Un estudio confirma que las nuevas generaciones tienen peor salud mental
Un trabajo hecho en Australia corrobora una tendencia que se hab¨ªa empezado a detectar mucho antes de la aparici¨®n de internet
La revista cient¨ªfica PNAS publica este lunes un estudio en el que se analizan datos de 27.572 personas en Australia que muestra un empeoramiento de la salud mental entre los grupos de poblaci¨®n m¨¢s j¨®venes. Aunque el deterioro se hab¨ªa detectado cuando se analizaba toda la poblaci¨®n, los autores de este trabajo, liderado por Richard Morris, de la Universidad de Sidney, vieron, a trav¨¦s de encuestas en las que participaron los voluntarios, que la mala salud mental era m¨¢s frecuente entre los nacidos en la d¨¦cada de 1990 y, en menor medida, al final de la de 1980.
La tendencia que ha observado el equipo australiano coincide con resultados observados en otros pa¨ªses de todo el mundo, donde tambi¨¦n se ve un deterioro mayor en las generaciones m¨¢s j¨®venes. En EE UU, en datos que iban de 2010 a 2017, se vio que entre los nacidos en los noventa y los ochenta del siglo pasado hab¨ªa mayores niveles de ansiedad o de incidencia de suicidio, unas diferencias que se manten¨ªan cuando se segregaba por g¨¦nero o grupo socioecon¨®mico. En el Reino Unido, los s¨ªntomas depresivos tambi¨¦n son m¨¢s frecuentes entre los adolescentes nacidos en los 2000 que entre las personas nacidas en la d¨¦cada anterior.
Aunque se pudiese creer que el fen¨®meno es reciente, un estudio que hizo una comparaci¨®n intergeneracional en alemanes nacidos despu¨¦s de la II Guerra Mundial y hasta 1975, tambi¨¦n recogi¨® un incremento en los s¨ªntomas depresivos de las generaciones m¨¢s j¨®venes. ¡°Estas diferencias pueden haber empezado a surgir mucho antes de lo que se piensa¡±, escriben los autores del art¨ªculo que publica PNAS.
Ni econom¨ªa ni sustancias
Algo que llama la atenci¨®n es que la asociaci¨®n entre las circunstancias en las que crecieron los grupos estudiados y su salud mental presente son a veces contraintuitivas. En muchos pa¨ªses, el empeoramiento de la salud mental lo lideran las personas que crecieron en un buen momento econ¨®mico y cuando el consumo de alcohol, tabaco o drogas se estaba reduciendo. ¡°Nuestros resultados apoyan observaciones que indican que el deterioro poblacional de la salud mental puede no reflejar el efecto de indicadores econ¨®micos como el desempleo o el abuso de sustancias¡±, plantean los autores.
Entre los australianos, los trastornos mentales y de comportamiento recogidos en su Encuesta de Salud Nacional, muestra un incremento desde el 9,6% en 2001 para los mayores de 15 a?os, al 20,1% en 2018 y el 21,4% en 2021. En la mayor parte de los pa¨ªses de la OCDE, se encuentran datos similares, aunque hay excepciones, como Canad¨¢.
¡°Hemos visto que la gente nacida en los 90 tiene peor salud mental para su edad que cualquiera de las generaciones anteriores y que no muestran mejora cuando se hacen mayores como s¨ª sucede en esas generaciones previas¡±, explica Morris. Seg¨²n el investigador, este declive empieza a verse a partir de 2010 y tambi¨¦n impact¨® a los nacidos en la d¨¦cada de 1980 y en menor medida a los nacidos en los 70. ¡°Hay muchas cosas que pasaron alrededor de 2010, como la gran crisis financiera de 2008 y la austeridad posterior, el uso prevalente de redes sociales, el incremento de desastres relacionados con el cambio clim¨¢tico o la conciencia del estigma de la salud mental, aunque todo esto son especulaciones¡±, apunta Morris.
Mayor vulnerabilidad
Jos¨¦ Luis Ayuso Mateos, catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, que no ha participado en el estudio, comenta que, como otros anteriores, este trabajo ¡°muestra un factor de vulnerabilidad mayor ante los mismos factores de riesgo de algunas cohortes¡±. ¡°En la pr¨¢ctica cl¨ªnica hemos visto un incremento muy marcado de problemas de salud mental y de necesidad de asistencia¡±, afirma. Para Ayuso Mateos, adem¨¢s de factores de riesgo, como ¡°el efecto negativo que pueda tener la sobreexposici¨®n en redes sociales, que es algo m¨¢s frecuente en las cohortes m¨¢s j¨®venes¡±, tambi¨¦n hay factores de protecci¨®n, ¡°como la cohesi¨®n social¡±. Para evitar que estos problemas de salud mental puedan continuar en el futuro, Ayuso Mateos considera importante prestar atenci¨®n en edades tempranas, ¡°a problemas como el bullying, que tienen un impacto importante en la salud mental posterior¡±.
Los resultados de estudios como el que se publica este lunes, obtenidos a partir de encuestas, pueden producir conclusiones que no son f¨¢ciles de interpretar. Morris comenta el contraste entre los resultados de encuestas que miden el bienestar subjetivo, teniendo en cuenta factores financieros o de empleo, con otros que eval¨²an la salud mental. En el primero, no se ven diferencias intergeneracionales. ¡°Esto es un poco parad¨®jico, porque las preocupaciones financieras deber¨ªan alinearse con los resultados de salud mental¡±, explica Morris. Sin embargo, desde hace tiempo se han encontrado diferencias entre la evaluaci¨®n de las propias expectativas y logros, y la respuesta emocional ante las circunstancias presentes. ¡°Nuestros resultados de salud mental tienden a reflejar lo ¨²ltimo m¨¢s que lo primero, y puede que tengamos que mirar a nuestro entorno inmediato, nuestra familia o nuestras relaciones sociales para mejorar nuestra sensaci¨®n de felicidad¡±.
Sobre las posibles causas de las tendencias que observan, Morris se refiere al impacto de las redes sociales, en particular entre las adolescentes, pero advierte que el impacto de estas redes en la salud mental en todos los grupos de edad es de menos del 5%. ¡°Aunque las pruebas sobre las redes sociales a¨²n est¨¢ madurando, tambi¨¦n estamos analizando otros factores para explicar las diferencias observadas¡±, a?ade.
Uno de esos factores puede ser la misma conciencia sobre la enfermedad mental, en particular entre los m¨¢s j¨®venes. Ese mayor conocimiento puede producir un mejor reconocimiento de los problemas de salud mental y que se expresen con mayor frecuencia en las encuestas. ¡°A¨²n no est¨¢ claro si el mayor conocimiento da como resultado una sobreinterpretaci¨®n del estr¨¦s diario como enfermedad y las implicaciones en su tratamiento¡±, concluye Morris.
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