Romper la inercia, por Ana Pastor
?Los ciudadanos ahora tienen herramientas para voltear situaciones injustas?
Iv¨¢n y Ricardo se dispon¨ªan a tomar una de las decisiones m¨¢s importantes de su vida y no quer¨ªan dar un paso en falso. Iban a matricular al hijo de ambos en su primer colegio. Con tiempo suficiente, y despu¨¦s de buscar como otros padres aquello que m¨¢s conven¨ªa a su peque?o Rodrigo, encontraron un lugar que les entusiasmaba. Era un centro escolar, pensaron al leer su ideario, en el que se comprender¨ªa que la familia de Rodrigo tambi¨¦n era eso: una familia, en el que no se har¨ªan ciertas preguntas a las que nunca se enfrentan los padres y madres heterosexuales. Un colegio en el que las ?rarezas? ser¨ªan consideradas un elemento enriquecedor. Eso pensaron. As¨ª que no dudaron en llamar y pedir plaza inmediatamente. La respuesta, tras escuchar los nombres de los protagonistas, fue que ya se hab¨ªa cerrado el cupo del pr¨®ximo a?o. Iv¨¢n y Ricardo se sorprendieron porque faltaba mucho tiempo para que llegara septiembre y volvieron a llamar. Esta vez indicaron que los padres de Rodrigo se llamaban Antonio y Elena.
Milagrosamente, el cupo se hab¨ªa ampliado de tal manera que hab¨ªa suficientes plazas, una de ellas para Rodrigo. Se pueden imaginar que el ni?o nunca fue matriculado en ese centro. Pero la batalla por la dignidad no termin¨® ah¨ª. Iv¨¢n y Ricardo podr¨ªan haberse callado, continuar su b¨²squeda y olvidar. Sin embargo, decidieron pedir ayuda de una forma diferente. Denunciaron el tema a trav¨¦s de la plataforma ciudadana Change.org y el apoyo de miles de personas provoc¨® que se le abriera expediente al colegio por discriminaci¨®n. Es tan solo un ejemplo de c¨®mo los ciudadanos tienen ahora herramientas para voltear situaciones injustas que quiz¨¢ de otra manera costar¨ªa bastante m¨¢s tiempo revertir.
Hay m¨¢s casos que no solo afectan al ¨¢mbito personal, sino que hablan de la ¨¦tica colectiva: un joven de Catalu?a denunci¨® que la empresa p¨²blica de ferrocarriles hab¨ªa lanzado una aplicaci¨®n para tel¨¦fonos m¨®viles para denunciar la presencia en sus instalaciones de m¨²sicos ambulantes e incluso mendigos. Enseguida miles de ciudadanos firmaron la petici¨®n y finalmente la Generalitat anunci¨® que la retiraba. El tema apareci¨® en varios medios de comunicaci¨®n. Son peque?as muestras del poder real de los ciudadanos que, en este caso, a trav¨¦s de Change.org (m¨¢s de dos millones de usuarios nuevos cada mes en todo el mundo) provocan movimientos m¨¢s r¨¢pidos que la propia pol¨ªtica. Sin embargo, esta no debe quedar al margen. Porque sigue siendo desde dentro desde donde se pueden producir cambios profundos. Los gobiernos locales, regionales o nacionales son quienes tienen en su mano tomar decisiones justas o injustas y quienes poseen la capacidad de rectificarlas. Y los ciudadanos tienen adem¨¢s la doble tarea de exigir a las administraciones que cumplan y a los periodistas que hagan bien su trabajo como contrapoder. Ciudadanos cr¨ªticos, exigentes, inconformistas, conscientes del reto al que nos enfrentamos, con ¨¢nimo constructivo, con capacidad para so?ar¡
A lo largo de la historia hemos sido testigos de significativos gestos que subrayaban el poder del ser humano. Una fuerza capaz de romper con inercias del pasado. Gestos rebeldes de suprema dignidad como el de Rose Parks, que se neg¨® a ceder su asiento a un hombre blanco en Alabama (EE?UU, 1955); August Landmesser, que se opuso a realizar el saludo nazi ante Hitler en 1936; el joven an¨®nimo de Tiananmen frente a los tanques (China, 1989); las mujeres sudafricanas que se rebelaron en Soweto (Sud¨¢frica, 1976). ?De donde yo vengo, las personas nunca te desilusionan. Son consecuentes, siempre puedes contar con ellas?. La Rosa P¨²rpura de El Cairo.
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