Kilos de m¨¢s, bienestar de menos
El verano nos deja la cartera seca y los pantalones a reventar. Hacer dieta durante unas semanas para luego volver a las costumbres de siempre s¨®lo multiplica el n¨²mero y grosor de los michelines. Es mejor no enga?arse. La ¨²nica soluci¨®n: cambiar de h¨¢bitos
Cada mayo, la operaci¨®n biquini predica que es posible alcanzar la perfecci¨®n en dos semanas. Eso s¨ª, pasando hambre. Luego llega el verano y los h¨¢bitos saludables se quedan a la entrada del chiringuito. Hasta que septiembre sorprende con cuatro kilos de m¨¢s y la urgencia de ponerse, de nuevo, a plan. "Es una barbaridad", asegura Clotilde V¨¢zquez, jefa del servicio de nutrici¨®n del hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid. Someterse a un r¨¦gimen, como quien abre un par¨¦ntesis y despu¨¦s sigue con su vida sin ninguna lecci¨®n aprendida, no s¨®lo no adelgaza a medio plazo, es que engorda.
"Al cabo de dos a?os, lo que se ha perdido se recupera, probablemente con algunos kilos m¨¢s de propina", advierte Felipe Casanueva, director del Centro de Investigaci¨®n Biom¨¦dica en Red-Fisiopatolog¨ªa de la Obesidad y la Nutrici¨®n (CIBERobn). "El s¨ªndrome de recuperaci¨®n del peso es una fase complicada en la que pueden surgir problemas de hipertensi¨®n", a?ade Susana Monereo, jefa de endocrinolog¨ªa y nutrici¨®n del hospital Universitario de Getafe (Madrid). Cuando se trata de ahorrar energ¨ªa, el ser humano es "taca?o y avaro", apunta la endocrin¨®loga V¨¢zquez, lo que significa que si nos saltamos una comida (el desayuno es lo t¨ªpico), nuestro organismo se pone en guardia para gastar menos. Y cuando la siguiente tanda de alimentos cae en el est¨®mago, se lanza a por ella exprimi¨¦ndola hasta la ¨²ltima calor¨ªa. Esta caracter¨ªstica, que ha favorecido nuestra supervivencia como especie, en ¨¦poca de abundancia se convierte en una maldici¨®n para muchas personas. "Cuanto m¨¢s gordo estoy, m¨¢s ayuno, con lo que se disparan los mecanismos ahorradores y m¨¢s engordo". As¨ª explica la doctora este c¨ªrculo vicioso. Lo sabe bien Cristina V., madrile?a de 37 a?os, que se recuerda a dieta desde los 16. "Me cansaba, la dejaba y me quedaba con el doble de lo que pesaba antes". Lleg¨® a los 121 kilos (mide 1,53 metros): "Por no cuidarme, por una mala alimentaci¨®n y unos malos h¨¢bitos", sentencia.
La mitad de los espa?oles pesa m¨¢s de lo que deber¨ªa, lo que aumenta el riesgo de padecer diabetes y problemas cardiovasculares
M¨¢s del 30% de encuestados en un estudio de la Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU) hab¨ªa seguido alguna vez un plan de adelgazamiento. La mayor¨ªa, por su cuenta, sin consultar a un m¨¦dico. Menos del 12% tomaba cinco piezas de fruta y verdura al d¨ªa. El 25% no realizaba ninguna actividad f¨ªsica.
"La ¨²nica manera de adelgazar y mantenerse es cambiar de vida", sentencian los expertos. Alimentarse mejor, hacer m¨¢s ejercicio. As¨ª que, antes de apuntarse a ese r¨¦gimen milagroso de seis semanas que le ha dicho su cu?ado que es mano de santo, p¨¢rese a reflexionar: ?por qu¨¦ ha engordado?, ?hace menos ejercicio que antes?, ?ahora no come en casa?, ?ingiere la suficiente cantidad de fruta y verdura?, ?pica m¨¢s entre horas? El origen de los michelines, si se busca bien, termina revel¨¢ndose. Puede haber sido un cambio de trabajo, la menopausia, dejar de fumar, comenzar a vivir en pareja, una medicaci¨®n...
Una vez detectada la causa, el remedio estar¨¢ m¨¢s claro, que no m¨¢s cerca. "No queda otra que renunciar a cosas que nos causan placer", reconoce Casanueva. Y no parece que estemos por la labor, a la vista de la ¨²ltima Encuesta Nacional de Salud: de cada 10 adultos, 4 tienen sobrepeso, y 1,5, obesidad. Dicho de otro modo, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n espa?ola pesa m¨¢s de lo m¨¦dicamente recomendable.
El elemento disuasorio definitivo, seg¨²n Monereo, es el bienestar, la calidad de vida. "Una persona s¨®lo mantendr¨¢ lo perdido si percibe el adelgazamiento como un beneficio para su salud", sentencia. S¨®lo si sabe que controlando los michelines reducir¨¢ el peligro de que se le dispare el colesterol y los triglic¨¦ridos, de sufrir hipertensi¨®n, apnea del sue?o y dificultades respiratorias, dolores de espalda y de cervicales o lumbares, problemas en rodillas, caderas y tobillos... O ciertos tipos de c¨¢ncer, que es otra enfermedad con la que se asocia la obesidad.
"Alguien con obesidad m¨®rbida (50 o m¨¢s kilos por encima de lo ideal), con hipertensi¨®n o diabetes puede ver reducida su esperanza de vida en 10 a?os", manifiesta Manuel Puig, del servicio de endrocrinolog¨ªa del hospital Cl¨ªnic de Barcelona y vicepresidente de la Sociedad Espa?ola de Endocrinolog¨ªa y Nutrici¨®n (SEEN). "Adem¨¢s, los a?os que viva, los vivir¨¢ peor", agrega. Pero, ojo, porque no hace falta llegar a este extremo para que el cuerpo se resienta. Basta con unos kilos sobrantes concentrados en la zona abdominal. Eso que llaman la curva de la felicidad y que Xavier Formiguera, presidente de la Sociedad Espa?ola para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), prefiere definir como "la curva de la mortalidad": medir m¨¢s de 102 cent¨ªmetros de cintura es tener m¨¢s papeletas para una diabetes o un fallo cardiovascular, da igual que la persona en cuesti¨®n posea unas piernas y unos brazos que parezcan alambres.
No existe ninguna investigaci¨®n que haya calculado c¨®mo se sobrecarga un organismo si se le van sumando 10, 20, 30 kilos de m¨¢s, seg¨²n puntualiza el doctor Formiguera. Pero s¨ª hay datos de lo que ocurre cuando el proceso es el inverso: "Est¨¢ demostrado que perder un 10% del peso -pasar, por ejemplo, de 90 a 81 kilos-, cuando hay sobrepeso, mejora entre un 40% y un 60% la calidad de vida, ya que la diabetes se controla, disminuyen de manera muy importante las cifras de colesterol y tensi¨®n arterial, se reducen las apneas del sue?o...". Hace casi tres a?os, Cristina V. se someti¨® a una operaci¨®n de reducci¨®n de est¨®mago. De esos 121 kilos mencionados anteriormente ha pasado a 64. Sus dolores de pies han desaparecido, sus migra?as le dan la lata mucho menos, tiene bajo control su hipertensi¨®n y ha notado mejor¨ªa en su vida sexual. "Me han dado una herramienta y yo he de utilizarla bien, cuidando lo que como y haciendo ejercicio", dice.
Las cuatro "P"
Pesarme, pensar, planificar, prop¨®sitos. La especialista Susana Monereo propone estas cuatro "P" para poner en pr¨¢ctica a la vuelta de unas vacaciones. Como prop¨®sitos de mejora, sugiere comer despacio, no saltarse comidas, no picar entre horas, ingerir menos grasa y m¨¢s fruta y verdura, pasear durante media hora al d¨ªa y hacer una hora de ejercicio moderado a la semana. Aconseja planificar un men¨² semanal e ir a comprar sin hambre, con una lista (y con el dinero justo para no salirse de ella), con cesta en lugar de carro y sin pasar por los pasillos de snacks y boller¨ªa, evitar los platos preparados y no almacenar comida.
Mentiras como pu?os
Los doctores Casanueva, V¨¢zquez, Monereo y Formiguera desmontan varios falsos mitos sobre lo que adelgaza y engorda:
?El metabolismo cambia. Pues no lo hace; s¨®lo cuando hay una enfermedad. Cambian los estilos de vida, aumenta el sedentarismo o los malos h¨¢bitos alimentarios.
?A partir de los 35 se engorda mucho m¨¢s f¨¢cilmente. De nuevo, lo que suele cambiar es la forma de vivir: un empleo m¨¢s seguro, m¨¢s dinero para homenajes gastron¨®micos, para un coche... "Se pierde la vanidad, que es un fen¨®meno importante para contener la epidemia de la obesidad", opina el doctor Casanueva. Nos casamos, jugamos menos al f¨²tbol con los amigos, nos importan menos los kilos...
?Beber mucha agua adelgaza. El agua, con 0 calor¨ªas, es neutra, ni engorda ni adelgaza. Lo ¨²nico cierto es que beber antes de una comida puede dar sensaci¨®n de plenitud g¨¢strica y hacer que disminuya el apetito.
?El pan tostado y los alimentos light adelgazan. Engordar¨¢n menos al tener menos calor¨ªas, pero eso no significa que adelgacen.
?La fruta de postre engorda. Tampoco. Las calor¨ªas son las mismas, antes, durante o despu¨¦s.
?Conviene evitar los hidratos de carbono. Es la madre de todas las mentiras, seg¨²n la doctora V¨¢zquez. "Ha de haber hidratos de carbono en cada comida para no engordar y para que el mecanismo de saciedad est¨¦ bien regulado", insiste.
?Un ni?o gordito est¨¢ m¨¢s sano. Quiz¨¢ esto fuera verdad en la Espa?a de la posguerra (significaba que, al menos, com¨ªa a diario), pero hoy el exceso de peso no aporta ventajas y s¨ª puede ocasionarle graves problemas: tendr¨¢ m¨¢s posibilidades de convertirse en un adulto obeso y, adem¨¢s, su organismo estar¨¢ expuesto durante m¨¢s tiempo a las agresiones de la enfermedad. Es como fumar: puestos a empezar, peor a los 16 que a los 50 a?os.
Lo que cuesta
La cobertura social y el tratamiento de males relacionados con la obesidad representa un 6,9% del gasto sanitario total, seg¨²n un estudio de costes auspiciado por la SEEDO en 1999. A Jos¨¦ Mar¨ªa Labeaga, director del Instituto de Estudios Fiscales y experto en la materia, le parece que fue un porcentaje exagerado cuando se calcul¨® hace una d¨¦cada -"Espa?a no era un pa¨ªs obeso"-, pero que se hace m¨¢s real a medida que avanzan los a?os. "En estos momentos dir¨ªa que est¨¢ en torno al 5%, y subiendo". En 2006, Elena Salgado, entonces ministra de Sanidad, afirm¨® que la enfermedad alcanzaba el 7% del coste sanitario en los pa¨ªses desarrollados, lo que en Espa?a supondr¨ªa unos 3.000 millones de euros anuales. En nuestro pa¨ªs no se han calculado todav¨ªa los "costes invisibles", como los define Labeaga, y que pueden ser infinitos. Por ejemplo, lo que una persona deja de ganar si vive menos o si ha de jubilarse antes de tiempo por razones derivadas de su sobrepeso.
La obesidad tiene tambi¨¦n causas econ¨®micas, seg¨²n enfatiza el especialista. "No hay m¨¢s que mirar la evoluci¨®n de los precios de los alimentos sanos e insanos (grasas, boller¨ªa) en los ¨²ltimos 20 a?os: el IPC de los primeros ha subido sin parar, mientras que el de los segundos ha bajado", aduce. "Ahora cuenta los restaurantes de comida r¨¢pida que hab¨ªa en Madrid hace 15 a?os y los que hay en la actualidad", a?ade. "Calcula cu¨¢nto cuesta, y lo r¨¢pido que es, comprar un alimento preparado y calentarlo en el microondas", indica como ¨²ltimo factor.
Menos calidad de vida
Dice Susana Monereo que cuantos m¨¢s kilos nos sobren, percibimos que nuestra salud es peor. La experta investiga la relaci¨®n inversa que hay entre peso y calidad de vida. Y ha llegado a la conclusi¨®n de que la obesidad es de las enfermedades que m¨¢s merman la calidad de vida. No s¨®lo porque el paciente sufra dolor o problemas f¨ªsicos, sino porque se siente observado cuando camina por la calle o porque no cabe en un asiento de autob¨²s o avi¨®n en clase turista. El grupo de trabajo sobre obesidad de la SEEN, que Monereo coordina, ha adaptado un test de calidad de vida procedente de Estados Unidos y lo est¨¢ aplicando a 400 obesos m¨®rbidos y a 400 personas con peso normal, para ver las diferencias. Los datos se conocer¨¢n a finales de a?o. Por lo pronto, la doctora Assumpta Caix¨¤s, que ha traducido y validado la encuesta, afirma: "Al menos un 40% de mujeres con obesidad m¨®rbida sufre depresi¨®n".
?Qu¨¦ es el IMC?
El ¨ªndice de masa corporal (IMC) es una f¨®rmula matem¨¢tica a la que recurren los m¨¦dicos para calcular la grasa que le sobra a un organismo, descontando la altura (80 kilos significan obesidad si se mide 1,60, pero no en alguien de dos metros). Se obtiene dividiendo el peso (en kilos) entre la talla (expresada en metros) elevada al cuadrado. Si la cifra resultante se sit¨²a entre 20-25, el peso es normal para la altura. Por encima de 25 hay sobrepeso. M¨¢s de 30, obesidad (ya se considera enfermedad). M¨¢s de 40, obesidad m¨®rbida.
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