Dragones y pulpos, por Ana Pastor
La basura que depositamos en el mar tarda tres a?os en cruzar el Atl¨¢ntico de punta a punta
Es un pulpo. Tiene sus tent¨¢culos. Es negro. No est¨¢ vivo. Unos metros m¨¢s all¨¢ aparece un drag¨®n. Es verde. Ambos reposan en la arena. Ninguno de los dos es real. Son piezas de Lego, esos juguetes tan f¨¢ciles de reconocer a primera vista. La playa de Perranporth, en Cornualles (Reino Unido), amanece poblada de estas miniaturas: peque?as margaritas, anclas, algas, diminutas aletas para nadar, arpones, salvavidas de color amarillo, utensilios de piratas y equipos de buceo¡ No han llegado a esta playa de la manera habitual. No han sido olvidados o abandonados por un ni?o.
El Tokio Express, un impresionante carguero que deb¨ªa terminar su viaje en Nueva York, naufrag¨® el 13 de febrero de 1997 frente a las costas del suroeste de Inglaterra. Los 62 contenedores que llevaba dentro volcaron con ¨¦l al ser golpeados por una gigantesca ola, seg¨²n describi¨® el propio capit¨¢n de la embarcaci¨®n. En uno de esos inmensos recipientes se alojaban cinco millones de piezas de Lego que acabaron esparcidas por todas partes. Diecisiete a?os despu¨¦s siguen llegando a esta playa para sorpresa de quienes pasean a diario por ella y disgusto de los habitantes del mar, para los que supone una nueva forma de da?ina contaminaci¨®n.
Un experto citado por la BBC asegura que las figuras de Lego han podido desplazarse en todos estos a?os hasta 100.000 kil¨®metros. A?ade que, normalmente, los objetos que est¨¢n en el mar y, por tanto, la basura que depositamos en ¨¦l, tardan tres a?os en cruzar de punta a punta el oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Desde Inglaterra hasta las costas de Florida en Estados Unidos. Tres a?os.
Dice tambi¨¦n que la lecci¨®n que han aprendido es que las cosas que caen al mar no van al fondo ni necesariamente se quedan all¨ª abajo. La parte curiosa del tema es que no se sabe d¨®nde ha ido a parar la mayor parte de los millones de piezas de Lego del contenedor que cay¨® del Tokio Express.
Sorprendida por el misterio, una brit¨¢nica que reside en Cornualles ha ido documentando los hallazgos a trav¨¦s de una p¨¢gina de Facebook. Tracey Williams fotograf¨ªa las figuras y las va catalogando y colgando en la red social. Y ah¨ª ha encontrado algunas respuestas gracias a la colaboraci¨®n de decenas de ?buscadores de piezas de Lego?. Otra mujer, que vive en la otra parte del mundo, en Australia, ha encontrado miniaturas similares a las que cayeron del carguero. Y una seguidora publica una imagen con decenas de peque?as ruedas de cami¨®n aparecidas en la misma zona.
Lego asegura que no fabrica ese tipo de piezas. As¨ª que la joven se pregunta de d¨®nde han salido y por qu¨¦ han llegado al mismo sitio. Buscando algo m¨¢s de informaci¨®n, encuentro que hace m¨¢s de 20 a?os otro carguero volc¨® en el Pac¨ªfico e inund¨® el agua de los cl¨¢sicos patitos amarillos con los que los ni?os juegan en la ba?era. Aquello sirvi¨® para aprender algo m¨¢s sobre las corrientes marinas y dio lugar al libro Moby Duck (Aguilar), escrito por Donovan Hohn. Ahora, de nuevo, cientos de piezas de Lego est¨¢n llegando a las playas. Cientos de piezas de Lego buscando due?o. Tengan cuidado donde pisan. No vaya a ser que aplasten a un pulpo. O peor. A un drag¨®n.
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