una respuesta adecuada con toda esa informaci¨®n¡±. El psiquiatra afirma, adem¨¢s, que ¡°hay depresiones como la monopolar que, por sus propias caracter¨ªsticas, es recurrente y no solo tiene que ver con las circunstancias vitales del paciente. Hay que explicar estas posibilidades de reca¨ªda, que a veces suceden por alteraciones estacionales, y hacer un enfoque psicoterap¨¦utico y educativo para ense?ar al paciente a detectar los primeros s¨ªntomas y tambi¨¦n ofrecer antidepresivos, que son ¨²tiles para prevenir esas reca¨ªdas¡±, concluye.
Hasta ahora, las enfermedades mentales como la depresi¨®n carecen de marcadores biol¨®gicos que permitan detectar su presencia en el cuerpo con un an¨¢lisis de sangre o de orina. Se identifican por sus s¨ªntomas y los intentos de identificar factores biol¨®gicos han tenido poco ¨¦xito y no han permitido identificar un solo mecanismo sobre el que actuar para corregir el problema. Esta b¨²squeda de causas y soluciones materiales tiene en el otro extremo a investigadores como Moncrieff, que creen que pensar en la depresi¨®n como una enfermedad del cerebro es incorrecto. Seg¨²n escrib¨ªa en un art¨ªculo reciente, ¡°quiz¨¢ nuestra comprensi¨®n de la depresi¨®n desde el sentido com¨²n es m¨¢s ¨²til que la m¨¦dica. Nuestro estado de ¨¢nimo y nuestras emociones son casi siempre reacciones a lo que pasa en nuestras vidas. Nos sentimos bien cuando las cosas van bien, y tristes, ansiosos, enfadados o frustrados cuando van mal¡±, afirmaba. En su opini¨®n, el cerebro no es lo que provoca estas emociones. La pobreza, la deuda, el divorcio, el abuso infantil, la soledad¡ ¡°pueden predecir si alguien va a estar deprimido o no¡±, continuaba. Ayudar a la gente a comprender sus problemas y afrontarlos, a trav¨¦s de terapia, meditaci¨®n e incluso medidas de tipo social, sin necesidad de f¨¢rmacos, ser¨ªa la soluci¨®n para las personas deprimidas, seg¨²n la investigadora. Los psiquiatras consultados para este reportaje no rechazan este planteamiento, pero consideran que descartar el uso de antidepresivos, con sus efectos positivos en muchos pacientes, aunque tengan limitaciones, no es un paso necesario para aplicar con eficacia los m¨¦todos que Moncrieff defiende como exclusivos. A largo plazo, las enfermedades psiqui¨¢tricas, como todas las dem¨¢s, tendr¨¢n un menor impacto individual si las condiciones de vida mejoran para la mayor¨ªa. Pero eso requiere a?os o d¨¦cadas que muchas personas deprimidas no se pueden permitir.
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