As¨ª consigui¨® Patti Smith el ¡®look¡¯ andr¨®gino m¨¢s reconocible de la m¨²sica (sin ni siquiera pretenderlo)
Robert Mapplethorpe retrat¨® a la inclasificable artista con una camisa blanca que hab¨ªa comprado en una tienda de segunda mano y un corte de pelo desali?ado que la convirti¨® de un d¨ªa para otro en un s¨ªmbolo de lo andr¨®gino.
En 1975, Robert Mapplethorpe, el fot¨®grafo neoyorquino que entonces estaba a punto de cumplir los 30, retrat¨® a su novia, la cantante y poeta Patti Smith (con la que viv¨ªa en el m¨ªtico Chelsea Hotel, junto a otros artistas) para la portada de su disco de debut, Horses (1975). La foto, en blanco y negro, y con solo una protagonista, marc¨® un antes y un despu¨¦s en cuanto a la presencia de las mujeres en la m¨²sica, pero tambi¨¦n en la manera en la que fueron percibidas por los dem¨¢s. En parte porque Smith ten¨ªa claro c¨®mo quer¨ªa mostrarse ante el p¨²blico, aunque para hacerlo tuviese que enfrentarse a los ejecutivos de Arista Records que, como era esperable, no se sintieron c¨®modos con su imagen.
La concepci¨®n de una foto emblem¨¢tica
Cuando Mario Sorrenti retrat¨® a su novia Kate Moss a los 18 a?os, no necesit¨® grandes alardes para firmar una fotograf¨ªa emblem¨¢tica que despu¨¦s usar¨ªa Calvin Klein como imagen de su perfume Obsession. La instant¨¢nea trascend¨ªa la evidente belleza de la modelo y enviaba un poderoso mensaje. A?os antes, Patti Smith tampoco necesit¨® nada m¨¢s que su presencia, sin retoques, para conseguir algo parecido a la modelo brit¨¢nica: capturar una esencia, un mood vital que reflejaba los deseos de la artista, pero tambi¨¦n los inicios de una nueva manera de entender la feminidad.
En la foto, que se tom¨® en un apartamento del Greenwich Village (el barrio de moda de Nueva York), Smith aparec¨ªa con una camisa blanca y limpia (el ¨²nico requisito que Mapplethorpe le hab¨ªa puesto) comprada en una tienda del Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n del Bowery, una americana negra, y un pin de un caballo como ¨²nico accesorio. ¡°Un d¨ªa, fui a Saks y vi a un ni?o cat¨®lico de 13 a?os y a su madre eligiendo un traje. Luego, yo me compr¨¦ el mismo. Es mi traje de gala de Baudelaire¡±, cont¨® Smith en una entrevista para New York Times Magazine en 1975.
Su pareja en aquel momento solo necesit¨® una decena de fotos para conseguir la imagen que despu¨¦s ocupar¨ªa la portada de Horses. ¡°Una mezcla de Baudelaire y Sinatra¡±, contar¨ªa despu¨¦s su protagonista. En ella, la cantante y poeta se alejaba de la t¨ªpica representaci¨®n femenina en la m¨²sica; su imagen se convirti¨® en un s¨ªmbolo de lo andr¨®gino, y supuso un nuevo comienzo para muchas mujeres (artistas o no). Sin embargo y, como tantas veces ocurre, Smith explic¨® a?os despu¨¦s que con ella no pretend¨ªa hacer ninguna ¡°declaraci¨®n de intenciones¡± y que tampoco ¡°pensaba que fuese a traspasar ning¨²n l¨ªmite¡±.
Con todo, Mapplethorpe no estaba tan convencido de su imagen como Smith. ¡°?No quieres peinarte un poco?¡±, le pregunt¨®. Pero ella se neg¨®. Durante la sesi¨®n, el fot¨®grafo quiso ir al grano. ¡°Hab¨ªa un tri¨¢ngulo de sombra que le gustaba. La luz estaba cambiando [¡] Me pidi¨® que me quitara la chaqueta porque le gustaba el blanco de mi camisa. La lanc¨¦ sobre mi hombro en plan Sinatra, tratando de emular algo de su aspecto desafiante pero casual. Y esa fue la toma que eligi¨® Robert ?, record¨® en su libro de memorias ?ramos unos ni?os (Lumen).
A varios kil¨®metros de distancia, la realidad del statu quo luchaba por imponerse. El fundador de Arista Records, Clive Davis, exigi¨® que Smith se depilase el bigote. Y se atrevi¨® a ir m¨¢s all¨¢: ¡°Una cosa es escribir una canci¨®n de reggae sobre el suicidio en una playa de lesbianas, [pero] colocar una foto en blanco y negro de una mujer sexualmente andr¨®gina en la portada de un ¨¢lbum ha sido un suicidio comercial¡±.
Un corte de pelo ic¨®nico
A los 19 a?os, Patti Smith se mud¨® a Nueva York desde Nueva Jersey. Comenz¨® trabajando en librer¨ªas, una actividad que alternaba escribiendo poes¨ªa, pintando, dibujando y escribiendo rese?as de discos. Pero las cosas cambiaron cuando la joven artista, que ya hab¨ªa empezado a actuar como telonera de grupos como New York Dolls, tom¨® una decisi¨®n inesperada.
¡°Con un solo corte de pelo, me convert¨ª de la noche a la ma?ana y, de manera milagrosa, en un ser andr¨®gino¡±, record¨® Smith en su biograf¨ªa. Fred Hughes, que dirig¨ªa Factory (el club del momento), quiso saber si era una cantante de folk porque su pelo era ¡°muy Joan Baez¡±. Un comentario que Smith no digiri¨® bien y que tampoco consigui¨® olvidar; a fin de cuentas, no se hab¨ªa tocado el pelo desde que era una adolescente. ¡°Recort¨¦ todas las fotos que encontr¨¦ de Keith Richards. Las estudi¨¦ durante unos momentos, cog¨ª las tijeras, y a lo machete me desped¨ª de mi era folkie¡±, record¨® a?os despu¨¦s. ¡°Me lav¨¦ el pelo en el ba?o del pasillo y lo sacud¨ª para sec¨¢rmelo. Fue una experiencia liberadora¡±.
Pero la artista estadounidense a¨²n no sab¨ªa que aquel acto visceral marcar¨ªa un punto y aparte en su vida. ¡°Cuando fuimos a Max¡¯s [Kansas City], mi corte de pelo caus¨® un gran revuelo. No me pod¨ªa creer que se montase tal alboroto despu¨¦s de aquello. Segu¨ªa siendo la misma persona, pero mi estatus hab¨ªa mejorado de repente¡±. De hecho, durante las siguientes semanas, Smith ejerci¨® como peluquera; se hab¨ªa creado un ej¨¦rcito de fans (tambi¨¦n de su estilismo capilar). ¡°Alguien en Max¡¯s me pregunt¨® si era andr¨®gina¡±, record¨® la protagonista en sus memorias. ¡°Le pregunt¨¦ que qu¨¦ significaba eso. ¡®Ya sabes, como Mick Jagger¡¯. Pens¨¦ que aquello deb¨ªa de ser algo genial. Que la palabra significaba guapo y feo al mismo tiempo¡±.
Por aquel entonces, el look de Smith consist¨ªa en camisas blancas, corbatas negras y gabardinas, en un intento de encarnar a un tiempo a Frank Sinatra y al escritor Jean Genet. El resto de su armario lo compon¨ªan camisetas blancas de algod¨®n, camisas de seda negras, pantalones de pinzas, zapatos blancos y zapatillas de ballet de Capezio. Una decisi¨®n pensada, tambi¨¦n la de parecerse a Charles Baudelaire, que encarnaba el uniforme del poeta: una camisa blanca y un lazo de seda negra et voil¨¤. Una tendencia, la sastrer¨ªa, que ha vuelto a estar de actualidad como evidencian publicaciones como Homme Girls, en donde se priorizan las camisas masculinas y los trajes. Porque el traje masculino no ha dejado de ser cuestionado y reapropiado por las mujeres desde entonces.
No soy feminista, soy humanista
Aunque Smith admiraba a cantantes como Joan Baez, Nina Simone o Billie Holiday, lo cierto es que nunca quiso que la comparasen con ellas. A pesar de eran mujeres con una imagen fuerte, se sent¨ªa m¨¢s identificada con Bob Dylan y Mick Jagger, dos de sus ¨ªdolos. En el fondo, pensaba que hab¨ªa ciertas limitaciones que deb¨ªas asumir si eras mujer y artista, pero adem¨¢s cre¨ªa que lo tradicionalmente femenino era menos interesante.
Y lo que quer¨ªa Smith era beneficiarse de la imagen p¨²blica (y los privilegios) de los artistas hombres. Para conseguirlo, se visti¨® a lo Keith Richards y se alej¨® de la actitud que se esperar¨ªa de una cantante. Porque entonces aun exist¨ªa una dicotom¨ªa entre la folkie y el ¨ªdolo de rock and roll que la soci¨®loga Sarah Thornton analiz¨® en su ensayo Club Cultures: Music, Media, and Subcultural Capital (1996). Es ¡°la tradicional divisi¨®n entre la alta cultura viril y la baja cultura feminizada¡±, se?al¨®. Y por supuesto, Smith quiso pertenecer al primer grupo. Porque lo aut¨¦ntico siempre es masculino o, en cualquier caso, ag¨¦nero.
Pero este sentimiento no era nuevo; Smith nunca se hab¨ªa sentido c¨®moda con la feminidad que le impon¨ªa su madre, y su perfume y sus labios rojos habituales durante los a?os 50, le horrorizaban. Para rebelarse ante ella, se fabric¨® su propia identidad y eligi¨® una nueva imagen cercana a la masculinidad, que al mismo tiempo se alejaba de la limitaci¨®n de roles disponibles para la mujer en la m¨²sica. As¨ª, gracias a la performatividad de su masculinidad, consegu¨ªa beneficiarse de los privilegios de sus compa?eros. Adem¨¢s, Smith sent¨ªa una responsabilidad para con el rock and roll, un movimiento musical que comenzaba a desintegrarse despu¨¦s de d¨¦cadas de total hegemon¨ªa. Quer¨ªa reinterpretarlo, otorgarle una nueva vida. En una entrevista para la revista Rolling Stone, se mostr¨® claramente preocupada por su declive. ¡°Todo era rock de estadio y bandas de glitter¡±, se lament¨®.
Su actitud, la de ser uno de los chicos, fue calificada por los cr¨ªticos musicales Joy Press y Simon Reynolds como ¡°female machisma¡±, una imitaci¨®n de la masculinidad por parte de mujeres con pocos modelos de conducta en los que inspirarse. En el caso de Smith, m¨¢s bien, lo que pesaba era la idea de que lo cool era puramente masculino. Sin embargo, la artista multidisciplinar solo transgredi¨® los presupuestos de la feminidad en cuesti¨®n de imagen: manten¨ªa una relaci¨®n heterosexual con Mapplethorpe y, a finales de los a?os 70, dej¨® Nueva York para irse a vivir junto a Fred ?Sonic? Smith, de los MC5, con el que tuvo dos hijos. ?Fui muy criticada?, reconoci¨® Smith en una entrevista a The Washington Post en 2019. ¡°Cuando dej¨¦ la vida p¨²blica y mi supuesta carrera para ser esposa y luego madre, fue como si hubiera traicionado, ya sabes, alg¨²n tipo de ideolog¨ªa que nunca abrac¨¦¡±, aleg¨®. ¡°Mi arte nunca se vio mermado porque tuviese marido e hijos. Las experiencias que tuve mejoraron mi trabajo, me mejoraron como ser humano ¡±.
A pesar de todo, Smith reconoci¨® en 2014 que hab¨ªa abandonado muchos proyectos en la d¨¦cada de los 80, pero que nunca hubiese sacrificado el tener descendencia por nada del mundo. Por suerte, encontr¨® una manera de conciliar su maternidad con su vocaci¨®n de escritora. ¡°Me levantaba a las cinco de la ma?ana y escrib¨ªa hasta las ocho. Mis hijos se levantaban a las nueve. Disfrutaba mucho de esos momentos porque todo estaba en silencio¡±. Smith nunca se ha significado como feminista y en la actualidad sigue sin hacerlo; prefiere definirse como humanista. Como le ocurre a muchas otras artistas, se siente molesta cuando su poes¨ªa o su m¨²sica son calificados como ¡°arte de mujeres¡±, una etiqueta que no necesitan los artistas masculinos, cuyo arte parece universal.
Aun as¨ª, es innegable que su imagen y su obra siguen sirviendo como inspiraci¨®n para millones de mujeres en todo el mundo. Porque Smith siempre ser¨¢ un s¨ªmbolo feminista, aunque lo haya conseguido sin pretenderlo.
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