La sincronizaci¨®n entre los relojes circadianos del organismo puede prevenir el envejecimiento
Un experimento en ratones revela que una descoordinaci¨®n entre el cron¨®metro central del cerebro que da la hora al cuerpo y el reloj molecular del m¨²sculo acelera la disfunci¨®n del tejido muscular. Restablecer esas redes de comunicaci¨®n ayuda a preservar el buen funcionamiento
La vida humana se rige por un ritmo circadiano (alrededor de 24 horas) que se controla desde un diminuto reloj biol¨®gico situado en el cerebro. A partir de los est¨ªmulos de luz que entran por la retina, ese dispositivo molecular se sincroniza y da la hora al resto del organismo para que act¨²e en consecuencia. No es lo mismo la noche que el d¨ªa, ni para los ojos, ni para el h¨ªgado, la piel o el p¨¢ncreas. Los relojes perif...
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La vida humana se rige por un ritmo circadiano (alrededor de 24 horas) que se controla desde un diminuto reloj biol¨®gico situado en el cerebro. A partir de los est¨ªmulos de luz que entran por la retina, ese dispositivo molecular se sincroniza y da la hora al resto del organismo para que act¨²e en consecuencia. No es lo mismo la noche que el d¨ªa, ni para los ojos, ni para el h¨ªgado, la piel o el p¨¢ncreas. Los relojes perif¨¦ricos, situados en ¨®rganos y tejidos, reciben ese comp¨¢s del cron¨®metro central y se regulan para poner en marcha unas u otras funciones, seg¨²n la hora que sea. Como una especie de orquesta en sinton¨ªa, todos esos instrumentos moleculares que manejan los ritmos circadianos se comunican, interact¨²an y trabajan, a su vez, con la autonom¨ªa necesaria para hacer funcionar el organismo. As¨ª funciona el engranaje de la vida.
Si no existiesen esos relojes que marcan el ritmo de la existencia, el envejecimiento se acelerar¨ªa. Se vio en ratones: en estudios funcionales, al generar animales sin estos cron¨®metros moleculares, estos envejec¨ªan de forma prematura y se mor¨ªan mucho antes, como si un humano falleciese a los 40 a?os. En la pr¨¢ctica, los ratones ten¨ªan todos sus genes, la capacidad de expresarlos correctamente y hacer las funciones que les toca habitualmente, pero sin esos relojes circadianos, no sab¨ªan cu¨¢l era la mejor hora para hacer esas funciones y toda la infraestructura vital terminaba colapsando m¨¢s pronto que tarde.
Estos diminutos cron¨®metros son claves para la supervivencia, pero su modus operandi sigue siendo, en buena medida, un misterio: la comunidad cient¨ªfica sabe de su importancia en el proceso vital, pero todav¨ªa est¨¢ intentando desentra?ar c¨®mo se configuran exactamente esas redes de comunicaci¨®n entre unos y otros. Un par de investigaciones publicadas este jueves en las revistas Science y Cell Stem Cell, y lideradas por los espa?oles Salvador Aznar-Benitah, jefe del Programa de Envejecimiento y Metabolismo del Instituto de Investigaci¨®n Biom¨¦dica de Barcelona (IRB), y Pura Mu?oz-C¨¢noves, investigadora de la Universidad Pompeu Fabra y recientemente incorporada a la multinacional Altos Lab, han dado un paso adelante en el conocimiento de estas interacciones entre relojes moleculares y, en experimentos con ratones arr¨ªtmicos, han probado que una descoordinaci¨®n entre el cron¨®metro central del cerebro y el que regula los tiempos en el m¨²sculo acelera el envejecimiento del tejido muscular. Restablecer esas redes de comunicaci¨®n, sin embargo, permite recuperar la funci¨®n de esta zona y preservar su actividad.
Es la primera vez que ensayan con ¨¦xito en modelos animales una hip¨®tesis que llevan m¨¢s de una d¨¦cada fraguando: la idea era que, para mantener los ritmos circadianos, probablemente hay un ritmo aut¨®ctono en cada tejido, independiente de la comunicaci¨®n con el resto del organismo, y luego hay otro proceso de interacci¨®n con los relojes de otros ¨®rganos para sincronizar funciones. ¡°Tiene mucha l¨®gica que si nuestro ritmo circadiano nos prepara para la comida, la lengua, el intestino, el p¨¢ncreas y el h¨ªgado est¨¦n todos sincronizados para saber que van a tener que empezar a metabolizar la comida. Imag¨ªnate el jaleo si el h¨ªgado se prepara a las dos de la ma?ana y el est¨®mago a la una de la tarde¡±, reflexiona Aznar-Benitah.
En el estudio publicado en Science, los investigadores dise?aron un modelo de animal arr¨ªtmico ¡ªcon deficiencias en el reloj central, en el perif¨¦rico del m¨²sculo o en ambos¡ª para poder diseccionar cu¨¢les eran funciones circadianas que hac¨ªa el tejido de forma independiente y cu¨¢les depend¨ªan de la comunicaci¨®n con otros relojes. ¡°La desregulaci¨®n de nuestro reloj es una de las caracter¨ªsticas claras que nos ocurre a todos mientras envejecemos. Lo que vimos durante el envejecimiento es que la maquinaria del reloj, la b¨¢sica, la que le dice al tejido que es esta hora o esta otra, esa no cambia; con lo cual, si quer¨ªamos encontrar posibles formas terap¨¦uticas de mantener el reloj en un estado joven en el organismo viejo, ten¨ªamos que entender qu¨¦ le pasa al reloj. Y lo que nos est¨¢ diciendo es que gran parte de lo que le pasa al reloj no es que la maquinaria no funcione bien, sino que la sincronizaci¨®n con otros tejidos, tanto perif¨¦ricos como con el central, son las que est¨¢n modificadas. Y hab¨ªa que entender en qu¨¦ parte de las funciones el tejido no necesita comunicaci¨®n y en qu¨¦ parte de las funciones s¨ª la necesita y con qui¨¦n¡±, expone el cient¨ªfico.
El experimento mostr¨® que en una parte de las funciones diarias, el tejido muscular no necesita sincronizarse con nadie. ¡°Si t¨² tienes un animal que no tiene el reloj nada m¨¢s que en las c¨¦lulas del m¨²sculo, ese m¨²sculo es capaz de mantener entre el 10% y el 15% de sus funciones de forma temporal¡±, explica Aznar-Benitah. Y eso tiene un sentido de estricta supervivencia, reflexiona el cient¨ªfico: ¡°Lo que es b¨¢sico, permanece. Y pensamos que hay una ventaja evolutiva en eso, porque si todas las funciones de todos los tejidos estuviesen ligadas a una comunicaci¨®n, si una persona tiene una infecci¨®n en el h¨ªgado, se generar¨ªa un efecto domin¨®: el h¨ªgado falla y fallar¨ªa todo lo dem¨¢s. El hecho de que esas funciones se hayan separado de la necesidad de comunicarse y sincronizarse con los otros hace que, aunque una persona tenga un problema card¨ªaco, la piel mantiene su capacidad de tener una barrera¡±, ejemplifica.
La investigaci¨®n revel¨®, adem¨¢s, que hay otro 30% o 35% de funciones del tejido muscular que dependen del reloj central. ¡°Entre el 15% de funciones independientes y el 35% que dependen de la interacci¨®n del cerebro, ya hemos mapeado la mitad de las funciones del tejido. Hay otro 50% de funciones que sabemos que son circadianas, pero no hemos identificado a¨²n con qui¨¦n se tiene que comunicar el m¨²sculo para que esta funci¨®n ocurra cuando tiene que ocurrir¡±, admite el investigador.
Restricci¨®n cal¨®rica para fortalecer comunicaciones
El estudio constata, en cualquier caso, que la coordinaci¨®n entre los relojes moleculares de los tejidos son ¡°cruciales¡± para mantener la salud general del organismo. De hecho, los experimentos para restablecer las comunicaciones entre estos cron¨®metros del cuerpo mejoraron el estado del tejido muscular. Un mecanismo estudiado fue someter a los ratones una restricci¨®n cal¨®rica temporal ¡ªsolo com¨ªan durante la fase activa de oscuridad (alimentaci¨®n nocturna)¡ª y descubrieron que esta pr¨¢ctica ¡°podr¨ªa reemplazar parcialmente al reloj central y mejorar la autonom¨ªa del reloj muscular¡±. La restauraci¨®n circadiana a trav¨¦s de la restricci¨®n cal¨®rica mitig¨® la p¨¦rdida muscular, el deterioro de funciones metab¨®licas y la disminuci¨®n de la fuerza muscular en los ratones viejos. ¡°El comer as¨ª fortalece la comunicaci¨®n¡± entre el reloj del cerebro y el del m¨²sculo en los ratones, apunta Aznar-Benitah, aunque matiza que estos hallazgos no son a¨²n extrapolables a los humanos ¡ªy tampoco el impacto de las pr¨¢cticas como la restricci¨®n cal¨®rica¡ª.
El investigador se?ala que tanto este estudio como el publicado en Cell Stem Cell, que se centra en estudiar la comunicaci¨®n entre el reloj cerebral y el de la piel, son un paso m¨¢s en el conocimiento de c¨®mo funcionan estos precisos aparatos moleculares. Pero a¨²n no tienen aplicaci¨®n pr¨¢ctica. De hecho, augura, habr¨¢ que analizar tejido por tejido para ver cu¨¢l es el papel aut¨®nomo de cada reloj y c¨®mo influye su coordinaci¨®n con otros cron¨®metros. ¡°No creo que la comunicaci¨®n entre cerebro y tejido perif¨¦rico siempre vaya a ralentizar el envejecimiento. Habr¨¢ tejidos que dependen funcionalmente mucho m¨¢s de esa comunicaci¨®n, mientras que otros depender¨¢n mucho m¨¢s de otros tejidos perif¨¦ricos. Pero eso lo tenemos ir probando uno por uno. Lo que s¨ª sabemos es que en tejidos y ¨®rganos que llevamos estudiando mucho tiempo, como h¨ªgado, m¨²sculo, piel, ah¨ª s¨ª que hay un beneficio claro de restablecer la comunicaci¨®n entre el tejido perif¨¦rico y el reloj central¡±, expone.
En la piel, por ejemplo, la hora es clave: el reloj interno de este tejido sabe que la mejor hora para favorecer la divisi¨®n celular de las c¨¦lulas madre y regenerar la piel es cuando esta no est¨¦ en contacto con la luz ultravioleta: estos rayos son mutag¨¦nicos y dividir el ADN en un momento en el que las c¨¦lulas est¨¢n expuestas a la luz ultravioleta, implicar¨ªa acumular muchas mutaciones y errores, con los potenciales peligros que eso conlleva. ¡°Adem¨¢s, como estas c¨¦lulas se est¨¢n dividiendo, las mutaciones [que adquieren por exposici¨®n a los rayos ultravioletas] se estar¨ªan expandiendo a las c¨¦lulas hijas, que heredar¨ªan esa mutaci¨®n. El ritmo circadiano lo que hace es separar estos proceso: le dice a las c¨¦lulas de la piel que no se dividan mientras haya un pico de luz ultravioleta¡±, cuenta Aznar-Benitah. Su estudio publicado en Cell Stem Cell, que analiz¨® esta separaci¨®n entre la divisi¨®n del ADN y la exposici¨®n a la luz ultravioleta, revel¨® que, si esas redes de comunicaci¨®n entre el reloj central y el cron¨®metro molecular que hay en la epidermis est¨¢n rotas, la divisi¨®n celular ocurre a la vez que la exposici¨®n ultravioleta. ¡°Solo cuando tienes una correcta comunicaci¨®n es cuando se separa¡±.
Una ¡°federaci¨®n¡± de relojes, no una ¡°dictadura¡±
Juan Antonio Madrid, catedr¨¢tico de Fisiolog¨ªa y director del Laboratorio de Cronobiolog¨ªa y Sue?o de la Universidad de Murcia, tilda la investigaci¨®n de ¡°bonita y elegante porque describe muchas interacciones y responde a muchas preguntas¡± a trav¨¦s de una ¡°labor de ingenier¨ªa gen¨¦tica muy interesante¡±, dice: ¡°Es verdad que es en ratones, pero es interesante porque nos revela c¨®mo el sistema circadiano del organismo no es un sistema jer¨¢rquico, como una dictadura, donde el reloj del cerebro manda. Son m¨¢s como una federaci¨®n de relojes donde todos aportan¡±. La intuici¨®n de Madrid tambi¨¦n hace tiempo que basculaba hacia esa idea de organizaci¨®n m¨¢s federativa y no tanto una especie de relojes ¡°esclavos¡± de un reloj central. ¡°El reloj del m¨²sculo tiene la capacidad de decidir qu¨¦ ordenes del reloj central acepta y cu¨¢les filtra o no tiene en cuenta¡±, expone.
La traslaci¨®n a la vida real tardar¨¢ en verse, pero todo este conocimiento tendr¨¢ aplicaciones, asegura Madrid: ¡°Los animales arr¨ªtmicos, a los que les quitamos el reloj, envejecen muy r¨¢pido y se mueren prematuramente. Y ellos han visto que si se reactiva solo el reloj cerebral, no recuperan la salud; si reactivan solo el reloj del m¨²sculo, tampoco est¨¢n en una situaci¨®n ¨®ptima; pero cuando restablecen el reloj muscular y hacen restricci¨®n cal¨®rica, aunque no funcione el reloj cerebral, los ratones recuperan la salud metab¨®lica. Con el envejecimiento, los relojes van atenuando su se?al. Pero si los h¨¢bitos de vida, por ejemplo en alimentaci¨®n, teniendo h¨¢bitos regulares de ingesta y ayuno de unas 12 horas durante la noche, favorecen el mantenimineto de la salud. Eso puede compensar la p¨¦rdida de los relojes. Y esas se?ales o sincronizadores son buenos en todos los tejidos¡±.
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