?Las gafas de Google se pondr¨¢n de moda o son un disparate?
Estas gafas futuristas con conexi¨®n a internet irrumpieron en la pasarela neoyorquina durante el desfile de Diane von Furstenberg.
La estrategia de algunas empresas de tecnolog¨ªa para vender sus productos m¨¢s exc¨¦ntricos es intentar que los veamos como productos de moda. Si en la edici¨®n de febrero de la Semana de la Moda de Nueva York vimos a ese h¨ªbrido entre tableta y tel¨¦fono que es el Samsung Galaxy Note, ayer le toc¨®? el turno a las denominadas Google Glass. Estas gafas futuristas con conexi¨®n a internet irrumpieron en la pasarela neoyorquina durante el desfile de Diane von Furstenberg.
All¨ª pudimos ver tambi¨¦n al cofundador de Google, Sergey Brin. Su presencia y la de su dispositivo en un evento clave del mundo de la moda no deja lugar a dudas: Google busca convencer a las chicas de las bondades del invento. Entre otras cosas porque la presentaci¨®n oficial de las Google Glass hace unos meses estaba m¨¢s que dirigida a un p¨²blico masculino.
Basta con decir que consisti¨® en la retransmisi¨®n en directo de un salto en paraca¨ªdas filmado con el aparato y amenizado con m¨²sica grunge. Un espect¨¢culo en la l¨ªnea de las cosas que les gustan a los muchachos de Silicon Valley.
Las Google Glass no son otra cosa que un miniordenador y una peque?a pantalla con una montura, qu¨¦ es la que la sit¨²a encima de los ojos. Con ellas se accede a informaci¨®n en internet de forma similar a c¨®mo se hace con un m¨®vil. Para comprender mejor c¨®mo funcionan estas falsas gafas recomendamos echarle un vistazo al v¨ªdeo en el que sus creadores mostraban -de forma bastante idealizada- lo que significar¨ªa usarlas a diario
Parece dif¨ªcil que lo que vemos en ese anuncio pueda ser una realidad a corto plazo. Por eso la empresa lleva tiempo insistiendo en que el proyecto a¨²n est¨¢ en una fase inicial de desarrollo. Las Google Glass s¨®lo podr¨¢n comprarlas a principios de 2013 los que desarrollen aplicaciones para ellas. Y no ser¨¢n precisamente baratas. Se ha anunciado que costar¨¢n unos 1.500 d¨®lares.
Esa insistencia por enfriar los ¨¢nimos quiz¨¢ se deba a que los que prueban estos prototipos se quedan algo fr¨ªos. Al menos eso es lo que parece desprenderse de las dos ¨²ltimas l¨ªneas del art¨ªculo que le dedican al sarao de ayer en el blog de The New York Times On the Runway.
Pero la presencia de estas gafas en la semana de la moda de Nueva York tambi¨¦n busca demostrar que salir con semejante trasto a la calle no es cosa de locos. Al fin y al cabo si a las modelos les quedan tan bien ?por qu¨¦ no ibas a llevarlas t¨²? Esa parece ser la idea. Si vemos lo que ha sucedido con el Galaxy Note quiz¨¢ la estrategia tenga sentido.
Cuando Samsung anunci¨® que lanzaba un tel¨¦fono con una pantalla de m¨¢s de cinco pulgadas pocos pensaron que alguien se pondr¨ªa algo tan grande en la oreja. Pero han vendido 10 millones de unidades y en Berl¨ªn pudimos asistir a la presentaci¨®n de la segunda generaci¨®n del aparato. Una de las claves para la aceptaci¨®n del Galaxy Note ha sido venderlo en las pasarelas. De hecho, en Espa?a fue presentado por David Delf¨ªn.
Quiz¨¢ en los pr¨®ximos meses descubramos que Google logra con el proyecto que dejemos el tel¨¦fono m¨®vil en casa. Pero tambi¨¦n puede suceder que fracase estrepitosamente y s¨®lo lo recordemos como el invento disparatado de un multimillonario que so?¨® con ser Steve Jobs.
Sergey Brin, Diane von Furstenberg y su director creativo Yvan Mispelaere celebran el final del desfile.
Cordon Press
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