Somn¨ªferos, alcohol y un amor t¨®xico: el tr¨¢gico final de Judy Garland, la voz de ¡®Over the rainbow¡¯
El filme ¡®Judy¡¯ lleva a las pantallas la estancia de la ganadora del Oscar en la capital brit¨¢nica, evidenciando un declive f¨ªsico y emocional que desembocar¨ªa en su fallecimiento.
Esta historia, como Woodstock, el asesinato de Sharon Tate o la llegada a la luna, tambi¨¦n ocurri¨® en el hoy omnipresente verano de 1969. Pocas horas despu¨¦s de su muerte, el cr¨ªtico de cine m¨¢s respetado de siempre, Roger Ebert, public¨® un obituario en el que resum¨ªa as¨ª los ¨²ltimos meses del mito: ¡°Consigui¨® convertirse en una de las mayores estrellas, pero cuando Judy Garland falleci¨® este domingo en Londres poco de eso quedaba ya. Solo dolor, vulnerabilidad y recuerdos¡±. La suya es recordada como una de las vidas m¨¢s tr¨¢gicas del s¨¦ptimo arte, una v¨ªctima del mismo sistema cruel e implacable que la concibi¨®. La Metro Goldwyn Mayer la convirti¨® en una estrella internacional con apenas 17 a?os en El mago de Oz, pero tambi¨¦n en una esclava, dirigida sin atisbo de humanidad, cuya ¨²nica misi¨®n era la de cumplir con los planes de rodaje. Con la connivencia de unos padres que no supieron o quisieron ver m¨¢s all¨¢ del negocio, le suministraron todo tipo de drogas (estimulantes, antidepresivos, somn¨ªferos¡), controlaron su dieta de forma estricta, sufri¨® varios episodios de acoso sexual y hasta fue vigilada por esp¨ªas. Dec¨ªan que con 11 a?os cantaba con el desgarro de una mujer tres veces mayor que ella. Lo mismo puede decirse del desgarro con el que vivi¨® despu¨¦s. Garland ten¨ªa solo 46 a?os cuando aterriz¨® en la capital brit¨¢nica para ofrecer los que ser¨ªan los ¨²ltimos conciertos de su carrera, pero la costosa factura de pasar a la eternidad como la voz de Over the rainbow le hac¨ªa aparentar much¨ªsimos m¨¢s. La historia de lo ocurrido all¨ª hace medio siglo, el amargo ep¨ªlogo de la estrella destruida, llega ahora a las salas.
Tras casi una d¨¦cada alejada de la primera plana, la ganadora del Oscar Ren¨¦e Zellweger vuelve ahora a escribir su nombre en las quinielas de la temporada de premios gracias a su interpretaci¨®n de la inolvidable actriz de filmes como Ha nacido una estrella. Judy, que ver¨¢ la luz en los cines espa?oles a principios de 2020, ya lidia con la pol¨¦mica una vez que la mism¨ªsima Liza Minelli asegura que no ha avalado ni participado en la pel¨ªcula y que jam¨¢s ha tenido ning¨²n tipo de contacto con la propia Zellweger sobre la aproximaci¨®n a la figura de su madre. Estrenado en el festival de cine de Telluride, el filme dirigido por Rupert Goold cuenta el viaje de Garland a Londres para ofrecer cinco semanas de actuaciones ¨Ccon todas las entradas vendidas¨C en el club restaurante Talk of the town, exhibiendo un deterioro f¨ªsico y mental que no hac¨ªa sino anticipar el fatal destino que se avecinaba pocos meses despu¨¦s.
Garland aterriz¨® en el aeropuerto de Heathrow en diciembre de 1968. Lo hizo con varios intentos de suicidio frustrados a sus espaldas y completamente arruinada, perseguida por la Hacienda estadounidense y por un buen n¨²mero de promotores que la demandaban por incumplimiento de sus contratos. Una vez que Hollywood decidi¨® renegar por completo de ella a principios de la d¨¦cada, la artista intentaba ganarse la vida actuando de ciudad en ciudad, vendiendo en los carteles un aura de estrella ya extinto. ?En 1967, cien mil personas fueron a ver su actuaci¨®n en Boston al aire libre, a pesar de una lluvia torrencial. Pero un a?o despu¨¦s, las cosas le iban tan mal que estaba cantando en un peque?o bar de Manhattan por 100 d¨®lares la noche?, narra el escritor Gerald Clarke en la biograf¨ªa Get Happy: The Life of Judy Garland.
En Londres, la artista no encontr¨® un hogar temporal o un retiro dorado, sino un refugio de compasi¨®n. ¡°No s¨¦ si la ciudad todav¨ªa me necesita, pero yo si la necesito a ella. La gente me comprende y no noto la crueldad que tan a menudo siento en los Estados Unidos¡±, declar¨® al Sunday Express. El acuerdo con el club se extend¨ªa durante cinco semanas por valor de tres mil libras cada una, lo que actualmente equivaldr¨ªa a una cifra cercana a los 55.000 euros semanales. Para la que una vez fuera la mayor estrella sobre la tierra, ganadora de Oscar y Grammy, tener que actuar cada noche mientras los comensales charlaban entre ellos o degustaban una cr¨¦me br?l¨¦e era la met¨¢fora perfecta de la extrema decadencia que hab¨ªa alcanzado su carrera. Seg¨²n cuenta Ebert, una noche los espectadores incluso llegaron a lanzar al escenario panecillos despu¨¦s de que no consiguiera terminar la canci¨®n que pon¨ªa el broche de oro a todas las veladas, la incunable Over the rainbow. M¨¢s all¨¢ del atractivo de ver en persona a un icono del cine, la decepci¨®n era la t¨®nica general en el patio de butacas. Llegaba tarde y se iba pronto, por lo general ebria, luciendo una voz casi tan desencajada como su propio rostro.
El deterioro de la int¨¦rprete aquellos d¨ªas se aceleraba a pasos agigantados. Adem¨¢s de su a?eja adicci¨®n al alcohol y a las drogas ¨Csobre todo barbit¨²ricos, para paliar su insomnio cr¨®nico¨C, tambi¨¦n se encontraba enfrascada en la lucha por la custodia de los dos hijos que tuvo con el que hab¨ªa sido su manager y tercer marido, Sidney Luft. Se cas¨® cinco veces, la ¨²ltima a los pocos d¨ªas de llegar a la capital brit¨¢nica con el m¨²sico Mickey Deans. Exresponsable de una discoteca, se conoc¨ªan desde hac¨ªa un par de a?os y, camuflado de m¨¦dico personal, hab¨ªa pasado a convertirse en su surtidor de drogas de confianza. Ella declar¨® ante los medios que era la primera vez que ¡°estaba enamorada de verdad¡±. Rosalyn Wilder, la asistente de producci¨®n que acompa?¨® a Garland durante su residencia londinense, calific¨® a Deans como un ¡°hombre terrible¡±. ¡°Si hubiera puesto un anuncio en el peri¨®dico para buscar a la persona menos adecuada para hacerse cargo de ella, no podr¨ªa haber tenido una mejor respuesta¡±.
La cantante ofreci¨® un concierto m¨¢s en Copenhague, a la postre el ¨²ltimo de su carrera. Para entonces, como escribir¨ªa Peter Lennon en The Guardian, solo era una ¡°pat¨¦tica y devastada drogadicta¡±. La ma?ana del 22 de junio, fue el propio Deans quien encontr¨® el cuerpo inerte de Garland en el ba?o de su residencia situada en el exclusivo barrio de Belgravia. Acababa de cumplir 47. La autopsia determin¨® que el fallecimiento se debi¨® a una sobredosis de barbit¨²ricos. Por accidente o por voluntad, la actriz se hab¨ªa levantado en mitad de la noche para ingerir una nueva dosis de Seconal que termin¨® resultando fatal.
Su funeral en el Upper East Side fue un acontecimiento multitudinario al que acudieron m¨¢s de veinte mil personas. Hasta nuestros d¨ªas ha llegado el mito de que fue la rabia por su fallecimiento la chispa que encendi¨® la mecha del activismo gay tal y como lo conocemos. Considerada como el primer gran referente popular del colectivo (la tildaban como ¡°la Elvis de los gays¡±), lo cierto es que un buen n¨²mero de homosexuales estadounidenses se hac¨ªan la pregunta en clave ¡°?Eres amigo de Dorothy?¡± para reconocerse entre ellos, en referencia a su personaje en El mago de Oz.
Aunque muchos expertos son esc¨¦pticos en cuanto a la correlaci¨®n, hist¨®ricamente se ha relacionado la histeria provocada durante el funeral de Garland con los legendarios disturbios de Stonewall, que tuvieron lugar solo unas horas despu¨¦s de la ceremonia y marcaron un antes y un despu¨¦s en la lucha del colectivo LGTB. Otras afirmaciones sostienen que la bandera arco¨ªris, dise?ada por el artista Gilbert Baker, fue creada tomando como referencia el Over the rainbow de Garland. Si en su tr¨¢gica vida se mostr¨® incapaz de atravesar el anhelado arco¨ªris, en su recuerdo queda la certeza de que fue imprescindible para que muchos otros s¨ª consiguieran hacerlo.
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