Cirug¨ªa por el ¡®selfie¡¯: la peligrosa relaci¨®n entre las redes y el f¨ªsico
Verse mejor en las autofotos es el motivo principal para pasar por quir¨®fano. Tambi¨¦n proliferan preocupantes aplicaciones en las que los ni?os se convierten en cirujanos pl¨¢sticos. Analizamos la ¡®peligrosa¡¯ relaci¨®n entre la obsesi¨®n por el f¨ªsico y las redes sociales.
Vivimos una ¨¦poca en la que el f¨ªsico importa m¨¢s que nunca, solo que ¡°se ha convertido en un tab¨² decirlo¡±, as¨ª lo explica Amanda Hess en su reciente columna de The New York Times ¡®I Feel Pretty¡¯, el apogeo del negacionismo de los est¨¢ndares de belleza¡¯. Y los datos lo confirman: solo en 2017 se realizaron 473.000 procedimientos de cirug¨ªa pl¨¢stica facial y corporal en nuestro pa¨ªs (d¨¦cima posici¨®n en cantidad de intervenciones de este tipo a nivel mundial). Una tendencia al alza que cuenta con una nueva motivaci¨®n, ¡°verse mejor en los ¡®selfies¡¯ y en redes sociales¡±, seg¨²n han asegurado en un estudio el 55% de los cirujanos pl¨¢sticos faciales de la Academia Estadounidense de Cirug¨ªa Facial Pl¨¢stica y Reconstructiva. ?C¨®mo conviven esta obsesi¨®n por la propia imagen con mensajes de aceptaci¨®n, tambi¨¦n muy presentes, como el ¡®qui¨¦rete a ti mismo¡¯ o ¡®ama tus ¡®imperfecciones¡¯?
¡°La valoraci¨®n de nosotros mismos y de nuestro autoestima se da en esta sociedad en torno a tres intereses: ser delgados, j¨®venes y atractivos¡±, explica a S Moda Enrique Echebur¨²a, Catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Cl¨ªnica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco. ¡°Hay una gran preocupaci¨®n con el culto al cuerpo. Una persona se siente mejor cuanto m¨¢s atractiva se ve¡±. Aunque esto no es nuevo, se hace m¨¢s latente en plena era ¡®selfie¡¯ y con plataformas como Instagram ¨Cla red social en la que m¨¢s exponemos nuestro f¨ªsico¨C que en menos de dos a?os ha duplicado su n¨²mero de usuarios (a finales de 2017 contaba con 700 millones de ellos activos mensuales).
El problema no es usar las redes, es c¨®mo lo hacemos y en qu¨¦ medida permitimos que nos condicionen. ¡°Los ¡®selfies¡¯, dentro de ciertos l¨ªmites, pueden ser normales y buenos. Recuerdos de una comida, de una relaci¨®n social¡ Pero podr¨ªan ser algo negativo en el momento en el que se plantea una anormalidad¡±, explica Echebur¨²a. Cuando aparecen la adicci¨®n, el exceso y la compulsividad hablamos entonces de ¡®selfitis¡¯. ¡°La necesidad de compartir la foto que me tomo varias veces al d¨ªa (por ejemplo, cinco o m¨¢s) es una manera de compensar la falta de autoestima y el deseo de aprobaci¨®n social. Todo ello utilizando filtros para eliminar las ¡®imperfecciones¡¯, que buscan dar una imagen de ti mismo ¡®mejor¡¯ y cuyo siguiente paso es revisar cu¨¢ntos ¡®me gusta¡¯ consigue. Eso puede denotar que hay un vac¨ªo en la intimidad de la persona e, incluso, puede estar ligado a cuadros cl¨ªnicos como depresi¨®n y ansiedad¡±, dice el Catedr¨¢tico. Trastornos como la dismorfia corporal, un desorden en el que la persona se obsesiona con con un rasgo de su f¨ªsico ¨CKim Kardashian ha reconocido que lo padece¨C, son tambi¨¦n propios de esta conciencia ¡®selfie¡¯.
Resulta dif¨ªcil no caer en la trampa cuando son las propias plataformas las que te invitan a modificar tu imagen desde dentro. ?Qui¨¦n no se ha quedado atrapado unos (o muchos) minutos probando los filtros de Snapchat e Instagram? Ambas redes sociales incluyen, m¨¢s all¨¢ de los efectos de orejitas, algunos con los que instant¨¢neamente se modifica el rostro: alisan la piel, agrandan los ojos, empeque?ecen la nariz y hasta blanquean los dientes sin que nada de eso resulte muy evidente. Y ese mismo efecto es la que despu¨¦s quiere colarse en las cl¨ªnicas est¨¦ticas. ¡°Muchos pacientes nos muestran im¨¢genes propias donde ellos mismos se han retocado los ¡®defectos¡¯ que pretenden eliminar someti¨¦ndose a un procedimiento quir¨²rgico¡±, afirma Blas Garc¨ªa, presidente de la Sociedad Espa?ola de Cirug¨ªa Pl¨¢stica Facial.
Im¨¢genes que se pueden conseguir con aplicaciones gratuitas disponibles en las tiendas online de Apple, Google y Amazon. Muchas de ellas, que se presentan como juegos orientados a menores, simulan el proceso quir¨²rgico completo. Es el caso de Princess Plastic Surgery (Bravo Media Kids) o de Princess Nose Surgery, en las que el ni?o es el doctor. Algo que ha disparado las alarmas de algunos padres que, preocupados por el mensaje que esto env¨ªa a los menores, han creado una petici¨®n en change.org para erradicarlos, ¡®Eliminen las aplicaciones de cirug¨ªa est¨¦tica dirigidas a los ni?os: #lacirug¨ªanoesunjuego¡¯. ¡°Ser padres nunca ha sido f¨¢cil, pero con la tecnolog¨ªa avanzando constantemente y la obsesi¨®n de nuestra sociedad con la apariencia y la perfecci¨®n que se intensifica todo el tiempo, siento que se ha vuelto a¨²n m¨¢s dif¨ªcil criar ni?os seguros de s¨ª mismos y de sus cuerpos¡±, dice Danni Rowlands, creadora de la iniciativa.
La preocupaci¨®n por los menores responde tambi¨¦n a una realidad inquietante. Aunque, seg¨²n explica Blas Garc¨ªa, ¡°el rango de edad donde m¨¢s cirug¨ªas se realizan es entre los 40 y 55 a?os. Est¨¢n increment¨¢ndose notablemente el n¨²mero de cirug¨ªas realizadas en los pacientes m¨¢s j¨®venes, de entre 18 y 30 a?os, que pasan por quir¨®fano para someterse principalmente a rinoplastias, trasplantes capilares (en varones) y, sobre todo, bichectom¨ªas (un procedimiento para eliminar los c¨²mulos grasos situados de las mejillas y conseguir un p¨®mulo m¨¢s marcado)¡±. Y los retoques no quir¨²rgicos tambi¨¦n son, cada vez m¨¢s, cosa de la juventud: los tratamientos para rejuvenecer la piel con b¨®tox y ¨¢cido hialur¨®nico en Espa?a entre los 19 y los 35 a?os suponen el 20% del total.
Pero es esta misma sociedad preocupada por verse bien en redes la que, tambi¨¦n desde ellas, empieza a reivindicar con fuerza el positivismo corporal y la ruptura de los c¨¢nones de belleza a golpe de ¡®hashtag¡¯. Modelos activistas abanderadas de la gordura, como Ashley Graham, y otras que, aunque entran en los est¨¢ndares impuestos tradicionalmente, responden a las presiones a las que sus seguidores les someten. Como el caso de la bloguera Chessie King, que compart¨ªa en Instagram un v¨ªdeo de su cuerpo modificado con Photoshop seg¨²n las cr¨ªticas que recib¨ªa: ?Si cambi¨¢ramos nuestro cuerpo por cada ¡®troll¡¯, escuch¨¢ramos a cada cibermat¨®n, ser¨ªamos monstruos. Ya se tengan 23 seguidores o tres millones, NADIE deber¨ªa tener que lidiar con el habitual odio ¡®online¡±, escrib¨ªa, advirtiendo del peligro que esto puede suponer para la salud mental y f¨ªsica.
¡°En la era del #MeToo, sobre todo las mujeres, est¨¢n reaccionando as¨ª. No quieren someterse ni ser vistas como objetos sexuales. Reivindican el derecho a su aceptaci¨®n y responden a los niveles de perfecci¨®n que imponen las marcas comerciales¡±, apunta Enrique Echebur¨²a. ¡°Que las personas exhiban esto es un movimiento muy positivo, denotan lo que hay en la calle, lo que te encuentras cuando vas a la playa¡±. Para la periodista Amanda Hess el problema es la hipocres¨ªa. ¡°Las expectativas sobre la apariencia femenina nunca han sido tan altas¡±, pero el relato se ha maquillado. ¡°Las entidades corporativas est¨¢n alentando c¨ªnicamente a las mujeres a participar en rutinas de belleza y ejercicio para convertirse en mejores personas, no en las m¨¢s atractivas¡±. La preocupaci¨®n sigue siendo verse ¡®mejor¡¯.
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