Tus recuerdos de la infancia en realidad no existieron
Varios estudios afirman que somos capaces de tener im¨¢genes mentales de situaciones que nunca ocurrieron.
No se preocupe si recuerda haber vivido una infancia en la que paseaba a lomos de un corcel blanco con el cabello recogido en dos coletas (cuando jam¨¢s ha sabido montar a caballo), si cree haber llevado al equipo de f¨²tbol de su colegio a la victoria en el campeonato escolar (cuando fue su hermano peque?o quien marc¨® el gol) o si se considera poseedor de una mente privilegiada capaz de rememorar con detalle sus primeras vacaciones familiares (a pesar de que no levantase m¨¢s de dos palmos del suelo). No est¨¢ solo ni es el ¨²nico capaz de evocar an¨¦cdotas inexistentes del pasado.
¡°El 87% de mis recuerdos de la guarder¨ªa son un plagio de Ramona the Pest¡±. La escritora estadounidense Elizabeth McCracken tuiteaba hace unos d¨ªas esta frase en la que reflexionaba sobre el extra?o parecido entre sus reminiscencias infantiles y las aventuras del personaje de ficci¨®n. Lejos de que su tierna infancia fuese objeto de inspiraci¨®n o de descarada copia para la autora de la novela ¨Checho que se antoja pr¨¢cticamente imposible ya que la escritora naci¨® en 1966 y el libro Romona the Pest fue publicada dos a?os despu¨¦s¨C la explicaci¨®n es mucho m¨¢s sencilla (o bastante m¨¢s compleja): recordamos cosas que jam¨¢s sucedieron. Una foto o un libro pueden generar im¨¢genes mentales que nunca tuvieron lugar fuera de nuestra imaginaci¨®n.
Elizabeth Loftus, una cient¨ªfica y psic¨®loga cognitiva de la Universidad de California, Irvine, da respuesta a la paradoja. Su amplia investigaci¨®n sobre la maleabilidad de la memoria, especialmente en los ni?os, concluye que, en muchos casos, somos nosotros los art¨ªfices de lo que rememoramos. ¡°Recogemos informaci¨®n y la utilizamos para 'crear' nuestros recuerdos o contaminar los que tenemos. La desinformaci¨®n externa y la sugesti¨®n juegan papeles importantes en el proceso", explica a S Moda. Es probable, por tanto, que creamos recordar con nitidez nuestro tercer cumplea?os cuando lo que en realidad evocamos son las fotos que hemos visto a posteriori. Del mismo modo, es factible que an¨¦cdotas de la infancia que en realidad le ocurrieron a familiares, amigos o incluso personajes de ficci¨®n sean consideradas como propias.
El colmo de la contrariedad, con el consiguiente peligro, llega al descubrir que es posible sugestionar a otra persona para que recuerde algo que jam¨¢s vivi¨®. "En el caso de los ni?os menores de seis a?os los procesos de control de la realidad no se han desarrollado del todo y son m¨¢s vulnerables a que sugerencias de informaci¨®n se incorporen a su mente como vivencias", nos explica el profesor Antonio L. Manzanero, experto en Psicolog¨ªa del Testimonio y profesor de la Universidad Complutense. Sin embargo, "ya que los falsos recuerdos no solo se dan por inducci¨®n sino por errores de los propios procesos normales de memoria, tambi¨¦n pueden producirse en la edad adulta", contin¨²a.
As¨ª lo corrobora un experimento llevado a cabo por Loftus a mediados de los 90. 'Perderse en un centro comercial', algo que muchos peque?os han experimentado en su infancia, fue la vivencia que la psic¨®loga intent¨® recrear en la mente de 24 individuos con edades comprendidas entre los 18 y los 53 a?os. El equipo de investigaci¨®n detall¨® por escrito, con ayuda de los familiares de los voluntarios, tres eventos que estos vivieron durante su ni?ez. Adem¨¢s, a?adieron a la lista una cuarta situaci¨®n inventada: un despiste en unos grandes almacenes que les llev¨®, a la edad de cinco a?os, a estar separados de sus padres durante un periodo de tiempo prolongado. Despu¨¦s de leer cada historia, los participantes escribieron lo que recordaban sobre cada una. El 68% de las an¨¦cdotas reales fueron descritas con acierto, pero lo llamativo fue que siete de los 24 individuos (29%) tambi¨¦n afirmaron acordarse del evento falso.
Estudiantes de la Universidad Western Washington fueron sometidos a un experimento parecido con resultados similares. Como en el caso anterior, los sujetos fueron animados a recordar varios eventos reales de su pasado y uno falso (un ingreso en el hospital por fiebre alta o una fiesta de cumplea?os con payasos y pizza). Mientras que ninguno de los participantes record¨® la haza?a ficticia en la primera entrevista, el 20% afirm¨® tener un vago recuerdo en la segunda. Uno de ellos coment¨® que incluso era capaz de evocar c¨®mo fue su hospitalizaci¨®n, qu¨¦ familiares le visitaron y hasta c¨®mo era el m¨¦dico que lo atendi¨®. As¨ª, pasaron de manifestar que ¡°no recordaban nada¡± a dar detalles concretos de un acontecimiento que jam¨¢s protagonizaron.
Ambos experimentos demuestran c¨®mo es posible crear un recuerdo falso y c¨®mo esto podr¨ªa ocurrir fuera del campo de la investigaci¨®n, en entornos del mundo real. Por otra parte, el estudio evidencia que la gente puede ser llevada a recordar su pasado de diferentes maneras. Por tanto, ¡°bajo las circunstancias adecuadas falsos recuerdos pueden ser inculcados con bastante facilidad en ciertos individuos¡±, seg¨²n afirma la autora de la investigaci¨®n.
En el caso del experimento 'perdido en el centro comercial', uno de los factores que ayuda a la implantaci¨®n de falsos recuerdos es la corroboraci¨®n del hecho por parte de un familiar o persona cercana. Es algo similar a lo que ocurre cuando alguien termina por confesar una fechor¨ªa que no ha cometido solo porque un supuesto testigo afirma haberle pillado con las manos en la masa.
As¨ª lo ratific¨® un estudio realizado por el psic¨®logo Saul M. Kassin y su equipo. El doctor acus¨® a los participantes de haber estropeado un ordenador por pulsar la tecla equivocada. Aunque todos eran inocentes y as¨ª lo mantuvieron en un primer momento, muchos de ellos no dudaron en firmar su confesi¨®n cuando un tercero afirm¨® haberles visto apretando el teclado. Algunos incluso llegaron a interiorizar su culpa y comenzaron a dar detalles del acto, una muestra de c¨®mo una incriminaci¨®n falsa puede llevar a la aceptaci¨®n de un delito no cometido e incluso a desarrollar recuerdos que respalden un sentimiento de culpa. "Aunque desde los a?os 70 hasta la actualidad se han tratado de desarrollar procedimientos para diferenciar entre recuerdos reales y ficticios, no han dado los resultados esperados. Por eso en investigaciones judiciales es necesario contrastar los recuerdos con fuentes fiables", enuncia Manzanero.
Pero, ?cualquier persona es susceptible de tener falsos recuerdos? ¡°Lo cierto es que s¨ª ¨Cexplica la experta¨C aunque los sujetos m¨¢s propensos a desarrollarlos son aquellos que tienden a tener lapsos de memoria o d¨¦ficit de atenci¨®n, nadie est¨¢ a salvo de experimentarlos¡±, termina. El hecho de que un individuo sea presionado o tenga problemas de memoria, aumenta las posibilidades de sufrir este tipo de episodios.
Sin embargo, no est¨¢ del todo claro por qu¨¦ es tan f¨¢cil implantar recuerdos falsos ni qu¨¦ pasa exactamente en el cerebro cuando se desarrollan. S¨ª se conoce que la actividad neuronal es similar a la que tiene lugar cuando se rememoran episodios reales.
Seg¨²n Brock Kirwan, un neurocient¨ªfico que estudia la memoria en la Universidad Brigham Young, ¡°todos los recuerdos que tenemos, incluso los de verdad, no son nunca reproducciones exactas de lo que pas¨® realmente. Esto es positivo en cierto modo porque no necesitamos detalles triviales, pero tambi¨¦n es malo porque puede dar lugar a errores o a mezclar diferentes historias¡±. Este tipo de experiencias han llevado en varios casos a malinterpretar hechos o a crear falsos culpables. En los a?os 90 tuvo lugar un experimento de dudosa ¨¦tica en Estados Unidos que arroja luz en este sentido. Personas adultas fueron incitadas por sus terapeutas a rememorar supuestos episodios de maltrato perpetrados por sus padres durante su infancia. As¨ª los doctores consiguieron dar explicaci¨®n a los traumas psicol¨®gicos que presentaban sus pacientes. El escritor especialista en divulgaci¨®n cient¨ªfica Michael Shermer recoge con escepticismo esta y otras historias protagonizadas por falsas creencias en el libro titulado Por qu¨¦ creemos en cosas raras.
Ya que la memoria es constructiva y todos los recuerdos tienen al menos una (gran) parte de irrealidad, debemos otorgar el justo peso e importancia a los pensamientos del pasado que surcan nuestra mente en el presente. Como nos cuenta la propia Loftus, ¡°sin corroboraci¨®n externa o independiente, nunca podemos estar totalmente seguros de nuestros recuerdos¡±.
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