Se necesitan mujeres programadoras (o se colapsar¨¢ la econom¨ªa)
El documental ¡®CODE¡¯ se adentra en el mundo de la programaci¨®n para descubrir las razones y las consecuencias de la brecha de g¨¦nero en la industria tecnol¨®gica.
Uno de los objetivos clave de la sociedad actual es conseguir acabar con aquello que se ha llamado tradicionalmente ¡°cosas de chicos¡± y ¡°cosas de chicas¡±. Comienza en la infancia con los juguetes y contin¨²a durante toda la vida a trav¨¦s, sobre todo, de las relaciones de pareja y de la carrera profesional. A pesar de que parece algo obvio y que la apertura es la ¨²nica soluci¨®n, todav¨ªa quedan muchos sectores que se niegan a aceptar el cambio, porque la inclusi¨®n de mujeres supondr¨ªa revisar pr¨¢cticamente todo lo que se ha hecho.
Uno de los casos m¨¢s claros es la tecnolog¨ªa, campo en el que hay trabajos que todav¨ªa sufren la llamada brecha de g¨¦nero, es decir, la diferencia entre la cantidad de hombres y mujeres que desempe?an la misma tarea. Tanto en el pasado Mobile World Congress de Barcelona como en el reciente SXSW de Austin se han dedicado jornadas a hablar sobre la situaci¨®n de las mujeres que trabajan como programadoras e ingenieras en esta industria. Una de sus protagonistas, presente en ambos eventos, fue Robin Hauser Reynolds. La americana ha llevado a cabo una sesi¨®n bajo el nombre CODE, Debugging the gender gap (Depurando la brecha de g¨¦nero, el t¨¦rmino debugging es muy com¨²n en el mundo de la programaci¨®n, y se refiere a la eliminaci¨®n de errores en el lenguaje de programaci¨®n) en la que presenta datos de la situaci¨®n actual de las empresas tecnol¨®gicas e invita a la reflexi¨®n sobre el tema. Estas conferencias sirven de teloneras al pr¨®ximo estreno de su documental, que lleva el mismo t¨ªtulo y que se presentar¨¢ el 19 de abril en el Festival de TriBeCa en Nueva York. Seg¨²n cuenta la directora a S Moda, est¨¢ sirviendo para crear conciencia del asunto: ¡°La respuesta que estamos recibiendo con el proyecto CODE es tremendamente positiva. No es solo un problema de g¨¦nero y raza, es tambi¨¦n un problema econ¨®mico que puede paralizar la econom¨ªa de Estados Unidos¡±.
El documental se adentra en universidades y empresas como Pinterest, Twitter o Airbnb para mostrar la situaci¨®n de las mujeres en el ¨¢mbito de la ingenier¨ªa inform¨¢tica, adem¨¢s de hacerse eco de la situaci¨®n racial. Hauser Reynolds sit¨²a el origen del documental en dos hechos concretos, uno personal y otro informativo: ¡°En la primavera de 2013, mi hija me llam¨® por tel¨¦fono desde la universidad para contarme que iba a dejar la carrera de Ingenier¨ªa Inform¨¢tica. Sent¨ªa que programaba de forma terrible y que todos en su clase sab¨ªan m¨¢s que ella. Resulta que en realidad era la tercera mejor de la clase, pero al ser una de las dos ¨²nicas mujeres en una clase de 26 personas no estaba recibiendo todo el apoyo que necesitaba. A la vez, peri¨®dicos de tirada nacional hac¨ªan titulares diciendo que quien no tuviera educaci¨®n en ingenier¨ªa inform¨¢tica lo tendr¨ªa muy dif¨ªcil para encontrar trabajo en el sector tecnol¨®gico¡±.
Seg¨²n estad¨ªsticas laborales del Gobierno de Estados Unidos, en 2020 se necesitar¨¢n 1,4 millones de ingenieros inform¨¢ticos y en el pa¨ªs solo habr¨¢ 400.000 personas formadas para ello. ¡°Este desequilibrio entre oferta y demanda me llam¨® la atenci¨®n, as¨ª que comenc¨¦ a investigar las razones por la que la industria estaba ignorando a la mitad de la poblaci¨®n¡±, prosigue la directora.
Una de las ra¨ªces de este problema econ¨®mico est¨¢ la ausencia de referentes que no se ajusten al esquema de hombre blanco. Y no porque no hayan existido mujeres, sino porque han sido borradas de la historia, como Ada Lovelace en el siglo XIX, que es la primera programadora de la que se tiene conocimiento, o Grace Hopper en el siglo XX, que, rizando el rizo, en 1969 recibi¨® el premio Hombre del A?o en ingenier¨ªa inform¨¢tica. El mundo de la programaci¨®n, adem¨¢s, parece ir a contracorriente, ya que la brecha de g¨¦nero, lejos de disminuir, lleva aumentando desde los a?os 80. Actualmente, las mujeres que ocupan puestos relacionados con la ingenier¨ªa inform¨¢tica representan un 18% del total en Estados Unidos. Hauser Reynolds cree que las principales razones de la falta de diversidad son ¡°algunas actitudes y estereotipos, como que las chicas piensen que la inform¨¢tica es aburrida y solo para nerds; los obst¨¢culos en la educaci¨®n, como la falta de clases de inform¨¢tica en los colegios y, cuando las hay, dirigidas m¨¢s a los chicos; los sesgos involuntarios en la selecci¨®n de personal (se tiende a contratar a personas similares a nosotros) y el sexismo en la cultura de la start-up¡±.
CODE intenta poner su grano de arena en esa construcci¨®n de referentes a trav¨¦s de las voces de mujeres que trabajan en el sector. Robin Hauser Reynolds a?ade que ¡°b¨¢sicamente, la diversidad en la programaci¨®n hace que las cosas sirvan y funcionen para un mayor n¨²mero de personas. Adem¨¢s, est¨¢ probado que incluir mujeres en los equipos mejora la inteligencia colectiva y los hace m¨¢s productivos¡±. Las empresas ya est¨¢n tomando nota: ¡°Muchas compa?¨ªas apoyan organizaciones como Girls Who Code, Black Girls Code o HackBright. Qualcomm tiene un programa para estudiantes desfavorecidos y Etsy tiene ya un 30% de mujeres programando, tras cambiar y diversificar sus procesos de selecci¨®n¡±. ?Un ejemplo cl¨¢sico que ofrece el documental es el del airbag: los primeros modelos, dise?ados y testados por varones, no pudieron evitar la muerte de mujeres y ni?os, pues no se tuvieron en cuenta las diferentes tipolog¨ªas de personas.
?Y c¨®mo est¨¢ la cosa en Europa? ?Se hace algo en Espa?a para atacar el problema? Nos ponemos en contacto con Falling in Code, un colectivo de Barcelona que, en palabras de Maica Salcedo, ¡°busca inspirar a la pr¨®xima generaci¨®n de mujeres de este pa¨ªs, como agentes de cambio profesional y social en el sector de las nuevas tecnolog¨ªas¡±. ?Otra de sus responsables, Marta Salsench, nos aporta algunos datos: ?¡°Seg¨²n un informe de la UE en el sector de las TIC, de cada 1.000 graduadas solo 29 tienen un t¨ªtulo relacionado con las TIC frente a 95 hombres. Las mujeres ocupan el 60% de empleos relacionados con las TIC en los pa¨ªses de la OCDE, pero solo entre el 10% y el 20% son programadoras, ingenieras, analistas inform¨¢ticas. La mayor¨ªa de mujeres del sector trabajan en puestos de secretar¨ªa, procesamiento de textos o entrada de datos. Es decir, puestos que requieren formaci¨®n t¨¦cnica limitada¡±.
Falling in Code naci¨® hace apenas 3 meses con varios objetivos, que nos cuenta otra de sus integrantes, Eva Barber¨¢: ¡°Acercar a ni?as y adolescentes a la tecnolog¨ªa, mostrar modelos femeninos de ¨¦xito en el ¨¢mbito de las tecnolog¨ªas que sirvan a las ni?as de inspiraci¨®n, crear una comunidad tangible que acompa?e y apoye a las ni?as en caso de que decidan realizar una carrera tecnol¨®gica en el futuro, dar respuesta a las inquietudes creativas del talento femenino con recursos espec¨ªficos, descubrir perfiles vocacionales y orientarlos en su desarrollo profesional TIC y generar conciencia sobre el papel activo de la mujer como posible creadora y productora de tecnolog¨ªa¡±. Para conseguirlos tienen en agenda varios proyectos para este a?o, como el desarrollo de aplicaciones, la creaci¨®n de un campus este mismo verano y la realizaci¨®n de varios talleres de programaci¨®n para ni?as y adolescentes. Precisamente su puesta en escena fue a trav¨¦s de uno de estos talleres (tambi¨¦n conocidos en el mundillo inform¨¢tico como ¡°hackatones¡±), en la simb¨®lica fecha del 8 de marzo. Organizaron el primer #GirlsHack en Barcelona, en el instituto p¨²blico Quatre Cantons del barrio de Poble Nou, y la acogida super¨® las expectativas, teniendo en cuenta que la convocatoria se hizo tan solo una semana antes. Se inscribieron 46 ni?as de entre 8 y 15 a?os y hubo m¨¢s de 100 asistentes activos en la jornada. Ellas lo resumen as¨ª, en lo que llaman su encuesta de satisfacci¨®n: ¡°89% lo ha pasado muy bien. 95% ha aprendido cosas nuevas. 94% repetir¨ªa la experiencia. 76% har¨ªa un campus de verano tecnol¨®gico¡±.
La sensaci¨®n es que no solo es una necesidad econ¨®mica y social, sino un deseo real, concreto, de muchas ni?as de entrar en un mundo que en las ¨²ltimas d¨¦cadas parec¨ªa reservado a unos pocos. En Espa?a, seg¨²n nos cuenta Maica, se est¨¢n dando algunos pasos desde las instituciones, con la inclusi¨®n de la materia en los colegios en comunidades como Navarra, Pa¨ªs Vasco o Madrid, pero ellas apuestan por la implicaci¨®n de los ciudadanos: ¡°Es la sociedad civil y su acci¨®n la m¨¢s efectiva para desarrollar iniciativas que apuesten por la ense?anza en programaci¨®n. Se confirma en la participaci¨®n de las personas conscientes de su valor en todos los proyectos de tecnolog¨ªa y g¨¦nero expuestos en las plataformas de crowfunding como Indiegogo, que apoya proyectos espec¨ªficos como el de CODE¡±.
Robin Hauser Reynolds, la directora del documental CODE.
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