Rebecca Solnit: ?Para ser feminista tienes que apoyar los derechos trans, porque ambos son derechos de g¨¦nero y derechos humanos?
En febrero llega a Espa?a el primer libro de memorias de Rebecca Solnit, ¡®Recuerdos de mi inexistencia¡¯. La ¡®inventora¡¯ del t¨¦rmino ¡®mansplaining¡¯ nos habla de cultura de la cancelaci¨®n y misoginia.
La an¨¦cdota forma parte ya de la mitolog¨ªa feminista. La escritora Rebecca Solnit se encontraba en una fiesta cuando entabl¨® conversaci¨®n con un hombre que insisti¨® en explicarle un libro que ella misma hab¨ªa escrito. El episodio, inmortalizado en Los hombres me explican cosas, desencaden¨® la creaci¨®n del t¨¦rmino mansplaining, la tendencia de algunos hombres de aleccionar a las mujeres, con independencia de si saben algo sobre un tema o no. Hablamos sobre Recuerdos de mi inexistencia, unas memorias sobre c¨®mo encontr¨® su voz como escritora y feminista en un mundo donde muchos hubieran preferido que se quedara callada.
En Recuerdos de mi inexistencia habla de c¨®mo la sociedad espera de las mujeres j¨®venes que pasen inadvertidas y no ocupen espacio ni hagan ruido.
Para las mujeres, particularmente las j¨®venes, la existencia misma se ve como una forma de agresi¨®n, una agresi¨®n descort¨¦s. Lo cort¨¦s es que se borren a s¨ª mismas. Y eso puede significar alejarse de la esfera p¨²blica, la pol¨ªtica, de la participaci¨®n en diferentes ¨¢mbitos de la vida, o incluso en una conversaci¨®n. O participar, pero para servir a los hombres en lugar de a ti misma, a tu g¨¦nero o a tus propias ideas. Como mujer, constantemente recibes mensajes para borrarte o ser castigada: por aparecer, por competir, por pensar que mereces ser miembro.
Una de las formas m¨¢s comunes de violencia de g¨¦nero es el intento de silenciar. Con el MeToo se rompieron los diques. ?Espera alg¨²n tipo de reacci¨®n a este movimiento?
Cuando veo el miedo y la rabia de la misoginia, veo que lo que estamos haciendo importa, que es poderoso y que, en muchos sentidos, est¨¢ teniendo ¨¦xito. Algo que siento que las mujeres j¨®venes no reconocen lo suficiente es que el matrimonio, cuando yo era joven, estaba dise?ado esencialmente como una relaci¨®n inherentemente desigual en la que la mujer entregaba su identidad y su poder, incluido el poder financiero y la autonom¨ªa corporal, al esposo, que adquir¨ªa poder sobre otro ser humano. Eso ha cambiado mucho en los ¨²ltimos 35 a?os.
En Espa?a estamos viviendo un enfrentamiento en el seno del movimiento feminista a cuenta de las feministas trans-excluyentes. ?Cu¨¢l es su postura?
Es como si estuvi¨¦ramos luchando contra el enemigo imaginario mientras dejamos que el enemigo real haga da?o. ?Podemos centrarnos en el hecho de que casi toda la violencia de g¨¦nero, la violencia sexual, viene de hombres cisg¨¦nero, y dejar de preocuparnos por las mujeres trans? La cultura queer ha sido liberadora y el feminismo y la liberaci¨®n queer son inseparables. El feminismo siempre ha tratado de redefinir el g¨¦nero porque la feminidad se defini¨® como la incapacidad de ser un participante pleno en el mundo. Para ser feminista tienes que apoyar los derechos trans, porque ambos son derechos de g¨¦nero y derechos humanos. Creo que ninguna rama del feminismo es leg¨ªtima si no apoya otras ramas de los derechos humanos.
Otra idea que atraviesa su obra es que hay una guerra contra las mujeres que la sociedad se resiste a reconocer como tal. Usted insiste en dar nombre a esa violencia.
Una vez las ideas est¨¢n en el mundo, son como los genios de Las mil y una noches: muy dif¨ªciles de volver a meter en la botella. Puedes quitarle a las mujeres los derechos reproductivos por ley, pero no necesariamente puedes convencerlas de que no merecen tener derechos reproductivos. Para m¨ª el feminismo ha sido fascinante porque gran parte de su trabajo ha consistido en identificar problemas. Un problema es como una enfermedad: los epidemi¨®logos intentan entender c¨®mo funciona, los investigadores m¨¦dicos tratan de identificar qu¨¦ bacteria o virus lo causa. Y luego le das un nombre.
?Entonces, por qu¨¦ todav¨ªa existe tanta resistencia a reconocer la misoginia?
En parte es porque mucha violencia contra las mujeres es odio que se parece al amor: es sexual, ¨ªntima. Cuando las cosas van bien, hacer el amor, tener una relaci¨®n rom¨¢ntica, estar casado y en una familia es bueno. Pero estas cosas pueden volverse violentas, coercitivas. Y eso es m¨¢s dif¨ªcil de identificar, tiene lugar en privado. Pero sobre todo es porque la mayor¨ªa de las sociedades del mundo han considerado que los hombres tienen derecho a dominar a las mujeres. Una parte de esa dominaci¨®n es educada y matizada. Tiene lugar en el aula, en la Universidad, en el Parlamento y en la ley. Otra parte, sobre todo cuando fallan esas otras formas de dominaci¨®n, es violenta.
?C¨®mo se siente por haber contribuido con el t¨¦rmino mansplaining al vocabulario feminista?
No cre¨¦ la palabra, pero el ensayo que publiqu¨¦ en la primavera de 2008 inspir¨® a una bloguera a crearla. He de admitir que los primeros a?os no estaba segura de c¨®mo me sent¨ªa al respecto porque se emplea de forma muy amplia y de maneras que no siempre siento que sean precisas. Creo que me preocupaba demasiado la fragilidad masculina. Pero luego una joven estudiante de posdoctorado en la Universidad de Berkeley me dijo: ?Hasta que no tuvimos esta palabra, no pudimos identificar una experiencia que todas tenemos. Y hasta que no pudimos identificar esa experiencia, no pudimos repudiarla y responder de manera significativa. Necesit¨¢bamos esta palabra?. Desde entonces, la he aceptado plenamente.
?C¨®mo cree que deber¨ªamos manejar, como sociedad, nuestra relaci¨®n con el arte deliberadamente sexista o con el legado de artistas ¡®cancelados¡¯ que han aterrorizado a las mujeres?
Se puede ver todo el proyecto del patriarcado como 5.000 a?os de cancelaci¨®n de las mujeres. Personas que est¨¢n muy felices de atacar y tratar de silenciar a otros se vuelven muy fr¨¢giles cuando les toca a otros tener opiniones. Se remonta al patr¨®n de que algunas personas importan m¨¢s que otras, por lo tanto, el patriarcado, el tratar de cancelar a las mujeres, no es una cancelaci¨®n y no es un problema: las mujeres que intentan cancelar a los mis¨®ginos lo son. Ni siquiera est¨¢n tratando de cancelar a nadie ni quemar libros o pel¨ªculas. Solo est¨¢n diciendo: ?Esta es una obra de arte de mierda porque tiene valores de mierda?. O: ?Es de una persona que ha hecho cosas de mierda?.
Recuerdo el l¨ªo que se mont¨® cuando critic¨® Lolita de Nabokov.
El arte no es trivial e irrelevante. Verte asesinado una y otra vez, degradado o sencillamente fuera de la historia ha tenido un gran impacto. Tenemos personas de color, personas queer, mujeres, etc., que hablan sobre c¨®mo lo que vieron en las pel¨ªculas, lo que leyeron en los libros que les asignaron, lo que escucharon en la m¨²sica pop molde¨® su sentido de s¨ª mismos. El arte importa. Nos define. Podemos avanzar siendo muy conscientes de c¨®mo queremos ser definidos y qui¨¦n es el ¡®nosotros¡¯ que lo definir¨¢. Es un proyecto emocionante. No es una tragedia esta mierda sobre la cancelaci¨®n de los hombres. Y un buen punto que hizo la feminista Rebecca Traister en 2017 fue el de no pienses en estos hombres cuyo arte tal vez no veamos tanto. Piensa en todas las mujeres cuyo arte nunca vimos por lo que estos hombres les hicieron, impidiendo que circulara su obra, lo que ciertamente me pas¨® a m¨ª.
Escribe que la feminidad es ?un acto de desaparici¨®n constante, una eliminaci¨®n y un silenciamiento para dejar m¨¢s espacio a los hombres?. ?Puede la moda resistirse a los mandatos machistas y convertirse en herramienta para la igualdad?
Algo que siempre ha sido un problema para m¨ª es lo que llamo discapacidad voluntaria: tacones altos, ropa ajustada, cosas que no permiten que las mujeres se muevan libremente. ?C¨®mo ser¨ªa una moda que de ninguna manera incapacitara a quien la lleva, que no la apriete ni la constri?a, que no obstaculice su libertad de movimiento?
?Cu¨¢les son las consecuencias del patriarcado para los hombres?
Hay un pasaje hermoso de la feminista negra Bell Hooks que dice que el primer acto de violencia que el patriarcado requiere de los hombres es contra ellos mismos. Ser hombre requiere represi¨®n. Hay tantas cosas que no puedes decir, que se supone que no debes sentir o desear. Veo la masculinidad como una renuncia mon¨¢stica: ni siquiera te pueden gustar ciertos colores. Los hombres est¨¢n tremendamente oprimidos y a veces se culpa a las feministas de no liberarlos. No creo que sea trabajo de una mujer liberar a los hombres, pero creo que el feminismo tiene todo para ofrecer a los hombres, ya que, al redefinir los roles de las mujeres, necesariamente redefine los roles de hombres y los abre.
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