Jean-Paul Gaultier y Sacai, el futuro era esto: ?Todas las temporadas habr¨¢ alguien nuevo haciendo Gaultier, pero quer¨ªa que debutara una mujer?
Jean Paul Gaultier ha decidido cederle el mando de su marca a un dise?ador cada temporada. La primera es Chitose Abe (Sacai). Hablamos con ambos de esta uni¨®n y de sus no tan diferentes formas de entender la moda.
Durante el tiempo que pas¨® trabajando en Patou, en los setenta, Jean-Paul Gaultier mascaba una idea: ?Para revitalizar una casa como aquella hab¨ªa que trabajar con gente distinta¡ bueno, esa era mi opini¨®n. As¨ª que en el 87, cuando se fue Lacroix de all¨ª, y me preguntaron a qui¨¦n pondr¨ªa yo, les solt¨¦ la idea. ?Por qu¨¦ no un dise?ador cada temporada? Un d¨ªa Mugler, otro Montana, otro yo¡ que cada uno d¨¦ su visi¨®n. Pero se rieron y me contestaron: ¡®Eso es muy caro?. De aquello ha pasado mucho tiempo y han sucedido muchas cosas, tanto en la industria en general como al dise?ador en concreto. Gaultier se retiraba el pasado a?o, justo antes de la pandemia, con un desfile que celebraba sus 50 a?os en la profesi¨®n. Consciente de que su marca es una de las pocas que han resistido con la impronta de su fundador al frente, y harto ?de que todo vaya tan deprisa; los cambios en las marcas, los rumores de sucesi¨®n¡?, explica, decidi¨® rescatar esa ocurrencia del pasado. ?Todas las temporadas habr¨¢ alguien nuevo haciendo Gaultier, expres¨¢ndose con total libertad. Pero quer¨ªa que debutara una mujer?.
La elegida fue la japonesa Chitose Abe, m¨¢s conocida por el nombre de su marca, Sacai, una ense?a que lleva 22 a?os creando b¨¢sicos deconstruidos o, como ella misma lo define v¨ªa Zoom, ?trabajando lo funcional desde un punto de vista inesperado?. En principio, no puede haber dos identidades m¨¢s opuestas; la exuberancia de uno y la sutileza de otra, los mensajes que ambos lanzan a trav¨¦s de sus dise?os¡ ?siempre me atrajeron los dise?adores japoneses, la relaci¨®n tan distinta que tienen con el cuerpo respecto a la nuestra. Yamamoto y Kawakubo en los ochenta fueron una bendici¨®n. As¨ª que pens¨¦ en ella?, relata Gaultier. El resultado es una colecci¨®n de alta costura (con una peque?a c¨¢psula de pr¨ºt-¨¤-porter) en la que se integran a la perfecci¨®n los iconos de cada uno: cors¨¦s y gabardinas, camisetas marineras y bombers, cuadros escoceses y tules, cremalleras y tatuajes¡
Al final result¨® que no eran tan distintos.
Jean-Paul Gaultier: ?Claro que no! Conoc¨ª a Chitose despu¨¦s de ver una camiseta de rayas como las m¨ªas, pero terminada con un tul exquisito. Luego vi una gabardina que me gustar¨ªa haber dise?ado a m¨ª¡ En un viaje a Tokio fui a su tienda y me di cuenta de que ambos tenemos relaciones distintas con el cuerpo, aunque las dos son¡ no s¨¦ si radicales, pero s¨ª diferentes a lo habitual. All¨ª toqu¨¦ los materiales con los que trabajaba, y lo tuve claro.
?As¨ª se conocieron?
Chitose Abe: Fue hace tres a?os, en Tokio. Quedamos y nos pasamos la tarde hablando de nuestros postres favoritos.
Esta idea de ceder el testigo a varios no es muy habitual, pero es cierto que a usted se le recuerda como el mentor de mucha gente: Ghesqui¨¨re, Margiela, Glenn Martens¡ ?Necesita compartir su trabajo con otros?
J.P.G.: No me siento en absoluto profesor, ?si odiaba el colegio!?Siempre he hecho lo que he querido. Hasta en Pierre Cardin, que fue mi primer trabajo, me dejaron libertad. No soy un mani¨¢tico del control, es solo que estoy acostumbrado a hacer las cosas a mi manera. Y s¨ª, he tenido asistentes maravillosos, pero no me considero alguien generoso, porque no pens¨¢bamos las colecciones juntos. Por eso quer¨ªa que esto fuera distinto. No es una uni¨®n, Chitose ha tenido completa libertad. Le he ense?ado el archivo, claro, pero podr¨ªa no haberlo tenido en cuenta y me daba igual. La colecci¨®n es suya. O la hac¨ªa Chitose o la hac¨ªa yo.
Usted, sin embargo, s¨ª suele firmar muchas colecciones c¨¢psula para terceros. ?Qu¨¦ ha cambiado con esta?
C.A: Nunca hago colaboraciones por dinero, siempre pienso en si mi forma de entender la moda puede aportar algo a esa marca y, por supuesto, en si la marca me interesa o no. Este tipo de uniones pueden ayudar a crear algo nuevo, diferente. En este caso para m¨ª era un reto, porque nunca hab¨ªa hecho alta costura, y durante toda mi carrera me ha obsesionado con que la ropa fuera llevable. En ese sentido fue complicado, porque tuve que dejar de lado la idea de la clienta que se hace algo a medida, pero a la vez trabajar lo funcional artesanalmente.
J.P.G.: Bueno, pero ahora hay mucho pr¨ºt-¨¤-porter de lujo, que es casi alta costura, aunque no est¨¦ hecho a mano.
?Tiene sentido la alta costura hoy?
J.P.G.: Tiene sentido como una forma de aportar ideas, de ser moderno, pero a la vez tiene que ser realista. No deber¨ªa ser una batalla por la extravagancia, una lucha por ver qui¨¦n pone m¨¢s kil¨®metros de tela¡ Madame Gr¨¨s era moderna y llevable, Cardin era moderno y llevable, Martin [Margiela] dise?aba desde la reflexi¨®n y se notaba su discurso en cada prenda. Hemos perdido esa idea de abstracci¨®n en favor de la extravagancia. Yo puede que haya sido excesivo, pero mi primer desfile fue en un sitio peque?o y era muy simple y puro. Ahora nos da miedo hacer algo minimalista porque hay tantas cosas ah¨ª fuera que lo sencillo tiene que ser perfecto. Pero luego resulta que eso que llaman ?elegancia francesa? consiste en aparentar que algo es f¨¢cil de llevar, que no requiere esfuerzo¡ pues eso parece que se nos ha olvidado hacerlo.
Las cosas han cambiado mucho, ?cree que de haber empezado hoy habr¨ªa tenido ¨¦xito?
J.P.G.: Cuando empec¨¦ en el 76, hab¨ªa mucha menos gente en esto. Pero en Francia siempre nos lo han puesto muy dif¨ªcil. Si triunf¨¦ fue porque encontr¨¦ a unos italianos que quisieron producir mis dise?os. Aqu¨ª todo eran excusas: que si muy caro, que si muy complejo¡ En Espa?a e Italia celebr¨¢is una buena idea, en Francia te dicen pas mal (no est¨¢ mal). Si puedo dar alg¨²n consejo es que hay que seguir siempre adelante con las ideas de uno, digan lo que digan.
Usted, japonesa en Par¨ªs, tambi¨¦n se tuvo que encontrar con bastantes retos¡
C.A.: El primero, el idioma, porque nunca me he sentido segura con el ingl¨¦s. Despu¨¦s tuve que luchar mucho porque se me conociera. Pero el tipo de ropa que hago al final no est¨¢ muy marcada culturalmente, y eso ayud¨®. Hago un armario b¨¢sico en el que la gente se ve reconocida, aunque tenga elementos que desconcierten y no se entiendan del todo.
Despu¨¦s de tantos a?os de carrera, ?cu¨¢l dir¨ªan que es la mejor idea que han tenido?
C. A.: Es dif¨ªcil definirlo. Siempre quise hacer algo que no existiera en el mercado, pero tuve en cuenta desde el primer momento que para m¨ª la moda no es arte, es algo funcional. Supongo que ah¨ª est¨¢ la clave, en manejar estructuras b¨¢sicas y a?adir detalles inesperados.
J.P.G.: Nunca vi la moda como algo complaciente y bonito, sino como forma de expresi¨®n, por eso siempre he querido reflejar diferencias, distintos tipos de bellezas, de estilos de vida¡ la realidad, en definitiva.
?Cree que el discurso actual es realista?
J.P.G.: Creo que hemos avanzado mucho, pero a¨²n nos quedan cuestiones por tratar, como la edad. Porque las arrugas son bellas, y porque bueno, la belleza se refleja en la expresi¨®n. Una vez grab¨¦ un v¨ªdeo con un chico de facciones perfectas que se puso a hablar y dej¨® de ser guapo, no s¨¦ si me explico. Y luego, bueno, no me gusta esa idea de tolerancia, como la religi¨®n, hablando de caridad. No es caridad, es respeto y ayuda mutua.
?Todav¨ªa sirve la moda para lanzar mensajes sociales?
J.P.G.: Tiene que reflejar lo que pasa, como el parte meteorol¨®gico. Pero tiene que ser realista, porque el mensaje cala de verdad cuando la gente se pone la ropa. El problema es que somos menos espirituales que antes, y hoy se comercia con muchos estilos de vida prefabricados.
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