Nuestra tormentosa estrella
El Sol no emite energ¨ªa de manera uniforme, sino que presenta fen¨®menos desconcertantes
En 1989, toda la provincia de Quebec, en Canad¨¢, sufri¨® un apag¨®n general de nueve horas que afect¨® a millones de personas. Mientras, en California, las puertas de los garajes se abr¨ªan y cerraban sin cesar. Y en el norte de Espa?a se observaban llamaradas rojizas en el cielo que se confundieron con extraterrestres e incendios y resultaron ser auroras. ?El culpable? Pues a 150 millones de kil¨®metros: el Sol.
Y es que el Sol no emite energ¨ªa de manera uniforme, sino que presenta fen¨®menos desconcertantes. Para empezar tiene manchas o regiones algo m¨¢s fr¨ªas que, en comparaci¨®n con el resto de la superficie, vemos oscuras. Adem¨¢s, bastante a menudo sufre fulguraciones, explosiones que liberan la energ¨ªa de millones de bombas de hidr¨®geno en pocos minutos. O de repente expulsa al espacio enormes burbujas de gas, las llamadas eyecciones de masa coronal, que despiden de media unos 1.600 millones de toneladas de materia. Y estos fen¨®menos, que se agrupan en lo que se conoce como actividad solar, presentan una recurrencia peri¨®dica de once a?os: al comienzo del ciclo la actividad es reducida (pocas manchas, pocas fulguraciones...) y aumenta hasta llegar al m¨¢ximo. Raro, ?verdad? Pero lo mejor es que todo ello se puede explicar con una causa com¨²n, el campo magn¨¦tico.
Una intensa fulguraci¨®n produjo en 1989 la tormenta magn¨¦tica que dej¨® a oscuras a todo Quebec, adem¨¢s de producir errores en los sat¨¦lites espaciales
Como un plasma
Para entender c¨®mo se produce el campo magn¨¦tico solar hay que conocer algunos de los rasgos de nuestra estrella: el gas que lo compone est¨¢ tan caliente que se configura como un plasma, una forma de materia en la que los electrones se han separado de los n¨²cleos de los ¨¢tomos. Precisamente el movimiento acelerado de part¨ªculas cargadas genera campo magn¨¦tico, y en el Sol pr¨¢cticamente nada est¨¢ quieto: rota, pulsa, y en una zona interna incluso burbujea de forma similar al agua hirviendo (grandes burbujas de gas caliente ascienden hacia la superficie, donde se enfr¨ªan y vuelven a descender).
Aunque posiblemente todos estos movimientos contribuyan a la creaci¨®n del campo magn¨¦tico, se cree que hay una regi¨®n clave, justo debajo de la zona donde el gas est¨¢ en ebullici¨®n (o zona convectiva), donde se produce un cambio dram¨¢tico relacionado con la rotaci¨®n de la estrella que genera y amplifica ese campo. El Sol presenta lo que se conoce como rotaci¨®n diferencial, que consiste en que las regiones ecuatoriales rotan m¨¢s r¨¢pido, con un periodo de veintis¨¦is d¨ªas, que los polos, que completan una vuelta en m¨¢s de treinta d¨ªas. Esto es algo t¨ªpico de las estrellas al ser cuerpos gaseosos, pero en el Sol esa rotaci¨®n diferencial s¨®lo se produce hasta cierta profundidad: si dibujamos una trayectoria desde la superficie del Sol hasta su n¨²cleo, a partir del 28% de ese camino se pierden las diferencias entre el ecuador y los polos y el Sol gira como si fuera un cuerpo s¨®lido. Para visualizarlo podr¨ªamos pensar en el Sol como una matrioska, esa mu?eca rusa que contiene otra en su interior: la de dentro gira r¨ªgidamente cada veintiocho d¨ªas, mientras que la de fuera anda m¨¢s desordenada, con la cabeza y los pies girando cada treinta d¨ªas y la barriga cada veintis¨¦is. Incluso los profanos podemos imaginar que ah¨ª tiene que ocurrir algo, y los cient¨ªficos creen que las fuerzas generadas por el "encontronazo" de ambos tipos de rotaci¨®n constituyen el origen del magnetismo solar.
Campo magn¨¦tico
Ahora, ?c¨®mo explicamos la actividad solar con su magnetismo? Un campo magn¨¦tico se define con l¨ªneas de fuerza que, en condiciones normales, deber¨ªan unir directamente los dos polos, el sur y el norte. Pero como el Sol rota m¨¢s velozmente en el ecuador que en los polos, esas l¨ªneas de campo magn¨¦tico se van torciendo y curvando en el ecuador en direcci¨®n este oeste, hasta tal punto que las l¨ªneas emergen a la superficie y forman bucles magn¨¦ticos, en cuya base suelen hallarse las manchas. Ya hemos comentado que se trata de regiones m¨¢s fr¨ªas, y ese descenso de la temperatura se debe a que el campo magn¨¦tico bloquea el transporte de energ¨ªa hacia la superficie. Y ah¨ª no queda todo, porque la mayor¨ªa de los fen¨®menos violentos que hemos descrito al principio, las fulguraciones y eyecciones, se localizan en regiones con manchas, o m¨¢s magnetizadas. De hecho, se cree que las fulguraciones se deben a la liberaci¨®n repentina de la energ¨ªa acumulada en l¨ªneas de campo magn¨¦tico sometidas a una fuerte torsi¨®n. Fue, precisamente, una intensa fulguraci¨®n la que produjo en 1989 la tormenta magn¨¦tica que dej¨® a oscuras a todo Quebec, adem¨¢s de producir errores en los sat¨¦lites espaciales e interferencias en las comunicaciones por radio.
Silbia L¨®pez de Lacalle pertenece al Instituto de Astrof¨ªsica de Andaluc¨ªa IAA-CSIC
La visi¨®n global
A¨²n no disponemos de una visi¨®n global del campo magn¨¦tico solar que explique, entre otras cosas, por qu¨¦ ocurren los ciclos y por qu¨¦ cada once a?os, por qu¨¦ las manchas tienden hacia el ecuador a medida que el ciclo avanza o por qu¨¦ los polos magn¨¦ticos se invierten durante el m¨¢ximo solar (la ¨²ltima inversi¨®n, en 2001, hizo que el polo norte magn¨¦tico, que se hallaba en el norte geogr¨¢fico, pasara al sur). Entender todo esto ayudar¨¢ a conocer c¨®mo influye la actividad solar en nuestro planeta y podr¨¢ aplicarse al estudio del campo magn¨¦tico de otras estrellas. Y para ello hay que estudiar a fondo incluso las regiones "tranquilas", ya que hace pocos a?os se hallaron puntos brillantes en zonas sin actividad que resultaron ser tambi¨¦n concentraciones de campo magn¨¦tico. Seguro que la misi¨®n SUNRISE, el telescopio que viaj¨® la semana pasada en globo desde Suecia hasta Canad¨¢ con el magnet¨®grafo IMaX a bordo, no se deja nada en el tintero y nos permitir¨¢ conocer mejor a nuestra atormentada estrella.
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