?Qu¨¦ se puede hacer en Espa?a para frenar el crecimiento de los suicidios?
Las experiencias en otros pa¨ªses demuestran que se puede mejorar el conocimiento sobre los motivos que llevan a tomar esa decisi¨®n, formar en la prevenci¨®n y una financiaci¨®n a la altura del problema
El 8 de abril de 1962, a punto de cumplir 70 a?os, Juan Belmonte se peg¨® un tiro en la sien. Cuenta el poeta Felipe Ben¨ªtez Reyes en el pr¨®logo a una biograf¨ªa del torero que Espa?a se puso de luto y todo el mundo se puso a hacer conjeturas: ¡°?Hast¨ªo del vivir? ?La frustraci¨®n ante un enamoramiento tard¨ªo? Qui¨¦n sabe. Tal vez ni ¨¦l mismo lo supiera. Tal vez nadie busque la muerte por una raz¨®n o por una sinraz¨®n en concreto, sino que la muerte acaba imponi¨¦ndole la suya: la urgencia ante la nada, el alivio de la nada¡±, escribe Ben¨ªtez Reyes, que concluye dejando en enigma lo sucedido con aquel torero glorioso y rico que acab¨® peg¨¢ndose un tiro, ¡°porque qui¨¦n sabe lo que pasa por dentro de nadie cuando decide ser nadie¡±.
Ben¨ªtez Reyes tiene raz¨®n, en parte. A¨²n se desconoce mucho sobre los motivos de las personas que deciden quitarse la vida. No hay un registro prolijo de las causas del suicidio y cuando se habla, por ejemplo, de que la soledad est¨¢ detr¨¢s de muchos casos, se trata de una especulaci¨®n, al menos en lo que se refiere a la vivencia ¨ªntima de la persona que se suicida. Sin embargo, sabemos que Belmonte acumulaba varios factores de riesgo comprobados. Era un hombre (suponen el 75% de los casos), de m¨¢s de 65 a?os (en Espa?a las personas mayores suponen el 30% de los casos y el grupo de edad con mayor prevalencia), divorciado (las personas sin pareja multiplican por 3,5 el riesgo de suicidio de los casados) y que sufr¨ªa arteriosclerosis y problemas de pr¨®stata (algunos estudios han relacionado hasta un 25% de los suicidios con enfermedades cr¨®nicas). Y ten¨ªa una pistola a mano.
Pese al fatalismo que trasluce el pr¨®logo de Ben¨ªtez Reyes, el suicidio no es un fen¨®meno incomprensible sobre el que no hay nada que hacer. En Hungr¨ªa, en el a?o 2000, se suicidaron 2.463 hombres (52,6 por cada 100.000 habitantes frente a los 12,6 de Espa?a) y 806 mujeres (15,9 por 100.000). Dos d¨¦cadas despu¨¦s, en 2021, la cifra se hab¨ªa reducido a la mitad: la de hombres hasta 1.203 y la de mujeres hasta 358. Una revisi¨®n sobre el caso h¨²ngaro indica que durante la d¨¦cada anterior, el n¨²mero de psiquiatras se hab¨ªa incrementado de 550 a 850, los departamentos de psiquiatr¨ªa de 95 a 139 y las l¨ªneas telef¨®nicas donde llamar si se tienen pensamientos suicidas creci¨® de 5 a 28. Adem¨¢s, se implantaron programas de entrenamiento para identificar y gestionar estas conductas para profesionales sanitarios. La cifra, no obstante, sigue siendo elevada. Comparado con los 7,7 por 100.000 de Espa?a en 2019, Hungr¨ªa ten¨ªa a¨²n 16,6.
Dinamarca es otro caso de ¨¦xito en la reducci¨®n de las tasas de suicidio. En 1980 ten¨ªa una prevalencia de alrededor de 30 suicidios por 100.000 habitantes, en 2000 la dej¨® en 15,6 y en 2019 ya hab¨ªa alcanzado los 10,7. Entre las razones del logro, adem¨¢s de mantener las pol¨ªticas de prevenci¨®n durante d¨¦cadas y crear un centro de investigaci¨®n espec¨ªfico para la materia, se encuentra la mejora del acceso a tratamiento psiqui¨¢trico a personas en riesgo o el control de acceso a m¨¦todos con los que suicidarse. Un ejemplo de estas medidas fue la reducci¨®n por ley del n¨²mero de pastillas en las cajas de paracetamol, que redujo en un 18,5% los envenenamientos por este f¨¢rmaco. En pa¨ªses como la India, la prohibici¨®n y el control de algunos pesticidas, empleados en hasta el 30% de los suicidios, tambi¨¦n redujeron las muertes de forma significativa.
En Espa?a, sin embargo, no se ha progresado en los ¨²ltimos veinte a?os. Un estudio presentado recientemente en Madrid muestra que en 2021 se quitaron la vida 4.003 personas, un 6,5% m¨¢s que en 2018. El an¨¢lisis, que abarcaba los ¨²ltimos veinte a?os, muestra una fluctuaci¨®n con picos de 8,39 suicidios por 100.000 en 2000, 8,36 en 2014 y 8,4 en 2021, y un m¨ªnimo de 6,72 en 2010. Las cifras son inferiores a las de Dinamarca o Hungr¨ªa, pero, pese a que en Espa?a el suicidio mata a casi tres veces m¨¢s personas que los accidentes de tr¨¢fico, ning¨²n Gobierno ha implantado una estrategia nacional de prevenci¨®n del suicidio, desoyendo un consejo de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud de hace casi una d¨¦cada. Los esfuerzos para combatir en problemas est¨¢n en manos de las comunidades aut¨®nomas. Los expertos, pese a la tendencia de los ¨²ltimos veinte a?os, consideran que las cifras se pueden reducir si se act¨²a con convicci¨®n y de forma coordinada, como ya sucedi¨® con los accidentes de tr¨¢fico.
V¨ªctor P¨¦rez Sola, director del servicio de psiquiatr¨ªa del Hospital del Mar, en Barcelona, habla del C¨®digo Riesgo Suicidio, un programa en funcionamiento en Catalu?a desde 2014, que trata de identificar y seguir a las personas en riesgo. ¡°Uno de los factores sobre los que se tiene evidencia es que haber tenido una tentativa de suicidio multiplica por 50 la probabilidad de intentarlo de nuevo¡±, apunta P¨¦rez Sola. Esto significa que es importante seguir de cerca a estas personas, algo que se hace con llamadas telef¨®nicas y facilitando el acceso a tratamiento psiqui¨¢trico. Como norma general, cuando se identifica a una persona con riesgo de suicidio, se programa una visita con el psiquiatra en menos de 72 horas si es menor de edad y en menos de 10 d¨ªas si es mayor. En Catalu?a suelen seguir con este c¨®digo a unos 30.000 pacientes al a?o y alrededor de 6.000 por intento de suicidio.
Pero es muy dif¨ªcil controlar a la poblaci¨®n de riesgo con los recursos que se le dedican en Espa?a. Javier Jim¨¦nez, psic¨®logo cl¨ªnico y presidente honorario de la Asociaci¨®n de Investigaci¨®n, Prevenci¨®n e Intervenci¨®n del Suicidio (AIPIS), denuncia que la cantidad de profesionales formados es claramente insuficiente para cubrir las necesidades en Espa?a. ¡°Ahora se ha normalizado que se den citas para dentro de 10 meses o un a?o y que la segunda cita sea para tres meses despu¨¦s. Y adem¨¢s, las citas han pasado de ser de una hora a 40 o 30 minutos¡±, lamenta.
Para identificar a las personas en riesgo, tambi¨¦n se ha ampliado d¨®nde se mira. ¡°De las personas que tienen un intento, solo el 35% hab¨ªa tenido relaci¨®n con la red de salud mental, pero s¨ª hab¨ªan contactado en muchas ocasiones con el m¨¦dico de cabecera o los servicios sociales por problemas de soledad o econ¨®micos¡±, indica P¨¦rez Sola. Este punto muestra la importancia de ampliar la formaci¨®n en prevenci¨®n de suicidios m¨¢s all¨¢ de los psiquiatras o los psic¨®logos cl¨ªnicos.
Como en todos los problemas de salud p¨²blica, la prevenci¨®n va mucho m¨¢s all¨¢ de lo que se puede hacer en los hospitales, como menciona Gonzalo Mart¨ªnez Al¨¦s, psiquiatra de la Escuela de Salud P¨²blica de la Universidad de Harvard. Como sucedi¨® con los accidentes de tr¨¢fico, las pol¨ªticas que redujeron en un 80% los muertos en accidentes de tr¨¢fico en 30 a?os requirieron pol¨ªticas poblacionales. ¡°En salud p¨²blica creo que a¨²n no sabemos lo que hay que hacer, aunque tenemos algunas ideas¡±, reconoce. Seg¨²n explica el investigador, ¡°en Espa?a no hay elementos claros sobre los que se podr¨ªa actuar, como las armas de fuego en EE UU [omnipresentes y relacionadas con la mitad de los suicidios] o los pesticidas¡±. De hecho, contin¨²a Mart¨ªnez Al¨¦s, ¡°el m¨¦todo m¨¢s empleado en Espa?a es el ahorcamiento, que, por un lado, es dif¨ªcil de controlar y por otro nos sugiere que las cifras de suicidio pueden dejar fuera muchos casos, porque hay mucho peso de un m¨¦todo que no se puede registrar como una muerte accidental¡±.
Uno de los m¨¦todos que han demostrado eficacia en pa¨ªses donde se han puesto en marcha son los tel¨¦fonos para atender a personas con pensamientos suicidas. En Espa?a, en 2022, se lanz¨® el tel¨¦fono 024. Una buena idea que los expertos critican por su forma de aplicaci¨®n, por falta de preparaci¨®n de las personas que lo atend¨ªan y por pagar unos sueldo con los que es dif¨ªcil atraer a psiquiatras o psic¨®logos cl¨ªnicos preparados. En esta l¨ªnea, Julio Bobes, catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa de la Universidad de Oviedo, se?ala que ¡°se cre¨® un tel¨¦fono, que era algo que ped¨ªamos, pero despu¨¦s se cedi¨® su gesti¨®n a una instituci¨®n que no es primariamente sanitaria y que no ten¨ªa expertos en la atenci¨®n¡±. Ahora se est¨¢ preparando una nueva licitaci¨®n.
Bobes escribi¨® en 2014 un editorial en la Revista de Psiquiatr¨ªa y Salud Mental titulado ¡°La prevenci¨®n del Suicidio en Espa?a: Una necesidad cl¨ªnica sin cubrir¡±. Casi una d¨¦cada despu¨¦s, cree que ¡°sigue siendo una necesidad no cubierta¡±. ¡°Las tasas han subido de manera continuada y hemos pasado de ser un pa¨ªs con tasas bajas seg¨²n criterios de la OMS a ser un pa¨ªs de tasas medias¡±, asevera. ¡°Hemos hecho pocas cosas e insuficientes¡±, a?ade. Entre las que se han mejorado, el psiquiatra destaca la mejora en la recogida de datos, pero advierte que a¨²n no se conocen los motivos de las fluctuaciones entre a?os. Javier Jim¨¦nez incide en la falta de conocimiento para interpretar muchos fen¨®menos. ¡°No sabemos el n¨²mero real de suicidios y mucho menos de intentos. No sabemos por qu¨¦ se suicida la gente. Desde hace 20 a?os, nos preguntan por qu¨¦ hay m¨¢s suicidios en Asturias o Galicia que en otras regiones de Espa?a y no tenemos ni idea. ?Cu¨¢les son las causas principales por las que se suicida la gente? No lo sabemos. Solo conocemos cinco datos: Edad, sexo, comunidad aut¨®noma, m¨¦todo de suicidio y mes en el que se suicidan. No hay m¨¢s datos y para tomar medidas preventivas eficaces necesitamos conocer las posibles causas que han llevado a una persona a suicidarse¡±, resume.
Para Bobes, como para muchos de sus compa?eros, m¨¢s all¨¢ de todas las medidas que se puedan aplicar en la prevenci¨®n, el primer paso es tomar en serio el problema, creer que es posible atajarlo y dedicar los recursos necesarios. ¡°Con el tr¨¢fico se vio que si se dedican recursos es posible bajar las tasas de mortalidad. En el suicidio, hemos visto que muchas comunidades tienen planes que est¨¢n muy bien planteados, pero no tienen ni un solo euro para llevarlos a cabo. En general, se habla de planificar, pero no hay partidas importantes para la aplicaci¨®n. En suicidio, estamos a¨²n en fase de sensibilizaci¨®n y toma de conciencia, despu¨¦s habr¨¢ que poner los n¨²meros¡±, concluye.
Mart¨ªnez Al¨¦s cree que, aunque a veces no haya datos precisos que relacionen algunas pol¨ªticas con el descenso de suicidios, tambi¨¦n se puede emplear el sentido com¨²n. ¡°Un buen sistema de salud p¨²blica y seguridad social tiene un efecto protector y en EE UU se ha visto que en zonas donde se ampl¨ªa la cobertura Medicare [cobertura sanitaria para personas con menos recursos], descienden los suicidios¡±. Adem¨¢s de dedicar los recursos a salud mental, no tener saturados a los m¨¦dicos de primaria puede facilitar que tengan tiempo para formarse en la prevenci¨®n de suicidios y en prestar atenci¨®n a los casos que se les presentan en la consulta.
Como sugieren las cifras de los ¨²ltimos 20 a?os, la batalla contra el suicidio a¨²n no se ha peleado. Datos como los de Dinamarca o Hungr¨ªa muestran que se trata de un problema de salud contra el que se puede luchar, aunque tambi¨¦n hay datos que sugieren que, como casi todos los problemas sanitarios, afrontarlos va mucho m¨¢s all¨¢ de los m¨¦dicos y los enfermos. ?mile Durkheim, en su estudio sobre el suicidio de 1897, observ¨® que en los pa¨ªses cat¨®licos, con v¨ªnculos sociales m¨¢s estrechos que los protestantes, las personas se mataban menos a s¨ª mismas. Ahora, en los pa¨ªses musulmanes, con sistemas sanitarios mucho peores que los de los pa¨ªses n¨®rdicos, hay cifras de suicidio mucho menores, algo que puede ser real o, como en los pa¨ªses cat¨®licos, deberse en parte a que muchos casos no quedan registrados por el tab¨² que supone el suicidio. En cualquier caso, el problema del suicidio se deber¨¢ afrontar, adem¨¢s de como un reto sanitario, como una parte m¨¢s de la discusi¨®n colectiva sobre lo que es una vida buena y c¨®mo se puede poner al alcance de la mayor¨ªa.
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