?Existe lo que idealizamos como amor eterno?
La ciencia niega el amor incondicional e inmutable y apuesta por la existencia de ¡®micro-momentos de felicidad¡¯ como motor ¨²nico de las relaciones.
¡°Tenemos que cambiar el chip. El amor no es incondicional y no dura para siempre. Tiene fecha de caducidad y, de hecho, nos movemos por emociones moment¨¢neas m¨¢s de lo que nos gustar¨ªa admitir¡±. Quien enuncia estas palabras es Barbara Fredrickson, catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa en la Universidad de Chapel Hill de Carolina del Norte (EE UU). Una investigadora que ha pasado las dos ¨²ltimas d¨¦cadas analizando c¨®mo reaccionamos ante las emociones positivas y que ha publicado sus resultados en Love 2.0:How Our Supreme Emotion Affects Everything We feel, think, Do and Become. Su ensayo cient¨ªfico, que se public¨® hace unas semanas, pretende revolucionar la concepci¨®n del amor en el ser humano.
Un revulsivo para todos aquellos que interiorizaron la eternal flame de las Bangles, suspiran por el realismo m¨¢gico literario o ans¨ªan un final apote¨®sico a las dos d¨¦cadas de amor intermitente entre Jesse y Celine en la inminente Before Midnight. Para Frederickson, todos estos sentimientos son falsas ilusiones alejadas de la realidad cient¨ªfica y rechaza encasillar al amor dentro del "romance" o el "matrimonio", t¨¦rminos "demasiados restrictivos" para la investigadora. "Pensar que el amor se manifiesta s¨®lo en el romance o el compromiso que compartes con una persona especial -como parece pensar todo el mundo- limitar¨¢, seguramente, tu propia salud y felicidad", explica en su libro.
El amor, seg¨²n cuenta, se define por "micro-momentos de resonancia positiva". Conexiones temporales de emociones placenteras, que se dan entre dos personas, en cualquier momento del d¨ªa. Nos podemos enamorar del abrazo que nos da nuestro hijo, de la sonrisa de un dependiente atractivo mientras hacemos la compra o de la belleza de un extra?o por la calle. Instantes de felicidad que, seg¨²n explic¨® la autora a The Atlantic, ofrecen un nuevo prisma para entender el enamoramiento y que "dan esperanza a a las personas que est¨¢n solteras, divorciadas o viudas, para poder encontrar peque?os caminos para experimentar el amor".
Aunque la investigadora derroche buenas intenciones en este ¨¢mbito, s¨ª que arroja un jarro de agua fr¨ªa para aquellos que viven una relaci¨®n a distancia. Para poder experimentar sus 'micro-momentos de amor', las personas implicadas tienen que estar juntas f¨ªsicamente. Puede que la mente se sienta conectada o unida a la persona con la que se mantiene la relaci¨®n, pero el cuerpo estar¨¢ completamente desconectado. Para entenderlo, Fredrickson remite a tres factores clave: las neuronas espejo, la oxitocina y el nervio vago (que conecta al cerebro con el coraz¨®n) y que nos ayudan a conectar con la otra persona mediante la liberaci¨®n de hormonas, comprobar sus reacciones o facilitar el contacto visual y sincronizar expresiones faciales mientras conectamos. As¨ª, los "micro-momentos de amor" son "una ¨²nica acci¨®n, ejecutada por dos cerebros".
Pero no todo son malas noticias para el amor eterno. El psic¨®logo gestaltista y terapeuta Joan Garriga, que publicar¨¢ en marzo El buen amor en la pareja (Destino), apoya, en cierta medida, la teor¨ªa de Fredrickson en cuanto a que el amor no s¨®lo se reduce al romance, pero s¨ª apuesta por el amor duradero. "El amor tiene muchas dimensi¨®nes, existe el amor deseo o er¨®tico, el amor cuidado o compasivo, el amor aprecio o admirativo, la amistad, el compa?erismo, etc. Cuantas m¨¢s dimensiones incluya nuestra relaci¨®n, m¨¢s posibilidades de duraci¨®n", indica. El ¨¦xito del buen amor reside, seg¨²n cuenta, en las parejas "que son capaces de pasar del enamoramiento hacia la amistad, el gozo de estar acompa?ados, la creatividad vital o servir a la vida en com¨²n". Es decir, parejas capaces de experimentar 'micro-momentos de felicidad' en diferentes niveles.
La antrop¨®loga e investigadora del comportamiento humano en la Universidad Rutgers, y estrella de las charlas TED Talks, Helen Fisher, tambi¨¦n quiere llevar la contraria a Fredrickson. En uno de sus estudios, Fisher (que defiende que el romanticismo puede ser m¨¢s adictivo que la coca¨ªna) demostr¨® que las parejas de larga duraci¨®n que afirman seguir enamoradas no mienten: sus ¨¢reas cerebrales relacionadas con el amor intenso segu¨ªan activas cuando se refer¨ªan a su pareja tras 25 a?os de relaci¨®n. Quiz¨¢ las Bangles no estaban tan desencaminadas y la eternal flame pueda seguir ardiendo. Hay esperanza.
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