Mu?ecas adolescentes: el espejo de las ni?as
Las ni?as de ahora tambi¨¦n quieren ser como sus mu?ecas, aunque hoy se llamen Barbie, Bratz o formen parte del fen¨®meno Monster High.
En la Espa?a de la posguerra, las ni?as espa?olas so?aban con ser como Mariquita P¨¦rez, esa mu?eca de misa dominical, regordeta y elitista, que ten¨ªa un inmenso guardarropa y dispon¨ªa de centenares de complementos. No hab¨ªa entonces redes sociales ni clubes virtuales, pero s¨ª concursos radiof¨®nicos en los que se premiaba a quienes m¨¢s se asemejaban en su pose, peinado e indumentaria. 70 a?os despu¨¦s, y pese a las mil vueltas que ha dado nuestro entorno cultural y social, el fondo contin¨²a siendo el mismo: las ni?as de ahora tambi¨¦n quieren ser como sus mu?ecas, aunque hoy se llamen Barbie, Bratz o formen parte del fen¨®meno Monster High.
Las mu?ecas son siempre espejo del momento que nos toca vivir, reflejan los gustos de las ni?as y, por extensi¨®n, de la sociedad. Que haya unas u otras depende, por tanto, de la noci¨®n de infancia y de las caracter¨ªsticas de esta sociedad?, se?ala Petra P¨¦rez Alonso-Geta, catedr¨¢tica de Teor¨ªa de la Educaci¨®n en la Universidad de Valencia. Con ella coincide Mar¨ªa Costa, directora de Pedagog¨ªa de la Asociaci¨®n de Investigaci¨®n de la Industria del Juguete (AIJU), quien apunta que las mu?ecas ?tienen muchos niveles de an¨¢lisis y lectura, y permiten ser soporte de todas las proyecciones y roles que el ni?o o la ni?a quieran hacerle asumir?.
En este sentido, tenemos claramente diferenciadas dos tipos: por una parte, la mu?eca beb¨¦, con la que la ni?a ¨Ctambi¨¦n el ni?o, pero en menor medida¨C adopta el rol de madre y cuidadora; por otra, la mu?eca maniqu¨ª, y es esta la que verdaderamente viene a ser el reflejo social de una ¨¦poca, ya que la ni?a proyecta en ella lo que quiere ser de adolescente, de mayor. En Espa?a tuvimos nuestra propia mu?eca maniqu¨ª, la Nancy, que en los anuncios televisivos de la ¨¦poca se presentaba como ?una chica moderna, que trabaja? y que contaba no solo con todo tipo de trajes y complementos, sino tambi¨¦n con su propio armario. Entr¨¢bamos en la d¨¦cada de los 70 y hab¨ªa nacido un icono. ?La maniqu¨ª es claramente portadora de las modas de una ¨¦poca y reflejo de una est¨¦tica?, contin¨²a Mar¨ªa Costa. ?A trav¨¦s de su evoluci¨®n podemos ver c¨®mo han sido los cambios sociales?.
Para Coral Herrera, doctora en Comunicaci¨®n Audiovisual y autora del libro M¨¢s all¨¢ de las etiquetas, las maniqu¨ªes son reflejo ?de un sistema en el que a las ni?as se las ha educado para que estuvieran bonitas: mientras a los ni?os se les reconoce su habilidad para hablar, contar, saltar o correr, a ellas se les dice lo mono que les queda el vestidito o sus complementos. Por ejemplo, yo me cri¨¦ con el referente de belleza de la Barbie y pens¨¦ que, de adulta, ser¨ªa como ella: delgada, tetona, alta. Hasta que le¨ª que sus medidas son inhumanas y que, si fuera real, no podr¨ªa ni caminar?.
Aun as¨ª, estas formas irreales estuvieron durante 40 a?os en el inconsciente de millones de ni?as. Hasta que llegaron las Bratz, con un look mucho m¨¢s ?rompedor?, en palabras de Lourdes Ventura, escritora y autora de La tiran¨ªa de la belleza y La mujer placer: ?En nuestra ¨¦poca ha perdido prestigio la imagen de la ni?a formalita y se ha pasado a valorar a las chicas malas que tienen un aspecto menos encorsetado. De igual modo, las mu?ecas elegantes dieron paso a las Bratz?.
La est¨¦tica malota de estas mu?ecas refleja este cambio, asegura la escritora. ?Son tambi¨¦n irreales en sus proporciones, con una enorme cabeza y cuerpos excesivamente delgados, cuerpos propios de algunas mujeres anor¨¦xicas. Pero, adem¨¢s, se ha dotado a sus rostros de la artificialidad contempor¨¢nea, con labios que parecen previamente siliconados y pesta?as exageradas. Y, por supuesto, su funci¨®n est¨¢ en recordar a las ni?as lo divertido que es ser v¨ªctimas de la moda?.
Las Bratz arrinconaron a la Nancy y a la Barbie m¨¢s modosita, aunque esta contraatac¨® y volvi¨® a recuperar parte del terreno perdido. Pero el mercado acaba de ofrecer el relevo en forma de mu?ecas g¨®ticas, vamp¨ªricas y zombis que han arrasado entre las ni?as de todo el mundo. Son las Monster High, que, explica Mar¨ªa Costa, ?no surgen como evoluci¨®n de las Bratz, sino como un fen¨®meno de moda muy relacionado con que tres a?os antes apareciera la saga Crep¨²sculo, que primero tuvo un enorme impacto en los j¨®venes, m¨¢s tarde en los adolescentes y, por ¨²ltimo, en las hermanas m¨¢s peque?as?. En principio, la aportaci¨®n de las Monster High es que no surgen como mu?ecas, sino que detr¨¢s de cada una de ellas hay toda una historia ¨Cla hija del hombre-lobo, del fantasma de la ¨®pera, de Dr¨¢cula¡¨C que propiciar¨ªa una identificaci¨®n infantil, tanto social como psicol¨®gica. Ahora bien, por mucha historia fantasmag¨®rica, mitol¨®gica o novelesca que arrastren tras de s¨ª, las Monster High contin¨²an perpetuando el modelo iniciado por Barbie y continuado por las Bratz: el de ser irresistiblemente sexies. As¨ª, por ejemplo, Clawdeen Wolf, toda ella cubierta de pelo, reconoce que depilarse y afeitarse ?es un trabajo a tiempo completo, pero es un peque?o precio a pagar por ser aterradoramente fabulosa?. ?Y cu¨¢l es su actividad favorita? ?Ir de compras y ligar con los chicos?.
?Con estas mu?ecas se est¨¢ recreando el mundo del monstruo, pero, al mismo tiempo, se les otorga unos atributos totalmente femeninos, que son los que las ni?as demandan, con los que se quieren identificar?, se?ala Petra P¨¦rez. Lourdes Ventura coincide con ella y apunta que ?algo en lo que no se ha cambiado es en que todas estas mu?ecas est¨¢n muy sexualizadas. Y las Monster High aportan ese erotismo negro propio de lo g¨®tico, de Alaska o de Morticia Adams, cargado tambi¨¦n de humor. El mercado no inventa nada, sigue la realidad: se dio cuenta de que las ni?as de 12 a?os hab¨ªan cambiado, que se inspiraban en las angelinas jolie del c¨®mic. Y, r¨¢pidamente, se lo ofert¨®?.
Esta sexualizaci¨®n de las mu?ecas viene acompa?ada del fen¨®meno conocido como KGOY ¨C¡®kids getting older younger¡¯¨C, una realidad sociol¨®gica que est¨¢ ah¨ª y es innegable: los ni?os se hacen mayores antes. Es una sexualizaci¨®n m¨¢s temprana, especialmente en las ni?as, que afecta a ropa, estilos de vida y a las mu?ecas, explica Mar¨ªa Costa. ?Las ni?as buscan identificaci¨®n a trav¨¦s de las mu?ecas. Las Monster High, sin ser muy mayores, no son tan exuberantes f¨ªsicamente como las Bratz, pero mantienen los elementos diferenciales de ropa muy sexy y muy actual. Pero su ¨¦xito estar¨ªa m¨¢s en que brindan la posibilidad de identificaci¨®n en distintos personajes que tienen que ver con perfiles sociales infantiles?.
El problema, apunta Petra P¨¦rez, es que ?la b¨²squeda de la identidad es algo propio de la adolescencia y lo estamos adelantando. En estos momentos, las ni?as ya se identifican prematuramente con modelos que recrean unos estereotipos de g¨¦nero brutales. Me apena que muchas ni?as que est¨¢n abri¨¦ndose a la preadolescencia empiecen ya a vestirse buscando la seducci¨®n?. Trasladado este fen¨®meno al mundo televisivo, tenemos ejemplos como el de la serie argentina Patito feo, en donde los c¨¢nones de belleza divid¨ªan a las chicas del instituto entre las populares ¨Clas normalitas¨C y las divinas, que eran guapas, seductoras y vest¨ªan a la ¨²ltima.
As¨ª, mientras con otras la ni?a jugaba a simbolizar c¨®mo iba a ser ella de mayor, las ¨²ltimas la incitan a pensar: ?Yo quiero ser ya as¨ª?. La Barbie representaba a una mujer de al menos 25 a?os; las Bratz son j¨®venes recientes, de unos 18 a?os; y las Monster High, apenas chiquillas de entre 12 y 16 a?os, las que est¨¢n en la ESO. ?Este descenso en la edad tiene que ver con el fen¨®meno KGOY, pero no solamente en cuanto a ponerse ropa m¨¢s sexy, sino al hecho de buscar aspiracionalmente a la hermana mayor. Se han ido al momento justo del yo quiero estar en Secundaria, elegir mi ropa. Es ese instante clave de identificaci¨®n que buscan las ni?as de primaria. Y han dado en el clavo?, termina Mar¨ªa Costa.
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