Dijo no a Sid Vicious e inspir¨® ¡®Spanish bombs¡¯ de The Clash: la alucinante historia de la espa?ola Palm Olive
Paloma Romero (su nombre real) fue fundadora de la primera banda femenina punk, The Slits. Detestaba al manager de los Sex Pistols.
La mayor¨ªa de alumnos de la escuela secundaria de Cape Cod (Massachusetts) en la que Paloma Romero (Melilla, 1954) da clases de espa?ol no tienen ni idea de que esa mujer de pelo canoso, tranquila, madre y abuela, tan querida dentro de su comunidad, fue el objeto de deseo de Sid Vicious y la novia de Joe Strummer, el l¨ªder de The Clash. Seg¨²n ¨¦l mismo cont¨® a la revista musical NME en 1988, a ella est¨¢ dedicada Spanish bombs, una de las canciones m¨¢s famosas del London calling, el disco m¨¢s celebrado de la banda brit¨¢nica, que esta semana cumple 40 a?os.
Y mucho menos pueden imaginar sus alumnos que es capaz de tocar la bater¨ªa con una rabia furiosa, que es la fundadora de la primera banda punk compuesta solo por mujeres de la historia de la m¨²sica, The Slits, y que form¨® parte de uno de los grupos femeninos de culto m¨¢s celebrados del pop, The Raincoats.
Paloma Romero fue un d¨ªa una bomba espa?ola a la que Paul Simonon, el bajista de The Clash, haciendo un juego vocal con la palabra ?Paloma?, que era incapaz de pronunciar, bautiz¨® como Palm Olive; pero fue, sobre todo, la instigadora de lo que ella misma ha definido en una entrevista reciente como ¡°una revoluci¨®n dentro de una revoluci¨®n¡±.
En la M¨¢laga franquista donde se crio rodeada de siete hermanos tampoco mucha gente pod¨ªa imaginar que aquella chavala, a los diecisiete a?os, en 1973, tendr¨ªa los arrestos para coger el petate y plantarse en un albergue de la YMCA de Picadilly Circus sin casi saber hablar ingl¨¦s. Su padre a veces alojaba en casa a hippies mochileros que pasaban por la ciudad y a ella aquella forma de vida le hizo so?ar. ¡°Aunque la m¨ªa era una familia de clase media, entre mis hermanos debat¨ªamos mucho. En mi casa se pod¨ªa pensar. Me acuerdo que me encantaban Serrat y Paco Ib¨¢?ez y yo no pod¨ªa entender aquel pa¨ªs en el que estaba prohibido leer cosas y escuchar cosas. Yo ve¨ªa que el destino que me esperaba era casarme y tener hijos y aguantar a mi marido, me hiciese lo que me hiciese. Sent¨ªa que necesitaba irme¡±, ha contado en una entrevista con el periodista musical Eric Blair.
Paloma ten¨ªa muchos conflictos internos. No entend¨ªa a Franco y cuenta la ensayista Jenn Pelly en el libro de la colecci¨®n 33 1/2 dedicado a las Raincoats que hab¨ªan abusado sexualmente de ella. Tambi¨¦n cuenta que quien la inici¨® en sus ambiciones libertarias fue un amigo boliviano vinculado al Partido Comunista que le ense?¨® a Willhem Reich y su revoluci¨®n sexual.
La primera vez que Paloma Romero fue a Londres estuvo lavando platos. M¨¢s tarde regres¨® a casa y se matricul¨® en la universidad, en Madrid. Seg¨²n Jean Pelly, all¨ª particip¨® en protestas estudiantiles y empez¨® a odiar a la polic¨ªa. A los dieciocho a?os se qued¨® embarazada: se fue a abortar a Marruecos. ¡°Fue una experiencia muy dif¨ªcil¡±, cont¨® a Pelly.
Despu¨¦s de eso, Espa?a ya no era una opci¨®n: decidi¨® intentarlo de nuevo en Londres y aunque segu¨ªa sin ser capaz de hablar ingl¨¦s, su hermana Esperanza, que se acababa de ir de la ciudad, le abri¨® camino. Ella hab¨ªa sido novia de Richard Dudanski, el bater¨ªa de los 101ers¡¯, fue quien la introdujo en el circuito de casas okupas y quien de alguna manera la condujo hasta Joe Stummer, que todav¨ªa se hac¨ªa llamar Woody Mellor. Paloma, desmitificadora, ha explicado en varias ocasiones que aquella vida okupa no era en absoluto dura: nunca les falt¨® la luz, ni el agua corriente. Nunca pasaron fr¨ªo.
Mellor [Strummer] encontraba fascinante a Paloma precisamente porque era espa?ola y antifranquista. Ella le ense?¨® la cultura espa?ola. Seg¨²n ella misma cuenta en el libro de la colecci¨®n 33 1/2, ¡°las conversaciones sobre la Guerra Civil formaban parte del cortejo¡±.? Se divert¨ªan, se re¨ªan, lo pasaban muy bien pero eran muy diferentes y esas diferencias empezaron a hacer m¨¢s obvias cuando los 101ers¡¯ empezaron a hacerse m¨¢s grandes en la escena musical londinense. ¡°Era muy ambicioso. Nunca ocult¨® que quer¨ªa ser famoso. Lo quer¨ªa con todas sus fuerzas. Y ese deseo, esa ambici¨®n, era lo que le manten¨ªa vivo, lo que le hac¨ªa seguir¡±, le relat¨® a Blair hace solo unos meses.
Paloma no comulgaba del todo con aquellas ansias: ella era una hippie y el ¨¦xito de masas nunca le hab¨ªa interesado. ¡°Le dej¨¦ y me march¨¦ una temporada a vivir a una granja en Escocia. Estaba cansada de todo. Le dije: mira, me parece genial que te vaya muy bien con tu grupo, pero yo no s¨¦ que estoy haciendo con mi vida, no me siento realizada. Nuestra relaci¨®n era lo ¨²nico que me manten¨ªa atada a un sitio concreto, as¨ª que pens¨¦ que precisamente la relaci¨®n era el problema. Y adem¨¢s yo normalmente no duraba m¨¢s de dos meses con ning¨²n t¨ªo y con ¨¦l ya llevaba dos a?os. Pero ¨¦l no quer¨ªa romper, as¨ª que simplemente lo pusimos en pausa¡±, cont¨® el a?o pasado Paloma a la revista Tom Tom Magazine. Mientras ella estaba en Escocia, Mellor ya se hab¨ªa convertido en el l¨ªder de The Clash, que dieron un concierto con Sex Pistols que cambiar¨ªa todo. En 1975, Paloma y su novio viajaron juntos por Andaluc¨ªa. El mito del Joe Strummer hispanista hab¨ªa nacido. Justo despu¨¦s, nacieron The Clash.
En la ¨¦poca de los 101ers¡¯ Paloma ten¨ªa ciertas reservas en torno a la escena musical en la que se mov¨ªa su novio: le parec¨ªa de posturitas y falsamente libertaria. Por eso decidi¨® volver a sus or¨ªgenes hippies e integrarse en un circo callejero a hacer de mimo. Un amigo belga, que fue quien la introdujo en ese mundo, le ense?¨® a usar las baquetas con un tambor. Pero el movimiento punk cada vez se hac¨ªa m¨¢s grande y ella segu¨ªa saliendo con Joe, as¨ª que cuando surgieron The Clash empez¨® a sentirse atra¨ªda por la idea de formar su propio grupo y tocar la bater¨ªa. Llam¨® a su padre a M¨¢laga y por primera vez desde que hab¨ªa llegado a Londres se atrevi¨® a pedirle dinero: ¡°Pens¨® que lo que le estaba pidiendo era una bater¨ªa de cocina¡±, cont¨® a Pelly.
Primero lo intent¨® con Flowers of Romance. Uno de sus compa?eros de banda era Sid Vicious, quien estaba loco por ella y la presionaba para que se acostase con ¨¦l. El experimento dur¨® dos semanas. ¡°Empez¨® a ser terrible conmigo. Me confrontaba, buscaba el conflicto. Me dec¨ªa que odiaba a los negros solo para provocarme. Yo sent¨ªa que eso no era punk, que no ten¨ªa ning¨²n sentido, que era todo lo contrario a la libertad que preconiz¨¢bamos. No dej¨¦ ese lugar opresivo que era Espa?a para meterme en aquello¡±, cuenta en el libro de Pelly. Entonces tom¨® la decisi¨®n de que solo montar¨ªa una banda con otras chicas, para no volver a verse envuelta en ese tipo de relaciones t¨®xicas. Con Pelly fue clara: ¡°Quer¨ªa componer canciones y tocar y no estar dependiendo de si un t¨ªo se quer¨ªa acostar conmigo o no¡±.
Como si de una se?al divina se tratase, en un concierto de Patti Smith conoci¨® a Ari Up, una alemana terremoto cuya madre hab¨ªa sido amiga de Jimi Hendrix y con la que fund¨® The Slits, el primer grupo punk de chicas de la historia, sobre el que en 2017 se estren¨® un documental titulado Here to be heard, que las rescataba del olvido y las reivindica como figuras inspiradoras del movimiento del que formaron parte.
The Slits eran salvajes y sus puestas en escena se hicieron famosas por abanderar de forma perfecta el esp¨ªritu anticomercial y anticapitalista del punk rock. Fue c¨¦lebre la portada de su primer disco, en la que aparec¨ªan ense?ando los pechos y de en la que Paloma no aparece.
Dado que compart¨ªan local de ensayo, equipos y a veces bolos con los Clash y los Sex Pistols, tuvieron la oportunidad de tratar con los managers de ambos grupos. ¡°Bernie Rhodes era un dictador. Te dec¨ªa c¨®mo ten¨ªas que vestirte, qu¨¦ ten¨ªas que hacer¡±, ha contado Palm Olive en el libro sobre The Raincoats. Pero las ideas que de verdad le resultaban ajenas eran las de?Malcolm McLaren, un mis¨®gino reconocido. Palm Olive ha contado en varias ocasiones que el manager de los Sex Pistols le dijo: ¡°Quiero trabajar con mujeres porque las odio y yo funciono mucho mejor si siento odio¡±.
La pac¨ªfica y hippie Paloma no acababa de estar a gusto en ese mundo. Las fricciones con sus compa?eras de The Slits empezaron a hacerse obvias: ella era demasiado libre e informal. Siempre llegaba tarde a los ensayos. No necesitaba tomarse tan en serio la m¨²sica. La echaron. Ya hab¨ªa roto con Joe Strummer, y no en t¨¦rminos muy amistosos.
Entonces se uni¨® a las Raincoats, cuya filosof¨ªa se resume en el anuncio que Paloma puso en una librer¨ªa para encontrar a otro miembro de una banda: ¡°Se busca m¨²sica. Fuerza, no estilo¡±. Estuvo con ellas hasta principios de los ochenta. Para entonces ya estaba con Dave, un chico al que conoc¨ªa de sus a?os hippies y que la devolvi¨® a una forma de vida m¨¢s pac¨ªfica: ¡°Una vez Joe nos vio juntos y yo estaba mucho m¨¢s tranquila. Se burl¨® de m¨ª diciendo ¡®Ahora ya no bebes, ?eh? Fue muy condescendiente¡±.
Con Dave acab¨® abandonando Inglaterra, para mudarse a Espa?a primero, despu¨¦s a la India y finalmente a Estados Unidos, donde vive desde 1985. Tuvieron tres hijos y con ¨¦l sigue viviendo en Massachusetts, donde la conocen como Paloma McLardy y la mayor¨ªa no est¨¢ al tanto de su pasado. Ella, sin embargo, no ha olvidado la importancia de lo que hizo con The Slits. Este a?o, frente al periodista musical Eric Blair lo resumi¨® as¨ª: ¡°Los hombres no pod¨ªan ni imaginarse lo que significaba tener una voz como una mujer en aquel ambiente. Es como cuando eres blanco, que no te das cuenta de los privilegios que tiene, porque no sufres los problemas de los negros. Los chicos peleaban por algo, pero nosotras pele¨¢bamos por algo m¨¢s, porque hab¨ªa algo m¨¢s contra nosotras. De un hombre se pod¨ªan esperar aquellos gritos, aquella violencia, pero nosotras ¨¦ramos intimidantes. Una chica no deb¨ªa vestirse as¨ª, no deb¨ªa decir esas cosas. Muchas veces la gente por pura frustraci¨®n era muy violenta y no nos importaba, les plant¨¢bamos cara. ?ramos guerreras¡±.
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