La era del meme de la mujer precaria (o c¨®mo re¨ªrse, desde lo pol¨ªtico, de nuestras miserias)
Roc¨ªo Quillahuaman, Laura Tabar¨¦s y Roberta V¨¢zquez son tres de los nombres que, desde sus redes, exponen con sentido del humor (y mucha viralidad) los males de la mujer joven en entornos creativos: ansiedad por la explotaci¨®n laboral, guerra al humor costumbrista masculinizado y perspectiva de g¨¦nero y clase frente a la (falsa) ilusi¨®n de la meritocracia.
Roc¨ªo Quillahuaman?(Lima, 1994) tiene casi cien mil seguidores enganchados a su cuenta de Instagram donde las mujeres estrangulan y gritan ??Desgraciadaaa!? a las?artistas?que se autodenominan?coach, esas que?predican aquello de ?persigue tus sue?os? porque ?si haces lo que te gusta, ser¨¢s millonaria?. En sus clips ilustrados en blanco y negro hay?gritos (muchos y muy liberadores), se llora, se multiplican los ataques de ansiedad y se vomita (mucho) por el estr¨¦s. Lo suyo es un chorreo (literal) de realidad en nuestras pantallas, donde j¨®venes con ataques de nervios perpetuos emiten sonrisas forzadas y dicen (mienten) que son ?completamente? felices por ese supuesto privilegio de poder trabajar en lo que a una le gusta. Mujeres a las que les estalla la cabeza ante la idea de verse envejecer 80 a?os en esas ocho horas de oficina diarias o que tambi¨¦n explosionan en su versi¨®n freelance por pasarse el d¨ªa contestando ?putos mails? que solo piden colaboraciones sin pagar. Suena a pesadilla, pero esos clips en las ant¨ªpodas de lo ASMR son tan desopilantes como liberadores y, adem¨¢s, sumamente virales. Risas frente a las miserias vitales. Carcajadas (por no llorar) que se comparten sin descanso en chats grupales y redes por la empat¨ªa que genera entre las multitudes, j¨®venes que se sienten directamente interpeladas frente esas cabezas que explotan en cuerpos paralizados y exhaustos por la agon¨ªa constante del tardocapitalismo que nos ha tocado vivir. La autora cree que su ¨¦xito radica, precisamente, en esas situaciones sociales que muestra. ?Quiz¨¢ la gente se sienta identificada con los personajes. Debe ser eso porque los v¨ªdeos son bastante feos, si no fueran m¨ªos, no los ver¨ªa jam¨¢s?.
En las ilustraciones y tiras c¨®micas de?Roberta V¨¢zquez (Santiago de Compostela, 1989) no estallan cabezas, pero casi. Sus protagonistas afirman con los ojos inyectados en sangre y sujetando el temido sobre negro entre sus manos que ?hasta que no me bebo mi caf¨¦ y leo mi carta de Hacienda no soy persona? o se transforma en juego de rol los malabares de lenguaje burocr¨¢tico al que se enfrenta una freelance?cuando conecta con la administraci¨®n. Tampoco le hacen falta palabras para describir el agujero y gozo existencial que se experimenta al devorar una pizza en la soledad del sof¨¢ o el desbarre emocional cuando se env¨ªa, por error, una solicitud de amistad a ese jefe forrado que te explota y al que le estabas stalkeando los stories. Todo, aderezado con una socarrona perspectiva de g¨¦nero. ?Hay que desmitificar estereotipos rid¨ªculos, pero con humor?, asegura V¨¢zquez, ?esto es como los m¨²sicos del Titanic. ?Se hunde el barco? Pues toma sonata en al cubierta?.
En paralelo a esa nueva hornada de j¨®venes autoras literarias que exponen ahora las fisuras de la precariedad de su generaci¨®n (Anna Pacheco en Espa?a, Olivia Sudjic en Reino Unido o Halle Butler en EEUU), existe una hornada de creadoras capaces de condensar en meme ese hast¨ªo y retrato de la disociaci¨®n entre dinero y conocimiento que vivimos o c¨®mo la generaci¨®n m¨¢s preparada y de mayor capital cultural se qued¨® a las puertas del bienestar econ¨®mico y la estabilidad laboral. De eso charlaron Quillahuaman y V¨¢zquez el pasado s¨¢bado en el Memefest en el CCCB de Barcelona, donde ambas mostraron su cosecha de memes en com¨²n en una ponencia que ven¨ªa a decir, como bien recuerda Roc¨ªo, qu¨¦ es lo que pasa ?cuando tus amigos tienen dinero y t¨² no y hacen planes que valen mucho dinero (para ti cualquier cantidad es alta porque no tienes un duro) y quieres morir porque insisten en que hagas los planes con ellos?.
El festival barcelon¨¦s, organizado por @fillesdinternet, tuvo una elaborada selecci¨®n de ponentes (desde Putochinomaric¨®n a Proyecto UNA, pasando por Mockudramas), pero en esta refrescante memetizaci¨®n de la vida y miserias de la mujer precaria tambi¨¦n despunta con fuerte material pol¨ªtico Laura Tabar¨¦s (Le¨®n, 1991), una gestora cultural que a trav¨¦s de La Picara Justina?combate ?el humor costumbrista masculinizado? con est¨¦tica WordArt y sem¨¢ntica de banco de im¨¢genes. O como ella misma defiende, la suya es una ?niche meme account de andar por casa para para cyberfeministas socarronas y belicosas? que nace ?de la necesidad de encontrar una manera de se?alar desde el humor comportamientos, problem¨¢ticas, y violencias que me atraviesan como provinciana-millennial-postraum¨¢tica y con la necesidad compartirlas con otras criaturas afectadas por lo mismo?.
En su cuenta, no apta para consumidores de memes a lo Julio Iglesias, se satirizan los clich¨¦s con los que se ataca a las mujeres (?El pavo que me llam¨® puta con 14 a?os era un verdadero visionario?) o se retuercen los consejos de supervivencia y autocuidados en una sociedad autoexpuesta por la tecnolog¨ªa (?Plan de viernes: Netflix & Squirt).
Entre sus puntos fuertes, los ataques a ese humor nost¨¢lgico que cree peligrar su libertad de expresi¨®n frente a una supuesta correcci¨®n pol¨ªtica. El tipo de humor que, seg¨²n esta gestora cultural, ?es el que puebla el internet patrio, que se regodea y autocomplace en siglos de tradici¨®n sat¨ªrica para no problematizar el presente o hacerlo desde perspectivas privilegiadas que perpet¨²an las violencias machistas, racistas, capacitistas, etc, bajo el nunca inocente paraguas de la risa?. Para Tabar¨¦s, ?este humor costumbrista es como una suerte de ectoplasma que impregna al edgyboy de turno y lo aboca a reiterar las mismas bromas que ya hicieran el poeta burlesco y Ar¨¦valo?.
?La meritocracia es una farsa?
Si algo comparten estas tres j¨®venes creadoras es su capacidad para disparar y se?alar el traje (neoliberal) del emperador en los entornos creativos. Si Remedios Zafra expuso en un premiado ensayo la trampa que mantiene viva esta cultura del entusiasmo en el precariado cultural, ellas recurren a sus memes para evidenciar los dramas vitales en ese batacazo generacional. Generar im¨¢genes altamente compartibles que llaman a la reflexi¨®n, con carcajada, sobre ese sistema de vida en el que la frontera entre la autoexplotaci¨®n y la autorrealizaci¨®n est¨¢ tan difusa como mal pagada y donde los m¨¦ritos propios nunca son garant¨ªa del ¨¦xito. ?La meritocracia es un farsa?, asegura Quillahuaman. ?Hay mucha gente que por mucho que se esfuerce no consigue nada porque no tienen ni las mismas oportunidades ni privilegios que tienen otros. Hay una canci¨®n del grupo Los prisioneros que se llama El baile de los que sobran que explica muy bien la mentira de la meritocracia. Esforzarte mucho no te asegura nada?, sentencia.
?Se glamuriza?la precariedad proponiendo estilos de vida que nacen de la frustraci¨®n o de la imposibilidad de construir proyectos vitales estables?, apunta Tabar¨¦s, que? asegura que ella misma pas¨® por una fase en la que cay¨® en esa estadio de (auto)explotaci¨®n. ?Yo misma asum¨ª est¨¢ narrativa del entusiasmo como la?¨²nica posible y comenc¨¦ a involucrarme en proyectos en los que nos precariz¨¢bamos econ¨®mica y vitalmente los unos a los otros, acabando as¨ª con el poco tiempo y salud mental que nos quedaba despu¨¦s del trabajo alimenticio. Y nunca m¨¢s, como dir¨ªa la Zowi: mi culo vale oro, yo no colaboro?, sentencia, apuntando a cambios estructurales: ?Creo que de nuevo es importante parar la rueda de la pasi¨®n empezando por lo personal y agitando colectivamente. Decir: necesito cobrar por esto porque me gustar¨ªa tener una vida m¨¢s all¨¢ de pagar un alquiler desorbitado con cinco personas m¨¢s?.
Para V¨¢zquez, todo ha derivado en una farsa de apariencias poco acorde con la realidad. ?Se ha elevado la cultura del Quiero y no puedo. Hay gente que ve a Rosal¨ªa en un jet privado y le paga a una empresa para hacerse fotos en un avi¨®n que no despega de la pista, ?estamos locos o qu¨¦? Las redes evidencian cosas que ya sab¨ªamos, si alguien es tan mediocre como para fingir otra realidad, yo encantada, que me dan ideas para re¨ªrme de ellos en mis c¨®mics?.
Del ¡®like¡¯ no se come
?Y de qu¨¦ vive una creadora de memes de ¨¦xito? De los?likes, obviamente, no. Tabar¨¦s asegura que ha sobrevivido y sobrevive tras ?cargar cajas en un almac¨¦n sin ventilaci¨®n, organizando las carpetas de fotograf¨ªas de comidas familiares a se?oras s¨²per cuquis que quieren aprender Photoshop, cuidando a 30 ni?os para evitar percances mar¨ªtimos o editando v¨ªdeos cursis. Y a veces cobrando por gestionar cosas culturales, dar talleres, charlas, etc?. V¨¢zquez dice que ella ahora ?puede? seguir adelante poniendo prioridades en lo profesional. ?En mi caso, al principio lo compaginaba con un trabajo como dependienta; y ahora, conf¨ªo mucho en mi suerte y en mi saber hacer, trabajo much¨ªsimas horas al d¨ªa, nunca desconecto y antepongo mi carrera a cualquier faceta de mi vida personal?.
Quillahuaman lo tiene claro y lo ve todo bastante negro: ?Es muy importante tener una red de apoyo. Yo no podr¨ªa sobrevivir sin la ayuda y el apoyo de mis amigas y amigos. Tambi¨¦n hay que tener muy mala hostia, porque se te comen vivo si no espabilas. Esto que acabo de decir es horrible pero lamentablemente es as¨ª. A m¨ª me gustar¨ªa ser una persona simp¨¢tica pero algunos mails con mis clientes me obligan a ser violenta. No le recomiendo a nadie que se haga freelance en el mundo creativo. Es incre¨ªble la de gente que hace cosas y no cobra nunca. No tiene ning¨²n sentido?.
Todo humor es pol¨ªtico
En los memes de Tabar¨¦s se ataca a Vox y a las estrategias de la ultraderecha. Ella defiende que todo el humor que digerimos est¨¢ situado en un lado de la balanza: ?Podr¨ªa decirse que todo humor es pol¨ªtico por lo que muestra y por lo que oculta, por lo que dice y por lo que cree que no dice pero est¨¢ diciendo. As¨ª que es importante una educaci¨®n visual y pol¨ªtica?que nos ayude a saber leer qu¨¦ cosas perversas y violentas est¨¢n pasando bajo el paraguas de la risa?. Visibilizar esa estructura de machismo y precariedad puede cerrar puertas, pero tambi¨¦n abre otros puntos de conexi¨®n. ?La realidad es que llevo gran parte de mi corta vida callada por esta cosa de ¡®agradar¡¯ en la que una crece, con lo que las consecuencias est¨¢n por ver. De momento mi experiencia me dice que mientras m¨¢s duramente me posiciono (desde el privilegio que es poder hacerlo) m¨¢s personas y m¨¢s espacios afines est¨¢n dispuestas a dialogar y colaborar conmigo. Esto es muy bonito porque en el intersticio entre callarse y hablar puede haber mucha soledad?, apunta.
Quillahuaman no tiene miedo a perder seguidores al expresar sus afinidades pol¨ªticas, denunciar abusos policiales o pedir el voto para la izquierda desde el mismo espacio en el que viraliza sus v¨ªdeos: ?He recibido muchos mensajes de odio. Cuando sub¨ª una animaci¨®n sobre el debate electoral, la de Colau o cuando denuncio la brutalidad policial en Barcelona, en Chile o en Bolivia. Me parece que hay que mojarse en pol¨ªtica, seas una persona con pocos o muchos seguidores. Es desagradable recibir mensajes de odio pero creo que es mucho peor quedarte callada cuando hay polic¨ªa dejando ciega a la gente o, en el caso de Latinoam¨¦rica, cuando militares est¨¢n asesinando y violando, ?no??.
V¨¢zquez, por su parte, asegura que la perspectiva de g¨¦nero ha sido crucial en su? trabajo:??Me di cuenta de lo necesaria que era hace muy poco. Yo misma estaba proyectando una imagen casi inexistente de las mujeres en mis c¨®mics, por la falta de personajes femeninos que hay en los libros que consumo. Esto es muy da?ino, porque ayuda a perpetuar ese silencio que nos invisibiliza a todas. Por ello, me estoy esforzando mucho por cambiar mi manera de comunicarme y contar historias, pensando m¨¢s en como veo yo el mundo, que en como lo ven los hombres a los que admiro?. En su entorno ?cantidad de veces? ha tenido que escuchar aquello de ?Pues para ser mujer, eres bastante graciosa? o ?algo peor: ?eres casi una m¨¢s!?. Ella ya sabe qu¨¦ contestar: ?Pues claro que lo soy, y m¨¢s que t¨²?.
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