?El masculino gen¨¦rico no es ni neutral ni pr¨¢ctico: impacta en la posible muerte de las mujeres?
Caroline Criado Perez expone en el premiado La mujer invisible (Seix Barral) los mortales datos de un mundo hecho por y para los hombres y sin contar con las mujeres.
Datos y evidencias emp¨ªricas para probar que el patriarcado es mort¨ªfero para las mujeres y que (?adem¨¢s!) es deficitario econ¨®micamente para los gobiernos que lo sustentan. A la brit¨¢nica Caroline Criado Perez (Brasil, 1984) no hay quien la gane en una discusi¨®n sobre las consecuencias del sexismo global. Tiene estopa (y cifras) para todo. Desde por qu¨¦ las mujeres tienen m¨¢s probabilidades (un 47%) de sufrir lesiones graves en un accidente de coche ¨Clos tests se realizan con maniqu¨ªes que imitan el cuerpo masculino¨C a c¨®mo las mujeres casadas tardan m¨¢s en recuperarse de un ataque al coraz¨®n que las solteras ¨Cdedican siete horas m¨¢s de media a las tareas dom¨¦sticas al asumir las que ignoran sus maridos¨C o por qu¨¦ hemos reducido los riesgos laborales en los trabajos de hombres (construcci¨®n, industria), mientras se disparan en los empleos feminizados sin que nadie ponga remedio o lo cuantifique adecuadamente ¨Cah¨ª est¨¢ el incremento de lesiones f¨ªsicas entre las cuidadoras y limpiadoras o las enfermedades pulmonares, los abortos espont¨¢neos y el riesgo de c¨¢ncer (42%) por la exposici¨®n a los qu¨ªmicos de las manicuristas y trabajadoras de la limpieza¨C.
La tuitactivista y periodista airea todas estas verg¨¹enzas y muchas m¨¢s de la estructura del sesgo masculino en La mujer invisible, su documentada investigaci¨®n que expone los datos ?de un mundo construido por y para los hombres? y cuya esperada traducci¨®n (a cargo de Aurora Echevarr¨ªa en Seix Barral) llega a Espa?a avalada como ?un brillante expos¨¦? en el premio al mejor libro del a?o de la Royal Society of Science.
Investida con la Orden del Imperio Brit¨¢nico en 2015 por su labor en igualdad ¨Clider¨® la campa?a Women On Banknotes para incluir a mujeres ilustres (m¨¢s all¨¢ de Isabel II) en los billetes de cinco libras¨C, esta hija del empresario argentino y CEO de la cadena de supermercados Safeway y de una enfermera de M¨¦dicos sin Fronteras todav¨ªa se averg¨¹enza al admitir que no tom¨® conciencia del feminismo (?una palabra sucia y fea en los ochenta?) hasta que lleg¨® a la universidad y se top¨® con los estudios de lenguaje y g¨¦nero de Deborah Cameron. ?Quien se escuda en la defensa del masculino gen¨¦rico solo tiene que leer los estudios que existen y comprender que no es neutral ni m¨¢s pr¨¢ctico. Masculino es masculino. Tomar como referencia al hombre no solo pasa en el lenguaje, est¨¢ todo relacionado y viene de la misma ra¨ªz. Desde los mu?ecos que se emplean para medir las lesiones en los accidentes de tr¨¢fico a que solo se midan las reacciones masculinas a los medicamentos en los ensayos cl¨ªnicos o que el sistema de transporte p¨²blico priorice el modo de vida de los hombres blancos casados. Se deber¨ªa recalibrar este pensamiento y analizar c¨®mo ese supuesto masculino neutral impacta en la vida y posible muerte de las mujeres?, apunta desde Portugal, donde ha viajado con su familia, al otro lado del tel¨¦fono.
El mito de la meritocracia
El cuerpo femenino, el trabajo de cuidados no remunerado y la violencia masculina contra las mujeres son los tres pilares invisibles en ?las preocupaciones espec¨ªficas que los hombres no han tenido en cuenta? hist¨®ricamente en la construcci¨®n social. Criado, que decidi¨® escribir el libro tras su ?rabia? al averiguar que solo una de cada ocho mujeres que sufre un infarto informa del cl¨¢sico y masculino s¨ªntoma de dolor en el pecho (en realidad somos m¨¢s propensas a fatigarnos, sentir n¨¢useas o una especie de indigesti¨®n), explora otras problem¨¢ticas del ?hombre por defecto?. Como aferrarnos a una versi¨®n pasada de moda sobre qui¨¦n constituye la clase obrera del siglo XXI: en EE UU hay 924.640 personas, en su mayor¨ªa mujeres, como empleadas dom¨¦sticas y personal de limpieza frente a los 53.420 trabajadores en la miner¨ªa del carb¨®n. ?Parece que hablar de clase trabajadora es hablar de los hombres blancos de la clase trabajadora. Es una cuesti¨®n cultural heredada de los libros y las pel¨ªculas?, recuerda.
Tampoco es que haya existido una voluntad expresa de excluir deliberadamente a las mujeres, sencillamente no se ha pensado en ellas para pr¨¢cticamente nada. Es lo que Criado denomina ?brecha de perspectiva?: desde la ignorancia global sobre los trabajos de los cuidados y las tareas dom¨¦sticas ¨Cque tendr¨ªa un impacto de 10 trillones de d¨®lares en el PIB anual mundial, seg¨²n el Informe de McKinsey¨C a las trabas para la inclusi¨®n y ascenso de las que s¨ª est¨¢n, supuestamente, reconocidas en el sistema. ?Las compa?¨ªas contratan a m¨¢s hombres blancos que mujeres o minor¨ªas ¨¦tnicas que est¨¦n igual de cualificadas. Con la cultura del algoritmo en la selecci¨®n de personal ese sesgo se est¨¢ agudizando porque el c¨®digo est¨¢ corrupto de base. La meritocracia es una mentira. Un mito. Una f¨¢bula que nos contamos a nosotros mismos y que al hacerlo, provocamos su persistencia. Creemos que elegimos de forma parcial, pero somos tremendamente discriminatorios?, recuerda.
Ella insiste en las p¨¢ginas de su investigaci¨®n una y otra vez en que la igualdad sanea econom¨ªas. ?Vivo en un mundo en el que no basta con decir: ¡®Esto es injusto¡¯. Entiendo que los gobiernos necesitan dinero y que muchos solo hablan ese idioma. Porque aunque no te importen las mujeres y la justicia, probablemente te importe el dinero y deber¨ªas saber que lo est¨¢s perdiendo por hacer esto?.
Por qu¨¦ lo masculino no es neutro
?La humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en s¨ª, sino respecto de ¨¦l, no la considera como ser aut¨®nomo. [¡] ?l es el sujeto, ella es el otro?. Caroline Criado Perez se apoya en las palabras de la escritora y fil¨®sofa feminista Simone de Beauvoir escritas en 1949. Seguimos igual y aqu¨ª, parte de sus pruebas.
Talla ¨²nica de hombre:?Por regla general, las mujeres tienen las manos m¨¢s peque?as que los hombres (de 18 a 20 cent¨ªmetros). Ni los instrumentos musicales ni el tama?o medio de
los tel¨¦fonos m¨®viles actuales (14 cent¨ªmetros) encajan igual en sus manos.
Congeladas en el trabajo:?La f¨®rmula para determinar la temperatura est¨¢ndar se desarroll¨® en los sesenta a partir de la tasa de reposo metab¨®lico del hombre medio de 40 a?os y 70 kilos. Las oficinas actuales est¨¢n de promedio unos cinco grados demasiado fr¨ªas para las mujeres.
Tecnolog¨ªa no apta para mujeres: Adem¨¢s de?tener que esforzarse m¨¢s (poner un tono m¨¢s grave) cuando interact¨²an con el software de reconocimiento de voz, las gafas de realidad aumentada tambi¨¦n son m¨¢s grandes y tienen las lentes?demasiado separadas para que una mujer enfoque la imagen, lo que provoca mayor posibilidad de mareos.
El cuentapasos no te cuenta:?Las aplicaciones subestiman el?74% de los pasos que se dan durante las tareas dom¨¦sticas. Fitbit, por ejemplo, no tiene en cuenta el movimiento si se empuja un carrito.
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