Hannelore Knuts: ¡°Hay m¨¢s inter¨¦s por mi edad¡ Quiz¨¢ sean los de ¡®marketing¡¯ diciendo: ¡®Mirad, estamos usando una modelo vieja¡±
La m¨¢s ic¨®nica de la oleada de modelos belgas que dominaron la moda a finales de los noventa celebra 25 a?os de una carrera estelar que la alz¨® como musa del estilo andr¨®gino. Ahora nos muestra la colecci¨®n de Alta Joyer¨ªa de Cartier
Hannelore Knuts (Hasselt, B¨¦lgica, 1977) entendi¨® que la conocida como belgian wave, la oleada de modelos belgas que copaban las pasarelas a finales de los noventa, era toda una realidad durante un desfile del Gucci de Tom Ford. Esperando en fila la cuenta atr¨¢s para el comienzo del show, el propio dise?ador y la encargada de abrirlo, su musa Kate Moss, miraban extra?ados a esa ristra de mujeres que hablaban en flamenco tras ellos. ¡°Nos observaban en plan: ¡®?De qui¨¦n es este desfile?, ?es nuestro o es suyo?¡¯. Y es verdad que ¨¦ramos muchas belgas¡±, recuerda risue?a Knuts. Esa ola pas¨®, pero la actualidad y demanda de la modelo, una de las m¨¢s exitosas de su generaci¨®n, contin¨²a imperturbable m¨¢s de 25 a?os despu¨¦s de su debut. Sin embargo, considera que la vigencia de su carrera, y la de las m¨¢s brillantes maniqu¨ªes de su tiempo, no es una evidencia clara de que la industria por fin reniegue de su edadismo cr¨®nico. ¡°?Celebramos el envejecimiento o celebramos que todav¨ªa amamos a Linda Evangelista? ?La amamos porque cumple a?os o porque es Linda?¡±, se pregunta, y a?ade: ¡°No creo que tenga nada que ver con la edad. A m¨ª no me contratan porque tenga 46 a?os, sino porque soy Hannelore. Aunque es verdad que cada vez hay m¨¢s inter¨¦s por mi edad¡ Quiz¨¢ sean los de marketing diciendo: ¡®Mirad, estamos usando una modelo vieja¡±.
Knuts reivindica la importancia de la representaci¨®n y la diversidad en la industria y corrobora los esfuerzos de muchos de sus compa?eros, ¡°sobre todo los creativos¡±, para alcanzar nuevos est¨¢ndares. ¡°Jean-Paul Gaultier, Pierpaolo Piccioli¡ ellos ya apostaban por la diversidad antes de que todos supi¨¦ramos que esa palabra exist¨ªa. Tambi¨¦n reconozco que esto es como un crucero, no puedes solo mover el tim¨®n y girar de inmediato, hay que esperar a las mareas correctas¡±. Activista por la defensa de la salud mental en el sector, Knuts anhela que la pedagog¨ªa necesaria para el cambio llegue tambi¨¦n al consumidor: ¡°La gente desde fuera siempre responsabiliza a la moda de la salud mental de las j¨®venes, del incremento de la anorexia¡ Pero creo que el espectador tiene que entender tambi¨¦n c¨®mo mirar esas im¨¢genes. Estamos tratando de vender un sue?o, tiene que ser un poco inalcanzable. Si quien mira se quiere a s¨ª mismo lo suficiente, una foto no deber¨ªa afectarle tanto¡±, afirma.
La honestidad preside el discurso de la modelo, que asegura sentirse privilegiada por posar con joyas de Cartier ante el objetivo de S Moda. ¡°Me siento un poco como en un cuento de hadas¡±, ratifica. El cuento para ella empez¨® sin que ni siquiera fuera ella quien decidiera escribirlo. A los 20 a?os, mientras estudiaba fotograf¨ªa, una agencia le ofreci¨® representarla y enviarla ipso facto a la Semana de la Moda de Londres. Al cabo de unos d¨ªas desfilaba para Alexander McQueen. Un par de semanas despu¨¦s, aparec¨ªa en siete desfiles al d¨ªa en Mil¨¢n y Par¨ªs. ¡°No ten¨ªa porfolio, no ten¨ªa ni idea de moda. No sab¨ªa con qui¨¦n estaba trabajando porque nunca hab¨ªa querido ser modelo. Eran los tiempos del preinternet y donde yo viv¨ªa ni siquiera pod¨ªas encontrar la revista Vogue¡±, precisa. ?C¨®mo sobrevivi¨® a esa monta?a rusa? ¡°Era demasiado t¨ªmida para decir que no, ten¨ªa mucho p¨¢nico esc¨¦nico y me sent¨ªa muy vulnerable. As¨ª que me agarr¨¦ muy fuerte y trat¨¦ de disfrutar el viaje¡±, replica.
La etiqueta de icono andr¨®gino la acompa?¨® desde el principio. En sus moodboard siempre aparec¨ªan rostros como los de Patti Smith, Annie Lennox o David Bowie y Knuts, lejos de maldecir los intentos de encasillamiento, agradece que su perfil profesional encajara con su forma de estar en el mundo. ¡°Me encanta ser mujer y me siento femenina, pero nunca fui ese tipo de chica que va saltando por la playa y sonriendo. Con la etiqueta de tomboy (chicazo) pod¨ªa ser yo misma¡±, evoca. Eso s¨ª, conoce el precio que pag¨® por ello. ¡°Si no me hubieran puesto en ese molde podr¨ªa haber tenido una carrera m¨¢s lucrativa. Al encasillarme como andr¨®gina perd¨ª muchas campa?as de marcas de belleza que, siendo sinceros, son el tipo de campa?as que quiere una modelo¡±, sostiene, sin perder la esperanza de que esta cuenta pendiente pueda saldarse en el futuro.
Su pasi¨®n por su profesi¨®n no ha cambiado, pero s¨ª su forma de presentarse ante ella: ¡°Me siento mejor en mi piel, menos insegura, y la disfruto de otra forma¡±. Se esfuerza, como cualquier otra madre soltera y trabajadora, por conciliar la crianza de su hijo Angelo y los rigores de una profesi¨®n que no entiende de armon¨ªas familiares. ¡°Es duro porque en esta profesi¨®n todo se decide en el ¨²ltimo minuto. Requiere de mucha organizaci¨®n y he perdido trabajos porque no pod¨ªa dejar a mi hijo. Amo el mundo de la moda, pero hay cosas que pueden mejorar y esta es una de ellas¡±. Tambi¨¦n ha trabajado como presentadora, actriz, dise?adora y hasta profesora de mindfulness y meditaci¨®n. En sus palabras, tomar distancia con la industria ha sido clave para mantenerse cuerda y sana. ¡°Siempre me sent¨ª un poco como la outsider. Estaba en los mejores sitios, pero siempre volv¨ªa a casa. Mi familia y mis amigos, mi vida social, estaba aqu¨ª. Nunca estuve 24/7 en el mundo de la moda¡±. Poco a poco, concluye, aprendi¨® a encontrar su propio camino.
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