Sexo con los compa?eros de trabajo, ?s¨ª o no?
?Lo peor que nos puede pasar es acabar en la cama con un colega tras la fiesta de navidad? Las relaciones amorosas en la oficina empiezan a dejar de ser tab¨² y algunos hasta las consideran beneficiosas.
Invertimos tantas horas al d¨ªa trabajando, que el famoso dicho ¡°donde tengas la olla no metas la ¡.¡± ha dejado ya de tener sentido. A los pocos que engrosan la lista de poblaci¨®n activa en Espa?a les ha ocurrido como a Ob¨¦lix, y la firma del contrato laboral ha implicado caerse en una marmita de la que es dif¨ªcil salir o sacar cualquier ¨®rgano al exterior, no digamos ya los genitales.
?ltimamente se liga m¨¢s en la oficina que en la discoteca y, como apuntaba el soci¨®logo franc¨¦s Ronan Chastellier, ¡°la vida en el lugar de trabajo ha sido considerada durante mucho tiempo como una zona neutral, prohibida a los sentimientos y al amor. Francamente, en realidad es m¨¢s como un bar o un club nocturno, un lugar que ayuda a que la gente se encuentre¡±, dijo a prop¨®sito de un estudio que Tissot Editions le encarg¨® en el 2011 y del que se desprendi¨® que los romances en la oficina era algo bastante habitual en Francia.
El sondeo respaldaba una tendencia ya extendida en el mundo actual, donde muchos conocen a su pareja en el trabajo, debido a las largas jornadas laborales, y donde el acceso a Internet y otras redes sociales hacen del flirteo online algo habitual en la empresa. El 31% de los encuestados ¨Cuna muestra de 1.100¨C admiti¨® haber tenido un encuentro en el trabajo, aunque dentro de este grupo, el 63 % lo describi¨® como una aventura fugaz. Cuando la cosa dur¨® un poco m¨¢s, s¨®lo el 17 % lo quisieron hacer p¨²blico, mientras que el 22 % lo mantuvo en secreto y el 6 % abandon¨® su empleo para evitar conflictos de intereses. Francia, como muchos pa¨ªses, no tiene una ley que proh¨ªba las aventuras en el trabajo, aunque muchas compa?¨ªas obligan a sus empleados a garantizar que cualquier relaci¨®n con un compa?ero no deber¨¢ repercutir en su rendimiento.
Si todav¨ªa muchas empresas, sobre todo en EEUU, incluyen cl¨¢usulas que proh¨ªben los calentones y los amor¨ªos en los despachos, empieza a no estar tan claro que este tipo de relaciones da?en a la compa?¨ªa y a la productividad de los trabajadores. De hecho, otro estudio recientemente publicado en el diario italiano La Rep¨²bblica sosten¨ªa que las personas rinden m¨¢s en su trabajo si tienen una aventura o un romance con un compa?ero. El informe indica que esto beneficia la salud, aumenta la productividad, hace a los trabajadores m¨¢s creativos e imaginativos y genera buen humor. El trabajo deja de ser una maldici¨®n b¨ªblica y se convierte en el nexo que une a la pareja, los lunes pasan a ser excitantes, las reuniones una prueba en la que medir la capacidad interpretativa de la pareja, que generalmente mantiene todo en secreto, y las horas extra un boleto de loter¨ªa premiado. Pueden darse casos tambi¨¦n de rechazo a nuevas ofertas de trabajo, incluso mejor pagadas, por no alejarse del objeto de deseo, con lo que as¨ª la firma evita la fuga de cerebros.
No ser¨ªa descabellado imaginar que, si m¨¢s estudios confirman la tesis anterior, en un futuro las relaciones amorosas y sexuales se fomentar¨¢n en las empresas. Habr¨¢ actividades extralaborales para que los empleados se conozcan, en un ambiente m¨¢s relajado, y hasta es posible que se habilite una sala para ¡°encuentros¡± con todas las comodidades. Todo en aras del bienestar y mayor rendimiento de sus trabajadores. La web de contactos inglesa, Elite singles, ya ha preguntado a sus usuarios sobre los mejores lugares de la oficina para practicar el sexo y ¨¦stos, han sido los elegidos por orden de preferencia: el almac¨¦n, la sala de conferencias, cuando no se est¨¢ dando ninguna; la propia oficina y el ascensor. Mientras que los emplazamientos que cuentan con menos seguidores son el ¨¢rea de fumadores, demasiado humo, y la cocina, demasiado olor a fritanga. El mito de la fotocopiadora es eso, un mito y un recurso de pel¨ªculas porno, pero resulta muy inc¨®modo, insano y la maquinita casi siempre est¨¢ situada en un ¨¢rea de gran accesibilidad. La mesa del jefe es otro lugar que muchos mencionan en sus fantas¨ªas er¨®tico-laborales, porque adem¨¢s de amplia y espaciosa, mancilla el entorno del m¨¢s poderoso, que no siempre cuenta con las simpat¨ªas de sus subordinados.
Si antes el sexo en el trabajo era algo a evitar en todo momento, la corriente ahora es ser m¨¢s permisivo y pensar que no todos los affaires tiene por fuerza que acabar como el de Bill Clinton y M¨®nica Lewinsky. Tambi¨¦n pueden imitar al de Barack y Michelle Obama, por seguir en la Casa Blanca, que se conocieron en el trabajo, en un despacho de abogados de Chicago. El peri¨®dico norteamericano Business Insider realiz¨® la primavera pasada una encuesta entre sus lectores ¨C2.500 participantes¨C en la que se desvel¨® que la mayor¨ªa ya no demonizan este tipo de practicas, se oponen a que se regulen por ley y se ven suficientemente maduros y capaces para manejarlas y que no se le escapen de las manos. De hecho, seg¨²n el estudio, el 54% de los participantes ha tenido sexo en la oficina. Dentro de este grupo, la mayor¨ªa, un 70%, reconoci¨® que la relaci¨®n no tuvo ning¨²n impacto en su vida laboral, mientras un 14 % admiti¨® que le ayud¨® y solo un 4% se vio forzado a dejar el trabajo. Un 84% cree que el sexo con colegas deber¨ªa practicarse con m¨¢s frecuencia sin sufrir penalizaciones, aunque el 64% considera que las empresas no deber¨ªan dejar que los gerentes se involucren a este nivel con los subordinados.
Si bien las relaciones con compa?eros empiezan a verse con buenos ojos, las que se establecen con personas de diferentes status son, a juicio de muchos, las m¨¢s peligrosas ya que, en caso de ruptura o problemas, pueden traer graves consecuencias. El psic¨®logo Andr¨¦s Calvo Kalch, director de la Cl¨ªnica de Psicoterapia y Personalidad Persum, en Oviedo, y con amplia experiencia en problemas laborales apunta, ¡°cuando las personas hablamos de relaciones sexuales, a veces, parece que nos referimos a un acto meramente f¨ªsico, pero no nos damos cuenta de las implicaciones emocionales que ello conlleva. No me refiero con esto a que siempre que exista una relaci¨®n sexual deba haber amor de por medio, sino a la posibilidad de que exista otro tipo de emoci¨®n, de motivaci¨®n, de anhelo. Como, por ejemplo, sentirse una persona m¨¢s apoyada, m¨¢s importante, m¨¢s especial. Estas premisas deber¨ªan ser tomadas en consideraci¨®n cuando tenemos relaciones sexuales con un subordinado o con un superior. El sexo solo no existe. Nuestras motivaciones son individuales y dependen de nuestro tipo de personalidad, que va a regir c¨®mo van a ser nuestras relaciones interpersonales¡±.
Laura, de 34 a?os, comprob¨® por si misma estos ¡°efectos colaterales¡± tras haber tenido un affaire con un compa?ero, con un puesto algo m¨¢s elevado que ella, en su empresa. ¡°Yo era de las que manten¨ªa la idea de que no hay que enrollarse con nadie de tu trabajo, pero uno no siempre elige ni tiene la fuerza de voluntad para cerrar la puerta a una aventura que pone un poco de entusiasmo a la vida. Tampoco ten¨ªa un cargo muy alto, tan solo un puesto por encima del m¨ªo. Lo peor de todo es que es muy dif¨ªcil, por no decir imposible, mantener estas cosas en secreto, aunque, por supuesto, nosotros nunca hicimos nada en el lugar de trabajo. Pero ¨¦l me llamaba a m¨ª a menudo, o me hac¨ªa que lo acompa?ara a actos o cosas de trabajo y el resto de los compa?eros acab¨® por sospechar. Yo lo pas¨¦ muy mal, no tanto por ¨¦l, sino por el resto de colegas, que me tomaron por una trepa e interpretaban cualquier cosa como un tratamiento de favor por su parte. Muchos, y sobre todo muchas, me hicieron el vac¨ªo y en cuanto pude ped¨ª un traslado a otro departamento¡±.
El estereotipo de la secretaria o empleada que escala puestos por su est¨¦tica, m¨¢s que por su est¨¢tica o perseverancia, todav¨ªa pervive y no hace mucho que el diario ingl¨¦s, The Telegraph, se planteaba esta pregunta, que serv¨ªa de t¨ªtulo para un art¨ªculo, Why women still seep with their male bosses? (?Por qu¨¦ las mujeres todav¨ªa duermen con sus jefes?). Cualquier estad¨ªstica dir¨¢ que la proporci¨®n de mujeres que se l¨ªan con jefes es mayor que a la inversa, pero, obviamente, tambi¨¦n lo es el hecho de que la cima del poder est¨¢ m¨¢s poblada por el g¨¦nero masculino. Muchos dudan ya de que para ascender o conseguir un trabajo baste con poner toda la carne en el asador, pero Rebecca Holmen, la autora del reportaje, expone que en las altas esferas, todav¨ªa es algo habitual. ¡°No importa cuales sean las intenciones, las posibilidades de crear un ambiente t¨®xico en el trabajo, acost¨¢ndose con el jefe, son elevadas, y aunque los miembros de la pareja intenten mantener esto al margen de la oficina, el resto del personal puede que no lo vea as¨ª¡±. Holmen acaba con una recomendaci¨®n, tras hacer un breve sondeo en Twitter con sus amigas, ¡°solo merece la pena arriesgarse si la cosa va en serio y es algo m¨¢s que un flirteo¡±.
Pero ?y si ocurre a la inversa, y es ¨¦l qui¨¦n se acuesta con la jefa? Mis amigos hombres me dicen que las jefas reaccionan peor bajo presi¨®n y que pueden ser mucho m¨¢s peligrosas. El psic¨®logo Andr¨¦s Calvo, da su explicaci¨®n de la ya popular demonizaci¨®n del poder en femenino: ¡°a la mujer le ha costado m¨¢s subir a la cima y no es que una vez en ella sea peor que el hombre, sino que, necesariamente, ha tenido que ser m¨¢s inteligente y tiene m¨¢s cosas en cuenta, adelanta problemas, tiene una perspectiva m¨¢s global de la situaci¨®n y de los peligros, ve m¨¢s implicaciones y eso hace que muchos la vean como potencialmente m¨¢s peligrosa¡±, dice Andr¨¦s.
En cuanto a si hacer p¨²blica o no nuestra relaci¨®n en la empresa, depender¨¢ del caso. Seg¨²n Calvo Kalch, ¡°si nos referimos a una aventura como una relaci¨®n corta, que puede alinear o separar a las dos personas una vez terminado, creemos que no es conveniente hacerla p¨²blica al resto de los trabajadores, ya que, debido a su naturaleza, no aporta nada (laboralmente) a la empresa y la relaci¨®n que debe primar en el trabajo es la laboral. Sin embargo, si nos referimos a algo m¨¢s estable, no vemos ning¨²n inconveniente en que esta sea conocida por el resto de los trabajadores de la empresa contribuyendo incluso a la solidez de la misma¡±.
Las oficinas ya no son lo que eran y lo que hemos revivido en Mad Men: habitaciones amplias, sof¨¢s, minibares, duchas y armarios donde guardar una muda por si hay que pasar la noche revisando informes¡ Ahora los espacios son reducidos, con paneles divisorios de papel de fumar y donde el minibar ha sido sustituido por la m¨¢quina de vending que sirve un caf¨¦ con graves efectos secundarios. Nada propicio para el sexo, pero si a¨²n as¨ª, alguien ha encontrado a su media naranja en la oficina, no deber¨ªa renunciar a ella. El amor, dicen, solo sucede una vez en la vida. Los trabajos ya no suceden nunca. Eso si, gu¨¢rdense de las c¨¢maras de seguridad y de pensar que los colegas son tan comprensivos como la noche de la cena de navidad. Es el alcohol y la perspectiva de que las vacaciones est¨¢n ya cerca.
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