¡°Considerar que dar las campanadas medio desnuda es un acto feminista es un error garrafal¡±
Ana de Miguel cree que el feminismo no debe servir para vender camisetas. El discurso actual, seg¨²n esta fil¨®sofa, debe centrarse en poner los l¨ªmites para que no puedan decir: ?Ella lo consinti¨®?.
El #MeToo, el juicio a La Manada, la gestaci¨®n subrogada y hasta la pol¨¦mica habitual que acompa?a a estas fechas en torno al vestido de Nochevieja de Cristina Pedroche hacen que cada d¨ªa se trasladen a los medios debates que tienen que ver con las definiciones de lo que es hoy el feminismo. La fil¨®sofa Ana de Miguel representa a una corriente que se puede considerar heredera de la Segunda Ola de los 70, antes de que la generaci¨®n X introdujera el lipstick feminism en los 90 y antes tambi¨¦n de que en los ¨²ltimos a?os explosionara una hiperactiva Cuarta Ola, que a¨²n est¨¢ defini¨¦ndose. Pero De Miguel, que adem¨¢s dirige varias tesis sobre pornograf¨ªa y prostituci¨®n, cree que ?si todo vale, nada vale?; que las feministas, todas, ?han de compartir y apoyar un mismo n¨²cleo duro de creencias? y en su libro Neoliberalismo sexual (C¨¢tedra) carga contra ?el mito de la libre elecci¨®n?. Su objetivo es que el movimiento no se banalice.
?Se esperaba la movilizaci¨®n que acompa?¨® al juicio contra La Manada en Pamplona?
S¨ª, porque desde la manifestaci¨®n del tren de la libertad, cuando parec¨ªa que [el ex ministro de Justicia Alberto Ruiz] Gallard¨®n iba a reformar la ley del aborto, he observado un cambio radical en la sociedad. All¨ª ya hab¨ªa much¨ªsimos hombres, muchos chicos y chicas j¨®venes que no proven¨ªan estrictamente del movimiento feminista. La gente ha entendido que ha llegado el momento de decir ?basta?. Pero este apoyo masivo es relativamente nuevo.
Dentro de la sala se oyeron cosas muy duras, como que una mujer que sufre una violaci¨®n no cuelga despu¨¦s en Facebook lemas a favor de la libertad sexual, ni sale con sus amigos, ni se sienta de determinada manera ante el tribunal.
Eso nos muestra que la visi¨®n patriarcal de lo que es un hombre y una mujer sigue prevaleciendo. El sistema de dominaci¨®n, que es extremadamente severo con las mujeres, las ha definido siempre como el complemento del hombre. Pensemos que el gran fil¨®sofo ilustrado, Jean-Jacques Rousseau, que se explica en clase de Filosof¨ªa como el gran igualitario, afirmaba: ?Hacer que nuestras vidas sean f¨¢ciles y agradables; esa es la funci¨®n de las mujeres en todo tiempo y lugar?. Nada define de forma tan breve y eficaz lo que es un sistema de dominaci¨®n. ?Para qu¨¦ quiere la gente el poder? Para eso, para que mi vida sea m¨¢s f¨¢cil y agradable, para que alguien me cuide. Y ese es el papel que nos han adjudicado a las mujeres. En apariencia, no parece muy severo, pero en el fondo lo es. Por eso a¨²n se ven f¨¦minas que han estudiado una carrera y de pronto, se enamoran, se emparejan con un hombre y lo dejan todo.
Ese es un ejemplo bastante extremo. Lo que s¨ª vemos en Espa?a, en proporciones ingentes, es que son las mujeres quienes reducen su jornada al ser madres, y con eso su salario y su posici¨®n y progresi¨®n dentro de su lugar de trabajo.
Es cierto que el ejemplo es extremo, pero la idea que subyace no. El da?o de la sociedad patriarcal radica en que lo que es bueno y valioso para un hombre no es bueno y valioso para una mujer. Tenemos que ir hacia una sociedad en la que la condici¨®n humana sea universal. En la moral sexual se ha visto hist¨®ricamente de manera muy clara: lo que es bueno para el hombre, la promiscuidad en las relaciones, no lo era para una mujer. Para ella lo bueno es cuidar, y no para ¨¦l. La gran Virginia Woolf resumi¨® El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, en una frase que dice: ?Los hombres han convertido a las mujeres en un espejo en el que se ven reflejados al doble de su tama?o?.
A muchos hombres les sigue pareciendo inconcebible identificarse con una mujer. ?Recuerda aquellas encuestas sobre las figuras a las que admiran los adolescentes? Fueron noticia porque hab¨ªa futbolistas y youtubers, pero lo m¨¢s llamativo es que las chicas se reflejaban en hombres y mujeres, pero los chicos solo en hombres, al cien por cien.
Laura Freixas lo explica bien usando el ejemplo de los pitufos. Est¨¢ el pitufo labrador, el poeta¡ ?qu¨¦ interioriza una ni?a? Que la universidad se identifica con lo masculino. Con que haya una pitufina ya representa a todas porque somos las id¨¦nticas. Yo tengo un hijo var¨®n y una hija mujer y he podido comprobar c¨®mo la sociedad se articula para construirlos de manera distinta. Ellos son el centro de la creaci¨®n y las chicas, el complemento. El ser humano neutral es el que va con el pelo corto, sin tacones. A la chica, el mensaje que se le da es: t¨², tal y como eres, eres un hombre pero en defectivo, un error de la naturaleza. No eres suficiente. Ponte un zapato alto, un poco de colorete, no puedes aceptarte como eres. Eso desempodera a las mujeres que de entrada entienden que ellas no son el ser humano neutral. Ellas ya est¨¢n marcadas desde el momento en que nacen y se les ponen pendientes.
A la hora de la verdad, ?no se educa en la igualdad?
Yo he llegado a escuchar en el colegio a una madre que dec¨ªa: ?Nosotras somos peores, m¨¢s malas y retorcidas?. A ese tipo de afirmaciones yo contesto: ?Lo ser¨¦is t¨² y tu hija, porque mi hija y yo somos seres nobles?. No consiento que alguien se atreva a decir esa monstruosidad delante m¨ªo; interiorizamos una barbaridad del sistema patriarcal diciendo indirectamente que ellos son mejores que nosotras y que van de frente y nosotras no.
Usted se opone radicalmente a considerar la prostituci¨®n un ¡®libre intercambio¡¯ que pueda ser legalizado. Sin embargo, no todo el movimiento feminista est¨¢ de acuerdo en este punto.
Hay feministas medi¨¢ticas, o que creen serlo, que dicen cosas c¨®mo: ??Cu¨¢ntas mujeres hay aqu¨ª? ?Cien mil? Entonces hay tantos feminismos como mujeres?. Eso es una banalizaci¨®n y un error te¨®rico de lo que es el feminismo y de lo que ha permitido a las mujeres salir de la opresi¨®n. El feminismo no puede ser la ¨²nica teor¨ªa en la que valga lo mismo una afirmaci¨®n y su contraria. Tiene que tener un n¨²cleo duro de creencias que apoyemos todas las que decimos ser feministas. Si no ser¨ªa como declararse comunista y que dentro del grupo unos pensaran que los obreros son unos vagos y el salario m¨ªnimo una injusticia porque no permite la libre elecci¨®n de trabajar 14 horas por poco dinero.
?Entiende entonces que bajo el paraguas de la libre elecci¨®n se ha diluido lo que significa ser feminista?
Cuando todo vale, nada vale, todo pierde el sentido y el significado. El n¨²cleo duro del feminismo es ir hacia la universalizaci¨®n de la condici¨®n humana y para llegar a eso sigue haciendo falta luchar. La libre elecci¨®n se est¨¢ utilizando para legitimar una estructura de desigualdad. Se entiende mejor en t¨¦rminos econ¨®micos: legitimar leyes, costumbres o acciones porque son producto de la libre elecci¨®n es una locura que deja a los que no tienen poder en manos de los poderosos. ?Qu¨¦ no va a consentir una persona que necesita un empleo? Las normas y los l¨ªmites son fundamentales para protegernos del poder. La lucha del feminismo es la batalla por poner l¨ªmites, para que no puedan decir: ?Es que ella consinti¨®?. Es muy importante que no te cuelen como algo transgresor algo que no lo es. Le pondr¨¦ un ejemplo hist¨®rico. En el siglo XIX llegaban a Madrid chicas del ¨¢mbito rural. Por las noches, el marido, el padre, el hijo se deslizaban en la cama de la criada. ?Ella consent¨ªa? Claro que consent¨ªa. Se quedaba paralizada y si no, tendr¨ªa represalias.
Esa es una muletilla habitual: nadie me ha obligado a hacerlo y por lo tanto, me empodera.
No cualquier cosa que escoja una mujer va a ser feminista. A una mujer le puede empoderar abrir una empresa y dedicarse a explotar a otras mujeres. ?Eso es feminista? Hoy hemos llegado a la tonter¨ªa de decir que todo lo que una mujer decida libremente o le empodere ya es liberador, pero ese planteamiento no resiste el m¨ªnimo an¨¢lisis intelectual. Una mujer que va a dar las campanadas de Fin de A?o y se viste medio desnuda y manifiesta que nunca se ha vestido ni sentido tan libre, por ejemplo. Ella que haga, efectivamente, lo que quiera, pero eso no es un acto que se pueda calificar de feminista. Y sin pretenderlo, puede tener otro tipo de consecuencias como que un empresario diga a sus camareras: ?Vosotras vais a venir a poner las copas medio desnudas, pero, ojo, solo las que quieran. Las que no, pueden marcharse, tengo a otras tantas esperando en la calle que s¨ª querr¨¢n?.
El movimiento #MeToo est¨¢ despertando una enorme bestia dormida, la de los hombres que creen tener derecho a los cuerpos de las mujeres. ?Va a marcar un antes y un despu¨¦s o se corre el peligro de que quede en nada?
S¨ª, va a ser definitivo, en Espa?a por lo menos¡
A decir verdad, aqu¨ª est¨¢ costando que salgan nombres y apellidos.
Quiz¨¢ porque es un pa¨ªs m¨¢s vergonzoso, distinto a la cultura anglosajona, pero la pelea que hay en este pa¨ªs para acabar con la desigualdad de g¨¦nero es impresionante. Implica a agentes desde la prensa, los ayuntamientos, la medicina, desde la ley¡.Creo que con esto va a suceder como con el caso Ana Orantes [la mujer asesinada hace 20 a?os tras aparecer en televisi¨®n, que incit¨® la lucha contra la violencia de g¨¦nero]. Ser¨¢ un punto de inflexi¨®n.
En estos casos, sigue habiendo una gran disonancia entre la opini¨®n p¨²blica y la publicada. Se puede ver muy claramente en las secciones de comentarios en los art¨ªculos sobre agresiones sexuales. Quiz¨¢ no es aceptable poner por escrito en un medio ?ellas se lo buscaron?, pero desde luego en privado mucha gente lo cree.
Desde hace unos a?os estoy desarrollando una teor¨ªa que llamo ¡®de la doble verdad¡¯, en honor al fil¨®sofo Averroes. ?C¨®mo se reproduce la desigualdad entre chicos y chicas en sociedades como la nuestra, formalmente igualitarias, y en las que, con un micr¨®fono delante todo el mundo te va a decir que hombres y mujeres son iguales? Pero nunca cinco chicas hubieran tratado a un hombre como un trozo de carne. No hay simetr¨ªa, no es rec¨ªproco. ?D¨®nde aprende hoy un chico esto? En la pornograf¨ªa. Un adolescente te dir¨¢ que su compa?era es su igual. Pero probablemente tambi¨¦n piense que las chicas son cuerpos que est¨¢n ah¨ª para su disfrute y reconcilia ambas verdades de la misma manera que una persona biling¨¹e transita de una lengua a otra. Ahora dirijo varias tesis doctorales sobre pornograf¨ªa, as¨ª que estoy muy al d¨ªa de todo lo que se encuentra en la red sobre este tema.
?No puede existir el porno feminista?
Creo que no porque el feminismo no es un adjetivo para vender cosas. Est¨¢ habiendo un esfuerzo por banalizar el feminismo como una etiqueta de consumo. Coche feminista, camiseta feminista, vajilla feminista¡ es demencial. En cuanto a la pornograf¨ªa, junto a una alumna doctorada, hemos analizado los tres v¨ªdeos m¨¢s vistos por los espa?oles. Uno es una apolog¨ªa de la violaci¨®n y los otros dos son sexo sin consentimiento. Todos tienen m¨¢s de 50 millones de visitas. Los chicos est¨¢n interiorizando la brutalidad que emana de la pornograf¨ªa, lo que tienen derecho a hacer con ella. Lo ven en el m¨®vil en casa, se lo est¨¢ poniendo la sociedad en las manos. Se les dice que tienen derecho. ?Quiero yo que las mujeres pasen a ver a los hombres como trozos de carne? No, no queremos eso.
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