25 a?os de ¡®Pr¨ºt-¨¤-Porter¡¯, la pel¨ªcula maldita sobre moda que Karl Lagerfeld llev¨® a los tribunales
¡°Farsa¡±, ¡°pesadilla¡±, ¡°desastre¡±¡ Esta es la historia de c¨®mo un filme con 16 nominados al Oscar en su reparto y un acceso sin precedentes a las tripas de la semana de la moda parisina acab¨® convirti¨¦ndose en uno de los mayores fracasos del cine de los noventa.
Suzy Menkes fue ¨Cuna vez m¨¢s¨C la que sintetiz¨® mejor que nadie los ¨¢nimos caldeados en los d¨ªas anteriores al estreno. ¡°El mundo de la moda esperaba una visi¨®n sarc¨¢stica, brillante y cr¨ªtica de su industria. Lo que nos encontramos aqu¨ª es una pura farsa¡±. Era diciembre de 1994 y la industria internacional del lujo esperaba con los brazos abiertos el filme que, por fin, iba a hacer justicia a un sector que hab¨ªa crecido de la mano del s¨¦ptimo arte, pero ignorado por este a la hora de ser retratado con fidelidad en la pantalla grande. Los ingredientes necesarios para el triunfo estaban: el director de cine del momento, un reparto de campanillas y un acceso sin precedentes a la semana de la moda de Paris. Su prometedor productor, un joven Harvey Weinstein que ven¨ªa de arrasar en Cannes con una tal Pulp Fiction, supon¨ªa el broche de oro para un proyecto que se antojaba infalible en cartelera. Pero lo ¨²nico infalible ser¨ªa el malditismo que acompa?ar¨ªa a la pel¨ªcula desde su estreno. Pr¨ºt-¨¤-Porter, la pel¨ªcula destinada a ser para la industria del lujo lo que Todos los hombres del presidente para el periodismo, no solo fue un rotundo fracaso de cr¨ªtica y p¨²blico sino que encoleriz¨® hasta el extremo a mitos del textil como Karl Lagerfeld o Valentino Garavani.
Robert Altman utiliza como detonante del filme el asesinato del presidente de la Chambre Syndicale Fran?aise para hacer una cr¨®nica sat¨ªrica de todo lo que acontece en la semana de la moda de Paris a trav¨¦s de la mirada de dise?adores exc¨¦ntricos, editoras de moda caprichosas y celebrities absurdas. El cineasta, cuyo ¨²ltimo trabajo El juego de Hollywood hab¨ªa cosechado hasta tres nominaciones al Oscar (incluyendo mejor pel¨ªcula), pretend¨ªa analizar con el mismo tino que la meca del cine el surrealismo de lo que ¨¦l mismo denominar¨ªa como ¡°circo¡±. Un deseo surgido despu¨¦s de acudir junto a su mujer ¨Cy contra su voluntad¨C a un desfile de Sonia Rykiel unos a?os antes. Teniendo en cuenta su recaudaci¨®n en taquilla, apenas unos m¨ªseros 18 millones de euros en todo el mundo, y la recepci¨®n fuera y dentro de la industria, no lo consigui¨®.
La cr¨ªtica cinematogr¨¢fica la destroz¨® desde el primer momento. ¡°La pel¨ªcula solo puede gustarle a la madre del director¡± (National Review) o ¡°Esto parece el t¨ªpico ¡®Vamos a Par¨ªs y a ver qu¨¦ pasa¡¯ que desperdicia el tiempo y el talento del todo el mundo¡± (Los Angeles Times), son algunos de los comentarios m¨¢s educados que recibi¨® el filme. La sensaci¨®n de oportunidad perdida est¨¢ m¨¢s que justificada. Altman goz¨® del benepl¨¢cito de los grandes nombres del lujo para colar sus c¨¢maras en los entresijos del backstage de Thierry Mugler, Jean Paul Gautier, Christian Lacroix, Gianfranco Ferr¨¦, Issey Miyake o la propia Rykiel. Naomi Campbell, Helena Christensen, Linda Evangelista, Christy Turlington o incluso Cher son solo algunos de los cameos que conforman el imponente m¨²sculo insider exhibido por el filme.
Pocos d¨ªas despu¨¦s, muchos de los que participaron en el rodaje se arrepentir¨ªan de su involucraci¨®n una vez visto el resultado final. ¡°No s¨¦ qu¨¦ decir, es una comedia, es graciosa. No es una cr¨ªtica a la moda, es una ficci¨®n total¡±, se excusaba Gaultier; ¡°No ha querido indagar en las cabezas de la gente de la industria¡±, a?ad¨ªa Ferr¨¦. Dos nombres, Karl Lagerfeld y Valentino Garavani, predijeron el desastre y se negaron por completo a que las c¨¢maras del cineasta grabaran ni un solo minuto de sus desfiles. Eso no librar¨ªa al K¨¢iser de la venganza de Altman, que incluy¨® en el gui¨®n un di¨¢logo en el que un dise?ador ficticio (interpretado por Forest Whitaker) le calificaba como ¡°ladr¨®n¡±.
El modisto alem¨¢n, que calific¨® el filme como ¡°una caricatura de pesadilla¡± y como ¡°muy aburrido¡±, no tard¨® en tomar medidas tras ser consciente del exabrupto hacia su persona y llev¨® el filme hasta los tribunales alemanes. Lagerfeld consigui¨® paralizar el estreno de Pr¨ºt-¨¤-Porter en los cines del pa¨ªs germano y que el juez obligara a enmascarar el momento del insulto en la copia final con un beep censor. No contento con eso, intentar¨ªa repetir la jugada tambi¨¦n en la justicia francesa, pero esta vez sin ¨¦xito. Tampoco ayud¨® demasiado, a la hora de contar con el apoyo medi¨¢tico, que el filme retratara a las editoras de moda de algunas de las revistas hist¨®ricos del sector (concretamente Vogue UK, Harper¡¯s Bazaar y Elle) como seres p¨¦rfidos, superficiales y resentidos, dispuestas a todo para torpedear a la competencia con tal de conseguir al fot¨®grafo del momento. Incluso a acostarse con ¨¦l.
La industria se dividi¨® al respecto de si hab¨ªa que abrazar, tolerar o condenar sin miramientos esa supuesta burla de su trabajo. Ni el que quiz¨¢s fuera uno de los repartos m¨¢s impresionantes de la historia del cine, con hasta 16 nominados al Oscar (siete ganadores) y nombres como Julia Roberts, Sophia Loren, Kim Basinger, Lauren Bacall o Marcello Mastroianni en su cartel, consigui¨® calmar los ¨¢nimos. La mencionada Bacall aport¨® su particular visi¨®n sobre la pol¨¦mica en un art¨ªculo publicado por Andr¨¦s Fern¨¢ndez Rubio en El Pa¨ªs en marzo del 95: ?Creo que Lagerfeld se ve¨ªa demasiado importante para ser uno entre muchos, aunque es un hombre de talento. Y respecto a Valentino, no s¨¦ de d¨®nde sac¨® la idea de que la pel¨ªcula trataba de humillar al mundo de la moda. Eso nunca fue as¨ª?.
Altman, ganador del ?scar honor¨ªfico en 2006, agradeci¨® el apoyo de la mayor¨ªa de los nombres importantes de la industria (¡°no hay que olvidar la publicidad que esperaban conseguir¡±) y tild¨® de sendos despechos los enfados del d¨²o de dise?adores. ¡°[Lagerfeld] es una especie de gran dama y yo no lo cortej¨¦. Valentino se ali¨® con ¨¦l, pero solo porque Kim Basinger, que interpreta a una reportera de televisi¨®n, no iba a estar corriendo detr¨¢s de ¨¦l por las pasarelas. Se enfad¨® y cambi¨® de posici¨®n, porque al principio estaba de nuestra parte¡±. Valentino s¨ª acceder¨ªa, veinte a?os despu¨¦s, a hacer un cameo en la otra ¨Cy bien aceptada¨C gran s¨¢tira del mundo de la moda, El diablo viste de Prada. Hoy, 25 a?os despu¨¦s del estreno de Pr¨ºt-¨¤-Porter, parece improbable que ninguno de sus responsables apueste por conmemorar el aniversario de la pel¨ªcula que lo intent¨® todo y no consigui¨® nada. Habr¨¢ que seguir esperando para ser testigos del filme que logre cruzar el Rubic¨®n y aportar un retrato honesto del mundo de la moda. A tenor de los antecedentes, mejor esperar sentados¡ en el front row.
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