85 a?os del Pato Donald, el segund¨®n tras la sombra de Mickey Mouse
Analizamos las m¨¢s de ocho d¨¦cadas de un personaje que siempre fue una rareza: irascible, celoso y un perdedor consumado que, sin embargo, tiene buen coraz¨®n.
¡°Trabajar con Mickey, Pluto, Goofy y toda la pandilla ha sido siempre muy divertido. Pero como en todas las familias numerosas, tenemos un hijo problem¨¢tico: el Pato Donald¡±. As¨ª hablaba su padre, Walt Disney, de su creaci¨®n m¨¢s at¨ªpica. En el dulce mundo de nubes de algod¨®n del Universo Disney, el Pato Donald siempre fue una rareza: irascible, celoso y un perdedor consumado que, sin embargo, tiene buen coraz¨®n.
Esta semana se celebra su 85 aniversario aunque Donald, como las grandes divas, se quita a?os: su nacimiento se produjo en 1931, en papel; y en 1934, fecha en la que sopla velas, en la gran pantalla, en el corto La gallinita sabia (The Wise Little Hen).
Disney lo necesitaba para crear un contrapunto a Mickey pero tambi¨¦n porque, seg¨²n declar¨® el veterano animador Jack Hannah: ¡°Se hac¨ªa dif¨ªcil encontrar historias para Mickey¡ no pod¨ªas modificar mucho al personaje. Y con Goofy pasaba lo mismo porque era un simple de esp¨ªritu. Donald, en cambio, era muy manejable¡ pod¨ªa ser cualquier cosa¡±.
En La gallinita sabia ya se ve¨ªan otros dos de sus grandes atributos: su capacidad para la vagancia, que le hac¨ªa fingir mal de est¨®mago para no ayudar a la gallinita del t¨ªtulo a plantar semillas; y, por supuesto, su particular estilismo, que le hace ir todo el d¨ªa con sus partes pudendas al aire, que solo se cubre ¨Cextra?amente¨C cuando se pone un ba?ador o cuando sale de la ducha. Todav¨ªa, sin embargo, Donald no era Donald: en 1936 pas¨® por la cl¨ªnica de est¨¦tica y adquiri¨® el aspecto por el que hoy lo conocemos: m¨¢s achaparrado y redondito, menos patoso y con manos de cuatro dedos en vez de plum¨ªferas alas. Con su primer papel protagonista, Don Donald (1937), descubrimos que adem¨¢s era enamoradizo y conocimos al objeto de sus desvelos, una Daisy que por entonces se hac¨ªa llamar Donna y era de origen mexicano, un poco diferente de su cursi compa?era de lacito rosa en la cabeza que pasar¨ªa a la historia. Lo cierto es que, viendo el ¨¦xito, pronto los Donald se convirtieron en una familia numerosa, siendo los m¨¢s famosos el T¨ªo Gilito (el hombre m¨¢s rico de la animaci¨®n, seg¨²n Forbes, con 65.400 millones de d¨®lares), y sus sobrinos Juanito, Jorgito y Jaimito (?esta es pregunta de Boom!). Por entonces, nuestro pato favorito reconocer¨ªa sus problemas de car¨¢cter y acudir¨ªa a cursos de control de ir con La sangre fr¨ªa de Donald (1938) y, en 1940, los animadores lo convertir¨ªan en el personaje m¨¢s rijoso de los cl¨¢sicos de Disney. Incluso le robar¨ªa el dinero a los sobris para irse de shopping y conquistar a Daisy en Loco por Daisy (1950).
De su pereza cong¨¦nita solo le sacar¨ªa la guerra, cuando se convirti¨® en uno de los grandes luchadores contra el nazismo: su rostro decorar¨ªa aviones, tanques y servir¨ªa de reclamo para la venta de bonos con los que financiar la guerra en Europa. Con el corto El rostro del Fuhrer obtuvo su primer y ¨²nico ?scar en 1943, aunque despu¨¦s estar¨ªa nominado en otras 15 ocasiones. Parece que el ¨¦xito le dulcific¨® un tanto el car¨¢cter y, ya durante la d¨¦cada de los 50, se volvi¨® menos protest¨®n pese a sus continuas disputas con las ardillas Chip y Chop. Como premio por su buen comportamiento, la Academia le ofreci¨® copresentar la ceremonia de entrega de los ?scar de 1957. Por supuesto, lo hizo sin ponerse el pantal¨®n del frac. Normal que en 2005 plantara sus propias pezu?as en el cemento fresco del Paseo de la Fama de Hollywood Boulevard.
Su nombre aparece 225 veces en los t¨ªtulos de cr¨¦dito de las producciones de Disney, muchas m¨¢s que las del aburrido Mickey. Por esa extra?a raz¨®n que hace que a la humanidad le fascinen los malotes, ning¨²n otro personaje cl¨¢sico de Disney ha protagonizado tantas pel¨ªculas. Su ¨¦xito ha alcanzado todos los pa¨ªses. En Espa?a fueron especialmente populares las historietas creadas por los italianos de Mondadori. Probablemente, junto con los transalpinos, sean los suecos los que le tienen m¨¢s cari?o: desde 1959, la tradici¨®n del pa¨ªs escandinavo dicta que, adem¨¢s de discutir con la suegra, la familia debe reunirse frente al televisor para ver su especial navide?o. Tal es su fama por esas tierras que incluso en los a?os 90, se fund¨® el Parido del Pato Donald. Nunca gan¨® las elecciones ni se acerc¨® a hacerlo. Esperemos que lo consiga en sus pr¨®ximos 85 a?os. ?Acaso no ser¨ªa genial ver a Daisy como Primera Dama departiendo con Melania?
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