As¨ª fueron los salvajes a?os finales de la princesa Margarita en la isla de Mustique
La hermana de Isabel II se enamor¨® de este paradisiaco lugar tan pronto lo visit¨® por primera vez en 1960. No solamente pidi¨® que le construyeran una casa, sino que estando todav¨ªa casada tambi¨¦n fue el escenario de su relaci¨®n con el joven Roddy Llewellyn.
Cuando el arist¨®crata Colin Tennant, el tercer bar¨®n Glenconner, compr¨® en 1958 por 45.000 libras una ex¨®tica isla caribe?a al norte de Venezuela, su esposa Anne pens¨® que hab¨ªa perdido la cabeza. En aquel islote de seis kil¨®metros cuadrados que bautiz¨® como Mustique (b¨¢sicamente, porque estaba infestado de mosquitos) apenas pod¨ªan vislumbrarse unos pocos cultivos de algod¨®n. Por no haber, ni hab¨ªa agua potable ni ninguna infraestructura el¨¦ctrica. Pero a pesar de ello, ¨¦l se marc¨® una meta: convertir ese pedazo de tierra en la residencia predilecta de los m¨¢s acaudalados. Tras construir un a?o despu¨¦s de su llegada un primitivo aeropuerto, as¨ª como su propia casa, los Tennant asentaron los cimientos de lo que terminar¨ªa siendo uno de los negocios inmobiliarios m¨¢s exitosos de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Aquel bohemio para¨ªso impenetrable para la prensa, de inmediato, llam¨® la atenci¨®n de la princesa Margarita. El flechazo aconteci¨® en 1960, el a?o en el que la hermana menor de Isabel II protagoniz¨® la primera boda real televisada de la historia. Tras darse el ?s¨ª, quiero? con el fot¨®grafo Antony Armstrong-Jones (a quien le otorgaron el t¨ªtulo de lord Snowdon), la pareja se embarc¨® en un viaje de seis semanas por el Caribe en el yate Britannia. Anne, que adem¨¢s de su amiga y confidente fue su dama de honor en la Abad¨ªa de Westminster, les propuso que hicieran una parada en Mustique. Nada m¨¢s anclar el barco, los reci¨¦n casados se dieron un ba?o. Al parecer, como la propia Anne?cont¨®?en el libro?Lady in Waiting, al salir de aquellas aguas turquesas el traje de ba?o de Margarita se transparent¨® de tal manera que dej¨® poco a la imaginaci¨®n. Su respuesta fue para enmarcar: ?No me importa. Si quieren mirar, pueden mirar?.
Durante los d¨ªas que pasaron all¨ª no les qued¨® otra que ducharse con unos cubos de agua que colgaban de unos ¨¢rboles. Y tampoco fueron precisamente recibidos con un opulento banquete: para comer solo hab¨ªa pescado y alguna que otra lata de conservas. Contra todo pron¨®stico, a ella le fascin¨® la experiencia. Tal fue as¨ª que, justo en su ¨²ltima noche de aquella luna de miel, cuando el propio Colin le pregunt¨® ??quiere algo en una cajita o prefiere un pedazo de tierra??, Margarita respondi¨®: ?Oh, creo que un pedazo de tierra ser¨ªa maravilloso?. A Antony la propuesta no le hizo ni pizca de gracia. Es m¨¢s, se sabe que se refer¨ªa a la isla con muy mala baba como ?Mustake? (juego de palabras entre el nombre oficial y mistake, error en ingl¨¦s). Nunca m¨¢s volvi¨® a pisarla.
No ser¨ªa hasta a?os despu¨¦s, concretamente a principios de 1968, cuando Margarita llamar¨ªa a Colin para exigirle su tard¨ªo regalo de boda: ??Realmente dec¨ªas en serio lo de las tierras??. ?S¨ª?, fue su respuesta. ??Y viene con una casa??, replic¨® ella por su parte. Ante su entusiasmo, el bar¨®n cumpli¨® sus deseos. Pocos meses despu¨¦s de aquella llamada volvi¨® a Mustique. Acompa?ada de Colin y Anne, y ataviada con un simple pijama, le mostraron Gelliceaux Point, el punto m¨¢s alto y de dif¨ªcil acceso del islote. Justo ah¨ª concluyeron en 1972 las obras de Les Jolies Eaux, una villa de estilo neogeorgiano con cinco dormitorios, dos piscinas y muebles austeramente blancos. Desde entonces nuestra protagonista empez¨® a frecuentar la mansi¨®n dos veces al a?o, en los meses de octubre o noviembre y en febrero. La princesa d¨ªscola, a miles de kil¨®metros de Londres, al fin hab¨ªa hallado ese anhelado hogar en el que pod¨ªa sentirse libre.
A principios de los setenta en Mustique resid¨ªan poco m¨¢s de una docena de familias. Cada tarde, sin excepci¨®n, los propietarios se turnaban para organizar en sus casas las mejores fiestas de la ¨¦poca. Habitualmente jugaban a las cartas hasta altas horas de la madrugada y bailaban como si no hubiera un ma?ana. El alcohol tambi¨¦n corr¨ªa a granel. Quienes compartieron aquellas veladas con Margarita afirman que nunca faltaba en la mesa una buena botella de Famous Grouse, su marca de whisky favorita, y dos cajetillas de tabaco. Tambi¨¦n sol¨ªan disfrazarse, ya que Colin era de los que ve¨ªan la vida como un carnaval perpetuo.
?C¨®mo se comportaba en petit comit¨¦ la princesa? ?Pod¨ªa ser muy salvaje y desenfrenada. Y pod¨ªa ser muy dif¨ªcil. Le gustaba que la cortejaran y la cuidaran. Si se sent¨ªa bien atendida, era divertida?, apuntan varias fuentes. Tambi¨¦n cuentan que, ante todo, ?era una persona de la realeza?. De hecho, aunque estuviera con personas de su m¨¢xima confianza, nadie ten¨ªa permitido darle un beso o un abrazo. Asimismo, hab¨ªa que dirigirse a ella como ?su alteza real? y, en el caso de encontr¨¢rsela en la playa recogiendo conchas, no quedaba otra que saludarla con una reverencia. A esto ¨²ltimo solo estaban obligados los brit¨¢nicos; los estadounidenses, si quer¨ªan, pod¨ªan saltarse este tr¨¢mite protocolario. Lo que todos coinciden, eso s¨ª, es que a Margarita le encantaba estar rodeada de hombres. Cuanto m¨¢s j¨®venes, mejor.
Estando a¨²n casada, en 1973 los Tennant le presentaron en su finca escocesa a un jardinero paisajista llamado Roddy Llewellyn. ?l ten¨ªa 26 a?os; ella, 43. Anteriormente, la prensa brit¨¢nica ya hab¨ªa especulado con la posibilidad de que Margarita le hubiese sido infiel a lord Snowdon con nombres tan variopintos como Mick Jagger, Peter Sellers, Warren Beatty o el actor John Bindon, de quien corre la leyenda que en Mustique presum¨ªa de levantar las jarras de cerveza con una parte de su anatom¨ªa que no eran precisamente sus brazos. Sin embargo, lo de Roddy era diferente.
Intentaron ocultar su amor de la mejor manera que pudieron, pero en 1976 el desaparecido News of The World public¨® en exclusiva unas fotograf¨ªas de ambos compartiendo m¨¢s que un ba?o en una de las paradisiacas playas de la isla. El esc¨¢ndalo estaba servido. Antony Armstrong-Jones tambi¨¦n ten¨ªa una amante, Lucy Lindsay-Hogg, la exesposa del cineasta Michael Lindsay-Hogg. Pero a diferencia de Margarita, a ¨¦l nadie le pill¨® in fraganti. Aunque todo el mundo sab¨ªa que su matrimonio no era tan id¨ªlico como hac¨ªan ver de cara a la galer¨ªa, aquellas instant¨¢neas fueron el detonante de su divorcio en 1978, el primero de un miembro de la realeza brit¨¢nica desde que en 1533 hiciera lo propio Enrique VIII. Margarita, ya sin ataduras, tuvo v¨ªa libre para continuar con Roddy. No obstante, con lo que no contaba es que su joven conquista, en 1981, le confesar¨ªa que se estaba viendo con Tatiana Soskin, la mujer del productor de cine Paul Soskin. Dicha confesi¨®n tambi¨¦n ocurri¨® en Mustique. Aquello fue un dur¨ªsimo golpe para ella.
En el mismo 1976, la paradisiaca isla dej¨® de ser un secreto para la mayor¨ªa de los mortales por otro motivo m¨¢s hedonista. Aquel a?o, con motivo del 50? aniversario de Colin Tennant, se celebr¨® la fiesta m¨¢s sonada que a¨²n se recuerda. M¨¢s all¨¢ de pintar y rociar con falso oro la playa de Macaroni Beach, el bar¨®n contrat¨® a unos fornidos lugare?os de la zona, vestidos con poco m¨¢s que una c¨¢scara de coco a modo de taparrabos, para entretener a sus exclusivos comensales. Las fotograf¨ªas de aquella noche, en las que se pod¨ªan ver a Margarita pas¨¢ndoselo pipa, pronto llegaron a los rotativos brit¨¢nicos. De este modo naci¨® la leyenda de Mustique, el lugar donde los m¨¢s extravagantes siempre ser¨ªan bien recibidos. En parte era cierto, pero la juerga no fue m¨¢s que una fabulosa estrategia de marketing orquestada por Tennant para atraer a otros tantos ricos y famosos. La jugada le sali¨® redonda. Tras el fiest¨®n, Mick Jagger y David Bowie se apresuraron a construir sus propias mansiones en esa ind¨®mita tierra. Despu¨¦s de ellos muchos otros siguieron sus pasos.
Incluso la reina Isabel II cay¨® rendida a los encantos de Mustique. En 1977, junto a su esposo, se instal¨® durante unos d¨ªas en Les Jolies Eaux. Quer¨ªa ver con sus propios ojos aquel para¨ªso del que tanto le hab¨ªa hablado su hermana. Seg¨²n el testimonio de Anne Tennant, el duque de Edimburgo nada m¨¢s llegar le dijo a Colin ?veo que has arruinado la isla?. Al irse su opini¨®n cambi¨® radicalmente: ?Me gusta mucho su isla. Me encant¨® el tiempo que he pasado aqu¨ª?, le hizo saber.
Margarita fue m¨¢s feliz que nunca durante las largas temporadas que pas¨® en Mustique. Ah¨ª encontr¨® su remanso de paz, una v¨ªa de escape fuera de las g¨¦lidas calles de Londres. Lo que no imaginaba es que su sue?o, de forma inesperada, se truncar¨ªa en 1999: accidentalmente se quem¨® los pies en la ba?era de su casa. En un primer momento se neg¨® a ser atendida por un m¨¦dico y abandonar Les Jolies Eaux, pero ante la gravedad de las heridas la propia Anne llam¨® al palacio de Buckingham para que la reina le hiciera entrar en raz¨®n. Tras una larga charla entre ellas, la princesa accedi¨® y tom¨® un vuelo rumbo a la capital brit¨¢nica. Dado su deteriorado estado de salud, nunca tuvo la oportunidad de despedirse como quer¨ªa de su querida villa. Con su fallecimiento en 2002, Mustique ya no volvi¨® a ser lo que era.
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