La ¡®otra¡¯ de Beyonc¨¦ y el mito de la ¡®destroza hogares¡¯
Ante la oleada de odio recibidio, Rachel Roy aclara que no fue amante de Jay Z y denuncia amenazas a su hija de 16 a?os. Ella es la ¨²ltima v¨ªctima de ese g¨¦nero en el que se se?ala y acusa a la (presunta) amante y no a la pareja infiel.
Siete palabras y una foto de Instagram. Es lo que le ha bastado a la dise?adora Rachel Roy para convertirse, en pocas horas, en la mujer m¨¢s odiada de Internet (o de la ¡®Beyhive¡¯, que es como se autodenomina la comunidad de seguidores de Beyonc¨¦). Las seis palabras son las que cierrran Sorry, una de las 12 canciones de Lemonade, donde la artista rechaza aceptar las disculpas y llamadas de un t¨ªo infiel bastante impresentable: ?He better call Becky with the good hair? (prefiere llamar a Becky la del buen pelo), dice al final del tema, dando a entender que est¨¢ hasta los mism¨ªsimos de las mentiras del padre de su hija. La foto es la que Roy tuvo el ?despiste? de subir su red social, pocas horas despu¨¦s de que se hiciese p¨²blico el ¨¢lbum de Beyonc¨¦, con un pie de foto que rezaba: ?No nos preocupa el buen pelo, pero buscaremos una buena luz para sacar selfies o medias verdades, siempre. Vive en la luz #nodramaqueens?. ?Ha dicho buen pelo? ?La misma mujer por la que supuestamente se pele¨® Solange con Jay Z a patada limpia en el ascensor del Standard? Escribir esas dos palabras fue suficiente como para hacer saltar las alarmas de los conspiracionistas y que los seguidores de Beyonc¨¦ la se?alaran como ¡®la Becky¡¯ del tema (lo explicamos todo en profundidad aqu¨ª). ?Rachel Roy era la ¡®otra¡¯? ?Hab¨ªa enga?ado Jay Z a Queen Bey con la ex mujer de su ex socio en Rocawear? Miles de publicaciones se han hecho eco de la supuesta infidelidad (Google apunta a m¨¢s de 6 millones de noticias al respecto) y, dejando de lado que pocas webs han analizado c¨®mo Beyonce ha conseguido ensalzar y homenajear a la mujer afroamericana (gracias, The Guardian), el ?qui¨¦n es Becky? se ha reproducido en los tabloides hasta la saciedad (salpicando, err¨®neamente, hasta Rita Ora).
La furia de los fans ha sido tan sofocante que Roy ha tenido que cerrar su cuenta de Instagram ¨Csu p¨¢gina de Wikipedia fue alterada en n¨²merosas ocasiones con un alud de insultos¨C y emitir un comunicado rechazando ser la amante de Jay Z y denunciando agresiones a su hija de 16 a?os. ?Quiero acabar con la especulaci¨®n y con los rumores. Mi post de Instagram quer¨ªa ser divertido y alentador, se ha malinterpretado y se ha supuesto algo que no es. No existe ninguna validez sobre si la canci¨®n se refiere a m¨ª. No hay verdades en esos rumores?, ha aclarado Roy, lamentando que la oleada de odio haya salpicado a su propia familia. ?Los haters de la red me han se?alado a m¨ª y a mis hijas de forma abusiva y terror¨ªfica (en la cuenta de su hija Ava directamente la llamaban ?hija de una zorra?). Han tenido hasta amenazas f¨ªsicas. Como madre, y creo que muchas madres me dar¨¢n la raz¨®n, creo que el bullying es doloroso e inaceptable?, puntualiza.
Poco importa si Roy es/fue/ser¨¢ la amante de Jay Z. Lo que ha tenido que padecer en los ¨²ltimos d¨ªas tampoco sorprende. Es la misma historia, el eterno retorno, lo que tambi¨¦n le pas¨® a Monica Lewinsky con Bill Clinton, Kristen Stewart con el director Rupert Sanders, Angelina Jolie con Brad Pitt, Isabel Preysler con Mario Vargas Llosa o a todas esas atractivas ni?eras que han acusado de haber roto matrimonios en el valle de las estrellas. Por culpa de una foto de Instagram Roy est¨¢ viviendo el s¨ªndrome de la ¡®destroza hogares¡¯, o esa oleada de informaci¨®n incesante en la que el hombre infiel, misterios del destino, desaparece de los titulares para centrarse en una lucha de poder entre mujeres. La amante juega el rol de la mujer p¨¦rfida, de femme fatale a lo Linda Fiorentino en los 90, y el p¨²blico empatiza con la esposa sufrida. Sumen el poder expansivo de las redes sociales para que comentarios hirientes lleguen por todas la v¨ªas posibles. Pero, ?d¨®nde queda el infiel en todo este ciclo informativo? Es lo que se preguntaba ayer Raquel Pi?eiro desde Vanity Fair,?donde lamentaba ese legado hist¨®rico de infantilizar al hombre en esto de las infidelidades y centrar el tri¨¢ngulo amoroso en una pelea de gatas: ?Lo que est¨¢ detr¨¢s es lo de siempre. La culpa a las mujeres y la idea subrepticia de que los hombres no llegan a ser del todo culpables de sus infidelidades porque en realidad, bueno, todos sabemos que est¨¢n gen¨¦ticamente programados para ello?, criticaba.
El mito de la rompe matrimonios y su storytelling con tintes dram¨¢ticos y novelescos poco dados a la sororidad femenina no ha escapado a Internet. Una prueba de ello es la web She¡¯s a Home Wrecker (ella es una destroza hogares), que naci¨® hace unos a?os al hilo del furor por el porno vengativo (y que acumula la friolera de casi 700.000 seguidores en su p¨¢gina de Facebook). La web, b¨¢sicamente, recoge relatos de esposas heterosexuales despechadas con informaci¨®n personal y fotos de las amantes que supuestamente han roto su vida en pareja. El odio se focaliza, como es habitual en este g¨¦nero, en la otra mujer y no en el infiel. Se culpabiliza a ¨¦stas de la conducta de sus parejas, se les llama zorras, se acusa de haber utilizado sus armas de seducci¨®n en el gimnasio, en el trabajo o en un viaje de negocios ante sus pobres maridos, libr¨¢ndoles de una culpa con la que ellos deber¨ªan cargar y situando en la diana de la verg¨¹enza a la tercera en discordia.
Amanda Marcotte, al hilo del furor de esta web inculpatoria, escribi¨® la mejor moraleja para todos aquellos que se pasan la vida se?alando a las amantes como culpables de una ruptura sentimental: ?No importa el g¨¦nero, la orientaci¨®n, las filias sexuales o la situaci¨®n familiar. La gente deber¨ªa entender esto: Si eres lo suficientemente mayorcito como para que te rompan el coraz¨®n, necesitas ser lo suficientemente maduro como para llevarlo como un adulto. Sal de fiesta a lo loco. Duerme donde quieras. Busca a tus amigos, que para eso est¨¢n. Escucha m¨²sica de bajona mientras te conviertes en una bolita en el suelo y lloras a moco tendido. Fantasea con esa venganza, si quieres. Pero hagas lo que hagas, no intentes llevar a cabo esa venganza ni con tu ex ni con la otra mujer a la que acusas solo porque hayas asumido esa est¨²pida noci¨®n de que la otra persona, y no el hombre que pasea ese pene, es responsable de lo que le pase a ese pene. La ¨²nica persona que queda como la mala al hacerlo eres t¨²?.
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