Por qu¨¦ no hay hombres en los clubs de lectura
Hablo con amigos escritores y les pregunto por los clubes de lectura sobre sus libros en los que participan: ¡°Solo hay mujeres¡±, me contestan al segundo
Me piden que escriba sobre por qu¨¦ en los clubes de lectura, en los clubes de escucha de podcasts, en las presentaciones de libros o en los retiros creativos no hay hombres. ¡°Bueno, eso es matizable¡±. S¨ª, voy a ser concreta: en un club de escucha que recientemente he organizado, en tres sesiones en las que nos hemos reunido entre 30 y 50 personas cada vez solo ha asistido un hombre. Hablo con amigos escritores y les pregunto por los clubes de lectura sobre sus libros en los que participan: ¡°Solo hay mujeres¡±, me contestan al segundo. Hablo con otro amigo que recientemente ha organizado un retiro creativo: solo mujeres. Pregunto a otra amiga que ha organizado un m¨¢ster para aprender a crear contenido: solo mujeres.
Bien, esto no es ciencia, pero hay un patr¨®n, adem¨¢s de mis a?os de experiencia participando en este tipo de eventos y contando con los dedos de una mano la presencia de hombres. ?Por qu¨¦ ocurre esto? ?Qu¨¦ pasa?
Hay una famos¨ªsima frase de Margaret Atwood que dice: ¡°Los hombres tienen miedo de que las mujeres se r¨ªan de ellos y nosotras tenemos miedo de que ellos nos maten¡±. Teniendo en cuenta que la segunda parte de esta frase es una verdad como un templo, puede que la primera parte tambi¨¦n lo sea y la ausencia de hombres en clubes de lectura o escucha, retiros creativos o en cualquier otro tipo de foro en el que sea necesario poner en com¨²n lo que uno ha pensado, sentido o reflexionado, mostrar una parte personal, se deba a su miedo al rid¨ªculo, su temor a que las mujeres, nosotras, nos riamos de ellos o cuestionemos sus posturas.
Llevo semanas d¨¢ndole vueltas y preguntando a casi cada hombre que encuentro en mi vida diaria. Todos escuchan podcasts, casi todos leen, tienen curiosidad, son cultos, interesantes, con conversaci¨®n. Les sondeo, les pregunto. ?T¨² has ido a un club de lectura? ?Ir¨ªas a un club de escucha de podcasts? La respuesta es siempre la misma. ¡°No¡±. La conclusi¨®n a la que hemos llegado ha sido bastante descorazonadora para m¨ª y para ellos. ¡°Me gustar¨ªa darte otra respuesta¡±. ¡°Es triste, s¨ª¡ pero si te dijera otra cosa te mentir¨ªa¡±. ?Cu¨¢l es la raz¨®n?
Pues que no les interesa. As¨ª, en crudo: ¡°No me interesa¡±. Sin ambages, sin m¨¢s desarrollo. Al presionarlos un poco la respuesta era ¡°es que me da igual lo que opinen otros¡± y, con m¨¢s presi¨®n por mi parte (?ir¨ªas a un club para comentar discos?), le pregunt¨¦ a un amigo muy mel¨®mano. ¡°Tampoco. No me interesa¡±.
En una comida con buen vino dedujimos que un hombre, cuando termina un libro o un podcast, da por terminado lo que esa lectura o esa escucha le puede ofrecer. Se ha forjado una opini¨®n, buena o mala, y no siente la necesidad de compartirla, contrastarla o profundizar sobre ella en compa?¨ªa de otros. Adem¨¢s, no le interesa la opini¨®n que otros puedan tener sobre esa obra. No se plantean que al compartir su experiencia puedan aprender, ampliar su visi¨®n, comprender aspectos que otros han visto y que ellos no han percibido.
Es as¨ª de sencillo, ni se lo plantean. No les interesa el concepto, les resulta tan ajeno que ni siquiera quieren probarlo. Es como si les plantearas algo absolutamente descabellado. Si en alg¨²n momento quieren comentar cualquier cosa prefieren hacerlo con amigos, con gente cercana, de confianza, lo que me lleva otra vez a la frase de Margaret Atwood. ?les asustan los desconocidos, las desconocidas?
Esto ya es bastante triste pero es que a¨²n hay m¨¢s. No quieren compartir su opini¨®n con nadie m¨¢s, con un grupo, salvo si la obra es suya. Hay much¨ªsimos autores que van a clubes de lectura de sus propios libros o hosts de podcasts que tienen encuentros con sus oyentes. Ah¨ª s¨ª van, primero por la promoci¨®n y segundo porque no est¨¢n en una posici¨®n de igual a igual con el resto del grupo. Lo que ellos tengan que opinar sobre su obra est¨¢ un escal¨®n (o media docena o cien, dependiendo del autor) por encima de lo que tengan que decir los dem¨¢s. Compartir esos momentos, escuchar los pareceres de otros sobre su obra es un peaje al que obliga ser un autor con cierto ¨¦xito. Si ya eres muy muy exitoso esto puedes salt¨¢rtelo.
Hay una vuelta m¨¢s de tuerca y es que, a pesar de que los hombres no sienten la necesidad de compartir sus opiniones dentro de un grupo, s¨ª que son mayor¨ªa imponi¨¦ndola desde las columnas, la cr¨ªtica especializada, etc. Hasta hace muy poco, la casi totalidad de los cr¨ªticos literarios, musicales, cinematogr¨¢ficos de este pa¨ªs eran hombres. Ahora las mujeres nos vamos haciendo un peque?o hueco, vamos poniendo el pie en la puerta para que no nos la cierren y colarnos en el reducido y selecto grupo de gente cuya opini¨®n sobre un libro o un producto cultural se considera merecedora de apreciaci¨®n. A¨²n as¨ª, seguimos siendo minor¨ªa como voces autorizadas mientras que como lectoras somos mayor¨ªa aplastante.
Adem¨¢s de todo esto, que ya es bastante triste, hay un componente machista muy claro hacia este tipo de encuentros. Como solo vamos mujeres, se da por supuesto que lo que sea que vamos a comentar es ¡°de mujeres¡± o ¡°para mujeres¡±. Algunos hombres me han confesado que es que ellos est¨¢n convencidos de que en los clubes de lectura no se comentan m¨¢s que bestsellers intrascendentes (¡°premios Planeta¡±, me dijeron). Cuando les coment¨¦ que eso no es cierto, que los hay de todo tipo y con cualquier tipo de literatura o que los clubes de podcasts son sobre contenidos narrativos de historia, pol¨ªtica, etc, me miraron con incredulidad, con cara de ¡°s¨ª, pero¡ sigue sin interesarme¡±.
Ninguno dijo ¡°eso es para mujeres¡±, pero lo pensaron. No quer¨ªan pensarlo pero lo pensaron sin dec¨ªrmelo, sin pronunciarlo en voz alta porque todos ellos son conscientes de que eso es un sesgo machista que, si bien no van a intentar superar, tampoco quieren reconocer.
Las estad¨ªsticas dicen que nosotras leemos m¨¢s, dicen que en la escucha de podcasts vamos a la par pero parece evidente que leemos y escuchamos mejor. La cultura para nosotras no es algo solitario e individual. Puede serlo en ocasiones pero, en otras, queremos compartir nuestro entusiasmo por lo que hemos le¨ªdo o las razones por las que nos ha decepcionado, encabronado o emocionado. Necesitamos saber qu¨¦ opinan otras sobre algo que nos ha perturbado, indignado o enamorado. Un libro, para nosotras, no acaba cuando llegas a la ¨²ltima l¨ªnea, y un podcast no se termina cuando escuchas los cr¨¦ditos del ¨²ltimo episodio. A veces, nosotras nos quedamos d¨¢ndole vueltas, rumiando, sabiendo que eso que hemos escuchado o le¨ªdo nos ha cambiado por la raz¨®n que sea y necesitamos compartirlo porque sabemos que, de alguna manera, nos enriquecer¨¢. Y queremos que enriquezca a otros. No voy a asegurar ahora que en cualquiera de estos encuentros siempre vas a salir habiendo aprendido algo, pero a nosotras no nos da miedo compartir nuestras opiniones y queremos escuchar las de otras. Siguiendo este hilo de pensamiento, es probable que la ausencia de hombres nos d¨¦ libertad y seguridad para compartir todo eso sin sentirnos juzgadas, menospreciadas o ignoradas.
Todo esto es triste y me gustar¨ªa que fuera de otra manera. Me encantar¨ªa ir a un club de lectura o de escucha y que hubiera hombres con ganas de compartir de manera sincera y sin miedo su opini¨®n, que estuvieran dispuestos a escuchar el sentir de los dem¨¢s sin juicios de valor y con la mente abierta para decir ¡°pues es verdad, esto no lo hab¨ªa pensado y es as¨ª¡±. Que no pensaran que est¨¢n perdiendo el tiempo o que nos vamos a reir de ellos.
Me encantar¨ªa que les interesara, que sintieran esa curiosidad.
Ser¨ªa mejor para todos y todas pero me temo que no va a ser.
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