?Qui¨¦n ir¨¢ a Chanel?: el eterno y misterioso baile de los dise?adores que se rifan las marcas de lujo se reaviva este oto?o
Tras el nombramiento de Sarah Burton como la nueva directora creativa de Givenchy, a¨²n se desconoce qui¨¦n estar¨¢ al frente de Chanel
Mientras la lluvia desluc¨ªa el espect¨¢culo en el Sena, el llamado HFT (High Fashion Twitter, comunidad oficiosa de l¨ªderes de opini¨®n de la moda en la red del pajareo) se entregaba a su particular hundir la flota. ¡°Felices Juegos Ol¨ªmpicos de LVMH, presuntamente¡±, tuiteaba burl¨®n Louis Pisano, el dardo apuntando al patrocinador premium de Par¨ªs 2024. El cr¨ªtico estadounidense que escribe para diversas cabeceras desde la capital francesa en calidad de famoso de internet (sic) recog¨ªa as¨ª el pen¨²ltimo de los chismorreos que tienen contento a un negocio, el del vestir, devenido espect¨¢culo de masas en el que todo vale por entretener: Jonathan Anderson estar¨ªa en la parrilla de salida de Loewe para irse a redimir el Gucci de Sabato de Sarno. Como prueba, adjuntaba la captura de un DM que le habr¨ªa enviado una insider, o sea, un topo: ¡°Confirmado por lo o¨ªdo en una conversaci¨®n telef¨®nica del propio JW¡±. En el momento de escribir estas l¨ªneas, casi dos semanas despu¨¦s de la ceremonia inaugural ol¨ªmpica, segu¨ªa sin haber comunicado oficial al respecto, ni del dise?ador ni de la firma en la que ejerce como director creativo desde 2013 (propiedad del grupo de lujo de Bernard Arnault). Pero en las cabezas de los aficionados ¡ªno necesariamente consumidores¡ª la pel¨ªcula a¨²n no ha terminado.
A estas alturas del partido ya deber¨ªamos ser perfectamente conscientes de que en moda el humo siempre es indicativo de fuego y el chisme, de noticia. Por ejemplo, hace cuatro a?os, el patio de vecinas milan¨¦s engord¨® durante meses el rumor que situaba a Raf Simons en Prada y, aunque no hubo sucesi¨®n como tal en la firma italiana, la historia s¨ª concluy¨® en una direcci¨®n creativa a cuatro manos. El m¨¢s reciente que colocaba insistente a Alessandro Michele en Fendi, relevando a Kim Jones, no lleg¨® sin embargo a parte alguna (el romano terminar¨ªa, sorpresa, en Valentino). Este tipo de c¨¢balas, m¨¢s o menos interesadas, no suelen contemplar las m¨²ltiples variables de la ecuaci¨®n. V¨¦ase el fren¨¦tico runr¨²n que rodea a John Galliano, ganador y colocado en cualquier apuesta desde que el desfile de la colecci¨®n Artisanal de Maison Margiela, el pasado enero, reactivara su estrella: se sabe que en octubre no renovar¨¢ contrato con Renzo Rosso (capo del conglomerado Only The Brave, al que pertenece la ense?a fundada por el legendario belga Martin Margiela), pero quienes fantasean con verlo en Chanel quiz¨¢ olvidan el origen jud¨ªo de los hermanos Alain y G¨¦rard Wertheimer, due?os de la casa de la camelia. Es la misma raz¨®n por la que tampoco regresar¨ªa bien a Givenchy, bien a Dior, otrora feudos del gibraltare?o donde muchos tienen ganas de volver a verlo en acci¨®n: aunque haya obtenido el perd¨®n de sus antiguos patronos ¡ªexpresado en Auge y ca¨ªda de John Galliano, el controvertido documental de Kevin Macdonald¡ª, la nutrida clientela semita de la firma no lo quiere ni en pintura, en especial la estadounidense.
Lo mejor del asunto es que, antes que Galliano, el que sonaba en las quinielas chanelistas era Hedi Slimane. El del dise?ador parisino de ascendencia tunecina es otro de los nombres recurrentes cuando toca ocupar jefatura creativa, una situaci¨®n que ¨¦l mismo espolea con esa costumbre de quemar puentes cada poco. En Celine acaba de cumplir seis a?os y parece que tampoco renovar¨¢ contrato con la ense?a de LVMH que ha aupado a los 3.000 millones de euros, seg¨²n se estima (Michael Rider, antiguo pupilo de Phoebe Philo y director de la colecci¨®n femenina de Polo Ralph Lauren desde 2018, estar¨ªa al quite para el relevo, aseguran por ah¨ª). Eso, m¨¢s su toque de Midas juvenil y que una vez Karl Lagerfeld lo se?al¨® como posible sucesor, puso la m¨¢quina del chisme a rugir el pasado abril, aunque Bruno Pavlovsky, presidente de Chanel, haya insinuado la improbabilidad del fichaje. ¡°Jam¨¢s vamos a borrar lo que ya existe en Chanel¡±, dec¨ªa en rueda de prensa, en julio, refiriendo de refil¨®n la man¨ªa de Slimane de reformular a su imagen y semejanza las marcas por las que pasa como el humo. Tambi¨¦n dejaba caer que no est¨¢ por contratar a ning¨²n ¡°creador potente¡±, contraviniendo el siguiente rumor que apuntaba a Jeremy Scott. O a Clare Waight Keller. O a Simon Porte Jacquemus. De Sarah Burton se supo la semana pasa que se har¨¢ cargo de Givenchy.
Tanta especulaci¨®n tiene raz¨®n de ser. Algunas son filtraciones estrat¨¦gicas para inflar el valor de los creadores en sus negociaciones contractuales. Y luego est¨¢n las ilusiones y fantas¨ªas de los aficionados, que esperan ver cumplidas esas autoprofec¨ªas que conjuran en sus redes sociales; entusiastas de la moda por lo general demasiado j¨®venes como para tener memoria que aporte contexto y a los que les basta cualquier movimiento digital de sus ¨ªdolos para disparar sus imaginaciones, ya sea el borrado/reseteo de una cuenta o un comentario arcano en Instagram.
Pero ocurre que, ahora mismo, la industria vive un momento de especial incertidumbre que da pie a la rumorolog¨ªa.
Por un lado, tenemos a dos casas de costura hist¨®rica, Givenchy y Chanel, en situaci¨®n de sede vacante (la primera desde enero, libre de Matthew Williams; la segunda en junio, con la salida de Virginie Viard), a las que se han unido m¨¢s recientemente mascarones de proa del lujo del alcance de Dries Van Noten y Tom Ford. Por otro, un contingente de creadores en paro como hac¨ªa tiempo que no hab¨ªa noticias. Peter Hawkings, poco m¨¢s de un a?o en Tom Ford, es el ¨²ltimo de la lista de afectados por la concatenaci¨®n de eres de la moda: en marzo cog¨ªan la puerta Pierpaolo Piccioli en Valentino (r¨¢pidamente reemplazado por Michele), Walter Chiapponi en Blumarine (sustituido en agosto por David Koma) y Jeremy Scott en Moschino, y en junio era el turno de Virginie Viard en Chanel. Por su parte, Sarah Burton lleva ya un a?o en dique seco tras su marcha de Alexander McQueen, mientras su paisana Clare Waight Keller suma cuatro desde que cay¨® en Givenchy. Su antecesor, Riccardo Tisci, acaba de anunciar que est¨¢ disponible en el mercado.
Divertimento aparte, el problema de abundar en el chisme es que puede poner en un brete no solo a firmas y dise?adores, que deben responder ante sus compradores ¡ªincluidas las tiendas multimarca que los despachan¡ª por la incertidumbre creada. Adem¨¢s, mentar siempre los mismos nombres en ese baile de las sillas de la moda restringe las posibilidades de otros creadores en las mismas condiciones, pero que apenas suenan entre el ruido de los primeros espadas (Ludovic de Saint Sernin, fulminado de Ann Demeulemeester en 2023, tambi¨¦n est¨¢ libre, pero al joven belga ni se le considera). Por no hablar de la inseguridad y desestabilizaci¨®n mental que pueden asaltarles a quienes ven cuestionados una y otra vez sus cargos, se?alados en redes por hordas de haters que les desean el despido. S¨ª, fabricar o entregarse a los bulos est¨¢ feo, pero jugar con el puesto de trabajo ajeno, a¨²n m¨¢s.
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