Elsa Peretti, mujer de ¨¦lite
Maniqu¨ª en el Nueva York de Halston y Warhol, protagonista de una foto ic¨®nica de Newton y transgresora con sus creaciones para Tiffany?&?Co., a sus 71 a?os sigue siendo toda una revolucionaria.
Elsa, la m¨¢s joven de las hijas de Nando Peretti, magnate del petr¨®leo y fundador de API ¨CAn¨®nima Petr¨®leo Italiano¨C, manifest¨® pronto su talento y personalidad alejada de convenciones. ?Nac¨ª en el a?o 1940, con una madre muy guapa, que ten¨ªa un estilo extraordinario. Sus prendas eran impecables y me acostumbr¨® a ir perfecta. Los primeros a?os de mi vida usaba la ropa de mi hermana, seis a?os mayor, o me llevaban a unas costureras que insist¨ªan en hacerme vestidos muy largos para que me duraran tiempo?, explica.
A los 18 se hab¨ªa ganado el derecho a ir a un buen costurero como Capucci, la suya era una cl¨¢sica familia burguesa de la Italia de los 50. ?Mi madre se vest¨ªa entonces en los mejores modistos de Roma y a m¨ª me hac¨ªa dos trajes al a?o. La recuerdo bebiendo t¨¦, rodeada de libros y de amigos con los que manten¨ªa largas tertulias. Era una intelectual. Pintaba, escrib¨ªa. Muy fumadora, como yo?. Sus conflictos generacionales se suavizan en el recuerdo. ?Ahora la entiendo mejor. Creo que para una mujer como ella estar ligada a un hombre de negocios debi¨® de ser duro. Mi padre, claro, no se enteraba de nada?.
A los 21, Elsa se escap¨® de casa. ?No aguantaba a nadie. Me fui a Suiza donde ejerc¨ª como maestra de italiano, monitora de esqu¨ª y otras cosas divertidas?. La elecci¨®n de ir a vivir a Barcelona ¨Ctras estudiar dise?o interior y trabajar en el estudio milan¨¦s del arquitecto Dado Torrigiani¨C fue ?un impulso?. ?Mi vida pertenece a mucha gente de la que he aprendido y a la que he escuchado con placer?, confiesa. ?Los j¨®venes ten¨ªamos entonces los ojos y o¨ªdos muy abiertos y Torrigiani era un hombre excepcional. Lament¨® que me fuera, pero yo sab¨ªa que un estudio de arquitectura no era lo m¨ªo?.
Una de sus bibliotecas con ejemplares de libros de arte de distintas ¨¦pocas. Algunos heredados, otros adquiridos por ella.
Antoni Bernad
Con una timidez que le hac¨ªa bajar la mirada ante la c¨¢mara y un f¨ªsico escultural empez¨® a trabajar como modelo con los fot¨®grafos Oriol Maspons y Leopoldo Pom¨¦s. ?Entonces conoc¨ª a Dal¨ª, nos hicimos amigos ¨Cme gustar¨ªa tenerlo ahora para poder conversar con ¨¦l¨C. Era la ni?a mimada de Barcelona, aunque tuve un amor dif¨ªcil con el escultor Xavier Corber¨®?.
Sant Mart¨ª Vell, la libertad pura. Charlamos sobre su vida en su casa actual, en Sant Mart¨ª Vell, un pueblo de Gerona con casas de piedra que ha restaurado y que le descubri¨® la fot¨®grafa Colita a finales de los 60, cuando estaba en ruinas. ?Me hab¨ªa trasladado a Am¨¦rica y, en medio de la sofisticaci¨®n neoyorquina, esto era la aventura. No hab¨ªa luz ni agua corriente?.
Aqu¨ª vive, conserva su colecci¨®n de arte y aloja a sus amigos. ?Estoy orgullosa pero he trabajado duro, la restauraci¨®n ha sido lenta y cara?.
Tiene otras residencias en Roma, Montecarlo, Barcelona y conserva el apartamento de Halston en Nueva York. ?A Montecarlo no le encuentro sentido ir tras la muerte de mi padre, solo ves chihuahuas. A Nueva York me cuesta viajar desde el ataque a las Torres porque no te dejan ni encender un pitillo. Si los env¨ªas a hacer pu?etas, puedes acabar directamente en la c¨¢rcel?.
Foto que Helmut Newton le hizo en Manhattan y fotograf¨ªa infantil de Elsa, que sirvi¨® de inspiraci¨®n a Warhol para hacerle un retrato que le regal¨®.
Antoni Bernad
Lleg¨® a Nueva York en 1968. ?Una ¨¦poca hist¨®rica interesante?, afirma. ?Intelectuales, dise?adores y fot¨®grafos est¨¢bamos unidos, nos critic¨¢bamos sin problemas y no sufr¨ªamos la presi¨®n econ¨®mica de hoy?. Su amistad con los creadores de moda Sant¡¯Angelo y Halston es legendaria. ?Sant¡¯Angelo era un entusiasta. El primero que me apoy¨® cuando decid¨ª dise?ar?. Para ¨¦l cre¨® su Bottle. ?Imagina una camiseta ajustada con una falda plisada estilo Fortuny y un colgante al cuello con forma de botella: el ¨¦xito fue absoluto. La gente me paraba en el metro. En Europa se prefiere lo exclusivo; si lo tienes t¨², no lo quiero yo. En Am¨¦rica es todo lo contrario, si lo tienes t¨², tambi¨¦n lo quiero yo?.
Halston le present¨® a Harry Platt, presidente de Tiffany?&?Co., en 1974. Elsa entr¨® a formar parte del equipo de dise?o de la compa?¨ªa. Utilizar plata fue su primera innovaci¨®n, que se consider¨® muy esnob. Luego cristal, seda, laca japonesa¡ Joyas y objetos sensuales inspirados en la naturaleza y el cuerpo humano, fruto de su refinada capacidad creativa. ?Pruebo siempre las joyas que dise?o. Ahora llevo un zafiro para el que he ideado una montura ligera?, explica. La primera pieza para Tiffany?&?Co. fue Bone. ?La hice con Abad, un platero con el que pasamos noches enteras trabajando?, recuerda. ?Colaborar con artesanos es fascinante. Uno puede ser un artista, pero si la persona que ejecuta no tiene alma, no sale nada?.
En mayo viajar¨¢ a China donde Tiffany?&?Co. inaugurar¨¢ 12 tiendas. ?Los artesanos chinos tienen unas manos excepcionales. Espero estar all¨ª un tiempo. Necesito reflexionar sobre el mundo actual y poder crear algo en consonancia?.
Colecci¨®n de piezas de laca y clutch de plata Bean, todo dise?ado por Elsa para Tiffany?&?Co.
Antoni Bernad
Foto de Toni Bernad de 1965 en la que Elsa posa con Josep Bohigas, hijo del arquitecto Oriol Bohigas.
Antoni Bernad
Lujo ¡®vintage¡¯ Capa de Halston, sandalias de Yves Saint Laurent de 1978, abrigos de seda de Del Pozo y de Ralph Rucci Chado. Camisas de Toni Mir¨® y Bel.
Antoni Bernad
Elsa con Yuki, una perrita pequinesa que compr¨® en Hong Kong
Antoni Bernad
Retrato de su madre en Parma.
Antoni Bernad
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