Dietantes cr¨®nicos: la trampa de la b¨²squeda incesante de la delgadez
Las redes sociales amplifican el fen¨®meno de la obsesi¨®n por el ¡°cuerpo perfecto¡±, lo que puede llevar a h¨¢bitos que afecten la salud f¨ªsica y mental
Con la llegada de septiembre parece desatarse una paranoia colectiva por convertirnos en la ¡°mejor versi¨®n de nosotros mismos¡±, un t¨¦rmino que, dicho sea de paso, me resulta bastante sospechoso. Es la ¨¦poca en la que parece que toca empezar a meditar, aprender alem¨¢n, planificar las comidas de toda la semana, iniciar entrenamientos de fuerza, y, c¨®mo no, perder peso.
La influencia de las redes sociales ha amplificado este fen¨®meno hasta tal punto que, quien decide continuar su vida como antes de las vacaciones, pero un poco m¨¢s descansado, se convierte en la oveja negra del reba?o.
En el mundo de la nutrici¨®n emergen retos, planes d¨¦tox, tablas de ejercicios para ¡°quemar¡± los helados del verano y, como siempre, la ¨²ltima dieta de moda. Hay personas que pasan su vida saltando de una dieta a otra, impulsadas por el miedo a no saber comer correctamente si no siguen un plan diet¨¦tico dise?ado por alguien m¨¢s. Esta din¨¢mica los lleva a ciclos de restricci¨®n y excesos, acompa?ados de sentimientos de culpa y remordimiento.
A estas personas se las conoce como dietantes cr¨®nicos (DC), y suelen padecer lo que se denomina permarexia. Los dietantes cr¨®nicos son individuos que limitan constantemente su alimentaci¨®n por el temor a ganar peso. Aunque la permarexia se menciona como un concepto cl¨ªnico, no est¨¢ reconocida oficialmente en el Manual Diagn¨®stico y Estad¨ªstico de los Trastornos Mentales (DSM-V) ni clasificada como un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) propiamente dicho.
Los dietantes cr¨®nicos tienden a acumular reliquias de cada dieta que han seguido a lo largo de su vida, lo que resulta en un batiburrillo de mitos, normas alimentarias, suplementos nutricionales, y modas diet¨¦ticas. Esto no hace m¨¢s que aumentar su desconcierto y, finalmente, les deja sin saber qu¨¦ comer.
Cuando adoptan una nueva dieta, lo hacen con el fervor de quien abraza una nueva religi¨®n, convencidos de que ¡°esta vez s¨ª funcionar¨¢¡±. Se preparan comprando todo lo necesario: libros, freidoras de aire, licuadoras para el d¨¦tox, y moldes de silicona para hacer magdalenas de calabac¨ªn. Sin embargo, en un plazo que no suele superar los dos meses, se sienten fracasados, agotados y convencidos de que nunca lograr¨¢n su objetivo.
El ciclo continuo de dietas, las exigencias sobre su cuerpo, y la presi¨®n est¨¦tica, da?a profundamente su confianza, adem¨¢s de alterar las se?ales fisiol¨®gicas de hambre y saciedad, evitan cada vez m¨¢s alimentos que dejan de comer, y si los comen, lo hacen en formato atrac¨®n, ya que de nuevo volver¨¢n a estar prohibidos. Estos periodos de restricci¨®n y sobre ingesta no solo provocan un aumento de peso y da?os metab¨®licos, sino que tambi¨¦n deterioran a¨²n m¨¢s su relaci¨®n con la comida, predisponi¨¦ndolos al desarrollo de un TCA, desde una anorexia, bulimia o trastorno por atrac¨®n.
Las causas que originan el comportamiento de los dietantes cr¨®nicos o la permarexia son variadas. El primero es el culto a la delgadez, que se asocia con ¨¦xito y salud en nuestra cultura, y los c¨¢nones de belleza actuales, junto con los estereotipos, son el caldo de cultivo perfecto para fomentar conductas de este tipo. Tambi¨¦n la presi¨®n est¨¦tica. La exigencia de ser joven y delgado ya no se limita a la publicidad y a ciertas revistas femeninas. Hoy, las redes sociales bombardean con miles de mensajes diarios que sugieren que tu cuerpo podr¨ªa ser ¡°mejor¡±, si as¨ª lo deseas.
La proyecci¨®n de un solo tipo de cuerpo como ideal, junto con la negaci¨®n de la diversidad corporal, ha exacerbado este problema. A pesar de que ahora existen m¨¢s representaciones de diferentes tipos de cuerpo, cualquier cuerpo que no se ajuste a los est¨¢ndares ideales est¨¢ sujeto a cr¨ªticas, a menudo bajo la excusa de evitar la ¡°apolog¨ªa de la obesidad¡±.
El uso del IMC (?ndice de Masa Corporal) como indicador principal de salud contribuye a que las restricciones alimentarias, el ejercicio excesivo y los ayunos sean justificados bajo el pretexto de cuidar la salud. Todo lo que se hace en nombre de la salud parece v¨¢lido y es mucho m¨¢s dif¨ªcil de detectar. Por ejemplo, alguien podr¨ªa decir ¡°no como ese dulce porque no es sano¡±, pero detr¨¢s de esa declaraci¨®n podr¨ªa haber un miedo m¨¢s profundo a perder el control que a las propiedades nutricionales del alimento.
Otra causa es la gordofobia estructural y sist¨¦mica y la propia gordofobia interiorizada, esa que no hace sentir miedo a no ser queridos, valorados positivamente sin nuestro cuerpo gana peso, en una sociedad donde el f¨ªsico es una carta de presentaci¨®n, y actualmente, parece que nos define moralmente.
Este fen¨®meno afecta en mayor medida a las mujeres, especialmente en la franja de edad comprendida entre los 18 y los 40 a?os, aunque puede extenderse a lo largo de toda la vida. Generalmente, se comienza a hacer dietas o a limitar el consumo de ciertos alimentos durante la adolescencia, y a partir de ah¨ª se pueden encadenar dietas durante a?os. Tanto la adolescencia como el sexo femenino son factores de riesgo para desarrollar un TCA. ?Casualidad? Lo dudo.
Es com¨²n que los dietantes cr¨®nicos tengan baja autoestima y basen su valoraci¨®n personal en c¨®mo los perciben los dem¨¢s. Pero, sinceramente, ?c¨®mo se puede tener una buena autoestima si constantemente recibimos mensajes de que nuestro cuerpo est¨¢ mal? Esto solo aumenta la insatisfacci¨®n corporal y la verg¨¹enza hacia el propio cuerpo, lo que termina limitando la vida de quienes lo padecen.
La buena noticia es que se puede salir de este bucle perverso, pero hay que parar de hacer dietas restrictivas, ya sean autoimpuestas o pautas por un tercero. Es recomendable acudir a un nutricionista que no tenga un enfoque pesocentrista, que escuche tus necesidades y que haga una pauta totalmente adaptada a ti. Y hay que reunir el valor, para perder el miedo a la comida, pero es que, sin comida, no hay vida.
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