?La fama es un infierno?: el s¨ªndrome Sally Rooney o cuando estar expuesta se vuelve inaguantable
¡®Donde est¨¢s, mundo bello¡¯, la ¨²ltima novela de la irlandesa, ahonda en el mantra generacional de algunas creadoras de ¨¦xito: rechazar la fama personal como meta vital.
En mi cabeza el siglo veinte es como una larga pregunta, y al final entendimos mal respuesta.
Sally Rooney,?Donde est¨¢s, mundo bello
Con tres novelas publicadas, m¨¢s de un mill¨®n de libros vendidos solo con la segunda (Gente Normal, 2019), una adaptaci¨®n televisiva de la que todo el mundo opin¨® y haberse visto reducida a un estilo de vida en s¨ª mismo (el Rooneycore), Sally Rooney dice que ?la fama es un infierno?.?Es m¨¢s, si le preguntan, dir¨¢ que ser Sally Rooney implica ?soportar invasiones bastante serias de mi privacidad por parte de los medios de comunicaci¨®n, de fan¨¢ticos y de personas motivadas por el odio obsesivo?. Cualquiera dir¨ªa que la autora con tienda ef¨ªmera en el barrio m¨¢s gentrificado de Londres para hacer velas-sally-rooney o talleres-de-caligraf¨ªa-sally-rooney, la escritora que tiene hasta coffee-trucks con su nombre paseando por Nueva York estos d¨ªas y a Lena Dunham plet¨®rica con el gorrito de su libro en Instagram, est¨¦ muy contenta con esa mercadotecnia que infla a¨²n m¨¢s el hype sobre su persona. Pero esto es 2021 y como dice Alice, la escritora protagonista de su ¨²ltima novela, que casualmente firma un cheque y contrato de doscientos cincuenta mil d¨®lares por su primer libro: ?Si ellos eran tan tontos de d¨¢rselo, ella era tan avariciosa como para cogerlo?.
Si existe alguna autora en la ¨²ltima d¨¦cada a la que se la haya le¨ªdo como se lee un trending topic en redes ¨Cmuy a favor o muy en contra¨C, si se ha creado una diana literaria en la era de la polarizaci¨®n a la que cargaron con la mochila de ?ser la voz de una generaci¨®n? esa vendr¨ªa a ser Sally Rooney.?En?Donde est¨¢s, mundo bello ¨Ceditada en castellano por Random House con traducci¨®n de Inga Pellisa y?en catal¨¢n por Periscopi?a cargo de Octavi Gil Pujol¨C, la ¨²ltima de sus tres novelas, Sally Rooney tumba a la cultura de la celebridad en el div¨¢n. Porque, adem¨¢s de cuestionar el peso del tardocapitalismo sobre una generaci¨®n hiperconsciente de su impacto sobre un planeta moribundo, preguntarse ?si resulta vulgar, decadente e incluso epistemol¨®gicamente violento invertir energ¨ªa en las trivialidades del sexo y la amistad cuando la civilizaci¨®n humana se aboca al colapso?, escribir sin descanso sobre la influencia de Jesucristo ¨Csi existe un quinto Beatle en la novela, es ¨¦l¨C o afirmar que el mundo dej¨® de ser bello despu¨¦s de 1976, Rooney hace que una de sus protagonistas, Alice, la escritora que triunf¨® sin buscarlo, cargue contra los pilares que sostienen el ideal de ¨¦xito en esta generaci¨®n.
?Todos los d¨ªas me pregunto por qu¨¦ mi vida ha terminado yendo de esta manera. No me puedo creer que tenga que soportar estas cosas: que se escriban art¨ªculos sobre m¨ª, ver fotograf¨ªas m¨ªas en internet, leer comentarios sobre m¨ª misma. Dicho as¨ª, pienso: ?Eso es todo? ?Y qu¨¦ m¨¢s da? Pero la verdad es que, aunque no sea nada, me tiene amargada, y no quiero vivir esta clase de vida?, escribe Alice a su amiga Eileen en uno de los profundos correos electr¨®nicos que intercambian en la novela. Recuper¨¢ndose de una crisis nerviosa que la llev¨® a ingresar en un centro psiqui¨¢trico, Alice ha optado por vivir sola en una antigua rector¨ªa en un pueblo de Irlanda, aislada del mundo: ?La gente que se hace famosa de forma intencionada ¨Cme refiero a la gente que, despu¨¦s de probar una gota de fama, quiere m¨¢s y m¨¢s¨C est¨¢, y lo creo con toda sinceridad, profundamente desequilibrada?, incide.
Rooney, que no mantiene sus redes sociales activas ¨Cen su perfil de Instagram solo hay siete fotos, ella no aparece en ninguna y la ¨²ltima es de 2018¨C sabe que la suya ha sido la generaci¨®n?de la escritora-marca. Que ya no solo se sigue a las autoras por sus textos.?Que para triunfar se debe vender todo lo dem¨¢s porque sus libros son solo migajas si no podemos copiar sus cortes de pelo o sus jers¨¦is de mohair. Si no somos espectadores de lo instagrameables que sean sus beb¨¦s, sus perros, vacaciones o parejas. Que necesitamos ese vistazo a su feed para encasillarla, para saber si su mesita de noche tambi¨¦n es la de Ana Castelli o si en su casa se es m¨¢s de jarrones desnudos o adornados con flores secas. ??En qu¨¦ beneficia a los libros que se asocien a m¨ª, a mi cara, a mis peculiaridades, con toda su desmoralizante especificidad? En nada?, se pregunta Alice. ??Por qu¨¦ se hace as¨ª? No aporta nada al inter¨¦s p¨²blico, solo satisface la curiosidad m¨¢s abyecta y m¨¢s lasciva y contribuye a organizar el discurso literario completamente en torno a la figura dominante de ¡®el autor¡¯, en cuyo estilo de vida e idiosincrasias hay que escarbar con todo morboso detalle sin motivo alguno?, insiste su protagonista.
Contra el ?peaje? de la exposici¨®n por escribir
Sally Rooney no est¨¢ sola en?este desapego al ¨¦xito definido por la exposici¨®n personal. En esta generaci¨®n tambi¨¦n est¨¢n las que envidian el misterio que envuelve a ese fen¨®meno llamado Elena Ferrante, o c¨®mo una firma ¨Cporque solo puede triunfar una sola bajo esos par¨¢metros¨C, arrasa en el mercado literario sin ense?ar su rostro y amenazando con no volver a escribir una coma si alguien desvela el secreto de qui¨¦n se esconde detr¨¢s de sus textos. Lo analiz¨® Olivia Sudjic en Expuesta (Alpha Decay, 2019), donde escribi¨® que hemos llegado a unos niveles en los que ?la acci¨®n simple de ¡®ser vista¡¯ en la comunicaci¨®n online puede parecer te?ida de desprecio? y volvi¨® a su fascinaci¨®n por Ferrante en S Moda, cuando idealiz¨® lo que est¨¢ haciendo la italiana con su obra porque ?trata de desaparecer para escribir algo puro?.
En Espa?a, escritoras como Sara Mesa tambi¨¦n se rebelan y fijan, no sin complicaciones, sus propios escudos frente a su promoci¨®n personal. ?En ning¨²n caso podr¨ªa considerar ¡®fama¡¯ lo que yo tengo, pero s¨ª que percibo una demanda que a veces me hace sentir inc¨®moda, como si hubiera de pagar un peaje de exposici¨®n p¨²blica por el hecho de escribir libros. Y esa exposici¨®n, a menudo, nada tiene que ver con mi escritura, sino con otros aspectos de lo m¨¢s variopintos?, denuncia la autora de Cara de pan o Un amor?(ambos editados por Anagrama) en un intercambio de correos electr¨®nicos.
Sin redes sociales personales activas (?es una cuesti¨®n de car¨¢cter y de circunstancias personales, incluso de rachas vitales. Yo me puedo sentir abrumada f¨¢cilmente por una situaci¨®n que para otras personas es una completa tonter¨ªa?, dice), limitando el n¨²mero de entrevistas y posados para prensa (?tengo much¨ªsima suerte con mi editorial, donde me conocen bien y jam¨¢s fuerzan mis l¨ªmites?), la madrile?a y sevillana de adopci¨®n asegura que la promoci¨®n cada vez le genera m¨¢s ansiedad aunque cada vez haga menos. ?Soy una persona selectivamente introvertida que se dedica a escribir?, aclara y a?ade el riesgo de no querer ser visible: ?Si quieres permanecer en la sombra, puede recaer sobre ti la acusaci¨®n de ser una estirada, una elitista o una desagradecida. Cuando dices que no a alguna propuesta, a menudo los que te admiraban tanto de pronto se lo toman como algo personal y se ofenden?.
Cuando la intimidad es un escudo
En la serie?Podr¨ªa destruirte, la protagonista, Arabelle, es una joven escritora que tras ser doblemente agredida sexualmente multiplica su fama exponi¨¦ndose en las redes para narrar su historia y denunciar la cultura de la violaci¨®n. Esa notoriedad la llevar¨¢ a un cuadro de ansiedad y?a tomar distancias con su yo virtual. En la vida real, la creadora de ese personaje y quien la interpreta, Michaela Coel, ha vivido un camino en paralelo al de su protagonista. Coel fue uno de los fen¨®menos creativos medi¨¢ticos de 2020 gracias a la serie, y se ha hecho con varias nominaciones a los Emmy por el show y con la publicaci¨®n de Marginados, una extensi¨®n del discurso que se viraliz¨® en el festival de Edimburgo de 2018 en el que contaba la historia de su vida.
Sus memorias se publicar¨¢n el pr¨®ximo 6 de octubre en Espa?a con la editorial Temas de Hoy traducidas por Moha Gerehou y la brit¨¢nica solo ha ofrecido dos entrevistas en todo el mundo para promocinarlas: una, con portada, para la edici¨®n brit¨¢nica de la revista Elle y otra, con posado, para?The New York Times. ?Michaela tiene por delante la publicaci¨®n de Marginados en ocho pa¨ªses y est¨¢ nominada a los Emmy, hay algo pr¨¢ctico en decir basta en alg¨²n momento. Y ella ha escrito sobre sus experiencias personales, algunas muy duras, y su forma de afrontarlas. Entiendo que sienta que ya ha dicho todo lo que quer¨ªa decir. Que el libro hable por ella?, explica Mar¨ªa Sobrino, de Temas de Hoy.
?Son las autores m¨¢s j¨®venes las que m¨¢s temen esta exposici¨®n al conocer el juego de las redes? Las que casi son nativas digitales ya intuyen el precio de buscar su sitio en el mercado en los lanzamientos. ?Se debe pasar por el titular jugoso y polarizante que se convierta, de forma aislada, en la pol¨¦mica del d¨ªa para as¨ª ser encasillada ideol¨®gicamente en las guerras de Twitter? ?Si est¨¢s habituada a las redes es imposible no pensar en que te puede pasar. Tengo la sensaci¨®n de que cada vez afrontan las entrevistas con menos ingenuidad?, dice Sobrino, ?son conscientes de que una frase mal expresada o un titular puede explotar y empa?ar al libro. Lo vemos a diario?. Para la editora, las brechas de g¨¦nero en la exposici¨®n existen: ?A veces protegerse no es no dar esa charla, porque para algo es tu derecho y tu elecci¨®n, sino prepararte mentalmente para las reacciones terribles que te pueden llegar. Y en ese sentido, s¨ª, las autoras, se expongan m¨¢s o menos, se tienen que proteger m¨¢s que los autores. Es supervivencia?.
Julia Echevarr¨ªa, editora de Alpha Decay y de fen¨®menos como Sudjic, lo confirma. ?Puedo detectar una mayor reserva por parte de las autoras a exponerse continuamente a los medios, y m¨¢s af¨¢n por tener un mayor control sobre lo que se publica. Ya no prima tanto que salga mucha prensa sobre sus libros y que se les destine mucha atenci¨®n, sino que lo que salga sea contenido de calidad con el que se sientan c¨®modas?.
Desde Literatura Random House y Reservoir Books, la editora Carme Riera no cree que sea cuesti¨®n de g¨¦neros. ?Es dif¨ªcil sacar conclusiones claras sobre si este rechazo a la exposici¨®n es un tema m¨¢s de ellas que de ellos?, apunta, pero confirma que s¨ª ha multiplicado la sensaci¨®n de vulnerabilidad y la voluntad de priorizar que la obra hable sola (?algo que ya se daba antes de las redes?): ?Publicar un libro es un proceso muy sensible que est¨¢ marcando la vida del autor o de la autora, probablemente ha pasado meses o a?os escribiendo sola en su casa algo que les est¨¢ desnundando ante todos. Cuando el libro sale a la calle, entiendo que haya autores que no disfruten de la exposici¨®n medi¨¢tica y que prefieran que hable por ellos¡±.?
El cansancio frente a este sistema de ¨¦xito asociado a un tremendo desgaste personal pasa factura. Y no solo a las escritoras, cantantes como Lizzo, Lorde o Billie Eilish tambi¨¦n reniegan en las letras de sus ¨²ltimos discos de la fama como meta y reivindican la necesidad de protegerse frente a ella. Ahora que los pilares se sienten podridos en la conversaci¨®n cultural, ahora que se ha visto la falla del sistema, eso no significa que no se pueda construir uno nuevo sin sentir que el repliegue femenino y el silencio sea la ¨²nica soluci¨®n posible. Lo resume Sara Mesa, preguntada por el autocontrol de la presencia de las mujeres frente a cierta omnipresencia masculina: ?Muchas mujeres no queremos estar en esos lugares de exposici¨®n p¨²blica. Sencillamente no nos interesan. Hay ciertos sitios supuestamente de prestigio, espacios muy competitivos y llenos de hombres, donde yo personalmente no querr¨ªa estar ni loca?.
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