Fans Fatales: c¨®mo los ¡®fanboys¡¯ conquistaron la cultura
De Batman a ¡¯50 sombras de Grey¡¯, un documental analiza la influencia de estos seguidores obsesivos de algunas sagas y marcas
Fanboy/ Fangirl: d¨ªcese del seguidor obseso de una marca de tecnolog¨ªa o de una saga de libros, comics, videojuegos o pel¨ªculas dispuesto a defender el objeto de sus afectos hasta m¨¢s all¨¢ de lo que es racional y muy dado a interactuar en comunidad con los otros fanboys o fangirls de su subcultura.
Antes, todo era peque?o en el mundo fanboy y as¨ª lo reflejaban sus prefijos: subcultura, infraexposici¨®n, microgrupos de fan¨¢ticos que pasaban mucho tiempo solos porque, sencillamente, no hab¨ªa mucha gente como ellos y no exist¨ªa internet para interconectarlos. La imagen del fanboy qued¨® frefijada en cientos de pel¨ªculas para adolescentes y en canciones como In the Garage, de Weezer (1994), sobre un nerd que se sienta solo en su garaje, con sus mu?eos y sus VHS de Star Trek como ¨²nico consuelo.
Es sabido que todo esto cambi¨® durante la d¨¦cada pasada, cuando las filias propias de los fanboys pasaron a ocupar un lugar central en la cultura, empezando por El Se?or de los Anillos y continuando con el regreso de los superh¨¦roes, en su variante dark. En ning¨²n lugar queda m¨¢s claro ese cambio que en la Comic Con, la convenci¨®n que se celebra cada a?o a principios de verano en San Diego. Lo que naci¨® hace 40 a?os, y permaneci¨® durante mucho tiempo, como una feria de intercambio de tebeos usados se ha convertido en algo as¨ª como el Cannes de las Megafranquicias, el lugar al que acuden las estrellas en peregrinaci¨®n y donde se estrenan (a veces lo que se estrena es poco m¨¢s que una preview de unos segundos) las pel¨ªculas y series que mandan en el circuito comercial. La industria audiovisual ya aprendi¨® hace tiempo que el gusto del fanboy, antes marginal, ahora es mainstream. Otra industria, la editorial, hasta ahora m¨¢s o menos ajena al fen¨®meno, lo ha tenido que aprender de golpe gracias a o por culpa de 50 sombras de Grey, que originalmente no era otra cosa sino una obra de fan fiction, un relato que Erica Leonard James poste¨® en una web de fans de Crep¨²sculo. Ahora andan editores y scouts rastreando foros de ficci¨®n fan, leyendo obras de slash (ficci¨®n de sesgo gay) entre miembros de la banda One Direction. Todo por si descubren el nuevo best seller que dinamite su cuenta de beneficios. Fuera de la cultura, en la comunicaci¨®n y el consumo, tambi¨¦n se ve la impronta del fen¨®meno fan en cosas como el culto a Apple.
Para algunos estudiosos cultuales, se trata de un movimiento se¨ªsmico, algo que va mucho m¨¢s all¨¢ de la venganza de los nerds. ¡°Hemos tenido cien a?os abor¨ªgenes de la cultura de masas en los que la idea de c¨®mo disfrutar de las historias era pasiva. El fandom supone volver a la cultura previa, tal y como fue hasta el siglo XIX: la gente se cuenta historias entre s¨ª y las modifica¡±, asegura la profesora Francesca Coppa, del Mahlenberg College en un reciente documental de la PBS, la televisi¨®n p¨²blica estadounidense, titulado ?Puede el fandom cambiar la sociedad? Seg¨²n Mahlenberg, la filosof¨ªa fan implica que ¡°ya no veo una pel¨ªcula y me voy. Ahora veo una pel¨ªcula y quiero discutirla, dibujarla, cambiarla, escribir historias sobre ella¡±.
El documental defiende, de alguna manera, que la influencia de la ficci¨®n fan es beneficiosa para la cultura y la hace m¨¢s inclusiva, creando universos paralelos en los que se da m¨¢s peso a los personajes femeninos (muchas veces descuidados) y se celebran las relaciones gays. Del universo fandom surgen tambi¨¦n grupos que subvierten las expectativas de g¨¦nero como las Fangirls de Transformers o los Bronies, los ¨²ltimamente muy publicitados fans masculinos de Mi Peque?o Pony. El escritor Eloy Fern¨¢ndez-Porta, que ha explorado algunas de estas cuestiones en sus ensayos Afterpop ?Homo Sampler, se declara ¡°moderadamente optimista¡± sobre este punto. ¡°Es cierto que la narraci¨®n que surge del underground suele vehicular nuevas concepciones de g¨¦nero y sexuaci¨®n (¡) pero son un soldado m¨¢s en la batalla, no son el capit¨¢n que gu¨ªa al ej¨¦rcito. El mainstream cultural ha asumido tambi¨¦n la responsabilidad de ir ofreciendo las ¨²ltimas noticias sobre el g¨¦nero y lo hace de manera menos radical que el fandom. No quiero ser aguafiestas. Me gustar¨ªa mucho que sucediera eso que los entusiastas creen que va a suceder¡±, asegura.
Dos asistentes a la Comic Con de San Diego posan con Soldados Imperiales de ¡®La guerra de las galaxias¡¯.
Getty
Otra cuesti¨®n, mucho m¨¢s amplia y espinosa y que tambi¨¦n aborda el documental de la PBS es la batalla del copyright. ?Puede cualquiera ponerse a escribir ficci¨®n sobre Harry Potter y Hermione que son, a todos los efectos, propiedad intelectual de J.K. Rowling? Poder, puede, pero de ah¨ª a que la publique¡Seg¨²n Naomi Novika, de la Organization for Tranformative Works, que vela por los intereses de ¡°la cultura fan¡±, ¡°la mayor parte de autores de fan fic no quiere hacer trabajo comercial, sino compartir sus versiones con otros fans¡±.
Como todo universo de fantas¨ªa, el fandom tambi¨¦n tiene su reverso oscuro. Por cada movimiento brony, ensanchando felizmente las nociones de virilidad contempor¨¢nea, hay un fen¨®meno holmy. Los holmies son nada menos que los fans de James Holmes, el perturbado que perpetr¨® la matanza de Aurora durante el estreno de El caballero oscuro: la leyenda renace. Puede que fueran apenas media docena de personas (la mayor¨ªa chicas) que empezaron, aquel d¨ªa de julio, a llamarse ¡°holmies¡± y a postear tributos al homicida y tweets declar¨¢ndolo muy atractivo, pero la atenci¨®n medi¨¢tica que congregaron hizo que se engrosaran sus filas y se les diera m¨¢s importancia de la que estad¨ªsticamente merec¨ªan. ¡°Parte del comportamiento fan es tambi¨¦n comportamiento troll¡±, reflexiona al respecto Whitney Phillips, profesora de New Media en la New York University.
Fern¨¢ndez-Porta est¨¢ de acuerdo: ¡°la delgada l¨ªnea roja entre el fandom y el trolling est¨¢ menos respetada que la frontera Sur de Estados Unidos. El trolling es la modalidad digital de los modales agresivos que siempre se han usado para obtener credibilidad en el ¨¢mbito del consumo cultural. Digo modales y no falta de modales porque hacer trolling no es un gesto rabioso personal; es una convenci¨®n comprendida, aceptada y valorada por otras personas a las que el troll aprecia¡±. Es decir, el que se comporta como un ni?ato irracional en un foro de internet o? una secci¨®n de comentarios lo hace de cara a una galer¨ªa de co-fans. Sin embargo, Fern¨¢ndez-Porta apunta tambi¨¦n que esto no tiene nada de nuevo: ¡°Tenemos una gran tradici¨®n de trollismo literario, desde Quevedo hasta Umbral. ?De qu¨¦ nos extra?amos?¡±.
Otra tara del fan fatal, adem¨¢s de su tendencia al trolling, es cierto talibanismo.? El fanboy ama lo suyo pero no tolera demasiado la iron¨ªa ni la diferencia, ni siquiera los grados. ¡°El mundo fanfic suele ser posesivo, ortodoxo y purista, y, su grito de batalla es el de Bilbo en El se?or de los anillos: ¡°?es m¨ªo! ?es mi secreto!¡±, ironiza el autor de Afterpop. De este modo, la cultura sufre de lo que los psic¨®logos llaman ¡°polarizaci¨®n de grupo¡±, igual que la pol¨ªtica: tendencia a agruparse s¨®lo con ac¨®litos. De este extremismo surgen brotes intolerantes como el que llev¨® a la muy popular web Rotten Tomatoes, que filtra las principales cr¨ªticas de las pel¨ªculas y las ordena en un ¡°tomat¨®metro¡± (de ¡°frescos¡± a ¡°podridos¡±) a tener que cerrar por primera vez sus secciones de comentarios el pasado mes de julio. Lo hizo porque dos cr¨ªticos recibieron amenazas de muerte al escribir rese?as tibias de El caballero oscuro: la leyenda renace. Uno de ellos, Marshall Fine, hab¨ªa escrito que el ¨²ltimo Batman era ¡°grande, no grandioso¡±. Toda una afrenta para un verdadero fanboy.
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