El ADN del talento, por Ana Pastor
Nuestros investigadores son un tesoro que debemos cuidar y poner en valor.
Decenas de miles de peque?os ratones se mueven de manera fren¨¦tica en ese s¨®tano en el que son tratados como pacientes de primera porque su supervivencia puede ser imprescindible para muchos seres humanos. Los diminutos animales est¨¢n separados en varias estancias, aislados de cualquier agente extra?o que pueda perjudicar a su organismo. No todos llegan a la ¨²ltima etapa, donde los que sobreviven nos ofrecen una esperanza para algo tan sencillo, y tan maravilloso, como es seguir cumpliendo a?os a salvo de una grave enfermedad. Es el s¨®tano del edificio en el que se respira futuro. Es el Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas, el CNIO.
Hay decenas de ejemplos que hablan de c¨®mo Espa?a tiene mucho que decir en un territorio vital respecto a otros pa¨ªses. En un momento en el que estamos viviendo una crisis especialmente virulenta y cuando los recortes tambi¨¦n est¨¢n afectando a este ¨¢mbito, en la investigaci¨®n biom¨¦dica somos una referencia. Casi podr¨ªamos decir que estamos consiguiendo victorias equivalentes a las obtenidas en el deporte. Deber¨ªamos poder presumir de tener a los Gasol, Nadal o Iniesta de la Ciencia. La producci¨®n cient¨ªfica espa?ola est¨¢ en el puesto n¨²mero 9 en cantidad y 10 en calidad, seg¨²n el informe de la Royal Society, la sociedad cient¨ªfica m¨¢s antigua del mundo. Pero todav¨ªa hay m¨¢s. Espa?a ocupa el puesto n¨²mero 39 en el ranking mundial de innovaci¨®n recogido en el Informe Global de Competitividad del Foro Econ¨®mico Mundial de Davos, una lista de 142 pa¨ªses liderada por Suiza, Singapur y Suecia en la que, sin embargo, la econom¨ªa espa?ola queda lejos de los pa¨ªses m¨¢s avanzados de la UE.
El c¨¢ncer es la primera causa de muerte en el planeta, lo que hace que esta batalla sea a¨²n m¨¢s importante. Nuestros cient¨ªficos pueden salvar vidas en el futuro. Orgullo de pa¨ªs. El CNIO est¨¢ entre los primeros del mundo. Adem¨¢s, dos hombres desconocidos para el gran p¨²blico, Carlos L¨®pez-Ot¨ªn (Universidad de Oviedo) y El¨ªas Campo (Hospital Cl¨ªnic de Barcelona), han conseguido ser los primeros en secuenciar el genoma completo de cualquier tipo de c¨¢ncer y tambi¨¦n de la leucemia, lo que se traduce como un avance clave en un tipo de c¨¢ncer que cada a?o se diagnostica en Espa?a a 1.000 nuevos pacientes. Todo un hito para esas familias, que sue?an con que los progresos se produzcan con rapidez, y tambi¨¦n para nuestra ciencia, que en este caso se ha adelantado a centros de vanguardia internacional que persegu¨ªan el mismo resultado como el legendario Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT). Su vicepresidente ejecutivo y tesorero, por cierto, es un joven espa?ol de nombre Israel Ruiz, nacido en el barrio barcelon¨¦s de Santa Eulalia.
Es cierto que, al igual que en otros sectores, algunos de nuestros investigadores se tienen que marchar fuera por la falta de oportunidades. Su talento no encuentra aqu¨ª el soporte institucional necesario. Pero tambi¨¦n es verdad que en los ¨²ltimos a?os se ha hecho un esfuerzo por intentar evitarlo e incluso por sumar a nuestros proyectos a cient¨ªficos de otros pa¨ªses. Nuestros cient¨ªficos e investigadores son un tesoro que deber¨ªamos cuidar y poner en valor. No podemos estar en los primeros puestos de todas las disciplinas, no tenemos la capacidad ni la potencia suficiente. Pero s¨ª existen algunos campos donde podemos destacar mucho. Y cuando existe la posibilidad hay que aprovecharla. Como dice Ferran Adri¨¤, el mejor cocinero del mundo, pero tambi¨¦n un creador, un alquimista, un revolucionario, hay que usar estas disciplinas como un arma social para generar un cambio que pueda sacarnos de esta. Un cambio a trav¨¦s del talento.
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