Consejos (¨²tiles) si tienes un ser querido con depresi¨®n
Convivir con una persona con depresi¨®n puede ser una experiencia abrumadora, pero hay acciones que pueden ayudar: generar un clima de seguridad y comprensi¨®n, acceder a informaci¨®n de calidad sobre el trastorno, fomentar el autocuidado y confiar en los profesionales
Cuando eres psiquiatra, a veces ocurre. Fuera de la consulta, en el colegio de tus hijos o en una entretenida presentaci¨®n de libro, de repente se te acerca alguien conocido, una amiga con la que tienes poco trato y quiere preguntarte algo ¡°personal¡±, y ves aquella mirada: asustada, desvalida, marcada por el dolor. Te suelen decir: ¡°es horrible.., nunca le hab¨ªa visto as¨ª.., no s¨¦ c¨®mo ayudarle¡±. Pueden referirse a su marido, a su hermana, a su padre. Han sido informados (como dir¨ªa Martin Amis) de que la depresi¨®n no es tristeza, sino vac¨ªo. De que lo contrario de la depresi¨®n no es la felicidad, sino la vitalidad. Nunca hab¨ªan visto a su ser querido con tan poca capacidad ni fuerza para amar, por eso sienten fr¨ªo, soledad, impotencia y miedo. Convivir con una persona con depresi¨®n puede ser una experiencia abrumadora, pero hay acciones que pueden contribuir a mejorarla:
1- Trata de no entrar en p¨¢nico y ofrece naturalidad, cari?o y comprensi¨®n. Crea un clima tranquilo en el que el paciente pueda hablar ¡ªsi as¨ª lo desea¡ª de su terrible experiencia, evitando reproches, discusiones y un estr¨¦s a?adido. Los humildes actos cotidianos, rutinarios, pueden convertirse en heroicamente sanadores. Sin forzar, trata de mantener las antiguas rutinas, las actividades, los momentos que alg¨²n d¨ªa fueron felices.
2- Conf¨ªa en los profesionales. La psiquiatr¨ªa y la psicolog¨ªa no son disciplinas cient¨ªficas duras, como la f¨ªsica o las matem¨¢ticas, y no te proporcionar¨¢n la objetividad y la precisi¨®n que anhelas, y, a poco que profundices, comprobar¨¢s que hay en ellas vastos terrenos de desconocimiento. Pero eso no quiere decir que en salud mental todo valga. La ciencia, con sus grandes limitaciones, ha dado pasos importantes. Deja las iluminaciones y teor¨ªas conspiratorias para Twitter, ahora necesitas un ancla que te proporcione seguridad. Las gu¨ªas internacionales de pr¨¢ctica cl¨ªnica recomiendan que la persona sea evaluada lo antes posible por un profesional experto (un m¨¦dico de familia -en el caso de que el sistema de Atenci¨®n Primaria no se haya estrangulado, claro-, un psic¨®logo cl¨ªnico o, en los casos moderados o graves, un psiquiatra). Y recomiendan administrar tratamientos validados emp¨ªricamente: terapias psicol¨®gicas, f¨¢rmacos o ambos. No tengas prejuicios, ahora lo importante es proporcionar a tu ser querido la m¨¢xima ayuda. No hace falta que finjas ejercer t¨² de psic¨®logo o psiquiatra, tu papel -en realidad m¨¢s importante- es otro: estar ah¨ª, recu¨¦rdale al paciente que no est¨¢ solo.
3- Colabora con el terapeuta. Aseg¨²rate de que el m¨¦dico le ha pedido una anal¨ªtica de sangre, dado que un porcentaje de pacientes deprimidos tienen en realidad hipotiroidismo o anemia y mejoran cuando son tratados. Fomenta que tu ser querido abandone el consumo de t¨®xicos, como el alcohol, el cannabis o la coca¨ªna. Muchas veces son estrategias desesperadas y err¨®neas de auto-tratamiento. El alcohol proporciona un inicial efecto euforizante, embriagador, pero en realidad es un potente depresor del sistema nervioso; en concreto, aumenta por 7 el riesgo de suicidio del paciente deprimido. La coca¨ªna produce, entre otras muchas formas de destrozar el cerebro, un efecto rebote que empeora la intensidad de los s¨ªntomas depresivos. Si es necesario, quiz¨¢ tengas que reducir o eliminar tu propio consumo t¨®xico para ayudar a tu ser querido. Cu¨¦ntale a tu terapeuta si el paciente tuvo alg¨²n episodio, aunque fuera breve, en el que estuvo muy hablador, expansivo, desinhibido: podr¨ªa tratarse de un trastorno bipolar tipo 2.
4- No te tomes la depresi¨®n de tu ser querido como un rechazo personal, no busques culpables. Aunque tu mente tienda a buscar compulsivamente causas y soluciones ¡ªestamos dise?ados para ello¡ª, trata de frenarla, no tomes decisiones personales dr¨¢sticas. Cuando la tempestad haya amainado, habr¨¢ tiempo. Transm¨ªtele que no es culpable de tener depresi¨®n y que ello no es signo de debilidad ni falta de car¨¢cter, sino que se trata de una enfermedad. Esto puede resultar liberador. No le digas ¡°pon de tu parte¡± (consejo in¨²til), probablemente est¨¢ haciendo lo posible, pero le falta aliento.
5- Inf¨®rmate sobre la enfermedad depresiva. Lee libros de testimonios de escritores depresivos, recomendaciones de sociedades cient¨ªficas, informaci¨®n de asociaciones de pacientes y familiares. Ver¨¢s que una cosa es una depresi¨®n y otra el malestar, la frustraci¨®n, la insatisfacci¨®n de una sociedad m¨¢s o menos justa. La banalizaci¨®n y generalizaci¨®n del t¨¦rmino (¡°todos estamos mal¡±, ¡°la sociedad est¨¢ enferma¡±, etc) es cruel con los pacientes graves. Aqu¨ª hablamos de cuando la persona no tiene fuerzas ni para ducharse, cuando coger el tel¨¦fono supone una aut¨¦ntica tortura, cuando en realidad preferir¨ªa no seguir viviendo, por haberse producido una quiebra del sentido.
6- Infunde esperanza. Tu ser querido a¨²n no lo sabe, pero todo esto pasar¨¢. Como dice Jorge Drexler en una bonita canci¨®n, ¡°el tiempo se va, se va y no vuelve, y tu coraz¨®n va a sanar¡±. Con un correcto tratamiento, los episodios depresivos mayores desaparecen en su totalidad en al menos 2/3 de los casos. En otros, las llamadas depresiones resistentes, afortunadamente tenemos herramientas para optimizar la respuesta, aunque cuesta algo m¨¢s de tiempo y esfuerzo. Eso s¨ª, toma nota de que, cuando mejore, habr¨¢ riesgo de recurrencia. Para hacernos una idea: tras dos episodios, el 70% de pacientes tendr¨¢ un tercero. Pero la prevenci¨®n de reca¨ªdas y la intervenci¨®n sobre los factores de riesgo ser¨¢n el siguiente cap¨ªtulo, ahora hay que salir de este.
7- Cu¨ªdate. La depresi¨®n de tu ser querido no puede arrastrarte. Necesitamos tu serenidad y tu salud. Para ello, no te hagas responsable ¨²nico de la evoluci¨®n, haz que el cuidado se reparta entre varias personas, no descuides tus aficiones, tus rutinas; no te a¨ªsles, comparte con otros tu experiencia de convivir con el sufrimiento, la van a entender.
El d¨ªa menos pensado, el paciente recuperar¨¢ la ilusi¨®n por verte, hablar contigo, besarte. No desesperes. Cuando lo haga sabr¨¢ que t¨² has estado ah¨ª y que le esperaste hasta su retorno. Lo cuenta William Styron en su conmovedor libro testimonial. En mitad de una de sus profundas depresiones y con intensas ideas de suicidio, casi definitivas, comenz¨® a sonar en la radio una rapsodia de Brahms. Pese a haber estado durante meses insensible a cualquier placer art¨ªstico, esa melod¨ªa le ¡°traspas¨® el coraz¨®n como un pu?al¡± y le hizo pensar en todas las alegr¨ªas que esa casa hab¨ªa conocido: ¡°los ni?os que hab¨ªan hecho carreras en las habitaciones, las celebraciones, el amor y el trabajo, el descanso honestamente ganado¡±. Ah¨ª decidi¨®, y fue el inicio de su ascenso, que ¡°todo eso era m¨¢s de lo que yo era capaz de abandonar¡±.
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